LitEOL 08: Relato Corto

 
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Relato Corto:
Mínimo 51 palabras y sin límite en la extensión máxima aunque para ayudar a su lectura por parte del jurado es recomendable no superar las 4 hojas (en un documento de word, por ejemplo).
Recordatorio de las normas.

Participantes:
  • Totemon
  • ClipClip
  • jalsimoo
  • Wavebly
  • Yui_k
  • dant3
  • arsygraft
  • seaman
  • Mello
  • Necane
  • Kefalegereta
  • Herbert West
  • malavicha
  • DramasZGZ
  • sombre
  • squizo3m 
  • telemak0

 
 
El sol se colaba levemente a través de las rendijas de la persiana. Era temprano, muy temprano. Quizás demasiado temprano para ponerme a pensar en cómo iba a dominar el mundo. Pero en realidad poco importa eso cuando los planes están prácticamente ultimados. Ya tenía bien claro que mi ejército de amebas epilépticas, carpas tricéfalas y mejillones sureños iba a ser una amenaza real y tangible para los que se opusieran a ser sometidos. Mi idea era dejar con vida al mayor número de gente posible. Ya se sabe, se necesitan esclavos que sigan manteniendo la estructura del mundo. Y fabricando videojuegos. En cualquier caso, si alguien se resistiese, se las vería con mi poco convencional ejército, mucho más preparado que los ejércitos de toda la vida (por algo los ejércitos de siempre nunca han logrado dominar el mundo, ¿no?).

Sumida me hallaba en estos pensamientos cuando un golpe seco me sacó de pronto de mi ensimismamiento. Fue como un enorme “¡Pam!”. Donde en este caso la onomatopeya se corresponde con el sonido de la puerta principal de la casa golpeando con fuerza la pared. Pobre puerta. Y pobre pared. La gente ya no tiene consideración con las cosas.
Agarré con fuerza el cuchillo de untar mermelada que había estado usando hasta ese momento (qué, ¿nadie más se dedica a pensar en dominar el mundo mientras prepara tostadas para desayunar?) y me dirigí hacia el origen de tan terrible sonido. Es decir, hacia el salón de mi casa.
Allí, en pie ante el umbral, me encontré una espantosa y monstruosa figura. Era bípeda, tenía brazos y piernas, pelo e incluso ojos. En realidad era un humano cualquiera, pero tenía que darle dramatismo al asunto. Aunque cuando dio un paso al frente y entró en la casa, vi que no era un humano cualquiera. Era un chico bastante guapo.

Pese a ello, y teniendo en cuenta que había abierto la puerta de casa de una patada, decidí hacer caso a mi instinto de superviviencia y no dejar de apuntarlo con el cuchillo. Que a su vez él me estuviese apuntando con una navaja de enormes proporciones también tuvo algo que ver.
En cualquier caso, ambos estuvimos midiendo nuestras fuerzas (o lo que es lo mismo, plantados el uno delante del otro como pasmarotes) durante un buen rato. Finalmente, el chico se decidió a hablar:

-He venido a por ti –dijo con una voz extremadamente morbosa.
-Oh –fue lo único que acerté a decir.
-Baja ese cuchillo, chica.
-Ah, no, eso sí que no –dije reaccionando de repente-. Eso me dejaría en una situación de inferioridad.
-Ya lo estás. Niña, eso es un cuchillo de juguete. ¿Qué me vas a hacer con eso?
-Con un poco de puntería, clavártelo en un ojo.
-¿Y eres consciente de lo que podría hacer luego yo con esta afiladísima y enorme navaja?
-Nada. Seguro que no es una navaja de Albacete.
-Ahora que lo dices…
-¡Ajá! –exclamé con una sonrisa triunfal-. No tienes nada que hacer entonces.
-Pero yo una vez estuve en Albacete –refunfuñó contrariado.

