Aquella noria

Sabía que alguna vez, en algún lugar, había leído algo sobre la vida. La comparaba con una noria, en la que algunas veces te encuentras arriba, otras cayendo, otras abajo…
Aquel día leyó esa frase, le gustó, pero no le dio mas importancia de la que tenia.

Fue mas adelante, con el tiempo, cuando esas palabras vinieron a su mente sin más.
Se paró a pensar, lo hacia a menudo, aunque aun no sabia si esto era bueno para ella. Pero disfrutaba haciéndolo, intentando analizar sus actos, el porqué de la vida, intentando descifrar como se sentía y porque… Con el tiempo se había acostumbrado a que, a través de los ojos de los demás, fuese una persona rara, a veces incoherente, pesada, compleja o difícil.

Ese día se encontraba en la noria de la vida, como había leído en esa frase, en la parte inferior. Tenía el suelo a escasos centímetros, y eso la asustaba, como lo hacía siempre que se encontraba así. A veces subía, incluso a veces había conseguido mantenerse arriba, pero la noria solo se detenía cuando estaba abajo.

Su mente analizadora de todo se puso a calcular. Mirándolo así, parecía una manera fría de abarcar la vida, pero ese día solo podía analizar, pensar, analizar, pensar…

La noria tenía cuatro posiciones básicas: arriba, abajo, subiendo y bajando.

Cuando estaba arriba, todo estaba bien, su vida seguía siendo la misma, la noria siempre era la misma, pero el suelo estaba muy lejos, y ella sentía toda la fuerza para seguir adelante y disfrutar de ese viaje.

Cuando subía… el viaje era arduo, difícil, pero cuanto mas se acercaba a la cima de la noria, mas fuerzas sacaba para llegar hasta ella, aunque al llegar sus manos estuviesen completamente desgarradas del viaje.

Cuando bajaba… hacía lo posible por parar aquella noria, ella no quería caer, allí abajo solo había oscuridad, el suelo, y sus fuerzas se evaporaban con rapidez.

Cuando estaba abajo… todo perdía sentido. El suelo estaba demasiado cerca, hacia frío, demasiado frío. Había pensado alguna vez en bajarse de aquella noria, pero había tanta gente que quería subida a ella, y, sobretodo, era tan feliz cuando se encontraba arriba del todo, casi rozando la luna…

Calculando como solo ella sabia hacer, vio que solo disfrutaba de aquel viaje un cuarto del tiempo. Durante los otros tres cuartos, se los pasaba hundida en el abismo, cayendo sin remedio, o luchando y destrozándose por subir.

Se sentó en la orilla de aquel río. El sonido del agua rozando las rocas la tranquilizaba.

Si el viaje se convertía en un infierno durante mas de la mitad del trayecto… ¿valía la pena seguir en aquella noria? No estaba segura. Si no fuese por toda la gente que la acompañaba, por toda la gente que quería, por toda la gente que estaba en alguna u otra posición en aquella noria… habría bajado hacia tiempo.

Ellos no se merecían que ella abandonase el viaje. Su familia, que la saludaba mientras subía, sus amigos, que la animaban a seguir disfrutando de aquellas vueltas, él…

Pero por otra parte… realmente ellos, a los que debía algo mas que aquel viaje, ¿se merecían tener que tragarse todas sus lamentaciones cuando se encontraba en alguna de esas tres posiciones? ¿Habían elegido ellos un compañero de viaje así?

Metió los pies descalzos en el río. La baja temperatura del agua le heló los pies y no pudo evitar romper a llorar.

Por ellos, por todos ellos. Porque había decidido que no podía seguir. Era demasiado duro ver como ellos tenían que aguantar los vaivenes de su vida, cada vez mas frecuentes.
Lo que ella podía aportarles era ínfimo en comparación con lo que ellos tenían que aportarle a ella.

Su mente se trasladó a aquella noria, y, con los ojos vidriosos, se despidió de ellos con la mano, abrió la puerta, y se bajó.
No quería mirar atrás. No podía. Sus gritos se le clavaban en lo mas hondo. Les había fallado. Una vez más.

Derrotada y casi sin fuerzas, continuó andando hasta que solo pudo ver el reflejo de aquella noria, que seguía girando.

Con el tiempo, aprenderían a vivir sin ella. Pero ella, ¿podría aprender a vivir sin ellos? Y lo más importante, ¿conseguiría aceptar su derrota y perdonarse el haberles fallado?

Se subió el pantalón y metió la mitad de sus piernas en el río. El frío la despejó un poco.
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