Capitulo 1
3 de Marzo de 2005
La niebla cubría buena parte de la ciudad y la circulación aún era lenta. Las primeras luces de la mañana se ocultaban tras el horizonte, esperando a que las horas dieran paso de la luna al amanecer. Un grupo de gente esperaba al autobús que debía acercarles a su puesto de trabajo, seguramente una fábrica cualquiera en un polígono industrial perdido en el terreno que circundaba la gran metrópolis.
Un hombre con gabardina clara y maletín buscaba un taxi con la mirada ausente y el cuerpo encogido por el frío. El vaho que se escapaba de una alcantarilla cercana hacía la visión más difícil todavía y un par de jóvenes, que estaban corriendo distraídamente, estuvieron a punto de chocar contra un cartel publicitario que anunciaba unas gafas de sol de cristales triangulares (! La forma de moda ¡ según los entendidos) Todo estaba tranquilo hasta que un chirrido al final de la calle llamó la atención de los viandantes que vieron como un coche de gran cilindrada pasaba a toda velocidad por la calle.
Dentro del coche viajaba un hombre alto de unos veinticinco años que vestía ropas negras de corte amplio, tenía el pelo hacia arriba, corto y con las puntas de un tono verde azulado. En la matricula se podía leer su nombre, Erox, y mirando su equipaje, una bolsa deportiva a su lado, deducir la profesión que llenaba su vida. Era un Buscador, un tipo de mercenario muy apreciado en las agencias gubernamentales y en los grandes trabajos.
Las calles se precipitaban una tras otra a ritmo vertiginoso y el motor, silencioso en otros momentos, ahora rugía con la furia de un dragón. Un par de implantes biónicos en su cuerpo le conferían una visión mejorada y un poder tremendo en las piernas. Era algo normal entre los buscadores este tipo de ayuditas extra que los hacían terriblemente eficaces en la caza de sujetos peligrosos o en la protección de mercancías especiales. Como en aquella ocasión.
- Siguiente cruce a la derecha.- La voz salió de un sistema GPS instalado en la guantera del coche, que daba imágenes intermitentes de planos y fotografías vía satélite de manera intercalada.
Erox giró bruscamente el volante a fin de no pasarse el cruce de la calle que buscaba, las ruedas traseras tuvieron dificultades de para mantenerse sujetas al asfalto y rechinaron por el esfuerzo. Una vez recuperado el control, con una mirada de reojo al GPS y una palabra malsonante en los labios, volvió a girar y apenas tuvo tiempo de esquivar el camión que aguardaba en medio de la calle. La única manera de no chocar lo llevaba por la acera y aunque lo presintió, no fue hasta que estuvo sobre ella cuando se dio verdadera cuenta del error.
Un segundo después el coche se elevaba por encima de una fila de motos aparcadas y caía boca abajo sobre la acera unos metros más allá. Un hombre menudo de estatura salió de detrás del camión con un pequeño lanzacohetes aún humeante sobre el hombro, se quedó mirando el amasijo de hierros en que se había convertido el coche y con una ligera sonrisa empezó a marcar un número en su teléfono móvil.
- Está hecho.- dijo
- Bien.- contestó una voz aflautada al otro lado de la línea.- Como acordamos, el dinero está siendo transferido a la cuenta cifrada de costumbre.
- Ha sido un placer hacer negocios con usted, señor Panic.
- Lo mismo digo, señor Yagami.
La nueva fuente de calor en que se había convertido el coche iluminaba dos caras, una la de Yagami, ojos rasgados y un sombrero cowboy. La otra unos ojos fríos que poco a poco se perdían en la sombra y la bruma.