Furia

No sabía que hacer, pero mi mente poco a poco dibujaba el mapa a seguir. Eso hacía que me pusiese más nervioso, y ya no solo no paseaba por mi habitación, toda mi casa era el reino que conquistaba gracias a mis nervios.

Me había levantado hacía poco, y una de las primeras cosas que veo era el error que llevaba a preguntarme que hacer ahora.

Mi diminuto cerebro planeaba lo que iba a ocurrir, bueno, más bien lo que quizás iba a ocurrir. Porqué, como no, este siempre imaginaba el peor escenario posible, y eso me mostraba que tendría que hacer cosas que nunca había hecho antes. Ahora sé que sienten los que salen en las noticias, o esos amigos que plantan cara a lo que surja. Una sensación difícil de explicar. Primero se siente en los pies, una especie de hormigueo, que hace que cojan un impulso nervioso difícil de parar y te hace recorrer distancias increíbles en espacios pequeños. Después, como si de una infección se tratase (quizás se trate de eso, una infección o alguna clase de enfermedad rara), afecta a las manos. Estas ya se mueven solas, normalmente pequeños movimientos automáticos de los cuales apenas te das cuenta.

Ahora ya todo yo soy una olla de acero inoxidable 18/20 con gran contenido en agua y sal que está sobre una fuente de calor, fuente de calor que poco a poco mi mente ha ido aumentando, y ha empezado a hervir.

Mis pies piden que pare, pero mi mente sigue con sus resoluciones. Las ecuaciones se resuelven, pero siempre queda alguna incógnita por resolver, y esta nunca es agradable. También se acuerda de lo de cada acción tiene su reacción, mezclando una clase de cocina con una de filosofía y algo de mates.

Es por la mañana, apenas hace media hora que me he dado cuenta del error, pero he de desayunar, ducharme y afrontar. Me quemo con la taza que sale del microondas. Como las galletas y sorbo de la taza, todo sin pararme, mi estómago será ahora mismo la disco un sábado noche justo cuando meten la canción esa que tanto suena estos días, pero --- STOP, ALTO, SOOOOO--- parece que una parte de mi empieza a aserenarse. Ah, sí, mi cerebro empieza a pensar que quizás no sea para tanto, que cuando llegue se solucione sin más, que todos somos seres comprensivos y nos vayamos de copas después ---FLAS--- sí, mi cerebro acaba de flambear el contenido de la olla, se acabaron las esperanzas, ahora empiezo a preocuparme de la gente que haya cerca, de los posibles policías que se encuentren y no miren a otro lado.


Bueno, ya lo he hecho. Todo solucionado. Y sin duda algo me ha quedado claro, quiero una vida sencilla, sin complicaciones, sin heroísmos. Puedo soñar con hacerlos, pero no quiero vivirlos, o ¿quizás me gustaría vivirlos?
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