Los Hijos del Cristal. Capítulo 3: Soldados sin reino

-Vuelvo a oírte en el viento, echaba de menos tus susurros.
-Vuelves a querer oírlos.
-Siempre lo he querido, siempre has estado en mis sueños.
-Una parte de ti no lo quería, no quería escuchar a nadie, solo quería hundirse en la oscuridad.
-Tú eres la oscuridad, solo me hablas desde ella.
-Por eso seguía en tus sueños, porque otra parte de ti me necesitaba… me necesita como yo te necesito a ti.
-¿Qué ha cambiado ahora?
-Tú has cambiado, tu corazón ha vuelto a latir.
-Hablas como si hubiese muerto.
-Hay muchas formas de interpretar la muerte, dejar de respirar es solo una de ellas.
-Me conoces demasiado bien.
-Tanto como tú a mí.
-Siempre respondes lo mismo, hablas como si fueses una parte de mí.
-Lo fui una vez, como lo seré de nuevo cuando aceptes ser también parte de mí.
-¿Cómo puedo ser parte de alguien que ni siquiera conozco? ¿Cómo puedes ser tan importante para mí y no saber nada de ti?
-Esa pregunta no tiene sentido.
-Son tus respuestas las que no lo tienen.
-No puedo responder a algo que ya sabes, no puedes preguntarme lo que tú mismo podrías responder.
-Pero yo no tengo esas respuestas.
-Si las tienes, las tuviste… las tendrás.
-¿Cuándo?

No hubo respuesta. Jonathan esperó durante unos minutos sin moverse, de pie sobre el tejado de la casa con los ojos cerrados mientras la lluvia y el viento de su tierra natal azotaban su cara, pero ya no escuchó más susurros en aquella brisa. Ella no diría nada más por el momento, la conocía bien y sabía que sería inútil seguir esperando, que solo por la noche, cuando su mente ya hubiese olvidado aquella pregunta volvería envolverle en el susurro de su voz. Esta vez, sin embargo, su silencio sería más llevadero ahora que al fin había regresado con sus hermanos y no tardó en volver a la realidad para reunirse con ellos.
Sin preocuparse en absoluto por la lluvia que empapaba su pelo y su cara, Jonathan se dejó caer hacia atrás desde el borde del tejado y sintió como durante un breve segundo agua y aire se arremolinaban a su alrededor junto a sus cabellos antes de que este girase sobre si mismo y cayese de pie en la calle. La casa no era muy alta, apenas lo suficiente para albergar dos pisos y con un tejado sencillo que descendía directamente desde el muro exterior de la ciudad, por lo que solo necesitó doblar un poco las rodillas para amortiguar la caída.
Visto desde fuera su nuevo hogar no parecía gran cosa, tan solo uno de los muchos caserones que se amontonaban junto a la muralla exterior. Una de las muchas casas construidas hacía años por los primeros agricultores que habían fundado la ciudad usando precisamente los restos de la antigua fortaleza para edificar sus nuevas casas. Debido a esto, los muros aparecían torcidos y parecían más una superposición aleatoria de los gruesos bloques de roca que los formaban que una verdadera construcción, pero la solidez y la perfecta simetría de los que en otro tiempo habían sido los cimientos de la orgullosa fortaleza bastaban para mantenerla en pie a pesar del difícil clima que debía soportar.
El interior, por el contrario, parecía mucho más cuidado y la madera de los bosques de Acares pasaba a ser el principal material de construcción dándole a aquella casa un agradable toque hogareño gracias a su peculiar aroma y al oscuro color de los tablones que cubrían el suelo y el techo. Además de esto, el espacio interior había sido aprovechado al máximo a pesar del reducido tamaño del edificio y la casa contaba con tres habitaciones en el piso superior así como un pequeño baño y una cocina en el inferior.
Precisamente en esta última, desperezándose todavía tras haber dormido poco más de un par de horas a causa de la larga charla que los tres habían mantenido la noche anterior y de la alegría de su reunión, sus dos hermanos lo esperaban preguntándose a donde había ido tan temprano.
