El último año estuve atravesando problemas de salud que me habían aislado mucho tanto físicamente como mentalmente y llegué a un punto donde la cura no me producía un cierre.
Hace unas semanas me presentaron a una chica de mi edad, bastante parecida a mí en todos los aspectos y muy simpática. Empezamos a hablar y pronto los chats crecieron como un río de lava aproximándose a una aldea. Empezamos a hablar cada media hora. Cada día. Hasta las 5 de la mañana. Nos sentíamos bien.
En nuestra primera cita fuimos a cenar a uno de mis restaurantes favoritos, pero la noté bastante ausente durante toda la tarde. En su casa, conocí a su compañera de piso. Como una mezcla de personaje de Jet Set Radio y una sirena de emergencia. La chica parecía tener más entusiasmo por su compañera y llegué a sentirme agobiado, buscando la ventana para saltar. Cuando terminaron, ella me mandó a ducharme. Al regresar me estaba anticipando en el sofá como Nala a Simba. Lo llevamos al dormitorio.
Este primer contacto me entusiasmó mucho, pero también me agobió un poco. Algunos foreros se acordarán que mi anterior relación fue cuando Crimea era Ucraniana. Desde entonces dejé de buscar y me puse un traje grueso de incel senior. Esta vez sentía que era diferente porque ambos teníamos las mismas ganas y la misma energía.
En la segunda cita, pasamos varios días juntos. Paseamos por su ciudad. Fuimos a la fiesta mayor. Siempre con una sensación de ya haberla conocido en otra vida. En el concierto me sentí realmente a gusto. Quién me conoce, sabe que cuando voy con amigos me agobia la gente que pasa por delante e intento apartarme de la multitud. Con ella fue diferente, estaba sonriendo como nunca y me sentía elevado. No quería marcharme de ahí.
Esta es mi pequeña experiencia. Estoy deseando saber a dónde me lleva esto.