A mí me parece que los que os quejáis habláis poco con vuestros abuelos.
Pasaremos la vida trabajando por comprar un piso, sí. Pero podemos elegir el número máximo de hijos que queremos tener. Nuestras abuelas, si tenían ocho, a ocho tenían que alimentar, vestir y calzar. Y lo hacían. Se pasaban horas arreglando bajos de pantalones, pero lo conseguían.
Nuestras abuelas eran prácticamente analfabetas porque nada más aprender a leer, escribir y la aritmética básica eran colocadas para lograr el sustento familiar. Yo tuve una abuela con suerte, empezó a trabajar con 11 años.
Soportaron el horror de una guerra civil. La historia de mis abuelos maternos, como la de tantos otros, da escalofríos, y eso que ellos tuvieron suerte. Sí, suerte, pero una generación soportó secuelas psicológicas toda su vida.
Luego está la posguerra, en la que el hambre seguía haciendo mella. Prefiero hacer mil cuentas para llegar a fin de mes que pasar hambre yo y vérsela pasar a mis hijos.
Y si mal lo tenían los varones, peor lo tenían las mujeres. No merecía la pena que estudiaras, tu destino era buscarte a un hombre que te mantuviera. Jamás serías independiente, primero tendrías que pedir permiso a tu padre y después a tu marido para hacer cualquier cosa. Yo he visto autorizaciones por escrito de mi abuelo a mi abuela para que ella pudiera viajar sola, porque si la pillaban de viaje sin ese papel la mandaban de vuelta a casa. Y ya, si te quedabas preñada estando soltera, era una desgracia para ti y para toda la familia.
Nos quejamos mucho, pero hoy en día si tienes un agujero en el calcetín lo tiramos y compramos otro par. Antes podías llevar siete remiendos antes de tirarlo, o heredar los remiendos de tu hermano mayor. Los zapatos no se cambiaban hasta que no había agujeros en la suela. La gente que había visto el mar era porque vivía en la costa. Y así podría seguir indefinidamente.
Que estoy de acuerdo en que el precio de los pisos es un problema, y yo lo he sufrido y lo sufro, pero no cambiaba las comodidades que tengo por las que había hace 30 años. Ahora tenemos los lujos dentro de las casas como cosas cotidianas, y el lujo es la vivienda en sí. Pero también os recuerdo que un madrileño medio tampoco podía acceder a la compra de una vivienda antes de que esto se disparara, y lo sé porque tengo familia en Madrid que ha vivido siempre en alquiler y casi fuera del mapa de la ciudad (y sin casi) porque no podía hacer otra cosa. Ahora nos sorprende porque eso se ha extendido a casi todas las ciudades, pero ya había gente con ese problema hace mucho tiempo.