Recopilatorio. Historia de un condenado.

Historia de un condenado
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La noche sobrevino a Ricardo. El frío se introdujo en sus huesos, en sus ojos, en su pelo. Allí estaba, tumbado en el suelo, en ese abrupto descampado, allí llacía su cuerpo sin vida, sobre un gran charco de sangre, aún caliente, sangre envenenada por el odio. Tuvo una muerte cruel y premeditada. Su cuerpo mostraba la ira de un gran puñal, que atravesó 45 veces su suave piel. 45 puñaladas de rabia atravesaron su joven alma. Ricardo tenía 20 años. Aunque joven, ya sabía lo que era luchar por vivir y por intentar cambiar el mundo. Ricardo era un joven universitario, con ganas de aprender todo, con una gran vitalidad, pero aquel 12 de abril de 1968, dejó de existir, dejó de luchar, pasó de la angustia de este mundo a la paz, la paz de la muerte, la rabia de perder todo por cuanto habia luchado y creido.
Pasaron dias, y su cuerpo seguía allí, sin vida, pero gritando por la libertad, murió con el deseo de que en su próxima vida todo fuese diferente, todo fuese mejor.
Dos meses después su cádaver fue hallado, el paso del tiempo se reflejaba en su cuerpo. La descomposición, mostraba la cruda realidad, la verdad. El tiempo hizo su trabajo perfectamente.
La policia investigó el suceso, tardaron poco en encontrar al culpable. Un joven de 20 años, compañero de universidad de Ricardo. La policia dio publicamente la version de los hechos: Pedro, el culpable de tal atrocidad, era homosexual, y estaba enamorado de Ricardo, el cual no sentía nada por Pedro, así pues, el asesino lo mató por despecho, descargó toda su rabia en la vida de Ricardo, en la muerte de su amor.
Pedro pasó un par de semanas en prisión, allí fue objeto de todo tipo de vejaciones y maltratos por parte de los demás presos. Su condición de homosexual le marcó para ser objeto de la rabia de sus compañeros de prisión.
Su sentencia caló hondo en el corazón de todos los universitarios, en el corazón de su familia, en el alma de Ricardo. Fue condenado a muerte. Y así se hizo, la mañana del del día 1 de julio de 1968, Pedro fue fusilado en el paredón de la cárcel. En ese momento, murió una vida, culpable a juicio del régimen político.
Antes de ser fusilado Pedro dejó escritas unas linias en un trozo de papel, linias escritas con su propia sangre, escritas desde lo más profundo de su corazón, que decian así:

Antes de morir desearía hacer saber a todo el pueblo, que yo, Pedro Álvarez Rodríguez, soy inocente. Va a morir un hombre inocente. Mi cuerpo morirá, se pudrirá bajo tierra, pero jamás morirán mis pensamientos, mis ganas de luchar, mis ganas de cambiar este régimen abasallador y fascista, inhumano y discriminador; como tampoco han muerto los pensamientos de Ricardo, sus ideas; y todo esto pesará para siempre sobre la cabeza del verdadero culpable, pesará sobre su conciencia, si es que la tiene.
Como yo moriran cientos de personas, pero no su espiritu luchador que vagará por la vida del culpable, haciendole morir de pena y de desilusión.
Y para que quede constancia de esto llamo a todo el pueblo a la rebeldía, llamo a todo el pueblo a que luche por su LIBERTAD.

Así Pedro se despidió de la vida, entregando esta carta a su madre, pidiendole que la publicarán el el periodico, para que todo el mundo pudiese saber la crueldad de sus mandamases.
A las 7 en punto de la mañana Pedro cayó al suelo sin vida, muerto por una certera bala que atravesó su cabeza. Las balas que fueron dirigidas a su corazón fueron rebotadas por la fuerza de este.
Años después, fue publicada su carta en el periodico. Su madre no la publicó por miedo a las represalias, pero al final se publicó. Fué en 1980,12 años después de su muerte y de la muerte de Ricardo. Fue publicada gracias a la investigación hecha por un compañero suyo, estudiante de derecho, que destapó la gran mentira con la que todo el mundo había vivido hasta entonces. La muerte de Ricardo no la provocó Pedro, sino el régimen. Ricardo era, a juicio del Gobierno, un enemigo en potencia, porque despuntaba en su afán de cambio y revolución, por eso murió. Y Pedro, por ser homosexual, pagó la muerte de Ricardo, pagó para tapar la verdad, murió para encontrar un culpable.
Pero como Pedro deseaba, sus pensamientos no murieron, y el cambio fue posible, aunque no en la medida de sus deseos, pero se produjo, y aún hoy revolotea el espiritu luchador de Pedro y de Ricardo, por nuestro mundo, sólo debemos prestar atención y escucharlos; seguro que les oímos. Intentemos seguirles.
No se me ocurren muchas cosas, pero el mundo esta lleno de injusticias, gracias a Dios ahora se ven menos, por lo menos en mi mundo. Seguro que en el de otras personas se ve más.

Un saludo.
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