Buenas, crei haberlo posteado ya, pero he usado la búsqueda y vi que no, sólo lo puse en pruebas...
El caso es que hace tiempo mi profesora de lengua me obligó a presentarme a un concurso de relatos... Yo no quería, pero al final acabó diciendo que me iba a poner nota y tal
En fin, que cogí y escribí un relato... Al cabo del tiempo, resultó que gané el segundo premio: Un ordenador portátil. Yo no tenía intención de hacer nada, de hecho mi relato me parece bastante mediocre... pero quería ponerlo aquí para saber vuestra opinión:
Despertar (por Javier Montero (osease yo))
Llevo ya muchos años en la profesión y cada día aprendo algo nuevo. Algunos dicen que ser portero no es una profesión importante, pero me enorgullezco de ella. Saber tratar a la gente, mantener todo en orden y estar constantemente mirando quién entra y quién no es mi pan de cada día, y espero que lo siga siendo.
Desgraciadamente, dado al lugar en el que trabajo, veo a gente que lo ha pasado mal. Ayer, sin ir más lejos, llegó a la puerta una muchacha que rondaría los veinte años. Tenía una media melena castaña y sus ojos verdes reflejaban una expresión de dolor a la que yo ya estaba acostumbrado. Con algo de miedo, se acercó a mí.
- Perdone… Pedro –dijo mirando mi placa de identificación- ¿ha visto pasar por aquí a algún chico?
- Disculpe señorita, pero si no me concreta… aquí veo pasar a muchísima gente.
- ¿En serio? Yo es la primera vez que paso por aquí… y no veo ni un alma.
- Créame cuando le digo que sí –dije, aguantándome la risa. Así que ella no se había dado cuenta aún…
- Bueno, estoy buscando a mi novio, es el de esta foto –dijo señalando en su fondo de pantalla del móvil a un chico que aparentaba unos 4 o 5 años más que ella. El joven llevaba una cresta, iba sin camiseta y con tantos collares de oro que debía de tener problemas cervicales.
- Lo siento, no recuerdo haberle visto… ¿Y cómo es que se ha perdido? –pregunté curioso.
De repente la chica calló y estuvo pensado durante unos instantes, como intentando recordar algo.
- Pues mire –acertó a decir- sinceramente no lo sé. Anoche salí de fiesta con él, cogimos a las tantas el coche y paramos de repente… lo siguiente que recuerdo es que me desperté aquí. No sé como he llegado aquí ni dónde está.
- Señorita, debería saber que coger el coche habiendo bebido es peligroso. No debería haber conducido. –dije, pensando en que éste sería otro caso más de los cuales ya estoy cansado de tratar.
- No se preocupe, él no bebe nunca. Es muy responsable ¿sabe? Llevo ya cinco años con él y tenemos un niño de 18 meses. La gente decía que estaba loca por quedarme embarazada tan pronto, pero son circunstancias y tuve que estar a la altura.
- Mujer, es que con su edad… Quizás fuera precipitado. Tenía toda su vida por delante y de repente asentar la cabeza tan pronto por un niño… debería haber aprovechado más su juventud.
De pronto la expresión de su cara cambió. Me sentí mal por un momento y dijo:
- Sinceramente… hay veces que me arrepiento… es mucha presión llevar el trabajo, el niño, la casa y aguantar sus enfados… a veces se pone algo violento ¿sabe? Pero bueno, supongo que como todo el mundo…
Entonces ya me di cuenta. La muchacha hablaba con miedo, como si le fuera a pasar algo. Ella apartó la mirada y descubrí en su cuello un hematoma que parecía reciente.
- Señorita… -acerté a decir- ¿de verdad que no se acuerda de lo que pasó en el coche? –no había acabado de decir la frase cuando ella comenzó a llorar- Perdone, no pretendía…
- No, si da igual –dijo entre sollozos- soy yo la que se está engañando. Estoy harta de ver por todos los lados la propaganda. Sé perfectamente lo que tendría que haber hecho, pero no es fácil. Si digo cualquier cosa, no sé cómo van a actuar. No se si mi novio va a poder volver conmigo, no tengo sitio a donde ir ni personas con las que estar. Siempre he preferido estar con él que sola, necesito a alguien.
- No se preocupe –dije, secándole las lágrimas con un pañuelo que tenía en el bolsillo de mi túnica- El destino le ha llevado al lugar que usted ansiaba. No volverá a preocuparse de él ni lo de lo pasado anteriormente. En este lugar, señorita, está a salvo. Por favor, le ruego que entre.
Y entonces cogí la llave de la puerta y me dirigí a abrirla. Una vez abierta, indiqué el camino a seguir, pues ése es mi trabajo. La chica se giró, antes de entrar, y me dijo:
- Que Dios le bendiga.
- Señorita –sonreí- ya lo hizo hace mucho tiempo.
Y se adentró a aquel lugar, el lugar donde por fin pudo vivir en paz.
Para el que no lo haya pillado...
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