Pensé en replicar a eso, pero decidí que era más útil aprovechar su momento de frustración para arrojarle el cuchillo tal y como había advertido antes que haría. Mi nula puntería se encargó de que el cuchillo acabase rebotando contra el sofá, a unos dos metros del chico.
En vista de mi estrepitoso fracaso, eché a correr en dirección a la cocina. El hecho de que el chico dispusiese de piernas completamente funcionales, hizo que lograse darme alcance en un instante. Afortunadamente, me había colocado en una posición estratégica tras la mesa, de modo que se convertía en un obstáculo insalvable que, al menos, me haría ganar algo de tiempo mientras jugábamos al ratón y el gato.
Al chico no parecía haberle sentado muy bien mi intento de agresión anterior, pues empezó a lanzarme todo lo que había sobre la mesa. A mi alrededor estallaron platos, vasos e incluso una ensaladera impactó de lleno contra mí, poniéndome perdida.
Me disponía a reprenderlo por semejante estropicio, cuando vi que pretendía arrojarme una bandeja sobre la que descansaba una hermoso y delicioso pastel de chocolate.

-¡Alto, insensato! –grité alzando las manos-. Ese pastel es casero, hecho por mi abuela, y está muy, muy rico. Joder, tío, que es chocolate. Ten un poco de sentido común.

El chico pareció encontrar sentido en mis palabras y por un momento declaramos una tregua y nos dispusimos a devorar el pastel con total deleite. Chocolateeeeee…
(Inserte momento orgásmico aquí)

Tras acabar con las últimas migajas del pastel y tras volver a ponernos la ropa (¿De verdad alguien pensaba que el momento anterior se debía únicamente a la ingesta de chocolate? Pues sois muy raros) nos dispusimos a seguir con nuestra particular persecución.
Como mi camiseta había acabado hecha un asco por culpa de la ensalada que me había tirado encima poco antes, me vengué poniéndome la suya. La verdad es que no me quedaba mal. El chico, por su parte, decidió permanecer con el torso desnudo (cosa que no le pensaba reprochar ni mucho menos). Fue entonces cuando me fijé en el enorme tatuaje que recorría su pecho. Parecian letras chinas.

-¿Es algo con un significado especial? –pregunté llena de curiosidad-. No sé, algún texto profundo sobre la existencia humana y su relación con los atunes salvajes.
-Es la carta de un restaurante –respondió impasible-. Creo que si buscas bien puedes encontrar algo con atún.
-Ajá, entonces no iba desencaminada. ¿Sabes que yo una vez estuve en China?
-¿De veras? –preguntó el chico visiblemente interesado.

Por supuesto, era una trola, soltada en el momento justo para escabullirme por la puerta trasera y refugiarme en el dormitorio. Craso error, pues me había metido en un callejón sin salida. Afortunadamente, junto a la puerta se encontraba mi gata Neko, aunque en casa todos la llamábamos por su apodo: salvaje gata del averno. Neko miró al chico fijamente, con los ojos ligeramente entrecerrados. Entonces se durmió. Algún día enseñaré a mis padres a poner apodos acordes a las característiscas del animal que los recibe.

En cualquier caso, el chico había entrado y había cerrado la puerta tras de sí.
En un intento desesperado por salvar mi vida, le señalé la cama con una sonrisa cómplice.

-Ya sabes lo que la gente suele hacer en las camas… -dije con voz sensual, intentando engatusarlo.
-¿Dormir? –aventuró el chico.
-Ehmmm. No. Algo un poco menos habitual que eso.
-¿Asesinar gente con nocturnidad y alevosía?

Me estremecí. Ciertamente, me había metido en un buen lío al quedarme ahí encerrada con ese pirado. Sí, muy guapo y todo eso... ¡pero quería matarme!
Asumido mi destino, decidí preguntarle el motivo por el que pretendía acabar conmigo.

-Las amebas epilépticas son una especie protegida. No puedo permitir que las uses para tus malvados planes de dominio mundial.
-Oh, así que se trata de eso –dije aliviada-. No hay problema. Las puedo sustituir por paramecios criogenizados, ¿no?
-Sí, eso puedes hacerlo.
-Entonces asunto resuelto –dije alegremente al tiempo que me tendía sobre la cama, acomodándome entre los mullidos almohadones.
-Ciertamente. Y creo que ahora empiezo a entender lo que decías antes de la cama –dijo tomando asiento a mi lado.

