Tú, que brillas
hasta iluminar
mis trazos
con las velas
olorosas
que subyacen
bajo tus poros;
que despejas
mis sentidos
y que inventas
otros nuevos
con aromas imperfectos
dignificados
a tu encuentro.
Eres
Tú,
medusa
en la inmensidad
de mis torso;
amazona que
revuelves
las aguas
de la quietud,
las aguas que
ingiero
tras reencontrarme
con tus besos,
iluminados
y directos desde
el rincón
de los osados.
No quiero
ampliar el
campo de batalla:
deseo encarnar
el reflejo de tus ojos.
(Y cierro por vacaciones
durante un par de semanas.
Disfrutad;))