-¿Crees que todavía seguirá haciendo lo mismo?
Preguntó Jessica mientras observaba como su hermano trataba, no sin mucho éxito, de dividir en tres trozos más o menos iguales una gran hogaza de pan que acababa de tostar al fuego.
-Posiblemente. –Respondió Álbert más preocupado por el desayuno que por la pregunta de su hermana. -¿Ya no recuerdas cómo solía subir a la torre del orfanato para escuchar el viento? Decía que había una voz que le susurraba cosas en él.
-La voz de una chica. –Concretó Jessica sonriendo ligeramente al recordar las veces que ella misma lo había acompañado a la azotea del orfanato. –Era una voz de mujer la que lo llamaba, la misma que le hablaba en sus sueños por las noches. Aunque yo nunca la oí.
-Dudo que alguien más pueda hacerlo. –Replicó Álbert dándose por vencido y repartiendo en tres platos la multitud de pequeños trozos de pan en que había quedado reducida la hogaza. –Si se tratase de otro pensaría que es solo su imaginación, pero con Jonathan nunca se sabe. Puede que sea una de esas cosas que nunca entenderemos de él.
-Tal vez. –Aceptó Jessica. –Pero es una pena, sería muy romántico si ella existiese de verdad en alguna parte y lo estuviese llamando.
Al oír esto, Álbert dejó su plato a un lado y miró inmediatamente a su hermana de una forma un tanto curiosa.
-Jess, no empieces ¿Quieres?
-¿Empezar? –Repitió Jessica un tanto sorprendida por la forma en que su hermano acababa de anticiparse a sus pensamientos. –No veo que hay de malo en eso, Jonathan necesita que le den un empujoncito y lo sabes perfectamente.
-Para empezar, tú no das “empujoncitos”, tú arrojas a la gente al vacío. –Insistió Álbert mirándola ahora un tanto serio. -Además, no creas que he olvidado todos los líos en los que le metiste en el orfanato. Deja a Jonathan tranquilo, ya es mayorcito para ocuparse de sus cosas.
-En eso te equivocas. –Continuó despreocupadamente Jessica cruzando ambos brazos sobre la mesa e inclinándose hasta apoyar la barbilla sobre ella. –Si lo fuese ayer no habría vuelto solo, estoy segura de que en estos cinco años no se ha preocupado por otra cosa que no fuese el entrenamiento del orfanato.
-Haz lo que quieras. –Se resignó finalmente Álbert. –Pero intenta recordad que ya no eres una cría, no puedes ir por ahí metiéndote en las vidas de todo el mundo.
-Mira quien fue a hablar. –Le recriminó de pronto Jessica enderezándose de nuevo. -¿Y tú si puedes?
Aquello cogió por sorpresa a Álbert y este miró desconcertado a su hermana durante unos segundos sin comprender muy bien su pregunta. Lo que ni hizo sino acentuar la burlona sonrisa de esta, empezaba a cansarse de ver como su hermano se adelantaba siempre a sus pensamientos y cogerlo por sorpresa le permitía ver una expresión poco frecuente en su rostro. Aunque esta desaparecería al instante al ver como ella sacaba de debajo de la mesa el libro que este había guardado nada más verla entrar.
-No te hagas el tonto. –Dijo con voz burlona al tiempo que señalaba con la cabeza hacia la pared junto a la que descansaban sus armas. –Cuando llegué estabas buscando algo en este libro y por la forma en que las mirabas apuesto a que tenía algo que ver con el arma de Jonathan.
-Así es. –El tono súbitamente serio y brusco de su hermano sorprendió a la propia Jessica mientras este cogía de nuevo el libro. –Me sorprendió no haber visto ningún arma así en el orfanato, así que la busqué en uno de los libros de la escuela de caballería.
-¿Y por eso te pones tan serio? –Preguntó Jessica visiblemente desconcertada por aquel repentino cambio de actitud. –Ya oíste a Jonathan, solo las hacen en Lusus, no es tan extraño que no hubiese ninguna en el orfanato.
