Sísifo en el siglo XXI

Saludos a todos los futuros lectores, me gustaría exponer una serie de situaciones personales con el fin primero de ordenar mis pensamientos y en segundo lugar, encontrar alguna opinión que me ayude a dirimir que pasos dar para encauzar mi situación personal.

Alguna vez habéis tenido la sensación de luchar una y otra vez contra las vicisitudes de la vida y cuanto más parece que se acerca una posible victoria, veis como de nuevo volvéis al punto de partida o incluso más atrás? Así estoy yo en este momento.

Es difícil dar un contexto a mi situación sin exponer antes una larga serie de circunstancias personales, por lo que pido disculpas por la duración del presente mensaje.

Soy un hombre de 42 años. Obviaré las primeras etapas de mi vida simplemente resumiendo que siempre fui un niño curioso, adelantado en mis gustos y aficiones al resto de niños de mi edad y por ello bastante inadaptado, tanto familiarmente, pues en esos años no existían las facilidades ni los conocimientos que hay ahora para tratar con personas de altas capacidades, como con los compañeros de clase con quienes no encontraba un punto en común para poder socializar. Esa situación me llevo a refugiarme en la lectura, el placer de tocar el piano y el estudio de la religión. A pesar de mis capacidades la etapa escolar supuso un varapalo enorme pues nadie entendía como a pesar de mis supuestas facilidades para estudiar, a duras penas podía sacar los cursos adelante. Esto degeneró en graves problemas familiares en los que yo, incomprendido y frustrado sentía decepcionar a mi familia y a mi mismo. No obstante, acabé EGB con un triste "suficiente. El acceso a lo que por entonces era el instituto fue el final de mi periodo escolar.

Trabajé en distintos sitios que en cuanto dejaban de suponerme un reto, abandonaba sin dar más explicaciones.

Aprendí a socializar a mi manera e incluso conseguí tener un grupete muy majo de amigos y una pareja maravillosa.

Todo parecía haberse encauzado cuando el que era mi gran amigo fue diagnosticado de leucemia. Fueron unos meses terroríficos en los que buscamos ayuda en distintas asociaciones con el fin de encontrar un donante compatible pero todo fue en vano. Quien era uno de los pilares de mi vida tristemente falleció. Pocos meses después, tras una separación poco amistosa de mis padres, yo decidí mudarme a vivir con mi pareja.

Corría el año 2002 y de nuevo parecía que mi vida volvía a encauzarse.

Seis años, fue el tiempo que me regaló la vida con ella. Seis años en los que la vida me enseñó su cara mas hermosa. Dos almas afines, encontradas como si todas las fuerzas se hubieran empeñado en que se cruzaran nuestros caminos. Años en los que cada minuto de tiempo libre lo dedicaba a aprender de todo cuanto cayera en mis manos, con el fin de tener siempre una buena conversación para ella, de ser siempre excelente en mis formas y de encontrar en ella un desafío y un reto que parecía nunca tener fin. Pero lo tuvo.

El día 8 de marzo de 2008 murió en un evitable accidente de tráfico.

Comenzó un periodo de autodestrucción sin límites que me llevo a vivir el lado más oscuro que he conocido, drogas, depresión, y un torpe intento de suicidio que me tuvo ingresado varios meses en una clínica psiquiátrica. 8 años duro esta etapa, en la que gracias a la medicación e interminables sesiones de terapias de grupo y acompañamientos terapéuticos conseguí reencontrarme y rehacerme. Había vuelto a trabajar y cuando me encontré en condiciones decidí mudarme de la capital donde vivía a un pequeño pueblo, en la España más vaciada y rural, donde al no conocer a nadie creía tener la posibilidad de empezar de cero.

Así fue, un pueblecito pequeño me recibió con los brazos abiertos, rápidamente encontré trabajo, empecé a conocer gente nueva y pequeñas luces se encendían en el horizonte. Allí la conocí.

