Abrir la ventana, huír.

Abres la ventana, miras hacia abajo. Todo permanece en calma, la calle vacía, las luces apagadas, ni siquiera un gato que maúlle a la luz de la fría luna.
La gente duerme, pero tú no puedes siquiera cerrar los ojos, ¿cómo hacerlo si tu cabeza es un laberinto de ideas y pensamientos desordenados que florecen en noches tan amargas como ésta?
Sientes el abrazo de la brisa nocturna y otros de tus pensamientos alentadores asoma en tu cabeza. Escapar, huír, “la ventana es un buen lugar”, te dices. No tienes alas, pero sí poder de decisión. La altura, la caída, no te asustan, pero en el fondo, en el fondo sabes que no lo harás. Te sentarás en el suelo, llorarás, “la vida es una mierda”, dirás comiéndote tus lágrimas y cuando el día comience a abrir sus puertas, volverás a la cama derrotado, y la vida te habrá metido otro gol esa noche y sabrás que cuando caiga el sol, volverás a abrir la ventana, observarás la triste ciudad frente a ti y pensarás en el vacío, en el golpe, en los siete pisos que te separan del suelo y en los 1000 km que realmente te separan de tu vida. Perderás otra noche más y la vida te habrá metido 84 goles hasta que llegue el día en que la ciudad no te parezca triste, el día en que no necesites huir, en el que 1000 km no te separen de tu vida.
Joder, ke fiereza, cuanto sentimiento junto, me siento muy identificado con este texto [Ooooo]
Un punto de vista realmente depresivo y lo cierto es que despierta la curisodiad por saber el por qué de esas ganas de huir, huir a dónde y de qué....y algo más:
[...]en el que 1000 km no te separen de tu vida.
El amor cuando está lejos hace daño.
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