Prácticamente todos los recuerdos que guardo del pasado son buenos, así que ahí van unos cuantos:
-Estar sentada en las rodillas de mi padre mientras me enseñaba libros de animales y del universo. Me encantaba que me explicase tantas cosas nuevas.
-Cada vez que mi padre me llevaba a algún sitio nuevo. Al cine, al circo, a pasear, a tirarme en trineo por la nieve...
-Los cuentos y las canciones de mi madre. También cómo era capaz de sacar el lado bueno de cualquier cosa y hacerme ver todo de otra manera cuando me llevaba algún disgusto.
-Mudanzas varias. Niños que aparecían de la nada a preguntarme si podían ser mis novios y yo aceptar sin saber bien de qué iba todo eso

-Jugar a la nes en casa de mi vecina y atascarnos en Maniac Mansion sin remedio.
-Cuidar de mi hermanillo. Enseñarle a andar, hacerle "teatros" (yo me ponía a jugar y me inventaba historias para él). Y cómo no, cuando ya fue algo más mayor y le enseñé a jugar a la consola, qué buenos momentos a dobles con mi Mega Drive.
-Criarme en el campo y asistir a un colegio donde solo había 4-6 niños por curso (nos tenían a varios cursos juntos). Nos enseñaron a apreciar la naturaleza y vivimos experiencias tan bonitas como rescatar a un delfín varado en la playa o criar gallinas. También hacer casetas en los árboles y enredar con las cosas viejas de un cuartel que había en la zona. Intentar acercarme a los zorros o a los conejos sin que escapasen. Y aunque la adolescencia fue algo más aburrida (porque dejé de tener vecinos) pude disfrutar de un bonito paisaje y de tener una playa prácticamente para mí sola.
-Las tardas en las que mis padres iban semanalmente a la civilización para hacer la compra. Yo me quedaba en el centro comercial pegada a las consolas de exposición a la espera de que llegase mi turno para echar una partida.
-Ahorrar y ahorrar hasta poder hacerme con una psx. Los libros heredados de mis padres.
-No encajar para nada con la gente que me rodeaba cuando llegó la adolescencia y tener muchas ganas de mudarme a un sitio más grande. Morirme del asco todo el año, especialmente en verano.
Luego ya llegó la etapa universitaria y todo se volvió maravilloso