-Eso pensé yo, antes de ver esto.
Todavía completamente serio, Álbert abrió el libro por una página con la esquina doblada a modo de marca y se lo devolvió a su hermana para que lo observase. En aquellas páginas, descrita con todo detalle, podía verse un arma exactamente igual a la de Jonathan con numerosos diagramas sobre los mecanismos que la formaban y el modo de uso, así como el nombre de la misma: “Garra de dragón”. Un nombre bastante pomposo en opinión de la propia Jessica, pero que no explicaba en absoluto la reacción de su hermano.
-Bien, ahora ya sabemos cómo se llama. ¿Y qué?
-Lee lo que pone al pie de la página.
Jessica empezaba a cansarse de acertijos y abrió la boca para protestar, pero la mirada de su hermano bastó para convencerla de que era mejor hacerle caso y dirigió sus ojos hacia la parte inferior de las dos páginas. Allí, escritas en diminutas letras en el idioma de Acares, podían verse unas líneas en las que se describía brevemente la historia de aquellas armas. Y fue entre estas donde encontró al fin la causa de la reacción de su hermano: “Las garras de dragón son excepcionalmente raras incluso en el propio reino de Lusus, su fabricación se limita a uno o dos ejemplares por año y se sabe que solo los miembros de la orden están autorizados a usarlas. Es más, cuando uno de ellos muere, su arma es entregada a un nuevo cadete y en numerosas ocasiones incluso las propias victimas de un intento fallido de asesinato se han visto obligadas a devolver el arma del caballero caído a Lusus por temor a las represalias de la orden”.
-Eso no puede ser. –Reaccionó inmediatamente Jessica apartando la vista de libro y mirando completamente seria a su hermano. –La orden del corazón negro son un grupo de asesinos, Jonathan jamás se uniría a ellos.
-Lo sé. –Replicó su hermano suavizando la expresión de su rostro al ver la reacción de Jessica. –Jonathan no es lo suficientemente frío ni tiene el carácter necesario para ser uno de ellos, pero me preocupa que lleve una de sus armas. Podría traerle problemas.
-Esa arma no pertenece a la orden. –Dijo de pronto la voz de Jonathan a sus espaldas. –No tenéis que preocuparos por eso, no nos traerá ningún problema con ellos.
Visiblemente sorprendidos, los dos se giraron inmediatamente hacia la puerta al oír la voz de su hermano y observaron como este entraba en la cocina y los miraba tranquilamente, con la misma despreocupada sonrisa del día anterior. Su ropa estaba chorreando y su pelo mojado caía en parte sobre su cara pegándose a sus mejillas, algo que resaltaba aún más el rojo rubí de sus ojos dándole un aspecto que otros encontrarían sin duda intimidatorio, pero la tranquilidad de su mirada corroboraba sus palabras y su hermana fue la primera en romper el incómodo silencio que acababa de formarse.
-Estás empapado. –Señaló sonriendo. –Deberías quitarte eso e ir a darte una ducha, tienes agua caliente encima de la cocina.
-No hace falta, en realidad lo echaba de menos. -Respondió apartándose el pelo de la cara y sentándose a la mesa junto a ellos. –Cuando hace mucho que no ves una cosa hasta la lluvia se hace agradable.
-Qué raro eres. –Se burló Jessica.
-Más incluso que antes por lo que parece. –Continuó Álbert cuyo semblante seguía tan serio como antes. -¿Qué has querido decir?
Jonathan sonrió ante la pregunta de su hermano. Jessica seguía siendo tan alegre y despreocupada como siempre y su respuesta había sido más que suficiente para convencerla de que no pasaba nada. Pero Álbert distaba mucho de ser así, su mente necesitaba una explicación lógica para aceptar cualquier cosa y solo había una forma de borrar aquella expresión seria de su rostro.
-Simplemente lo que has oído. –Respondió finalmente. –Es cierto que esas armas solo se fabrican en Lusus y solo los miembros de la orden pueden llevar una, pero esa fue un regalo del maestro de armas de mi orfanato. Y ni siquiera ellos se opondrían a una decisión suya.
