De reuniones, conferencias y nuevas tecnologías

Llevo unos días, a cuento de la reunión de presidentes autonómicos que no ha valido para nada, pensando en el despilfarro que hacen los políticos con este tipo de "cumbres".

Cada uno viajando en medios lujosos con un séquito de guardaspaldas, consejeros y lameculos, para reunirse, darse una comilona de lujo a costa del contribuyente, y finalmente no decidir nada.

Ahora, me sorprende esta:
Un total de 22.300 personas ya están acreditadas para asistir a la cumbre de Copenhague. Oficialmente, se han registrado casi 45.000. Su viaje y su estancia en el país generará más emisiones de dióxido de carbono que cualquier otra conferencia previa sobre el clima hasta superar las 46.200 toneladas de CO2, equivalentes a 10.000 piscinas olímpicas o la cantidad que produce anualmente más de medio millón de etíopes, según los datos recogidos a petición de Dinamarca como país anfitrión.

Delegados, periodistas, activistas y observadores de casi 200 países se han reunido en la conferencia que se celebra del 7 al 18 de diciembre. Su contribución al calentamiento global procede, en su mayor parte, de los vuelos que les han llevado hasta la capital danesa.

Dicha cantidad podría llenar 10.000 piscinas olímpicas y es la misma que producen cada año 2.300 estadounidenses o 660.000 etíopes -la gran diferencia se debe a la enorme brecha en los patrones de consumo de ambos países-, según estadísticas oficiales estadounidenses sobre emisiones por persona en 2006.

A pesar de los esfuerzos del Gobierno danés para reducir la huella de carbono de la conferencia, sólo ésta generará aproximadamente 5.700 toneladas de dióxido de carbono y las 40.500 restantes serán producidas por los vuelos a Copenhague de los asistentes.

Las emisiones de los aviones fueron calculadas por la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés), mientras que la huella de carbono interna creada por la conferencia fue calculada por la consultoría Deloitte, según la consultora de Deloitte Stine Balslev.

"Es mucho mayor que las últimas conferencias porque aquí hay mucha más gente", constató Balslev respecto al dato en cuestión, al tiempo que añadió que se espera que 18.000 personas pasen cada día por el centro de conferencias.

"Estas son cifras preliminares, pero esperamos que cuando hagamos los cálculos finales después de que termine la conferencia, la huella de carbono será aproximadamente la misma", puntualizó.

Deloitte ha incluido en sus cálculos las emisiones causadas por las necesidades de alojamiento y de transporte local, la electricidad, la calefacción del centro de conferencias, el papel, la seguridad, el transporte de mercancías, así como la energía consumida por los ordenadores, cocinas, fotocopias e impresoras dentro del recinto donde se celebra la cumbre.

El alojamiento representa un 23 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero de la conferencia de Copenhague, y el transporte un 7 por ciento. El 77 por ciento proviene de las actividades dentro del centro de conferencias, detalló Balslev.

"Nos hemos visto forzados a instalar algunos edificios temporales para proporcionar las habitaciones de las delegaciones porque el número de participantes es mucho mayor del esperado", señaló. "Por ejemplo, la delegación de Estados Unidos ha ordenado un área que es cinco veces mayor que la del año pasado", añadió.

Los edificios temporales que acogen las oficinas de las delegaciones no están bien aisladas y se calientan con calentadores de aceite, así que esta zona es la que más energía gasta", explicó.

Los investigadores han asumido que el 60 por ciento de los participantes en la conferencia utilizarían el transporte público hasta y desde el centro de conferencias, pero Balslev reconoció que esta previsión es probablemente optimista.

Balslev dijo que la mayor parte de la energía utilizada en la conferencia procede de centrales eléctricas que operan con carbón que alimentan la red de suministro, y otra parte de energía eléctrica.

Van a hablar de reducción de contaminación y van a contaminar una auténtica barbaridad, despilfarrando de nuevo dinero público.

Hace años, esto era inevitable. Hoy día, con internet y cualquier programa de videoconferencia, estas reuniones son absolutamente inútiles. Se podría incluso controlar mejor los turnos de palabra, pero no, que así no hay comilona.

¿Ningún político ha pensado en ello? ¿Directamente no piensan en nada?
Creo que en el parlamento había una partida de 5.000.000 euros anuales para viajecitos y excursioncitas. Que ladrones.
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