Qué lamento, que tristeza
quien no se deja dar la mano,
que pena me dan aquellos hombres
que no despiertan de ese largo sueño.
Es triste pensar en quien no piensa,
como mueren los que no sueñan despacio,
Es agónico descubrir como descubren
demasiado pronto que es demasiado tarde.
Qué lamento, qué tristeza
siento por aquellos que no
quieren conocerme. Los que no
se dejan besar por la agonía
que les da la rutina de su tiempo.
Qué bonito es pensar que no estoy muerto,
y que puedo contar contigo,
Que lamento, ¡Por Dios! que tristeza
darme cuenta del tiempo que estás perdiendo.
Salta la vida, corre por tus sueños,
coge el testigo de aquellos que han vivido
lejos de ti en otro tiempo, y una vez lamentaron
darse cuenta demasiado tarde, que todavía
era pronto para poder dejarse dar la mano...