-Pareces muy seguro de eso. –Notó Álbert cada vez más intrigado por sus respuestas mientras Jessica se limitaba a escucharlos a ambos. -¿Quién es ese hombre?, poca gente podría decir algo así.
-Su maestro.
Esta respuesta si consiguió sorprender incluso a Jessica. Al oír aquello, tanto ella como Álbert miraron a Jonathan completamente desconcertados y la mente de este último se llenó al instante de multitud de preguntas para su hermano, aunque no necesitaría hacer ninguna ya que este se apresuraría a explicarse mejor al ver cómo lo miraban.
-No es tan extraño como parece. La orden del corazón negro tiene varios centros de entrenamiento, y uno de ellos es precisamente el orfanato de la capital de Lusus. –Explicó todavía con calma. –Allí está el maestro de armas de la orden, fue él quien me dio esa garra cuando me fui.
-¿Por qué? –Insistió Álbert. –No tiene sentido si no eres uno de ellos.
-El maestro Hayato es solo el responsable de una parte del entrenamiento. –Continuó explicando Jonathan. –Todos los niños de ese orfanato se convierten en cadetes de la orden nada más entrar, pero pocos consiguen terminar todo el proceso de aprendizaje.
-¿Quieres decir que tú no eres un miembro por que no lo conseguiste? –Preguntó esta vez Jessica mostrando ahora cierta preocupación ante lo que una respuesta afirmativa significaría.
-En cierto modo si. –Mientras decía esto, Jonathan se giró hacia su hermana y la miró a los ojos esperando hacerla comprender que no había razón para sus dudas. –Yo solo conseguí terminar el entrenamiento del maestro Hayato, pero no habría seguido aunque hubiese pasado las pruebas siguientes. No me interesa ser uno de ellos.
Esto bastó para Jessica. Tal como Jonathan esperaba, sus palabras disiparon de inmediato la niebla de duda que había en la mirada de su hermana y esta parecía darse por satisfecha al igual que el propio Álbert que por fin parecía convencido.
-¿Tú no conseguiste pasar su entrenamiento? –Preguntó dejando escapar un pequeño soplido. –Entonces no me sorprende que tengan esa fama. No me gustaría encontrarme con uno de ellos.
-No son para tanto.
La expresión de Jonathan cambió de pronto al pronunciar estas palabras, cómo si tras su sonrisa se escondiese algo mucho más siniestro, pero ninguno de sus hermanos tuvo apenas tiempo para notarlo ya que este decidió cambiar de tema al instante.
-¿Qué tal si dejamos eso ahora?. He pasado los últimos cinco años metido en su orfanato, preferiría no seguir hablando de ellos. Además, todavía tenéis que decirme cual es ese trabajo del que hablabais.
Nada más decir esto, las miradas de los dos hermanos se dirigieron inmediatamente hacia Jessica y el rostro de esta se iluminó de pronto con una juguetona sonrisa que no hizo sino acentuar aún más la curiosidad de Jonathan.
-No es nada tan extraño. –Empezó mirando de reojo a su hermano y dirigiendo su atención hacia Jonathan. –Sé que no parece algo muy común, pero ahora mismo necesitamos dinero cuanto antes y nosotros es lo único que sabemos hacer.
-Me parece perfecto. –Afirmó Jonathan sonriendo. –Pero si no me dices en qué vamos a trabajar seguiré sin entenderlo.
-Muy sencillo. –Continuó Jessica animada por la respuesta de su hermano, ignorando ya por completo la mirada de Álbert. –Vamos a trabajar en lo mismo que los maestros del orfanato. ¡Seremos caza recompensas!
-Yo diría más bien mercenarios. –Matizó Álbert.
-¡Tú te callas!. –Replicó inmediatamente Jessica. –Nadie ha pedido tu opinión.