Sonreí pensando en lo bien que había acabado todo. Sonrisa que se borró con el primer almohadazo que recibí. Pero qué burro era el pobre. Suspiré. En fin, se iba a enterar…

Si eres menor de edad, la historia acaba con una divertida e inocente pelea de almohadas. Si no lo eres, o simplemente pasas de tanta ñoñería, la historia acaba como debe acabar, con pasión desenfrenada. Para ayudar a imaginar la escena, os recuerdo que el chico era un impresionante y apuesto joven de larga y oscura melena, ojos verdes, cuerpo cubierto de tatuajes y algún que otro piercing. Respecto a la chica… bah, qué importa la chica. ¿Es que nadie ha leído lo bueno que está el tío? Que le den al resto…

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Editado para convertir protegia en protegida y domino en dominio, y además cambiar una palabra repetida. Ah, y añadir un artículo que me comí.
Edito para corregir un verbo que no concordaba con el sujeto.
Ella podía crear un mundo nuevo y organizarlo a su antojo. Podía salir de su realidad y fantasear en una inventada que se hacía más real conforme más se lo creía.

Él tenía el don de la observación y el poder de hacer que cualquier mundo inventado por una mente cobrara vida y apariencia real ante los demás.

Ella desapareció un día de la realidad y quedó sumergida en su mente durante más de dos días, límite a partir del cual la vuelta no está asegurada.

Él buscaba con ahínco una historia para hacerla real.

Ella viajó el primer día a través de los colores reales, no los que conocemos vulgarmente la mayoría, una especie de verde-amarillento indefinible entraba por su oído izquierdo y salía a las dos o tres horas convertido en un nuevo color sin nombre por el derecho.

Él dibujaba sombras con un bic negro.

Ella viajó el segundo día a través de los sonidos tangibles, no los que comúnmente escuchamos, se sentaba en sofás hechos exclusivamente de las notas Do, Mi y Sol, y bebía dulces zumos de bemoles y silencios.

Él tarareaba una melodía improvisada en el autobús.

Ella viajó el tercer día por el universo entero. No sólo espacialmente. Viajó por el universo viendo su nacimiento y evolución, su desarrollo y su futuro. Comprendió inexplicablemente la mente, vivencias y sensaciones de cada ser que el universo había contenido o contendría dentro de sí antes, ahora y después. Comprendió todo. Porque todo tenía una razón. Y decidió volver cuanto antes para poder contarle todo esto al mundo, con la mirada encendida y envuelta en amor verdadero. El amor por todo, el que leemos en los libros y creemos que es ficción.

Él lloraba por algo que no sabía explicar. Aunque no se sentía triste en absoluto, al contrario.

Ella voló rápidamente buscando la salida a su mundo. Llena de amor, de energía, de felicidad. A través de bosques de lámparas de mesa del tamaño de abetos y ríos de dulce néctar de mandarina. Volando...el viento eran transparentes caricias de madre y a la vez los recuerdos felices de Peter Pan. Llegó a una explanada de caramelo, se detuvo, miró sus manos y se deshizo.

Él acabó de escribir un pequeño cuento absurdo que había empezado por puro aburrimiento.
He soñado contigo; lo hice por odio… Fue hermoso, vi, una y otra vez, como unos desconocidos te humillaban. Todo porque a ti se te ocurrió rechazarme de nuevo, me negaste tu amor con esa estúpida sonrisa, con ese maldito sarcasmo que sólo tú puedes conseguir.

Y es curioso, después del sueño descubrí como olvidarte, no entiendo como no lo había hecho antes, pues la única forma de hacerlo había estado delante de mis ojos en todo momento, tal vez sea que no quería verlo.

Ya no volveré a tener dolores de cabeza, a sufrir esas intensas jaquecas provocadas por el recuerdo continuado de tu ridícula risita,… voy a dejar que mueras, a acabar con tu vida,…

Imagino que no quieres que eso suceda, pero no tienes elección, no puedes huir estando atada de pies y manos, y por mucho que grites y llores nadie oirá tus lamentos, pues nos encontramos lejos, muy lejos, en esta vieja casa, nido de cuervos y ratas, que hace mucho tiempo cayó en el olvido.
No volveré a suplicarte, no volveré a pedir una oportunidad, no volveré a sentir que a pesar de quererme me niegas tu amor…

Hoy, será todo al revés, yo soy juez y tú la acusada. De nada servirán tus suplicas conmigo, de nada servirá tu lamento, por fin experimentarás todo mi dolor, todo el sufrimiento que me has hecho pasar todas y cada una de las veces que me has rechazado.