Era el año 2016, ella tiene 13 años menos que yo y entró en mi vida de la manera más casual posible: trabajaba en un pequeño comercio donde entré yo como dependiente. Me llamó la atención el hecho de verla siempre seria y con una mirada apagada. Un día me contó su historia: tenía un hijo diagnosticado con TEA, una relación tortuosa con su pareja, quien es hijo de la dueña del comercio, y se encontraba muy lejos del resto de la familia. No podía separarse de su pareja pues era amenazada con que si se marchaba de la casa, perdería el trabajo y no tendría recursos para mantener a su hijo y perdería la custodia. Refugiada en su mundo gris, pasaba los meses trabajando. De alguna manera, el saber su historia me conmovió hasta el punto de ofrecerle un día una copia de las llaves de mi casa, proporcionandola un salvoconducto en el caso de que lo necesitara. Yo no tenía entonces ninguna necesidad de tener pareja ni nada, simplemente pensé que tener un sitio donde refugiarse llegado el caso podría suponer para ella un alivio.

Una noche se presentó en casa con una maleta, y un niño de 5 años.

La vida me ofrecía un nuevo reto.

El escándalo en el pueblo fue monumental. Tras muchas batallas con la dueña del comercio (madre de su ex-pareja, y abuela del niño), incluidas falsas denuncias por agresión y secuestro, que terminaron en unos juicios que no tenían ni pies ni cabeza, llegamos a un acuerdo comercial en el que yo compraría su negocio, por entonces en una situación de quiebra, a cambio de no interponerse más en la separación y la custodia del pequeño. En pocos meses me vi con un negocio que hacía aguas por todos lados, conviviendo con una mujer que sufría una gran falta de autoestima y su hijo pequeño que apenas hablaba con nadie y el haber perdido el contacto social con quienes eran mis amigos y que en un pueblo tan pequeño también eran amigos de su ex-pareja.

Contra todo pronóstico sacamos juntos el negocio adelante, cambiamos de local, de imagen comercial y oye, en los primeros dos años saneamos las cuentas del negocio y se convirtió en nuestro modo de vida. Fue del todo inevitable que nos enamoráramos. La evolución del pequeño fue exponencial. Creamos un núcleo familiar con unas bases sólidas y todo parecía, de nuevo, encauzarse.

Llegó la pandemia. En esta zona pegó muy fuerte. Sin contar con el apoyo de nadie pudimos sobrellevarlo como buenamente supimos. Mantuvimos el negocio a pesar de las pérdidas y la falta de ayudas y nuestra relación se hizo incluso más profunda.

El negocio no superó sin embargo las posteriores crisis de suministros y los aumentos de precios tanto del carburante como de los precios. Ya sin margen de beneficios el año pasado decidimos cerrar el negocio. Ella comenzó a trabajar como dependienta en otro comercio de la zona y yo decidí intentar reciclarme y aprender programación, con la idea de poder obtener un trabajo a distancia que me permitiera cuidar del niño y acceder a un sueldo mejor. Unos meses después me diagnosticaron un par de problemas de salud. Un tipo de cáncer en la sangre llamado policitemia vera, y unos tumores benignos en principio llamados elastofibroma dorsi. Para mi los dolores se volvieron insoportables, al punto de tener que aplazar los estudios.

Aún nos quedaban unas pequeñas reservas de dinero que pudimos utilizar en traer a su familia, pues llevaban años separados por motivos personales y económicos y, sabiendo que sería para ella una importantísimo punto de apoyo en el caso de que mi situación se complicara más. Así sucedió. Poco tiempo despues, ella se reunía con su familia, sus padres conocerían a su nieto, y a mi. De nuevo todo parece encauzarse.

Ella y yo nos casamos a finales del año pasado. Ahora con una familia, un hijastro maravilloso, que está sorprendiendo a todos los médicos y profesores por su evolución (ha pasado de un 43 por ciento de discapacidad a apenas un 7 por ciento en estos años) la vida parece de nuevo haber recobrado su sentido.

Sin embargo, por primera vez en muchos años vuelvo a tener miedo. Es un miedo irracional, sin forma definida. No es el miedo a la enfermedad, que poco a poco evoluciona favorablemente, pues ya he sido operado de uno de los tumores bajo la escápula derecha, y aunque queda pendiente el de la izquierda, el pronóstico es bueno. Respecto a la policitemia poco se puedo hacer más que controles periódicos y sangrías cuando la sangre se vuelve muy espesa. Tampoco es el miedo a la falta de dinero, pues aunque estos meses hemos estado sobreviviendo con su sueldo, y habiéndome retrasado en mis estudios, creo que no me sería difícil encontrar un trabajillo para ir tirando. Pero tengo miedo, un miedo paralizante que me mantiene insomne por las noches. Un miedo que debería compartir con ella, pero que me niego a hacerlo para no preocuparla ahora que está luchando tanto y tan bien por sacar adelante a su hijo y a mi mismo. Un miedo egoísta a perder de nuevo mi pequeño universo o a no alcanzar la excelencia que quiero que mi familia vea en mi. Un miedo humano que no encuentra consuelo en el mundo espiritual ni religioso y que en mis horas de soledad se apodera de mi y me trae los peores recuerdos que hace años tanto me costó tanto mantener a ralla.

