Sombra habló con nosotros hoy, en realidad todos los dias lo hace, pero no le damos más importancia de la que creemos que tiene. Siempre pregunta: “¿Cómo estamos?”, y aunque estemos mal no respondemos la verdad, porque... ¿y si sombra decidiese abandonarnos?, ¿qué haríamos sin ella? Bastante perra es la soledad en algunas tardes como para perder a sombra para siempre, así que preferimos hacerle creer que todo va genial y tenerla aquí a nuestro lado, porque bueno, no todos los días se está mal.
Pero hoy, hoy fue distinto, sombra ni siquiera comenzó a hablar con su pregunta diaria, es más, la noté apagada, diferente a otros días, distante.
Sombra nos despertó temprano, no eran apenas las ocho cuando se sentó a nuestro lado y nos dijo: “¿Qué es la tristeza?”, “¿Cómo se sabe que estás triste?”. Y no supe qué responder. Intentábamos encontrar el por qué nos había hecho esa pregunta, pero sólo se nos ocurrió callar y nos sentimos mal por no haber sabido que contestar, hasta que ella, volvió a hablar de nuevo.
- ¿Es tristeza cuando os sentáis en el suelo a llorar mojándome con vuestras lágrimas repitiendo que estáis bien?
- Las lágrimas a veces son de dolor, aflicción... pero no siempre, también las hay de alegría, de muchos tipos, y no todas se derraman en vano.
Y sombra volvió a callar, acusándonos con su oscuridad. ¿Qué le ocurría? ¿Cuál era el motivo de sus preguntas? Sólo ella lo sabía y parecía no querer hablar de ello de momento.
Pensamos que sombra estaba triste y no sabía qué era la tristeza y cuando creímos que volvería a decirnos algo, cambió de lugar y hasta el crepúsculo no soltó siquiera un murmullo.
- Llévanos a pasear, quiero sentir el aire, contemplar el cielo oscureciéndose sobre mi antes de que llegue la noche y haya de volver a esperar un nuevo despertar.
Así lo hicimos, la llevamos a pasear y no sé si fue una ilusión o una imagen fugaz, pero por un instante creímos verla sonreir y entonces nos pidió volver a casa a descansar.
Sombra era la única mujer con la que siempre nos llevamos bien, nunca entendí por qué no somos ni fuimos capaz de llevarnos bien con el resto o de que el resto se llevase bien con nosotros, pero tampoco nos importó ni nos importa mucho, ya queda poca gente interesante en este mundo.
Sombra era tan idéntica a nosotros que si la hubiésemos visto sola habríamos jurado que aquella no era sombra sino nosotros mismos, pero lleva toda la vida a nuestro lado y aunque queramos separarnos, hay algo más fuerte que todo lo que nos rodea que nos lo impide, al fin y al cabo somos como uña y carne.
Aún no nos ha dicho lo que le ocurre y la vemos afligida, melancólica, vagueando, apagándose. Y ya no tiene la misma expresión que antes, pero extrañamente nosotros nos sentimos igual, no sé si tanto tiempo con ella ha acabado afectándonos de tal forma que somos capaces de sentir lo mismo en los mismos momentos. Quizás soportamos la tristeza, la misma melancolía, porque somos lo mismo y hasta hoy no nos hemos dado cuenta de que no estamos solos, sombra siempre está ahí y nos escucha sin soltar palabra. Es nuestro paño de lágrimas en las tardes oscuras y frías y hasta hoy no nos ha fallado ningún día de nuestra vida y si sombra se fuese, nosotros nos iríamos con ella, porque al fin y al cabo, aunque dos, somos uno sólo.