¿Por qué cuando quiero rojo se me concede verde?
¿Por qué he sido objeto de este juego dantesco por los dioses del destino?
¿Por qué cuanto más quiero, menos puedo?
¿Por qué todo lo demás no se convierte una nube, que no me ahogara cuando me envolviese?
¿Por qué no puedo ser una piedra, inmutable, que no siente, que no ama, que no sufre?
¿Por qué se me aparta el caramelo que porfín me endulzaría la amargura?
Pero sobretodo... ¿Por qué me pregunto en vano?
Pues porque soy un iluso, aunque a veces no lo crea.