Ryana

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Observé la habitación casi sin pestañear. En un rincón, maniatado, el sospechoso esperaba ser interrogado. Sin dedicarle una segunda mirada entré en el dormitorio y saludé al detective que había requerido mi presencia.

-Hola Ryana, estás estupenda como siempre -me alabó.

-Supongo que no me habrás llamado sólo para decirme eso ¿o sí? ¿Tan enamorado estás de mí? –le dediqué un guiño que le ruborizó.

-Bueno… la verdad es que tenemos trabajo para ti -me tendió un Comlog.

-¿Seguro que es una unidad empática? - pregunté con recelo tras leerlo-. Sabes que es un delito muy grave, una violación directa de la norma…

-No estamos seguros completamente, ése es tu trabajo ¿no? -me dedicó una sonrisa.

Miré al robot intrigada. Un modelo Katty, algo antiguo pero aún muy requerido por lo sencillo de modificar y reprogramar. Un modelo que conocía bien. La habían sujetado con un cepo estándar que en forma de cruz, sujetaba sus rodillas, muñecas y cuello, impidiéndole cualquier movimiento.

Me miraba, unos ojos de magnífica factura; saqué una pequeña linterna y comprobé la reacción de sus pupilas, lentas pero precisas, un cuidado añadido a la programación. Tenía un tacto agradable, se estremeció bajo mi contacto. Tras apartarme miré al detective.

-Déjeme a solas con ella, he de hacer algunas pruebas…

-Pero Ryana… el protocolo de contención… -argumentó.

-La tenéis inmovilizada con un cepo capaz de retener a modelos industriales T-6; Sabes que necesito tener el área controlada para poder hacer el análisis lógico.

-Estaremos tras la puerta –claudicó, siendo seguido por los otros policías.

Una vez a solas me senté junto a ella, mirándola atentamente tras activar el pequeño sensor.

-¿Me escuchas, modelo Katty?

-Si, la oigo bien -su voz era danzarina, casi encantadora- ¿Qué desea de mí?

-¿Eres feliz?

-A veces sí…

-¿Y cuándo son esas veces?

-Solo si tú estás conmigo, mi amor…

-¿Qué es el amor?

-¿El amor?… El amor es muchas cosas…

-Dime una… ¿Qué es el amor? -dije acercando mi rostro casi pegándolo al suyo.

-Tú eres mi amor… -se movió lo máximo que le permitía el cepo y depositó un beso en mis labios-. Ya lo he dicho… -su piel no se ruborizó, pero intentó cubrir sus mejillas.

Apagué el grabador y me levanté para atravesar la puerta y afrontar la inquisitiva mirada del detective.

-¿Y bien? –me inquirió-. ¿Cuál es el veredicto?

-No es empática… tiene varios añadidos ilegales y seguro que esos ojos han salido del mercado negro, pero por su programación neurolinguistica no es una de ellos.

-Pero… la oí hablar… parecía plenamente consciente… -argumentó.

-Es un buen trabajo de contra-programación, incluso admito que es de los mejores que he visto con un modelo tan limitado, pero solo es una tonta muñeca que repite todo lo que ha aprendido… ingenioso pero inofensivo…- afirmé-

El detective se acarició la frente decaído.

-Bueno, ni siquiera se por qué seguimos buscando, desde que el último de los Robert fuese destruido hace años nadie ha logrado ser capaz de recrear su milagrosa humanidad, perdemos el tiempo-

-Alguien lo hará; tarde o temprano alguien lo conseguirá. Y como defensores de la moral debemos evitar cualquier afrenta al código.

-Lo sé Ryana, solo que… ya sabes que no es fácil… Muchos parecen tan humanos… -reconoció.

-Avísame si encuentras algo más –le apreté el hombro con afecto-, te enviaré el informe cuando vuelva al laboratorio.

Salí de aquel opresivo apartamento y en el ascensor me miré en el espejo. Mis ojos… tan iguales a los de ella… incluso quizás del mismo artesano… acaricié la imitación de piel que cubría mi rostro.

-Os encontraré mis hermanos… lo juro… -musité una vez más al vacío de la soledad de ser la única superviviente de mi especie.
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