El Páramo de Sía-Capítulo 17

XVII


Cuando se hubieron vestido y bajado empezaron a llegar los vehículos del frente. Eran cientos los heridos que venían. La Doctora apareció en el último transporte. Se llevó a Henry dentro y le explicó la situación.

-Apenas llegamos al millar de hombres disponibles. Se sabe que nuevos transportes ádahas han desembarcado en la capital y vienen con tanques, bombarderos y miles de soldados. Dice Daev que no hay nada que hacer, y que nos marchemos. Tú incluido.

Henry miraba por la ventana con los brazos en la espalda, como siempre que recibía noticias del frente y tenía que analizarlas. Cuando la Doctora hubo acabado su cerebro había dado con más de un millón de formas diferentes para enfrentarse al enemigo, pero ninguna daba esperanzas de victoria.

-Henry, es inútil. Creo que deberíamos sacarlos de allí y evitar una masacre. Los hombres están desmoralizados y no tienen apenas munición...

-Lo de la munición es inevitable...lo de la moral no- Corrió al armario y sacó la chaqueta de campaña que lo acreditaba como General y salió fuera- Preparad las cosas para partir. Pase lo que pase, cuando lleguen las naves salid de Sía. Si para entonces no he vuelto salid de los anillos exteriores. Allí hay seres que llevan en guerra con la Federación muchos años...pedid auxilio político. Que tengas suerte.

Allí se quedó la Doctora, dentro de la cabaña, a oscuras, viendo a través de la puerta abierta a Henry correr hacia un monoplaza. A su paso todos quedaban asombrados y se postraban a sus pies...antes de subir miró a Ahn, se acercó, le susurró algo al oído, la besó y subió a la nave.

Ahn entró corriendo en la cabaña y subió a la parte de arriba llorando. Theis la siguió y la abrazó con fuerza...

-Ojalá todo fuera diferente- Susurró Ahn

-Si todo fuera diferente Henry no habría nacido- Y así se pasaron varias horas, pensando en Henry, en Daev...y en que ninguno volvería.

Henry volaba todo lo rápido que podía. El monoplaza era de combate de batalla, y no para combate exterior por lo que la altura que podía alcanzar no era demasiada, pero la velocidad que cogía era suficiente. Acortó por las montañas pasando cerca de los árboles y luego de los prados que a esa hora de la mañana todavía brillaban por el rocío. Al fondo, muy a lo lejos aún utilizando el zoom, veía grandes enjambres de naves descendiendo. La batalla iba a comenzar. Por lo menos había cien transportes de tropas, y cada uno de esas nave llevaba en su interior al menos cien soldados.

En cuanto pasó las últimas montañas vio la línea del frente. Una larga extensión de tiendas de campaña y búnkers improvisados albergaban a los soldados. De repente vio al casi millar de hombre salir corriendo en dirección a los ádahas. Daev iba al frente. “Se lanzan al suicidio por mí, y lo saben. Bueno, si han de morir que lo hagan con la moral bien alta”.

Henry bajó aún más y empezó a volar por encima de las cabezas de los soldados. Abrió la cabina y se puso en pie agitando dos bengalas de humo verde mientras gritaba “¡Adelante muchachos...Prometeo os guía a la victoria!”. Todos los hombres se paraban al verlo pasar y luego salían corriendo tras él gritando de euforia. Daev se sintió mal al escucharle, pero también increíblemente alegre de que les condujera en aquella batalla. Se giró y allí le vio venir, volando muy bajo y a poca velocidad, agitando las bengalas. Con rostro severo y confiado. Con el viento agitando su pelo y vestido de General. Era formidable. Varios metros más abajo descendió y se acercó a Daev. Se abrazaron con fuerza...

-¡El gran Daev!

-¡El gran Henry!- Daev estaba realmente emocionado- ¿Cómo estás amigo?

-Por fin me siento bien- Giró la cabeza y miró al organizado ejército ádahas que empezaba a avanzar. Le cogió la pistola a Daev y añadió- ¿No tenemos una batalla que librar?

Y sin decir nada silbó a sus hombres y salieron corriendo a por ellos. Los más atrasados disparaban sus cañones y tiraban las últimas bombas que les quedaban. El grupo de mercenarios que quedaba iba ahora a la cabeza blandiendo largos cuchillos y cadenas. Eran casi doscientos y recibían los disparos sin aparente daño. A los pocos pasos algunos morían desangrados. Las dos grandes masas de hombres llegaron a juntarse en un ruidoso choque. Los soldados ádahas entonces sacaban sus bayonetas y luchaban cuerpo a cuerpo, sin demasiado éxito ante los mercenarios. Entonces Henry, Daev y los muchachos alcanzaron ahora la batalla y se dedicaron también a luchar cuerpo a cuerpo. Henry recordó que no sabía luchar y vio que Daev también cayó en la cuenta pues se puso delante para protegerle. Mientras Henry disparaba con la pistola. Algunos de los mercenarios disparaban con sus rifles de descargas contra la infantería y empezaba a causar grandes estragos. Otros, desde atrás daban apoyo con los lanzadores Adams...

