Una proeza bajo la lupa
Algunos expertos cuestionan la gesta de David Meca, que unió Xàbia a Eivissa a nado en 26 horas
EL ARGUMENTO
"Se dicen tantas cosas... Se puede soportar ese ritmo durante horas", se defiende David Meca
SERGIO HEREDIA - 20/01/2006
Barcelona
Si el récord del mundo de 1.500 m está alrededor de 14m30s, es decir, a 6 km/ h, en una piscina cerrada, a temperatura ideal, con el bañador adecuado, bien alimentado..., ¿cómo es posible que David Meca consiga una media de 4,2 km/ h durante 26 horas seguidas, en pleno invierno, a mar abierto y a una temperatura acuática de 13 o de 14 grados centígrados, sin comer alimentos sólidos, protegido por un traje pesadísimo y con una lesión en el hombro?". Toni Rodríguez, ex nadador catalán que se pregunta todas esas cosas, se ha quedado sin respuestas. Otros opinan como él: dudan. Una corriente de cuitas de reciente cuño está enturbiando la proeza de Meca, que hace algo más de diez días había alcanzado el puerto de Sant Antoni de Montmany, en la costa de Eivissa, de madrugada, exhausto, con un hombro entumecido y el rostro desencajado, tras nadar durante 110 kilómetros, desde Xàbia, en Alicante, a 26 horas de camino, proyecto que nadie había registrado antes, en un mar invernal y removido (en la víspera, la prueba se había visto sofocada por un violento temporal), entre tintoreras, delfines, medusas y peces luna, braceando de noche, a oscuras en algunos momentos, bajándose 30 litros de líquido energético y algunos plátanos, nada más que eso. "Se están contando tantas cosas...", dice Meca, nadador espectáculo propenso a los excesos en casi todas sus aventuras, tanto en sus éxitos como en sus tropiezos.
Los especialistas tiran números y nada: no les salen las cuentas. Algunos denuncian la clandestinidad del reto. "Si Meca no quiere que se cuestionen sus retos, entonces debería haber llamado a los observadores del récord Guinness para que le hubiesen certificado sus pruebas, y todo solucionado", dice un miembro de la familia de la natación en nuestro país, que prefiere conservar la anonimia. "En toda esta historia nadie está hablando claro", dice otra fuente consultada por este diario. "Si Meca ha invertido 26 horas en recorrer 110 kilómetros, si realmente ha sido así, ese ritmo me parece bastante increíble", dice Eugeni Ballarín, seleccionador español de larga distancia, que este fin de semana se ha llevado a sus especialistas a Berlín, donde se disputa una prueba de la Copa del Mundo. "Todo esto es muy delicado. Pero yo no estaba allí, a bordo de las lanchas que le estuvieron acompañando. ¿Que aquél era un reto muy duro...? Por supuesto que sí, nadie va a dudar de eso. Sólo con pensar en recorrer 25 kilómetros en cinco horas ya me parece algo horroroso, por mucho que las corrientes se desplacen a favor del nadador".
"Se dicen tantas cosas... - insiste Meca, que no va a perder el pulso ni el sueño, se diga lo que se diga a su alrededor, ni acerca de sus gestas-. Si logré nadar 110 kilómetros a 4,2 km/ h (promedio casi paralelo a los 5 km/ h que invirtió para proclamarse campeón del mundo de 25 km en Montreal, el año pasado), eso sucedió porque ambos ritmos, el de 25 km y el de 110 km, son aeróbicos, muy similares. En realidad pensaba que tardaría 24 horas en acabar, dos horas menos de las que invertí. En ambos casos se trata de ritmos que puedes mantener durante mucho tiempo".
Según muchos especialistas, Meca es capaz de sostener ritmos aeróbicos elevados sin agotar sus reservas energéticas (se trata de ritmos similares a los de un maratón, o a los que registra un pelotón ciclista en los primeros kilómetros de una etapa llana: aquellos promedios que sólo consumen grasas y que no suponen una deuda de oxígeno). Por el contrario, los escépticos desconfían de semejantes parámetros. Opinan que ningún mortal puede nadar a semejante velocidad, aunque sea un ritmo aeróbico (4,2 km/ h), durante tanto tiempo y sin que el organismo se resienta: calculan que Meca debería haberse quedado sin combustible mucho antes de alcanzar la costa (en este caso, el combustible lo generaban los plátanos y los litros de Powerade que le iban ofreciendo todos los acompañantes, y entre ellos su entrenadora, Iveta Hlavacova, desde las barcas).
"No fue una noche maravillosa", dice Meca, que se pasó varios kilómetros a oscuras al fallar los focos de las zodiacs durante la noche, que pasó frío ( "la temperatura del agua bajó hasta los 12 grados") y que se vio abordado y picoteado por miles de medusas ( "¿quién dice que no salen en invierno?") y visitado por decenas de delfines e incluso por un pez luna, enorme, de una tonelada y medio de peso, un ejemplar cuya aleta corta la superficie del agua como la de un tiburón. "Cuando se me acercó ese pez, entonces sí que me asusté de verdad", dice Meca, de 31 años, que luego, cuando todo pasó, estuvo un día internado en el hospital de Can Misses, en Eivissa, antes de recuperar el equilibrio, y que todavía no se ha planteado nuevos retos. "De momento ya he vuelto a nadar - decía el lunes, cuando atendió a este diario-. Hoy mismo me he metido en la piscina y me he castigado con cerca de 8.000 metros, alrededor de dos horas. Aunque los médicos me han dicho que debería esperarme antes de regresar a los entrenamientos, yo necesito todo esto de la natación. Para mí no hay mejor recuperador para el esfuerzo. Sólo me siento completo cuando me pongo a bracear".