Jonathan no pudo evitar reírse al ver esto. Los dos seguían exactamente igual que cuando se había ido, tan diferentes como noche y día, siempre discutiendo por cualquier cosa y nunca de acuerdo en nada. Y a decir verdad, verlos así lo hacía extrañamente feliz.
-A mi no me parece mala idea. –Dijo al fin ganándose una resignada mirada de Álbert. –Como tú has dicho, es lo único que sabemos hacer y creo que podríamos apañárnoslas bastante bien entre los tres.
-¿Lo ves?. –Exclamó Jessica girándose ahora hacia Álbert. –Te dije que él estaría de acuerdo.
-Jonathan simplemente no sabe decir que no, y menos a ti. –La contrarió Álbert ganándose de inmediato una furibunda mirada de la joven. –Pero por ahora no se me ocurre nada mejor, así que tendrá que valer.
-Vamos, nos han educado para esto. –Lo animó Jonathan. –Somos soldados, ya sea para una causa o para otra, eso es lo único que sabemos hacer. Y francamente, no me veo defendiendo a un rey que ni siquiera conozco, prefiero mil veces esto.
-Entonces todos de acuerdo. –Se alegró Jessica, más animada por haberle ganado la partida a su hermano que por la respuesta de Jonathan. –Ahora solo falta que alguien responda al anuncio que pusimos en el orfanato.
-¿Habéis puesto un anuncio?. –A modo de respuesta, Jessica asintió con la cabeza y Álbert dejó escapar un suspiro de resignación. –Creo que eso explica lo que había en la puerta.
Al tiempo que decía esto, Jonathan se llevó la mano al bolsillo de su camisa y sacó un sobre blanco de este. Estaba mojado a causa de la lluvia y los bordes se habían doblado, pero en su dorso podían verse los nombres de los tres jóvenes escritos con elaboradas letras negras y un vistoso sello rojo que lo mantenía cerrado.
-Estaba en el buzón cuando entré. –Explicó Jonathan. –Me pareció bastante extraño que mi nombre también estuviese en el sobre, pero después de lo que has dicho me hago una idea de por qué el orfanato nos ha enviado una carta a los tres.
-¿Crees que será por el trabajo?. –Preguntó Jessica mirando nerviosamente el sobre.
-No lo sabremos hasta que lo abráis. –Replicó Álbert. -¿A qué estáis esperando?
Puesto que esta parecía ser la más impaciente como de costumbre, Jonathan le dio el sobre a Jessica y esta lo abrió de inmediato partiendo en dos el elaborado sello con forma de escudo del orfanato. Dentro no solo había una carta, sino también tres billetes de tren obviamente destinados a ella y sus hermanos, pero el motivo se encontraba en la pequeña cuartilla de papel color marfil que contenía el sobre y no en ellos, por lo que los dejó a un lado por el momento y centró su atención en ella.
-¿Y bien? –Preguntó Jonathan mientras los ojos de su hermana recorrían lentamente las palabras escritas en aquel papel. -¿Es para un trabajo o no?
-Eso parece. –Respondió Jessica leyendo todavía las últimas líneas, como buscando algo que no encontraba. –Pero no aclaran mucho.
-¿Qué quieres decir?. –Preguntó esta vez Álbert.
-Aquí dice que alguien quiere contratarnos en Tarsis para un trabajo. –Explicó la menor de los hermanos. –Pero no dice ni quién ni para qué, por lo visto nos informarán de todo allí.
-Tarsis… -Repitió Jonathan mirando ahora los billetes. –Apuesto a que esos tres billetes son para allí, sea quien sea el que quiere contratarnos no parece haberse planteado la posibilidad de que rechacemos el trabajo.
-No me sorprende. –Afirmó Álbert con desgana. –Nos guste o no necesitamos dinero cuanto antes o no podremos ni pagar esta casa, sea quien sea seguramente ya lo sabe y por eso no ha dudado que aceptaríamos.
-¿En serio creéis que sabe tanto de nosotros? –Se sorprendió Jessica.
-Viniendo de Tarsis, no lo dudo. –Respondió Jonathan apoyando ambos codos en la mesa y sosteniendo su barbilla con sus manos. –Parece que sabían incluso cuando llegaría, no creo que sea una coincidencia que la carta llegase hoy.