Esta es mi historia, gracias por leerla.
Después de todo lo que has vivido ya poco debería asustarte, la verdad, lo que cuentas son minucias comparado con lo que has superado ya. ¿No alcanzar la excelencia que quieres que tu familia vea en ti?, particularmente, y por lo que cuentas, desde fuera no veo forma de superar la excelencia que ya has alcanzado en muchas facetas. ¿Perder tu pequeño universo?, si algo deberías saber tú más que muchos, es que la vida es efímera y se escapa de nuestros dedos fuera de nuestro control, así que piensa si realmente quieres malgastarla atemorizado por perderla...


Ho!
Aproximadamente el 90-95% de las cosas funestas que pensamos que va a pasar, no pasan.

Tienes una historia digna de película cinematográfica. Habiendo pasado por todo tipo de situaciones duras, te has repuesto de un periodo de autodestrucción muy tocho, y aún así sientes miedo actualmente.

Y te diré que es algo natural e inherente al ser humano. Estás en una situación buena, podría se mejor sí, pero buena. Y sin embargo, te estás exigiendo más de la cuenta. Ahí está el problema. En tu exigencia. Entonces aparecen los miedos. Podrías hacer varias cosas, te recomiendo hacer deporte, es importante.
Y te recomiendo MANTENERTE OCUPADO, esto hará que no tengas tanto tiempo de pensar. También, por la forma de escribir, se te ve una persona culta. A pesar de que no tienes estudios reglados, hablas con propiedad y cultura, lo que demuestra que eres inteligente (todo esto lo digo en el buen sentido). Sabes cuál es tu problema, y eres lo suficiente listo como para poder buscar soluciones, solo debes aclararte contigo mismo, decir: ¿por qué pienso esto? ¿Cuál es la base de este miedo? ¿Qué debo hacer para solucionarlo?
Y a partir de ahí, poner los medios necesarios. Si tienes una pareja buena, comprensiva y confías en ella, creo que deberías contarle lo que te está pasando. Si ves que no eres capaz de contarle algo, que para ti es de suma importancia, es que algo no va bien del todo, es decir, no existe la confianza suficiente. Igual es el momento para llevarla al próximo nivel.

Solo espero que puedas mejorar tu situación. Ánimo!
Ambos tenéis razón con vuestras palabras, por un lado mi nivel de autoexigencia es uno de los principales motivos por los que he sentido gran frustración y ansiedad pues no hay mayores expectativas que las que uno mismo puede ponerse y a veces es muy dificil estar a la altura. Es algo absurdo y sin sentido, lo sé. Aún así desde muy pequeño he luchado con ello, y también me ha dado grandes satisfacciones por supuesto.

Respecto al deporte, ahí creo que va a estar uno de los pilares para superar esta "crisis". Debido a mis enfermedades, mi estado físico se ha visto muy perjudicado y eso me ha generado una baja autoestima y falta de confianza. Confío en los próximos días en poder empezar una dieta e ir adaptando el ejercicio físico a mi situación médica actual.

Otra reflexión interesante respecto a vuestros comentarios es la siguiente: es cierto que he pasado por situaciones duras, pero no más de las que cualquiera podría pasar en el privilegiado mundo en el que vivimos la mayoría de nosotros. Situaciones que están a verdaderos años luz de otras que hay a nuestro alrededor y que hacen que mi vida parezca un juego de niños jeje. Todos hemos sufrido pérdidas, todos hemos pasado por momentos en los que nos hemos sentido inadaptados o más incomprendidos de lo que nos gustaría, por lo que no me considero alguien especialmente curtido en ese aspecto. Todo lo contrario, me siento profundamente afortunado por haber vivido todo lo que he vivido, y el hecho de haberlo perdido en algunos momentos no hace más que darle más valor al día a día, pudiendo disfrutar de la compañía de mi familia y de una inmensidad de pequeños momentos increíbles.

