Las peores barbaries de la guerra en Bosnia no quedarán impunes aunque hayan pasado tres décadas. Con ese espíritu, el escritor Ezio Gavazzeni (Milán, 1959) presentó una denuncia ante la Justicia italiana aportando el material necesario para arrancar una investigación penal contra los llamados francotiradores turísticos de Sarajevo. Personas que, entre 1992 y 1995, pagaban para matar por diversión a niños, adultos y ancianos, escondidos entre las colinas de la capital bosnia.
En una entrevista con EL MUNDO, Gavazzeni ahonda en los detalles de sus investigaciones compartidas con la Fiscalía de Milán, que acaba de iniciar un procedimiento penal sobre la base de homicidio voluntario múltiple con los agravantes de motivos abyectos y crueldad, y reflexiona sobre la trascendencia que está teniendo su denuncia alrededor del mundo en los últimos días.
PREGUNTA Su investigación acerca de los francotiradores turísticos de Sarajevo está cobrando una relevancia histórica. ¿Qué opinión le merece?
RESPUESTA Estoy teniendo dos sensaciones diferentes. Por un lado, una gran satisfacción, porque significa que los últimos dos años que le he dedicado a esta investigación han dado sus frutos y de una forma que ni quiera habría imaginado. He recibido llamadas procedentes de todos los países del mundo. Por el otro, sin embargo, lo que me sorprende es que nadie se haya interesado acerca de este asunto en los últimos 30 años. Tras el estreno del documental Sarajevo Safari (2022) de Miran Zupani, producido por la cadena televisiva Al Jazeera, por ejemplo, me extraña que ninguna televisión occidental lo haya comprado para emitirlo.
P. El director esloveno Zupani, de hecho, ha sido un contacto de valor para su investigación.
R. En mi investigación hay muchas fuentes, pero la primera me la aconsejó Zupani. Fue muy amable y me dio algunos consejos. Luego mi trabajo fue mucho más allá y fue suficientemente sustancial como para que la Fiscalía de Milán abriera un procedimiento penal. Mi denuncia, presentada el pasado febrero, era de 17 páginas y resumía todas mis pesquisas hasta la fecha. Cuando la Fiscalía de Milán decidió arrancar la investigación, el pasado mes de octubre, aporté otras 90 páginas con todo el material añadido que había obtenido tras consultar más fuentes hasta ese momento.
P. La investigación de la Justicia italiana, liderada por los fiscales Marcello Viola y Alessandro Gobbis, estará a cargo del equipo especial de crimen organizado de los Carabinieri, el conocido Raggruppamento Operativo Speciale (ROS). Se espera que interroguen a las fuentes que usted mismo consultó para su trabajo.
R. El ROS de los Carabinieri tiene elementos suficientes para arrancar la investigación y continuar con unos medios muy superiores al de un escritor. Igualmente, me llamarán para declarar. Será una ocasión en la que podré contribuir con más información acerca de determinadas fuentes, cuyas aportaciones habrá que poner en contexto.
P. ¿Podría la investigación de la Justicia italiana provocar un efecto dominó en el resto de tribunales del mundo para perseguir a los asesinos?
R. Que se produzca un efecto dominó es mi esperanza. Entre otras cosas, porque he sido el único en dar pie a un procedimiento penal en un país occidental. Los clientes procedían de muchos países: eran italianos, alemanes, franceses, ingleses, españoles, estadounidenses o canadienses. ¿Por qué ningún país abrió nunca una investigación? A lo mejor porque eran personas potentes, ricas y relevantes socialmente. Hay periodistas internacionales, mientras tanto, que en los últimos días me están pidiendo consejo para poder iniciar estos procesos en sus respectivos países.
P. Hablemos de los asesinos. ¿Cómo se explica que gente aparentemente normal fuera capaz de tanta inhumanidad?
R. Para profundizar más aún acerca de ello he consultado a una criminóloga. Hemos planteado unas hipótesis, de corte político o religioso, partiendo de la idea de que, para matar, había que tener un motivo. Sin embargo, no estamos ni siquiera frente a la banalidad del mal, sino a la indiferencia del mal. Es decir, estas personas no tenían ningún pretexto: disparaban a cualquiera que estuviera delante del visor, daba igual que fuera un niño, una mujer, un hombre o un anciano. Sin ningún tipo de moralidad.
P. Su investigación acerca de los francotiradores turísticos de Sarajevo tiene un inestimable valor periodístico, jurídico, histórico y humano. ¿Por qué es importante seguir comprometido con su trabajo?
R. Me quedé sorprendido cuando circulaban voces acerca de lo que ocurría en Sarajevo sin que nadie profundizara en ello. Siendo molesto como se requiere en un trabajo periodístico y de investigación, he podido escarbar en solitario. Soy un escritor y siempre me ha gustado dedicarme a ello y, en los últimos años, me he centrado en la actividad de investigación. Mi deber es seguir las historias y, si encuentro una, sé que tengo que ir detrás de ella. Aunque sea incómoda.