Aunque seré benévolo, no te humillaré… pero tu muerte será lenta, será cruel,…

Más te valía haberme hecho caso, y eso que te lo advertí: “Algún día será demasiado tarde” decía cada una de las veces que decías no, y tú siempre respondías con esa maliciosa sonrisita tuya. Y ahora después de tantas suplicas ya es demasiado tarde.

Es más, te diré lo que va a pasar: me arrodillaré de espaldas a ti, encañonaré mi boca con esta pistola y dispararé, tu cara y tu cuerpo se mancharán con mi sangre, se verán salpicados por mis dientes, por mi piel, y mi cuerpo inerte caerá a tu lado. De ese modo, contemplarás mi destrozado rostro, mis ojos sin vida, y ahí empezará tu dolor, tu sufrimiento, y tu muerte será el peor de los tormentos, pues morirás, desolada, contemplando el cuerpo muerto de tu único amor.


((Edito para poner espacio entre parrafos, que no me había coscao de lo tedioso que se hace leerlo así...))((Edito para cambiar un "sin vida" por inerte y otro por muerto, que no me había dado cuenta de que estaban tan juntos...))
(mensaje borrado)
Hola.
Herbert, creo que puedes poner tu relato como un nuevo post si alguien responde.
De ahí, este mensaje.
La puerta. Apareció de la nada, en el salón, justo donde unos instantes antes estaba la que da acceso al dormitorio y cerca del sofá donde me encontraba sentado. Ahora veía otra puerta, diferente y cerrada.

Sucedió precedido de un destello que inundó de luz la habitación. Lo primero que sentí fue sorpresa seguido por un torbellino de emociones: terror, angustia, histeria... para terminar creyendo que me había vuelto loco. Desconozco el tiempo que estuve en este estado y considero un milagro que mi corazón aguantase este ritmo.

Ahora entiendo que fue la puerta la que como si de un ser inteligente se tratase decidió liberarme del trauma. Mi ritmo cardíaco volvió a la normalidad y todo ese cúmulo de sensaciones dejaron paso a una sola: tranquilidad.

Ya sereno comencé a inspeccionarla minuciosamente. Aunque creo que la experiencia era compartida y ella también me observaba, o esa era la impresión que tenía, pero no me importaba.

Era una puerta normal, color marrón claro, de madera, quizás roble, demasiado austera y maltratada como así parecían demostrar los cortes que presentaba.
El marco, del mismo color, parecía en buen estado así como las bisagras que aparentaban ser excesivamente nuevas y de calidad. La manilla era metálica, brillante e increíblemente limpia, aseptica.
No tenía cerradura.
Incluso quedaba bien en el salón y le daba un toque exótico a la decoración. Podría dejarla y sorprender a las visitas haciéndoles creer que es lo último en diseño de interiores...
Pero que digo...apareció de la nada y eso no era normal.

Mi mano se acercó lentamente a ella y durante un instante escuche un sonido corto, como un gemido. Reaccioné bruscamente retirando mi mano y dando unos pasos hacia atrás, tropezando con la mesa de centro y tirando el cenicero y su contenido al suelo.
Hoy hubiese sido un buen día para dejar de fumar.

Estuve unos minutos sentado sobre la mesa pensando lo que hacer a continuación. Me levanté y volví a acercarme a la puerta. Esta vez mi mirada estaba puesta en los cortes y mi mano se acercó a uno de ellos, el más profundo y justo en el centro. Llegué a tocarlo suavemente, acariciándolo y la puerta comenzó a sollozar. Eran llagas, y esa puerta había sido herida gravemente.
Alguien o algo la había atacado y ahora se lamentaba en mi salón.
No puedo decir como lo supe en aquel momento. Estaba convencido de ello.

Me separé de ella, despacio y una idea sobrecogedora apareció en mi cabeza. ¿Qué había en el otro lado?. Mi habitación, claro. ¿O no?. La puerta era diferente y quizás el dormitorio también lo era.
¿Como averiguarlo?.

No tenía otra opción. Si quería saber más de este suceso tenía que armarme de valor y abrirla. Cuando acerqué la mano a la manilla la puerta lanzó un chillido desgarrador.