-En cualquier caso, seguimos sin tener elección. –Insistió Álbert volviendo su mirada hacia su hermana. -¿Para cuando son los billetes?.
Ante la pregunta de su hermano, Jessica se decidió al fin a echar un vistazo a uno de los billetes y lo cogió para comprobar la fecha. Lo que provocó al instante que la joven levantase la cabeza de nuevo y los mirase sonriendo burlonamente a ambos.
-Más vale que os toméis el desayuno cuanto antes, salimos esta misma tarde.
A pesar de que tengo que volver a releer los anteriores, porque he perdido el hilo un poco, me ha parecido fascinante, sobre todo la escena primera, con ese diálogo tan tenso, sin más que dos voces (sin la tercera persona dirigiéndolas) muy bueno. taluego!
a mi hasta la linea 15 o así no me acordé de que el protagonista hablaba con una voz interior, paso de leerme otra vez los capitulos anteriores [poraki]
La narracion se me ha hecho amena e interesante en cuanto a los dialogos, en lo que es el contenido de la conversacion, que gira en torno a lo que rodea al arma, creo que te ha quedao muy bien.
Si te digo la verdad aun no me hago una idea de la época en la que viven, no me cuadra esas escuelas de soldados y que luego se monten en un tren para ir a "cazar" una recompensa...
Supongo que la epoca es lo de menos, pero creo que deberias definirla un poco.

[bye]
The Cragor, sencillamente impresionante, mis mas sinceras felicitaciones.
Me acabo de tragar el Prologo junto con los tres primeros capitulos y me has dejado "acongojado". Para colmo el mundo que presentas parece tan vasto y lleno de posibilidades que de solo imaginarmelo ya me parece real, me ha parecido una autentica pelicula.
Ademas me gusta el toque mas de fantasia que tiene (a un posible regusto medieval), me ha recordado a algunos otros universos de juegos o libros, como La Historia Interminable (por la posibilidad que da el mundo) o Final Fantasy IX (por la mezcla entre magia y pretecnologia)
En serio, me esta pareciendo una obra magnifica, espero que sigas con ella, pq me parece una autentica maravilla. Lo unico negativo que puedo decir es que a veces las descripciones son un poco liosas, y usas demasiados relativos (a mi parecer), por lo que en alguna ocasion he tenido que leer un par de veces un mismo parrafo para enterarme de que iba la cosa (como cuando saca la segadora)
Nayk, intentas equiparar un mundo fantástico al nuestro, eso de partida ya es un error. Pero para fijar un poco el contexto, piensa que están en un mundo de post guerra, todos esos niños son huerfanos de una gerra tremenda, de ahí que existan esos horfanatos escuela, no solo para educarlos, también para formar nuevos soldados en caso de otra guerra, los tres reinos han estado en guerra siempre y no es de tontos pensar que podría haber otra. Lo de los caza recompensas, es lo único que saben hacer, pelear, y en un mundo así se necesita mazo a esa gente por uno u otro motivo.
Pues me ha parecido buen capítulo.... pero la partye de la voz interior aun me sigue rayando mucho (hecho por el cual.... estarás contento y satisefcho, porque supongo que es lo que intentas)


Por lo demás... espero que no caigas en el tópico de los caza-recompensas con una misión especial y todas las cosas ya escritas sobre este tema.... Pero conociéndote, seguro que nos sorprendes ;)

Ale... adelante con el siguiente que tengo ganas de ver la misión ;)
Bueno, con este ya me pongo al día y he de decirte, que junto con el primero es el que más me ha gustado, cuando entablas relación entre los personajes tu narración gana mucho.

Por cierto, tiene un aire a serie japonesa muy interesante, esas maneras de los hermanos me recuerdan mucho a la cultura de japón.

Y como siempre digo, Cragor bebe muchísimo de los Final Fantasy, yo creo que va a ser el siguiente guionista de Square. ;)
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