Daev paraba golpes e insertaba su cuchillo aquí y allá. Las bayonetas salían volando cuando las cadenas de los mercenarios impactaban y rompían los cristales de los ádahas.


Apenas veinte minutos después casi todos lo ádahas estaban muertos. Pero allí no había ni dos mil hombres. Entonces se lanzó la segunda oleada, esta vez con tanques y bombarderos. Henry dio la orden de volver a las trincheras y salieron corriendo. Los mercenarios que llevaban aquellos pesados cañones se quedaron dispararon las descargas contra los vehículos, que una vez alcanzados quedaban inutilizados. Pronto murieron bajo el fuego de los cazas.

Una vez llegaron a las trincheras, se replegaron y esperaron a los ádahas que avanzaban a paso solemne hacia el enemigo como una vez les había enseñado Henry. Entonces ocurrió algo que nadie se esperaba. Henry salió corriendo al monoplaza y se fue volando hacia la ciudad. Todos los hombres empezaron entonces a protestar y a gritar que Prometeo les abandonaba, e increpaban a Daev, el cual tampoco entendía nada. Al final les gritó que era solo una maniobra de distracción, pero en el fondo de su corazón sabía lo que Henry se proponía, y esperaba que no se cumpliera.

Al fin llegaron los tanque a la línea de las trincheras

-¡En grupos de diez, abrid a la derecha y pinzad por la izquierda!- Daev gritaba y movía los brazos como loco- ¡Los rifles de descargas en primera línea!

Los monoplazas enemigos hacían pasadas por la línea de trincheras soltando haces de luz que explotaban y hacían volar por los aires grupos de soldados

-¡No lo aguantamos más!

-¡Daev, necesitamos munición!- El soldado que acaba de decir eso recibió un disparo de rifle boot que le quemó la cara y cayo hacia atrás

-¡Seguid disparando!- Daev estaba desesperado, ya solo le quedaba la munición de la pistola. Ordenó entonces lo que menos deseaba- ¡Recoged las armas y la munición de los heridos y retroceded hasta la última línea de búnkers! ¡Los heridos que no se puedan mover dejadlos y coged sus armas!

Mientras corría Daev saltaba los cuerpos de soldados muertos o moribundos. “Lo siento muchachos.” Pensaba. Cuando llegaron a los búnkers vieron pasar por encima de ellos bombarderos que se dirigían a toda velocidad hacia la ciudad escondida en las montañas. Esperaba que al final se hubieran ido en las naves de evacuación, y Henry con ellos. A estas alturas ya debían de estar muy lejos...si así lo habían hecho.

Una pequeña oleada de ádahas irrumpió en los búnkers. Apenas eran cien y enseguida fueron abatidos. Uno de ellos se abalanzó a por Daev. Cuando llegó a su altura le cogió por un brazo y ambos cayeron al suelo. El soldado apuntaba con su cuchillo hacia Daev que aunaba en esfuerzos por alejar la punta lejos de su cara. Mientras le agarraba la muñeca para que no bajara la mano con la otra palpó por el suelo. Encontró un rifle. Lo agarró por el cañón y le hendió la culata en el cristal del casco. El soldado se agitaba y revolcaba de dolor por el suelo. Daev recogió el puñal del ádahas y le disparó.

Grandes explosiones empezaron a reventar la parte trasera de los búnkers. Los monoplazas seguían haciendo pasadas. Ahora todo era niebla, humo y ruido. Entre la espesura blanca de la niebla y la gris cortina de humo de las explosiones Daev pudo ver al grueso de las tropas acercándose en vehículos de asalto a gran velocidad. Cerró los ojos y suplicó : “Henry, sea lo que sea lo que vayas a hacer para salvarnos...que sea rápido”
Se que este es bastante corto, pero en realidad era parte del último. Lo he cortado porque si no el último era muy largo. Ya solo queda uno...para bien o para mal... [buuuaaaa]
Demiulgo, pon dió, no nos puedes dejar asín!!! [mad] [mad] [mad]

Ojús, ¿cuanto hay que esperar para la última entrega? Si por eso no quería leerlo yo hasta que no estuviera acabado...

Mu bueno, chico, si señor.
Gracias Favila, bueno una cosa...ya tienes puesto el otro!!!
Pues genial descripción de la batalla... Muy duro lo de tener que dejar a los heridos y que Hanry se fuese a la mitad... a ver qué se propone :-| :-| ein?

Ahora voy a por el último... que penita da que se acabe tan pronto :( :( :(
Bueno bueno, en este mejoras el anterior, le das más consistencia, sin embargo sigo notandote bajo de tu nivel, como forzando la situacion para mentes debiles como la mia, insisto en que no quiero eso!!, quiero no entenderlo!!!!!cawento

Eso sí, la lectura gana en entendimiento y claridad.....

A ver que hace henry (aunque ya lo sé XD).
5 respuestas