A ver si se pone de moda esto de perseguir políticos corruptos (que parece que sí). Se han tirado décadas, por no decir siglos, engordando sus cuentas en la más absoluta impunidad.
Es un poco patético que tenga que venir una moda a ponerlos en su sitio, pero ya ocurrió con la pederastia (hace quince años nadie sabía qué era eso, ni que existía siquiera) o el maltrato de género, que a día de hoy son cuestiones de primer orden, cuando antaño los medios de (in)comunicación no les hacían ni puto caso y parecía que ni existieran.
Afortunadamente, en estos casos como ahora en el de la corrupción urbanística, el sensacionalismo, amarillismo y oportunismo de los mass media han tenido finalmente efectos beneficiosos: concienciación de la gente ante estos problemas y reacción de los poderes públicos (aunque en el caso de la corrupción política veremos hasta dónde llegan, me temo que hay niveles intocables)