Esta vez no retrocedí ni me asusté, me quedé inmóvil, petrificado. La puerta había gritado de dolor y seguía haciéndolo. Quería ayudarla, quería que dejara de gritar pero yo seguía quieto.

Un golpe seco hizo vibrar las bisagras. Otro golpe más fuerte. Y otro. Estaban empujando desde el otro lado, intentando entrar al salón. Seguía paralizado. Los golpes cesaron pero la manilla comenzó a moverse. No tuve tiempo de reaccionar. Si algo quería entrar ya lo habría hecho. La puerta seguía cerrada y las bisagras aguantaban. Y todo se detuvo. Los golpes, los gritos, el movimiento frenético de la manilla. Todo.

Me aparté de ella y un nuevo destello la hizo desaparecer. Sabía que la extraña puerta se había ido llevándose con ella lo que había en el otro lado para siempre, quizás a otro salón, en otro lugar, a otra casa.
11Muerte

“Despertaremos eternos para morir fugaces”.

7:37, el reloj se desperezaba y un país vestía de luto, angustiado, entre titulares de última hora.

Una lágrima amargó el café que reposaba sobre la mesa de la cafetería, rompiendo el confuso silencio que dejan unas palabras rotas.
Se había parado el tiempo, se habían roto las agujas del reloj, todos habían salido de su burbuja y sentían el frío de la realidad.
Indivisibles, las voces sangraban tinta sobre pancartas y se unían bajo lazos negros.
Las calles se llenarían de muchedumbre bajo un mismo sentimiento.
Miles de sueños cercenados se perdían entre vagones, cientos de melodías ansiosas de respuesta se fundían en el caos, retumbando entre paredes teñidas de grana y humo.

Allí estaba yo, sentado entre vías y recuerdos, frente a gente que me observaba con ojos grises, con la mirada perdida. Nunca había imaginado a una persona abrazada por el hierro sollozando de dolor, nunca había visto tanta soledad en medio de tanta gente.
Las ventanas eran tridentes donde se ensartaban esperanzas mutiladas. Un móvil sonaba pero había respuesta.
Lejos, en la espesa sombra, vislumbré una figura que se movía tediosa hacia mí.
Apartaba cuerpos a su paso, arrastrando los pies. Arqueaba su espalda haciéndola crujir y preguntaba a cada asiento vacío algo inaudible para mí. Paso a paso se acercaba haciendo siempre el mismo gesto, la misma pregunta vacía.
Me temblaban las piernas y notaba el frío de la sangre mojando mis pies. Tragué saliva.

– ¿Me permite su billete por favor? – dijo con voz quebrada y mirada perdida mientras yo notaba el frío aliento del miedo en la sien.
– Perdone, pero… ¿puede decirme dónde vamos? – pregunté.

Hubo silencio.

– Hoy los trenes salen hacia el cielo.

Las luces del vagón parpadearon una vez más.

Hoy, domingo 3 de Febrero, ha vuelto a llover después de mucho tiempo.
Periódico “El actual”: una mujer de 29 años se dio a la fuga de la gasolinera Transcar tras repostar en ella. Tal fue la rapidez con la que huyó, que arrancó la manguera del surtidor de gasolina, quedándose enganchada al automóvil. Esta madrugada ha sido hallado abandonado en extrañas circunstancias el coche que conducía, con la manguera de repostaje aún insertada. Los especialistas buscan el cuerpo de la mujer en las inmediaciones de Montelvajer. Las autoridades no han querido hacer comentarios al respecto.



El sol está a punto de resbalarse por la curvatura de la montaña, cuando Anais entra con su Corvette 454 plateado en la estación de gasolinera. Se baja del coche, y empieza a servirse. Un hombre vestido con un mono tan ajado como su rostro le sonríe desde la tienda. Ella mira hacia los lados, nerviosa, esperando poder tener tiempo. A lo lejos de la carretera ve una mancha negra acercarse a gran velocidad. “¡Son ellos!”. Entra rápidamente al vehículo y con un rugido deja la estación de servicio. Empieza a oír extraños ruidos, golpes que vienen de la parte de atrás del coche. Clonk, Clonk

