La tela al cabo del tiempo acaba pillando roña, lo que puede igualar la superficie lo suficiente como para que el sensor no detecte movimiento.
Al lavarla corres el riesgo de que se despegue de la goma, y acabe el trapo por un lado y lo negro por otro, de manera que hazlo con cuidado.
Desde que los ratones de bola desaparecieron, las alfombrillas, en lo que a mí respecta, perdieron la razón de existir.