Espermatozoide maratoniano... y en el Polo

Un catalán de 35 años, de nombre Lluis Pallarés, busca con su disfraz concienciar del daño de la contaminación en la fertilidad corriendo una a 30 grados bajo cero la octava edición del Maratón del Polo Norte que se celebrará el próximo 9 de abril.

Correr 42 kilómetros vestido de espermetozoide a temperaturas gélidas merece la pena para este hombre, ya que busca denunciar los efectos de la contaminación sobre la fertilidad en la VIII edición de la Maratón del Polo Norte. El Institut Marquès de Barcelona esponsoriza la gesta, y el grupo partirá el 7 de abril y deberá soportar temperaturas de 30 grados bajo cero, enormes dificultades para respirar, peligro de congelación y desorientación espacial en condiciones extremas y gélidas.

Además de las cuatro capas de ropa obligatorias para contener el frío y evitar que el sudor se congele en el interior del cuerpo, Pallarés llevará un disfraz de espermatozoide. El informático reconoce que en el Institut Marquès, que patrocina la aventura de Pallarés, se han inspirado en la película de Woody Allen 'Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y no se atrevió a preguntar' para hacer el atuendo.

Con él, pretenden "llamar la atención sobre cómo afecta la contaminación a la salud reproductiva" ya que manejan varios estudios sobre los efectos nocivos que productos químicos industriales y agrícolas ejercen sobre la fecundidad. Las consecuencias de la contaminación también se aprecian en lugares aparentemente limpios y libres de polución, como el Ártico.

Ardua preparación

Pallarés ya ha completado varios maratones y practica surf, snowboard o esquí. Pese ello, se ha entrenado a fondo en los últimos siete meses. En varias de esas semanas lo ha hecho en una cámara climática a 10 bajo cero y 20 por ciento de humedad. "Es un reto enorme y es muy difícil prepararse para un maratón en el Polo Norte". Su preparación ha sido supervisada por el equipo médico del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat del Vallès (Barcelona), especializado en el entrenamiento de deportistas de élite.

Tiene dudas de lo que sucederá, ya que casi no ha podido entrenar con toda la ropa que llevará; desconoce si el agua y los alimentos que necesita se mantendrán en buenas condiciones; y si los efectos que tendrá sobre su organismo la mascarilla que necesitará colocarse para evitar que el aire congele sus pulmones. "Lo que sí que he estado intentando entrenar es el miedo, corriendo por la noche por la ciudad de Barcelona y también he caminado bastante con los ojos vendados".

Muchísimos peligros

El día antes de la prueba, Pallarés ingerirá una cápsula con un sensor térmico desde donde enviará señales a un receptor que registrará los cambios en su organismo. "Mi objetivo es llegar a la meta. Poder superarme a mí mismo y ver que mi cabeza es capaz de aguantarlo. Tengo muchas ganas y mucha ilusión de que llegue el día. Sé que me juego la vida y que hay muchos peligros incontrolados, pero quiero probarlo. Sólo intentarlo ya es todo un éxito".

En la edición de 2009, se llevaron la victoria el atleta ruso Eugeniy Gorkov y la canadiense Pushpa Chandra. Tan sólo 31 hombres y cinco mujeres lograron completar una hazaña, que se celebra cada año, y cuenta con 24 corredores de 10 países. La prueba se disputa en los 90 grados de latitud norte y el punto de encuentro es la isla de Spitsbergen, una zona protegida y cubierta por glaciares perteneciente a Noruega, donde la temperatura nunca sube de los 15 grados bajo cero.

Todos han firmado un consentimiento en el que la organización declina todas las responsabilidades y deja bien claro que en ningún caso se hará cargo de posibles complicaciones como congelaciones, ataques de osos polares, caídas en grietas y todo tipo de percances que puedan suceder durante la prueba, en la que se calcula que perderán 9.000 calorías.
R.E. / Eurosport