El campesino

Sinceramente Mario no tenia ni idea de cómo había aparecido en ese tétrico y misterioso lugar, entre los pocos recuerdos que le quedaban después de ese fatal accidente que le hizo perder parcialmente la memoria ninguno de ellos servia para aclarar el como y cuando de su aparición en ese pueblecillo oscuro y húmedo.
Calado hasta los huesos la fina lluvia había conseguido traspasar una a una todas las capas de ropa que llevaba encima, en un intento desesperado por calentar su entumecido cuerpo se subió la cremallera del abrigo alzo la vista al frente y continuo caminando por aquella campiña embarrada.
Sus botas ahora del mismo color que el inestable suelo que pisaba se hundían cada vez mas a cada pequeño paso que sus mermadas fuerzas le permitían avanzar.
A lo lejos se adivinaba entre el espeso manto de lluvia en el que se había convertido la antes inocente precipitación unas siluetas bastante familiares.
En efecto, era un destartalado grupo de casas que ajena al paso del tiempo parecía anclada en épocas pasadas...
Cuando llego hasta la aldea el panorama era desolador estructuras de barro y madera podrida se alzaban milagrosamente ante el.
Mario no comprendía como esas “chozas” por llamarlas de alguna manera aun continuaban en pie, superado ese impacto inicial su única motivación era encontrar a alguien que pudiera prestarle ayuda.
Cansado, hambriento y desorientado toda la suerte que antaño disfrutaba nuestro protagonista había sido borrada de un plumazo por una de esas casualidades del destino.
Ahora estaba solo, no era momento de autocompadecerse solo de sobrevivir.
No sin pensárselo dos veces llamo a una de las ruinosas puertas. El silencio fue la única respuesta que recibió de aquella vieja choza, no le quedaban muchas más opciones, el resto de la aldea presentaba el mismo ambiente que un campo santo obviamente de ahí nunca conseguiría nada.
Tenia que entrar en ese maldito antro como fuera.
Con las escasas fuerzas que le quedaban apalanco la puerta como pudo, las oxidadas bisagras cedieron sin oponer apenas resistencia.
La puerta cayo armando un gran estruendo que quedo ahogado a causa de la gran tormenta que arreciaba fuera.
Mario se encamino hacia dentro, se detuvo no podía creer lo que veían sus ojos.
Un destello broto de lo que parecía un cañón de una escopeta, sin tiempo para reaccionar, sin poder articular palabra una certera bala impacto en el cráneo de nuestro protagonista.
Mientras caía como si de una antigua película en blanco y negro se tratase Mario pudo adivinar bajo esa escopeta las facciones de un atemorizado campesino.
Ya en el suelo solo le quedo lamentarse por su maldita suerte, lo que un día nos es propicio al siguiente se puede convertir en desgracia.
Mario solo quería ayuda, era un hombre bueno que no merecía acabar acribillado como un vulgar ladrón, triste destino para alguien que solo necesitaba respuestas.
Cerro los ojos y acto seguido la oscuridad invadió todo su ser.
Hola a quien lo lea.

Tendrían que haber más historias así pues es más probable que el protagonista de una aventura muera a las primeras, no como pasa la mayoría de las veces, sobreviva a infinidad de situaciones extremas.

Un saludo.
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