Hola, hoy e visto por primera vez este foro de literatura (por alguna razon no me habia percatado antes de su existencia a pesar de llevar mucho tiempo visitando elotrolado) y me gustaria poner la introduccion a un relato que llevo algun tiempo escribiendo, el relato esta ambientado en el mundo de warhammer, para los que no lo conozcais deciros simplemente que no se requieren conocimientos sobre el transforndo de este mundo para entenderlo excepto saber que los druchiis, son elfos oscuros, malos, muy malos. xD
En fin saludos y gracias por vuestro tiempo.
P.D. espero no haberme saltado ninguna norma al poner un relato
de esta tematica en el foro, si es asi pido disculpas por adelantado y comprendere el cierre y eliminacion del post.
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Erleda respiro hondo cuando se abrieron las puertas del foso, una delante y otra detrás, lentamente aferró sus dos dagas, perfectamente equilibradas eran ya parte de si misma, sin ni siquiera moverse del sitio observo tres hombres-rata, como los llamaban los humanos, entraban por la puerta de adelante, no le fue necesario volver la vista para descubrir que otros seis entraban por la otra puerta.
En la oscuridad del foso las ratas se movían con cautela, con simples gestos. El jefe hizo formar a sus guerreros skaven un círculo alrededor de la luchadora, esta permanecía inmóvil mientras los hombres rata desenvainaban sus mugrientas espadas.
Como coordinados por una señal invisible tres de sus enemigos atacaron a la vez, pero ni siquiera eso hizo moverse a Erleda, solo cuando la espada del guerrero skaven estaba a punto de atravesarla. Esta comenzó su movimiento. Con la velocidad de una sombra esquivo hacia atrás saltando por encima de las espadas de los otros dos guerreros, entonces y solo entonces desenvaino sus dagas. Dos guerreros más avanzaban hacia ella y los primeros que había esquivado comenzaban a girarse pero era tarde para ellos, con unos movimientos solo posibles por la experiencia de años dos tajos perfectos hicieron caer a los hombres-rata. El pelo pelirrojo de la luchadora ondeo al aire cuando abrió de brazos en cruz y la capucha dejo de cubrir su cabeza.
Con cada daga paraba una espada de los guerreros y el primero que había esquivado se le acercaba, los demás todavía estupefactos ante el brutal ataque comenzaban a correr hacia ella. Pudo oír como el jefe intentaba escabullirse por detrás.
Pero Erleda comenzó su danza mortal, de una patada derribo a un hombre rata sin cesar de parar los golpes de los otros dos, con un giro letal, una de las dagas dio un dio un corte en los ojos del primero de sus enemigos y la otra se clavo en las entrañas del segundo mientras con una leve salto, una de sus botas se hundía en el cráneo del que había derribado. Pero de nuevo cuatro engendros más se alzaban ante ella, con perfecta precisión, se lanzo ante ellos intentaron atacar a la vez pero se percataron que solo golpeaban el aire cuando Erleda como un fantasma dio un golpe mortal a cada uno en el cuello, ya solo quedaban dos.
Viendo su actuación quisieron correr como ratas. Pero mucho antes de llegar a la pared del foso sus estómagos estaban atravesados desde atrás por una daga negra.
Ante ella se encontraba el jefe, ahora lo observo claramente, cubría su cara y los movimientos eran los de un luchador experimentado, como rayos tres estrellas salieron lanzadas hacia Erleda, esquivo una y las otras las desvió con sus dagas, su enemigo dio un paso atrás .De un solo salto la luchadora cubrió la distancia que la separaba de su enemigo, un segundo después los dos contendientes bailaban una danza mortal, las dos dagas de Erleda hacían saltar chispas de las garras de su enemigo, los golpes se intercambiaban con una velocidad inhumana, un simple fallo y uno de los dos perecería. Tras dos golpes sucesivos el hombre rata quedo enfrentado con Erleda, arma con arma, la luchadora pudo sentir el fétido aliento del guerrero alimaña, esta hizo valer su peso superior y se fue inclinando sobre su enemigo, a través de la fina tela que le cubría la cara pudo observar una sonrisa justo antes de que el hombre rata lanzara su cola contra ella, con la frialdad de la luchadora experimentada Erleda salto sobre ella y de una patada hizo tambalearse a su enemigo.
Cuando puso de nuevo los pies en el suelo, la cabeza del hombre rata caía separándose del cuerpo, la luchadora volvió a ponerse la capucha, enfundo las dagas sin hacer caso de un publico Druchii que gritaba de fascinación, coreando su nombre, abandono por una puerta el foso de los gladiadores.
Solo cuando salió por la puerta una leve mueca de satisfacción se dibujo en los eternamente negros labios de la gladiadora, todos los que hoy la habían visto temerían a sus dagas para siempre como niños asustados, esclava de nacimiento o no daba igual. Erleda sabia que las cosas pronto cambiarían.