El Páramo de Sía-Capítulo 4

IV

En cuanto terminó la partida pesó en la mente de Henry un terrible pensamiento. “Ahora me odiarán, mis compañeros van a odiarme”. No podía dejar de pensar en lo bien que se sintió la noche anterior, charlando todos durante horas, y que era la primera vez que había podido hablar de igual a igual con gente próxima en edad. Ahora sentía haberlo estropeado todo. En cuanto se quitó el casco notó la dureza del ambiente. Todo el público tenía los ojos fijos en él. Pero todos callaban. Miró a sus compañeros, temiendo ver el odio y la cólera en sus ojos. Lo que vio fue mucho más tranquilizador. Jihe estaba llorando de risa, con la cara completamente roja, Ray sonreía mientras se daba golpes en la cabeza con el monitor del ordenador. Daev le miraba igual que la noche anterior, con admiración sí, pero con comprensión, y aplaudía de forma inaudible, muy despacio, como para él. “Gracias muchachos”, pensó Henry, gracias. En ese momento la puerta de la Sala se abrió de un terrible portazo. Seis soldados entraron encabezados por el hombre bajo y mayor que había dado las instrucciones del juego. Venía con cara de preocupación, pero sobre todo de resignación. “No les ha gustado, no sé el qué pero algo que he hecho está mal”. Cuando llegaron hasta él. Dos soldados le levantaron por las axilas y lo sacaron de la Sala. El público empezó a murmurar. Una música de distracción sonó en la pista de juego, y los tres compañeros se levantaron y volvieron al apartamento.

Los soldados soltaron a Henry frente al General, y salieron por la puerta del escudo imperial. El hombre mayor saludó, y se envaró cerca del chico.

-Se acabó, Hassman. Yo no quiero un brujo aquí. Te lo advertí una vez, te lo advierto una segunda por medio de la Doctora, y ahora esto. Quedas apartado del programa oficial de la Escuela de Gobierno.

-¡Usted sabe que no puede hacer eso!- Restalló un hombre detrás de Henry. Tanto Hassman, como el General y el hombre mayor se giraron hacia la persona que había entrado en el despacho sin ser percibido. Era un hombre con el uniforme gris de la Federación, con la gorra bajo el brazo. Sostenía una dura mirada al General y añadió- La Federación le dejó claro que no podía expulsar al chico.

-Yo no expulso a nadie, Mi Señor- aguantaba el General- Solo le aparto del programa oficial. No volverá a las clases, ni a la sala de prácticas. Y una cláusula del contrato me permite hacer esto sin que vos podáis hacer nada- Sonrío de forma triunfal.

-Mi General, por su bien no se enemiste con la Federación. Sabe que no le conviene- Voy a informar de esto inmediatamente a la Presidenta-dicho esto dio media vuelta y se marchó por el pasillo.

-Teniente Voild- el General se dirigía al hombre mayor que permanecía en silencio al lado de Henry- Diga a sus hombres que sigan al emisario de la Federación, creo que va a tener un accidente antes de que informe de nada. Va a ser una pena lo de ese error al aterrizar, ¿no le parece?- Voild asentía con la cabeza apuntando una ligera sonrisa en sus labios. El General añadió- Mientras sus hombres hacen esto, ¿Porqué no lleva a Henry y le ayuda a olvidar todo esto? Eh, Hassman ¿No te parece que es lo mejor?- El General deba palmadas en el hombro al chico.

Henry no se podía creer nada de aquello. Miraba furioso al General, mientras su pulso y su respiración se aceleraban. Cuando Voild terminó de dar las órdenes a un cabo, agarró a Henry por el cuello, lo levantó por el cinturón y se lo llevó por el pasillo mientras el muchacho pataleaba e intentaba gritar con el poco aire que dejaba pasar la presa en el cuello que Voild le hacía.

Cuando entraron en el cuarto a Henry le asaltó un terrible olor agrio. Voild le soltó en el suelo y se fue al fondo del cuartucho perdiéndose en la oscuridad.

-Voy a matarte, cabrón- La voz de Henry se perdía en las sombras.
-No seas tan violento, pequeño. Será mejor que no me hagas perder tiempo, ¿vale?