“¿Qué es eso? ¡No puede haberles dado tiempo a entrar en mi coche!” Mira por el retrovisor interior y se imagina una sombra en el asiento trasero, se gira y lo comprueba directamente: Nada. Mejor dicho...nadie. Los retumbos extraños siguen sonando Clonk, Clonk, cómo si alguien se hubiera agarrado a una cuerda y colgara tras el coche. Y entonces es cuando ve por el retrovisor la manguera del surtidor, colgando y golpeando los laterales. Con tanta prisa se había olvidado de lo que estaba haciendo. Grave error. Ahora seguro que el anciano de la gasolinera se habría quedado con su matrícula para poder denunciarla por tal desperfecto. Y cuando le preguntaran que números eran, ellos la encontrarían más rápido.

Exhausta, cogió la primera carretera secundaria, y después otra, y otra más, hasta que ni ella sabía donde estaba. “Si estoy perdida, ¿cómo me van a encontrar?” Ella misma se respondió: “Te encontrarán, siempre lo hacen, y si no corres lo suficiente, no habrá más carreras. Te van a coger”. A medida que la angustia se fijaba en su pecho, la noche iba cerrándose. “Hasta la luna se esconde mejor que yo”. Empezó a ascender por un camino precariamente asfaltado y retocado con alguna señal conocida. Una débil niebla le acompañaba desde hace rato, cada vez subía más y veía menos.

“¿Una persona??” A la derecha de la calzada, junto a lo que probablemente sería una buena caída entre árboles y arbustos afilados, había una figura, quieta, mirándola. “¿Acelero? ¿Freno? ¿Le atropello? ¿Y si no es de ellos? ¿Y si sí?” Con tales dudas lo único que se limitó a hacer fue continuar igual, a la misma velocidad, con la cabeza fijada en la figura. Era una señal de Recomendado 80. No era una persona. “Eres tonta, ¡cómo puedes confundir una señal con una persona!”

La niebla se va haciendo más densa, ya solo puede ver a dos metros delante suyo, siendo positivos con la estimación. Anais conduce tensa, con los ojos grises enrojecidos por la falta de sueño, mientras se toca el pelo. “¡Otra persona! Venga, no seas estúpida, será una señal” Pero esta vez no se ha equivocado, pasa a escasos 50 centímetros de una mujer desdentada que la mira con vacuidad. Su camisa floreada queda triste en esos huesos tan marcados. Agarra más fuerte el volante, cómo si fuera de gran utilidad, y acelera. La siguiente señal es un Ceda el paso. “¿A quién??” Desorientada, aminora la velocidad y mira a los lados. Está pasando por una intersección pequeña, seguramente para animales. A la izquierda nada, arena, y a la derecha, un hombre con barba y camisa holgada le mira sonriente, levanta las manos y le muestra su color. “¡Sangre!” Ahora si que acelera, rompiendo el silencio espectral de las montañas (si es que es ahí donde está subiendo).

Pasados unos kilómetros, vuelve a ser consciente de unos golpes en el coche. Clonk, Clonk La manguera sigue ahí. Tendría que bajar a quitarla. Debería hacerlo. Al lado de una señal de Recomendado 60 ve a una adolescente, con un vestido gris desgastado ondeando al viento y confundiéndose con la niebla. Casi parece que es solo una cabeza, mirándola, avisando de que la han encontrado, de que vayan a por ella. Anais saca la lengua para lamer sus propias lágrimas saladas. Está tan cansada, tan harta de huir que casi está decidida a parar. Pero tiene miedo. Esas personas...¿qué harían con ella?

Periódico “El actual”: nuevos datos sobre el Caso del Surtidor. Aunque la policía ha intentado ocultar datos a la prensa, hemos podido saber por fuentes de confianza que el coche estaba lleno de sangre. No era de mujer.

Su reloj marca las 2:02 am, pero podría ser cualquier hora, cualquier día, cualquier lugar. El cinturón de niebla sigue asfixiándola, aislándola y atrayéndola cada vez más. Ya no se fía de las señales desde que vio la de: Recomendado a lo que quiera, total, ya es nuestra. Para no perder la cordura intenta cantar algo que le anime, pero solo recuerda una canción infantil que ahora le parece tétrica. De repente tiene una sensación, la niebla “¿se está disipando?” Al menos ve más lejos que dos metros, ¡incluso tres! “Puede que lo logre.”

