Resulta que la madre de mi pareja es profesora de primaria. Gracias a ello, aunque por desgracia para mi estómago, he ido teniendo conocimiento de la evolución en la enseñanza pública en los últimos años, no sólo en su estrato inferior, sino también en el superior debido a que su marido también es profesor, en este caso, de instituto.
Lo que voy a decir a continuación no va a ser plato de buen gusto para algun@s, son ese tipo de cosas mal vistas, ya sea de leer, escuchar o sencillamente de hablar. Empezaré diciendo que, aparte de la lamentable situación en la enseñanza pública en la generación de los 15-16, lo que viene es la auténtica bomba de relojería. Es a esa franja a la que me refiero, los niños.
En la clase de primaria a la que aludo, los niños extranjeros empiezan a proliferar. De hecho, todavía podría considerarse un hecho aislado, pero en algunas clases del centro empiezan, no sólo a equipararse en número con los niños "autóctonos", sino incluso a ser mayoría. Todo esto resulta muy bonito claro, un verdadero ejemplo de integración como dirían algun@s, pero estos niños en algunos casos vienen con sus paquetes encima, concretamente el de su cultura.
Parece ser que estas navidades ha saltado, no se sabe muy bien de dónde, el tema de qué hacer con las fiestas. Sí, la misma pregunta me hice yo, ¿como que qué hacer con las “fiestas”?. Pues bien, debido a todo esto de la integración y los violines tocando el Canon de Pachelbel, eso de “la Navidad” parece que molesta y en un alarde entre el ingenio de lo absurdo y el subnormalismo profundo, a los trabajadores sociales del centro (esas personas) se les ha ocurrido que no, que eso de la Navidad es un elemento potencialmente peligroso para la integración, debido a diferencias religiosas y/o culturales y es necesario tomar alguna medida. Así pues, todo arreglado, esas mentes privilegiadas preocupadas por el impacto emocional del niño extranjero (pero al español que le den por el culo) han dicho: “Pues ya está hombre, no decimos Navidad, sino Fiesta del Invierno y todos tan contentos”.
Ya voy viendo en qué consiste eso de la integración, que tú te adaptes al que viene de fuera, y no a la inversa. Vamos que aparte de ser puta, pongas la cama y pagues el tarro de vaselina.
Pues eso amiwitos, esto es lo que nos viene y lo peor no son los que tiran la puerta de una patada, sino los que la abren y ponen una alfombra roja.