Antes casi de que el hombre pudiera terminar la frase Henry se lanzó a por él. Le alcanzó con un puntapié en el muslo y sintió como la mano de Voild bajaba hacia su cara cuando se apartó y mordió el dedo meñique del teniente hasta que las dos últimas falanges quedaron dentro de su boca y el hombre se arrodillaba cogiéndose la mano con la cara desencajada de dolor. Henry escupió el trozo mientras notaba el sabor de la sangre en su boca. “Golpe final” pensó Henry. Dio un paso atrás, concentró toda su energía en su mano derecha a la manera ádahas y se lanzó en busca de la nariz de Voild. Justo antes de llegar se dio cuenta de la desprotección que había dejado al lanzar el golpe de manera tan frontal y sintió como Voild le golpeaba con una silla en la cabeza.
Durante un momento sintió vibrar sus oídos, y mucho movimiento alrededor. Notaba un tremendo pinchazo en la cabeza, y la calidez de la sangre corriendo por su espalda. Entonces le llegó el siguiente golpe, un puntapié en un costado tan fuerte que notó como se le partían las costillas. Salió despedido chocando contra un montón de mesas y sillas apiladas. Calló de espaldas a los muebles concediéndole un blanco perfecto de su torso a su oponente. Voild lo aprovechó con una serie de patadas al estómago, al esternón, a la cabeza. Más y más, Henry lloraba y sangraba. Nariz rota, labio partido. Golpes y más golpes. Ahora Voild volvía a utilizar la silla para golpearle. Henry se cubría como podía con los brazos. La silla golpeó en su codo que se partió en tres trozos. El teniente soltó la silla, y se dirigió a la puerta. Antes de salir miró a Henry que gemía y temblaba en el suelo, con un ojo tan hinchado que no podía abrirlo. Voild corrió hasta él y le dio un último puntapié en la boca del estómago. Henry ahogó un gemido de asfixia y se retorció sobre el estómago.

-Es una suerte que usted estuviera allí, Voild- La Doctora Theis vendaba la mano del teniente mientras miraba la cápsula de curación de Henry cada vez que se incorporaba para buscar algo de la mesa.

-Esos chicos pudieron haberle matado, pobre Henry- Voild tenía la sangre fría de un asesino, y no temblaba ni un músculo cada vez que la Doctora le preguntaba acerca de lo ocurrido.- Lo del dedo es lo de menos, lo importante es que el chico esté bien, ¿Verdad Doctora?

-Verdad, Teniente- La voz del General sonaba ronca desde la puerta-. Celebro que todo se haya arreglado. Tiene usted una enfermera de lujo Voild, la Doctora tiene unas manos prodigiosas.

-Gracias, General.

-La Doctora se ha ofrecido a curarme personalmente. Es una suerte que pasara por allí- Ahora Voild tensaba los músculos del brazo y del cuello cuando la doctora le pinchaba en el brazo los calmantes.

-Estese quieto que todavía la tenemos, no se mueva Teniente.

-Yo lamento ser portador de malas noticias.

-¿Qué ha pasado, General?- La Doctora Theis se incorporó mirando a Henry por si se trataba de él.

-Lord Lening, el emisario de la Federación ha tenido un accidente en el aterrizaje. Toda la tripulación ha perecido. Lamentable día sin duda.

La doctora Theis apretó por dentro su furia. Sabía que lo de Henry no había sido una gamberrada de unos alumnos envidiosos. Todos amaban a Henry después de lo de hoy. Además recordaba la ira tatuada en el rostro del General cuando terminó la partida. Recordaba también como iba a cumplir la orden de llevar a Henry al despacho cuando un soldado la prohibió entrar en la Pista y veía como levantaban al chico y se apresuraban a llevárselo. Tenía que informar al Hermano Gjiis, actual director de la escuela ádahas y director secreto de la operación que había infiltrado a Theis en aquel lugar para velar por Henry. “Ese muchacho es la puerta de salida por la que va a caer nuestra religión, pero también por la que se va a salvar”. Recordaba las palabras de Gjiis en su cabeza. Miró de nuevo a Henry. Entonces notó la mano del General en su hombro.

-Doctora, ¿está usted bien?

-Sí, General. Solo me ha afectado un poco lo de Lord Lening.

-Lo lamento de veras. Voild, ¿Han terminado de curarle?

-Sí mi General.

-Pues acompáñeme, tenemos llamadas que atender. Se ha originado un buen revuelo con lo del accidente.

