Abro los ojos, y ante ellos aparece una imagen usual estos dos últimos meses: una trinchera, heridos intentando conciliar el sueño y el comandante intentando trazar un plan de combate.
Está lloviendo y me pregunto qué coño me trajo hasta este mundo aunque sé qué fue perfectamente: la muerte de mi mujer y mi hijo años antes de esta guerra, víctimas de un nuevo brote de peste que ni la moderna medicina de esta época ha podido curar, a veces pienso que es un castigo de Dios por haber avanzado tanto tecnológicamente y haber empezado a jugar a ser como él por la maldita clonación.
Y aquí estamos los humanos, peleando contra nuestros clones, quisimos que fueran simples recambios, criaturas de laboratorio que pudieran donarnos ese órgano que nos faltaba, ese brazo que perdimos en un accidente.... Pero no contamos con una cosa, cada vez había más clones, y cuando nos quisimos dar cuenta, habían dado el golpe y crearon una toxina que sólo afecta a los "creadores" como nos llaman ellos a nosotros.
Hoy la tragedia se siente en el viento, hemos quedado sitiados en esta maldita trinchera y seremos unos 500 contra 3000 de ellos.... Mierda, la pierna me duele realmente, esa metralla caprichosa se me coló en pleno muslo y duele como mil demonios, todavía me siento un poco sedado por la morfina y las drogas que la sustituyen cuando se agota, pero estar drogado te da un cierto sentimiento de calma.... que precede siempre a la batalla.
De pronto, sin saber cómo me veo en el suelo, con mi espalda abatida por una onda expansiva. Yo he tenido suerte, mis compañeros en su mayoría están destrozados y calcinado, parece que vamos a perder la maldita guerra, después de tantos años vamos a perderla contra unas marionetas que se salieron de sus hilos, estoy a punto de cerrar los ojos, sólo quiero descansar y quizás, si hay un más allá, reunirme con mi familia, cierro los ojos....
Pero no, no he tenido la suerte de morir, estoy en un vehículo encadenado de manos y pies, y me han vendado las heridas, intento llamar a alguien, pero nadie responde y de pronto veo aparecer a uno de los jefes de los clones, maldita suerte pensé
- Vaya, así que ya te has levantado eh? Espero que disfrute de nuestra hospitalidad
- Sí, una hospitalidad acogedora, nunca me había sentido tan cómodo entre grilletes
- Pues te queda toda una vida por delante, a partir de ahora trabajarás desde que salga el sol hasta que se ponga, minuto a minuto, haremos pagar a tu especie todo el mal que hemos sufrido
- Oh, me enterneces gran jefe, vais de víctimas pero ahora matáis igual, practicáis el genocidio, ¿creeis que hay algo que valga de excusa para eso?
- Por lo menos podéis responder, no sabes lo que es nacer en una incubadora, crecer en salas de diez metros donde nos meten a veinte de nosotros y una puerta que sólo se abre para que uno de nosotros se vaya, para que luego vuelva con un miembro o dos menos sólo para que el niño de papá que se ha estrellado en su moto vuelva a tener ese ojo o aquél brazo que perdió en el accidente.
Esas palabras dieron en el clavo, me dejaron sin réplica alguna, de pronto empezé a notar de nuevo el sueño y cerré los ojos mientras me llevaban a un sitio desconocido donde probablemente, muera, el cansancio pudo conmigo y me dormi.
Bueno, espero que esta sea la primera parte de un relato largo que tengo en mente, espero que os haya gustado, seguiré escribiendolo con el tiempo, un saludo.