Tus manos
se deslizan
suaves
por la estantería;
dulce avanzadilla
del abrazo de cupido,
cruel reflejo
de la vida
de un Sísifo contemporáneo
que seguirá arrastrando
la losa implacable
de los poemas
incompletos,
porque no los lees
tú,
¡porque son para ti!
Soy un voyeur
del alma.