Cuando salieron, Theis se acercó a Henry. Le miraba las heridas. Tardarían más de una semana en reconstruirle totalmente. Estaba destrozado. Sintió que sus fuerzas la abandonaban y se cayó de rodillas al suelo. Sintió frío. Se abrazó instintivamente, se echó a llorar. Apoyó una mano en la vitrina de la cápsula de curación del chico.

-Que te están haciendo Henry- se tambaleaba. Hablaba de forma entrecortada, con el hipo característico de cuando lloras. Sorbiendo por la nariz y llorando fuertemente-. Tú no te mereces nada de esto. Tu no tendrías que estar aquí. Tú no tendrías que sufrir. -Sabía que Henry oía todo-. No digas nada de esto. No denuncies a Voild. Por favor. Te matarían. Te necesitamos Henry. Todos los ádahas te necesitan.

Dicho esto se levantó. Se apoyó en la mesa. Cuando recuperó el ánimo, se secó las mejillas, y se marchó a informar a los compañeros de Henry de lo ocurrido. Todo se estaba marchando por caminos que no podía controlar. La luz del pasillo se iba apagando a su paso conforme avanzaba. Escuchaba el alboroto en los apartamentos. Todos admiraban a Henry. Ningún muchacho de la escuela le odiaba. “Ese es el gran apoyo de Henry” pensó la Doctora. “No podrán destruirle mientras le admiren. Cuando salga se ganará a los alumnos. Necesito reforzar el pilar de Daev. Sobretodo Daev. Puede llegar a ser lo más importante para Henry. Hice bien en ponerles juntos”. Y con este pensamiento se alejó por el pasillo, sabiendo cuál iba a ser la estrategia en adelante. Iba en busca de tres jóvenes. Para aumentar la llama de cariño que pudieran tener sobre Henry, con el fin de proporcionarle la mejor protección. De ahora en adelante no le dejarían solo en todo el día. Entró en el apartamento, y despertó a los muchachos. La luz del pasillo se apagó, y solo quedó la oscuridad que unía el apartamento, con la atmósfera color rubí bajo la que se hundía Henry en la sala de Curación. Henry, que se mantenía consciente, podía escuchar muy lejana en su mente, la voz de la Doctora Theis explicando a sus compañeros todo lo ocurrido.
Joe macho!!! Sigue asi !!!!

Las reacciones de los compañeros.... geniales!!!
El que le peguen una paliza... genial (bueno porque hasta ahora parecia invulnerable)!!!
Y lo de que el malo siga teniendo porder sobre el...mola!!!
Muy bueno, chaval, ya se ve que te estás currando la trama... Una cosa que me gusta pero que puede ser peligrosa es lo de que el malo sea tan malo, puedes caer en el tópico, pero sinceramente, por el momento me ha parecido muy bueno el papel, espero que no se te vaya de las manos. :)

1 Saludo, y espero impaciente la próxima. :):):):)
OLE!!!! peasho capítulo.... Me ha encantado... que más puedo decir que no hayan dicho Jane y Macer XD XD.... que me gusta la descripción de las reacciones de los compis.. (uno descojonao... el otro sonriendo... XD XD XD... ha sido la caña XD XD)... me gusta que se tenga que apoyar en los compañeros para que el hijoputa ese no le de más.... que cabrón.... Coincido en que mola que el malo tenga poder.... y que pueda hacer que los que se interpongan tengan "accidentes", pero es cierto que no debes caer en el tópico... ten cuidadito XD XD XD ;)

Por lo demás... estupendo.... y también la inplicación de la doctora... genial ;) ;)... un 10 :)
Coincido con los compis. Además, lo que más me gusta del relato es, en este caso, los diálogos. Mantienen la línea con la narración, pero presentan a los personajes muy cercanos, y eso me parece muy bueno. Un saludo.
Ummm, poco que decir que no hayan puesto ya los darriba. Pero bueno, el capítulo fantástico y la trama se hace más y más interesante. Lo único que no estoy muy de acuerdo es en lo del malo, hasta ahora la federación parecía todopoderosa, pero en este capítulo ha quedao mu pero que mu mal, el malo lo ha tenío demasiao fácil para librarse del tío ese.
No os adelanteis...La Federación efectivamente es todopoderosa, si se simula un accidente, y se hace bien, externamente podría pasar desapercibido...ten en cuenta que es solo un emisario, que iba a un planeta amigo...no tendrían porqué temer...pero ponedme todo lo que veais...que es lo que me gusta...muchas gracias a todos
Sigo (seguia) muy enganchado a la trama. [ok]
7 respuestas