Los teléfonos y el correo electrónico de la embajada alemana echan humo; las vías de comunicación con los consejeros de la red Eures (encargada de facilitar la movilidad laboral en Europa) están desbordadas; las consultas en el Instituto Goethe, con medio siglo a sus espaldas divulgando la cultura alemana, son continuadas. Miles de madrileños lo tienen claro: «Quiero irme a trabajar a Alemania».http://www.abc.es/20110203/madrid/abcp-fiebre-estudiar-aleman-20110203.htmlPero para este sueño alemán resulta fundamental dominar el idioma. No vale cualquiera. Los teutones no quieren el modelo de emigrante de los años 60: obrero sin idiomas. Ahora exigen para alistar a sus filas profesionales especializados en los sectores de sanidad, ingeniería, docencia, hostelería y turismo y, sobre todo, un nivel intermedio de alemán.
Ocho meses y 2.200 euros«Hemos notado un incremento de gente interesada en estudiar el alemán en los últimos días, pero no podemos determinar aún cuántos se han apuntado por el efecto de esta noticia», señala Constanza Michel, coordinadora de los cursos del Instituto Goethe. La misma explica que para alcanzar los niveles B1 y B2 (según el Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas) exigidos, «el alumno debería apuntarse a dos cuatrimestres de cursos súper intensivos». Las clases se imparten en 12 horas a la semana de octubre a mayo y su coste alcanza los 2.200 euros.
Algunos alumnos hacían cola ayer en el departamento de cursos de idiomas de este centro. La oferta laboral anunciada supone una inyección de ánimo para continuar o comenzar la formación. «Soy filósofa y no necesitan esta especialidad en Alemania, pero estoy loca por volver a este país y currar de lo que sea», opina Esther, de 24 años, y entregada al alemán desde hace siete años.
Elvira, diplomada en Turismo y Relaciones Laborales, maneja tres idiomas. Esta mujer también formaba fila ayer para seguir perfeccionando su alemán. Regresó a España, su país natal, hace quince meses. «He estado quince años en Alemania y he vuelto porque a mi marido, alemán, le han ofrecido un trabajo en Madrid. Yo allí tenía empleo, aquí no encuentro nada por mi minusvalía: tener 45 años». «En el país germano, la edad no es un problema, aquí sí», añade Gloria, una filóloga de 39 años. «Me iría sin dudarlo, pero tengo aquí a mi marido y mi hijo», lamenta.
La fiebre por el país teutón la desató hace doce días la revista germana Der Spiegel. Sus páginas publicaron la posible oferta de miles de puestos de empleo en Alemania para trabajadores españoles cualificados y en paro. Aunque se espera que este proyecto se haga oficial hoy en la cumbre bilateral que tendrá lugar en la capital entre la canciller alemana Angela Merkel y presidente José Luis Rodríguez Zapatero, el preludio de este trasvase de trabajadores arrancó el 27 de enero. El reclutamiento de personal cualificado se puso en marcha con la colaboración entre los servicios públicos de empleo de ambos países a través de la red Eures.
Mil consultas en diez díasEn diez días, la embajada alemana ha recepcionado «más de mil consultas» personales y telefónicas. Desde esta institución hacen hincapié en que ellos no son los mediadores, sino las agencias de empleo alemanas y españolas. En la escisión madrileña de Eures tienen «más de cien llamadas diarias de ciudadanos que nos preguntan dónde inscribirse y cuáles son los requisitos. Llaman tanto albañiles como licenciados. No damos abasto», expresa estresada la euroconsejera Carmen de Eguilor.
En Der Spiegel se hablaba de hasta 800.000 puestos de trabajo en Alemania, pero lo cierto es que no hay ninguna cifra oficial. Desde Eures indican que podrían ser menos de 100.000.
Facebook y la oferta germanaLos efectos de la llamada alemana también se han notado en la red social por excelencia Facebook. Hay páginas creadas ad hoc donde la gente plantea sus dudas y dan algunos consejos como «Trabajo en Alemania»; otras que han reconducido su temática de «Españoles en Alemania» tras la invasión de entradas con la temática del empleo. En la misma hay gente que pone sus datos para sacarse un dinero, como el de un camionero que realiza portes a Berlín. La red también deja hueco para desmarcarse de la funcionalidad. Existen grupos en tono de protesta como el de «Soy recién titulado y quiero un trabajo digno sin irme a Alemania» o el de «Yo también quiero que Zapatero se vaya a Alemania a buscar trabajo».