Llevo tiempo sintiéndome.
Ya no estoy en los días de plantearme lo que querré ser de mayor, ya lo soy y curiosamente, lo que soy, poco tiene que ver con lo que soñaba de pequeño, aunque la verdad es que poco recuerdo de lo que quería ser de mayor cuando era un crío.
Recuerdo que cuando me lo preguntaban los mayores, mis tíos y conocidos de mis padres, yo siempre respondía lo mismo “de mayor quiero ser un señor”. Recuerdo tener la idea de lo que para mí era ser un señor. Un señor importante, pelín regordete, tal vez con bigote tipo “mostacho” y rictus serio pero afable; lo imaginaba con traje impoluto y en un amplio despacho, adinerado y dueño o presidente o algo así, de alguna gran empresa de la que uno no tiene que preocuparse.
¡Que gracia!, imagino el bacatazo que se hubiera llevado aquel niño, si yo mismo me hubiera presentado, tal como soy hoy, para decir a aquel chiquillo soñador que poco tendría que ver la imagen de su imaginación con mi realidad.
Aún así, soy un personaje muy feliz. Amo a la vida con cada uno de los átomos que esta me ha prestado, me he tomado la vida con cierto buen humor y una extraña ilusión. Una ilusión ilusa, quiero decir que no sé qué es lo que espero que me pase en adelante, no es una ilusión por algo determinado como podrían ser los regalos de Los Reyes Magos, es algo mucho más abstracto, indescriptible. No sé por qué estoy ilusionado, no llego a imaginarlo.
Tampoco sé por que soy feliz, no tengo ni idea, es como cuando sientes el flechazo de tu amada, sabes que está ahí y es tan inmenso que eres incapaz de controlarlo… y te dejas llevar.
Ese flechazo lo tengo cada mañana que despierto, es como si supiera que algo inconmensurable me va a suceder durante el día y que va a cambiar todo, no será como un “borrón y cuenta nueva”, si no más bien como un salto al vacío, un largo salto en el que no caes, sino que flotas suspendido en el mismo vacío, y que sin movimiento te diriges a otra realidad.
Mi única pretensión escribiendo esto, es fotografiarme y sacar una instantanea de ahora mismo, a esta hora, en este momento y lugar, e intentar tomar constancia de mí. Desearía, cuando pase algún tiempo, en un futuro sin distancia, poder mirar atrás, justo hasta este instante y verme reflejado en estas letras, ser parte de esta aventura que vivimos dejando mi sello personal.
Miro por la ventana y no veo ningún cambio, todo es tan apacible y tranquilo que parece que el universo me permite admirarlo y me permite sentirme tal como soy, un extraño ente extrañamente feliz, lleno de miedos, ilusiones, frustraciones; expectante ante lo que habrá detrás de la siguiente puerta o detrás de una mirada que me devuelve igual felicidad.
No sé por qué soy feliz, es como un estado catatónico del que no quiero separarme.
Lo que sí sé, es que cuando este estado tan tranquilo te permite tomar un soplo de aire, te vienen muchas cosas a la cabeza y te vuelves a preguntar, “¿qué quiero ser de mayor?”…