Reflexiono mucho sobre el estado actual del mundo, de la sociedad y me preocupa no adaptarme lo suficientemente rápido como para afrontar los futuros desafíos que vendrán, sobretodo con mi hijo (hijastro, pero es una palabra que no me gusta, pues me da una sensación de distancia que me hace sentirme triste y fuera de lugar en su vida) quien es un alma pura y lleno de bondad e inocencia. Si partimos de la idea que la experiencia llega de la práctica, como podríamos estar preparados para lo que no conocemos?.

He pensado mucho en contarle a mi mujer estas sensaciones y miedos. No hacerlo estoy convencido que no es por falta de confianza, si no más bien por evitarla un sentimiento de frustración, ya que creo que es una batalla que debo librar contra mi mismo.

Entiendo que el camino es: mejorar mi condición física, superar estos pequeños baches de salud y, volver a retomar los estudios, adaptando mis conocimientos a los tiempos modernos para encontrar una mejor salida laboral.
Hola buenas. Supongo que con la vida que has tenido y mencionando a Sísifo, en tu fuero interno creerás que para los restos seguirás luchando hasta que el mundo te vuelva a dar un revés y no sabrás si para la próxima tendrías fuerzas para volver a empezar.

Si ya ha pasado varias veces de alguna manera tu reacción es hasta natural, también podría pasarte que entres en una buena racha que dure varios años en los que tu preocupación por que vuelva a estropearse todo no deje de aumentar con el tiempo.

De todas formas también es verdad que la mayoría de nosotros de alguna manera estamos en estos ciclos ya que casi nunca los seres humanos durante toda nuestra vida vamos a tener una racha de buena ventura que dure toda entera. El mito de Sísifo es llevar los altibajos de una vida un poco hacia el extremo, como buena abstracción que es. Y es cierto que tu vida ha sido más desgraciada que la de muchos, pero vuelvo a repetir que en ese barco casi todos estamos porque para eso igual que para tantas cosas de la vida la sucesión de los eventos crea ciclos.

Por cierto, los griegos antiguos tenían una concepción cíclica de la naturaleza, se ve que no les costaría mucho llegar a hacer esa historia. En verdad yo también he llegado a pensar que la vida son ciclos y lo acepto.

Yo si fuera tú intentaría centrarme en el miedo al futuro, que aunque en tu caso es muy justificable, en realidad es un miedo irracional. Obviamente es una tontería pensar que una vez cogida la vereda hacia arriba el camino no vaya a terminar o decaer en algún momento. Supongo que también si alguna vez vinieran mal dadas pero fueran soportables podrías pensar que no siempre va a tener que ser una tragedia completa y tu estado podría mejorar al tener una evidencia real. Sea como sea, creo que el problema de ahora con ese miedo es bastante más insoportable y buscaría la manera de atajarlo todo lo posible.

Siempre he asociado el miedo a la depresión, por mi propia experiencia vital. Lo malo es que yo no soy psicólogo ni experto en estos temas. Sí sé que en mi caso es directamente proporcional a mi estado mental general. No es que te quiera enviar a más médicos porque de hecho yo hasta ahora no he tenido una necesidad imperiosa de tener un tratamiento psicológico o psiquiátrico, aunque si no estuvieras en uno yo lo tendría en cuenta.

Por último decir que también se suele cumplir el dicho ese de que Dios aprieta pero no ahoga. En tu caso también se ha cumplido hasta ahora ya que a pesar de todas las desgracias del pasado todavía sigues por aquí y aunque cada vez más cansado hasta ahora las has ido superando. Por todas esas personas queridas que fallecieron todo lo que puedo decirte es que seguro que ya no están sufriendo. Si alguna vez te quieres quitar de en medio pensando que así dejarás de sufrir, piensa en los que sufrirán por tu ausencia, al igual que te pasó a ti, y ten un poco de piedad por ellos. También piensa en que al igual que se termina el sufrir, también se terminan las cosas buenas que tiene la existencia consciente. Antes he mencionado a Dios pero yo en realidad lo que creo es que cuando la muerte llega no queda nada, un eterno periodo de existencia sin consciencia de la misma.
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