Repicaban las campanas del viejo campanario mientras un joven se acercaba hacia el pueblo por la senda. Alzaba los brazos e iba dando brincos aleatorios. Justo después de cruzar el gran pórtico de estilo románico dejó de correr y lanzó un alarido.
-¡He vuelto, lo he visto!
Se acercó con parsimonia a unos niños que jugaban delante de la iglesia, en la plaza principal.
-¡Niños! ¿Qué hacéis con esta piedra dibujando figuras en el suelo? -les preguntó.
-Estamos jugando – respondió el que se disponía a saltar.
-¡Ja! ¿A esto le llamáis un juego?
-Sí, a esto jugamos desde que somos niños.
-¿Qué pasa, que quieres jugar y no sabes cómo decirlo? - añadió otro niño.
-¡Bah! Ni de broma jugaría a ese juego tan estúpido.
-¿Por qué criticas uno de los juegos con los que creciste?
-Porque hay otros mucho más divertidos.
-¿Ah sí? -preguntaron todos, abriendo los ojos de par en par.
-¡Sí! Yo los he visto.
-¿Dónde? -dijeron al unísono todos los niños menos uno.
-No puede haber un juego más divertido que “dibuja tu mente” -dijo el chico del principio-. No le escuchéis, eso lo dice por... - suspiró mientras se quedó en blanco-. Lo dice para que le dejemos la plaza, ¿o no lo veis?
-Dios me libre. No vengo con ninguna mala intención. -les aseguró el joven-. Sólo quería compartir con vosotros lo que yo sé, pero si no soy bien recibido... -dijo en tono respingón.
-Sí nos interesa – declaró un muchacho.
-Es verdad, a mí también – confesó otro.
-Y a mí.
-Y yo.
Los ojos del joven resplandecieron. «niños» pensó. Tan inmensamente complicados que son a veces y, tan simplemente fáciles que lo son otras. En fin, tendré que empezar por ellos. Son los que quedan más cerca.
-A mí no, y si no queréis seguir jugando aquí, iros con él a otra parte. Esta es la plaza de juegos.
-Anda, no te pongas así, ven con nosotros -propuso un amigo suyo.
-No, no me apetece.
-Bien -dijo el joven. Si el niño cascarabias no quiere venir no voy a obligarlo.
El joven y un grupo de niños se dirigió a una zona amplia y boscosa en el sur del pueblo mientras el otro niño se quedaba solo en la plaza, sin más compañera que una piedra antes agarrada por centenares de manos. Una vez llegaron se sentaron en unas rocas y empezó a contarles.
-Chicos, lo que os voi a contar no puede salir de aquí, ¿de acuerdo? -él ya sabía que lo primero que harían sería contárselo a todos, y eso era lo que pretendía. «Basta que digas a un niño que no haga algo para que ponga todo su empeño en eso» -pensó.
-Vale, no lo diremos -aseguraron los niños mientras se miraban entre ellos.
Todos tenían cara de circunstancias. Sabían que las mentiras si eran menores no eran un pecado muy grave, pero aún así eran mentiras y les habían enseñado en que toda mentira era mala.
Así, antes de escuchar nada, el amigo del niño preguntó algo.
-¿Se lo podré contar a mi amigo?
El joven, con un aire de superioridad se levantó de golpe como ofendido. La verdad es que ese joven era un poco gilipollas, pero bueno, ya que empezamos relatando la historia de ese personaje -qué remedio queda ahora- tendremos que continuar.
-Pues no sé cómo osas preguntar eso.
-Pues porque es mi amigo, y se lo querré contar y no me gusta mentir.
-Ya, a mí tampoco me gusta mentir.
-Ni a mí, mi mama dic...
-Mi mamá, mi mamá.... – replicó el joven-. Pensaba que queríais saber qué juegos son tan buenos, o incluso mejores que el de dibujar. En verdad no hay ni punta de comparación y yo, que vendo desde lejos, corriendo, ¿con ansias me encuentro esto?
-No es eso, pero...
-¿Queréis o no?
-Sí... -respondieron resignados.
-Bien, pues ahí va.
Se sentó de nuevo mientras cruzaba sus piernas como un adulto y se relamió los labios. Estaba dilatando el tiempo a su antojo. «Cuán más esperen, más sufrirán, mayor será la sorpresa» -se dijo.
-Resulta que, no me preguntéis cómo ni por qué, he visto algo increíble. He estado en un mundo imaginario donde ni vuestros sueños más fabulosos podrían competir. Creo que, he estado en el futuro.
Todos los niños rieron. El joven sorprendido no mostró ninguna reacción ante tal burla. Le extrañaba que se mofaran de algo tan importante.
-¿Te quedaste ayer bebiendo hasta tarde? -dijo, una voz detrás de los arbustos. Apareció el chico con la piedra en la mano.
-¡No! Yo no bebo.
-¿Ah no? Pues algo si que hueles.
-Oye niño, cómo te atreves.
-¿A decir la verdad?
«Qué avispado el chico...» -pensó mientras buscaba algo con lo que recuperar la situación.
-Chicos, veis la piedra? Pues ya os estoy esperando para jugar.
-Bien, estoy de acuerdo (sí, vayamos a jugar). -dijeron todos.
-Esperad, aún no sabéis lo que he visto.
-¿Dónde en el futuro?
-Sí, claro. -respondió ansioso.
-Pues, ya lo veremos cuando crezcamos. -dijo riendo mientras se alejaba con sus amigos.
El joven los atrapó y se puso enfrente suya.
-No, no sabéis nada. No sabéis lo que YO he visto. He estado en el futuro, era real. Tan real como ahora os tengo delante. Hay centenares, no, hay miles de juguetes de donde yo vengo.
-¿Nos dejas ir a jugar?
-¡Hay muñecos más libianos que la madera, de colores vivos, muñecos que se mueven solos, que hablan!
-Queremos ir a jugar con nuestra piedra.
-¡Hay carros pequeños con formas simétricas! Corren solos, tu los controlas. ¡Hay...!
-¿Aquí hay algo de eso? Pues para qué perder el tiempo con bobadas.
-¡No son bobadas, me oyes? No son!
-Si has estado allí, ¿por qué no nos traes nada?
-¡No lo sé! Ni siquiera sé cómo llegué allí, ni por qué me fui... Pero esperad, dejadme que os cuente la infinidad de artículos que he visto, incluso tocado.
-¿Quieres ponernos los dientes largos?
-No, sólo quiero que conozcais, no sólo de piedras juega el hombre.
-Jugará el hombre. Hoy por hoy es lo que hay.
-Cierto, ¿qué me dices de unos enanos que se mueven dentro de una caja sin que haya un espejo?
-Que la bruja te ha hechizado. Tranquilo, se te pasará en unas horas. Vámonos -dijo el líder.
«Bah, qué van a saber estos críos de la vida. No sabrían reconocer un tesoro ni aunque pagaran por él. Será mejor que vaya a contarle mis hazañas a alguien de mi edad, de mi nivel.» -pensó, mientras veía alejarse a esos niños joviales con una piedra como ocio.
Y continua, y como no hago capitulos, pues escribo lo que he escrito hoy sobre esto. Es algo idealista... y tampoco está demasiado bien. Requiero ayuda, ¿voluntarios?