Mariposas

Lo noto, otra vez está ahí. Es ese cosquilleo tanto tiempo olvidado, que comienza en la punta de mis dedos, que va trepando furtivo por mis extremidades erizándome el vello, que se adueña de mi estómago y me hace sentir un escalofrío en la espalda. Frío, frío, una mano helada en mi nuca, recordándome de nuevo, que ahí está mi viejo amigo, ¡cuánto tiempo sin vernos!
De repente todos mis sentidos se disparan como una alarma, me doy cuenta de lo que estoy viviendo, e intento captar todas las sensaciones posibles, imprimirlas en mi mente, sacar una foto para poder recordar éste momento. Pero no puedo. Lo único que puedo hacer es hacerme la promesa de escribirlo, de dejar alguna prueba que algún día me permita recordar. Miguitas de pan para el alma, miguitas de pan.
Y en sólo un instante, vuelvo a ser yo. Estoy completamente calmado, vuelvo a sentir el suelo bajo mis pies, y toda la inseguridad y nervios se han convertido en energía, pura energía, que tira de mí en todas direcciones. Estoy eufórico, no recordaba algo así. Dios del Tiempo, pon tu mano en mi hombro y haz que el mundo vaya a cámara lenta, no quiero perder detalle, quiero verlo todo, sentirlo todo, recordarlo todo. ¡Te cambio ese tiempo por años venideros, por días de aburrimiento y tedio! Ayúdame y siempre te estaré agradecido.

Un flash. Un instante. Un mundo.

Todo ya ha pasado. ¿Dónde estoy? No puedo creerlo. No creí que nuestro trato incluyera esto. Cumpliste tu parte, ralentizaste el tiempo, pero yo no firmé el olvido, ¡no puedes hacerme esto! Me has engañado, ¿pero crees que podrás conmigo? No contabas con que hay instantes que se graban en el tiempo, que aún cuando hayamos muerto quedarán ahí, como los anillos de un árbol, testigos del recuerdo. Hay un anillo con mi nombre, y nada me podría hacer más feliz.

Te gané por la mano, tramposo. Juegas a quitarme mi tiempo, pero jamás podrás borrar lo que siento.