Bueno lo acabo de hacer es muy tarde, me a quedao mal y no e corregido nada de nada, prometo hacerlo algun día, pero es que hasta a estas horas la gente es pesada en el msn y no paran de dar la tabarra, cago en to me despistan de la historia y asi no hay dios que despues la siga como odio a estas personas.
La Taza de Café
Allí estaba como muchas otras veces con mi café, tal vez seria el ultimo café antes de decir todo lo que tenia que decir, sentado en aquella silla de color marrón y algo envejecida, en aquel bar, un bar grande espacioso y con bastantes personas, eche una mirada a mi alrededor y vi. que eran personas de todas las clases sociales, miraba a ese hombre bajo, gordo y calvo y me hacia a la idea que lo mas seguro era empresario, luego vi una mujer, tal vez tendría cuarenta y cinco años pero aparentaba menos, tan bien vestida ella con su conjunto rosa y negro, de ella pensé que seria la clásica mujer que se casa con un anciano para heredar su fortuna, incluso me fije en esa pobre mujer que ya era una anciana, no iba muy bien vestida y su aspecto se mostraba descuidado, me hice a la idea de que esa anciana seria de la misma clase social que yo.
Mire fijamente a mi taza de café, lo removí con la cucharilla, cogí la cucharicha con algo de café y deje caer una gota, una gota negra que la veía caer lentamente y en ese momento me sumergí en mi pensamiento.
Estaba junto a ella, pelo largo hermoso suave de color rubio dorado como el sol, ojos marrones, preciosos y una cara angelical, perfectamente se le podía confundir con un ángel, un ángel caído del cielo con el destino de que me conociese, podía pasarme horas hablando con ella, nunca pararía, tiene un carácter tan agradable, es tan dulce, que creo que me estoy enamorando de ella.
Mi mente se desplaza de nuevo a mi cuerpo y veo que ya me e acabado ese café, ese café que lo quiere decir todo, tal vez una nueva vida, tal vez al termino del café me entre el coraje, el valor suficiente como para decirle lo que siento, me levanto y pago el café, el camarero me dice –Que tenga un buen día- Analizo la frase mientras voy a ver a mi dulce princesa, no para de sonarme esa frase en mi cabeza –Que tenga un buen día- le daba vueltas y vueltas, y pensaba ojalá lo tenga, ojalá me vaya bien lo que tengo que decir, incluso llegue a pensar que el camarero debía de haber notado en mi cara algo.
Llegue a mi destino y allí estaba ella, Dios que bonita era, me acerque y le dije –Estas preciosa- Iba con una camiseta negra y un pantalón tejano, iba tan normal vestida y era tan hermosa, fuimos a dar una vuelta, entremos a tiendas de ropa, estuvimos mirando que películas hacían por la tarde y llego la hora de comer, le acompañe a casa.
Me encontraba en su portal, a punto de despedirme de ella, le di dos besos y me dijo hasta luego, la mire a los ojos, unos ojos preciosos que no se podían comparar ni con dos estrellas, le dije:
¿Quiero decirte una cosa?
¿Qué es?
¿Quiero decirte que te...?
Puede ser que se lo dijese, puede que no se lo dijese y la dejase escarpa, eso tan solo lo se yo y mi cabeza, ahora estoy sentado en otro bar, con mi taza de café mirando como caen las gotas lentamente de mi cucharilla pensando si lo que hice lo hice correctamente y si fue lo mejor.
Pero una cosa estoy segura que mi vida ha cambiado y el buen día lo tuve.
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