[Back to school] y vuelta a empezar...

Reencontrarte a ti cada septiembre me da la sensación de que eres una colección de fascículos quincenales que nunca logro terminar. Eres la vuelta escolar al curso con asignaturas pendientes, que por mucho que me esfuerce siempre voy a catear. A ti te lo voy a contar... Poniéndome exámenes sorpresa un día sí y otro también, sin parar.
No entiendo qué tendrá éste mes, ¿nostalgia a tus años de colegio? Pero si siempre me doy de baja antes de Navidad.
Y esperas, eso sí ,que cada nuevo año me inscriba en tu clase. Para así poder repasarme en tu especialidad: “Problemas del amor” por Wendy Sinrazón.
Yo me pregunto que cuándo va a acabar, que casi mejor me cojo un módulo y vuelta a empezar.

Sé que no me ibas a seguir, no es tu estilo. Pero sí esperas que vuelva, y te lo tienes tan creído, que el día que no lo haga... no sé qué va pasar.
Yo todo el año ahorrando para comprar el primer número, donde me regalan un corazón de látex a tamaño natural que incluye un folleto donde me previenen del infarto de miocardio. -¿Para qué lo querré? «Con lo joven que soy -pensaba-.»

Al final me di cuenta, y es que era por ti. A tu lado mi presión subía, mi respiración se aceleraba y si no me daba cuenta, mi corazón estallaba. Qué desdicha, otro caso de homicidio pasional en segundo grado. No quería morir así.
Como siempre te decía no me parecía justo. Que tu quisieras ser especial. Que tuviera que inventar mil sinónimos de amar, tu mi Wendy y yo tu Peter Pan. Tu exigencia a la hora de pedir las cosas. Yo esperaba lustros para tu quererlo en segundos. Mi vida, la persona que me hacía perder la razón y me hacía creer que eso era normal.
Dejemos a las princesas para la edad media. Ahora lo que había eran muchas Pandoras como las que envió Zeus a la tierra. Mucho más malas que las primigenias con apetito de perras. Yo quería ser el pastor de un rebaño disgregador. No, no era justo.

Yo ignorando el comienzo de tus días y el fin de las noches. Creía que sólo los dioses vivían en un plano temporal sin final. Los bucles son malos, y sino mira al pobre Prometeo y su hígado mal logrado. Y nosotros ya lo hemos rallado. Empieza, termina, rebobina y olvida. Déjale eso al Fénix, que para eso nació, para morir y vuelta a empezar. Este año cuando pase por el quiosco miraré tan sólo mi reflejo. Quizá vislumbre en parte lo que era y lo que pudo haber sido, de cualquier modo, tanto tú como yo alguna vez siempre la hemos jodido.
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