Con ese nuevo campo de visión le da tiempo a ver cómo aparecen dos hombres de la mano justo en medio de la carretera. “No van de la mano, llevan algo en ellas”. Frena de golpe. Clonk!, se queja la manguera del surtidor. No le ha dado tiempo a detenerse a tiempo, y los dos hombres caen al suelo. Uno de ellos se levanta con bastante ligereza y se dirige hacia la ventanilla del conductor. Anais comprueba histéricamente que los pestillos están en efecto cerrados “¡Vete!” Le grita sin darse cuenta que no ha dicho nada. Arranca de nuevo e intenta acelerar, pero nota el tope que hace el otro hombre tumbado en la calzada. “Me van a coger, al final lo van a conseguir”.

Periódico “El actual”: la aterradora verdad sobre el Caso del Surtidor. La sangre hallada en el coche era de dos hermanos, J.M.G. y P.M.G., que estaban haciendo autostop para regresar a casa a ver a su madre enferma. No se tienen pistas concluyentes sobre la identidad de la presunta asesina. Lo único que se sabe es que su pelo es negro, corto, y que llevaba un peto vaquero. La policía está trabajando con el gasolinero para realizar un retrato robot.

Anais decide hacer un plan de contra-ataque, no quiere morir de forma tan indigna, tan atrapada. Abre la puerta de un tirón, propinándole un buen golpe al hombre que quiere delatarla. Sale del coche y lo pisotea. “Esto no es efectivo” Lo arrastra como puede hasta el coche, y coloca su cabeza a la altura del cierre de la puerta. Con 4 golpes se queda segura de que no podrá avisar a ellos de dónde se encuentra. El otro hombre está más lejos y tarda más en arrastrarlo hasta su nueva arma, que ella en su mente llama “la encerrona”. Una vez que se siente a salvo, echa a rodar a esos dos inmundos hombres que querían atraparla y los suelta por la pendiente arbolada. Respira profundamente. Mira hacia atrás y, al ver una señal, empieza a correr hacia la niebla que la antecede.
*Madruga del Domingo*
Contengo mis lágrimas, para que mi hermana no me oiga llorar, son las 3:37 y acaba de llegar de fiesta. Yo estoy tumbado e inmóvil en mi cama con la cabeza tapada simulando que estoy dormido.
El porqué, se debe a hace dos días atrás, morí por dentro y aun no he resucitado…
Mi vida actual me repugnaba.

* Viernes noche; 2 días antes…*
ELLA. La chica por quien dejaría todo y lo daría a la vez.
La que después de tanto tiempo anhelándola, escribiéndole impersonalmente, soñando con ella despierto y dormido, la tenia sentada enfrente a mí.
En nuestro cotidiano bar de las sillas naranjas, íbamos a hablar de eso. Tras de que yo le hubiera pasado ese enlace una semana atrás, que habla de mis sentimientos, de todo lo que he escrito desde hace más de un año referido a ella, a mi quimera.

Los dos sabíamos porque estábamos allí. Sabia que nuestra conversación llegaría a un momento culminante e incomodo, pero yo no quería que fuera nada más comenzar, a si que empezamos con lo más genérico.
Mis nervios afloraban en mi apariencia: tragaba saliva, evitaba mirarla a los ojos y me trababa demasiadas veces. Era lógico y sé que ella lo notaba.
Necesitaba un respiro y busqué una excusa.
-Voy un segundo a mear- dije.
Ella asintió.
Fui al baño, repare unos segundos frente al espejo en mi reflejo, me refresqué la cara con agua mientras repasaba mentalmente todos mis argumentos preparados (sacados de mis noches de insomnio de la última semana). Besé mi colgante, sequé mis manos levemente en el pantalón y salí con todo el coraje que pude recoger de mi interior.
Y volví a sentarme junto a ella, la mire, estaba demasiado tranquila y eso me incomodaba más aun.
Era el momento, ahora o nunca.
-Bueno…, vamos al tema que nos acontece…- dije tenso.
Ella cambio levemente la expresión de su rostro, y esbozo una sonrisa.
Ahí me cortó, yo mire a otro lado.
-No, no me rió por lo que vas a decir, es que me hace gracia como lo has dicho – se exculpó.
Yo guardé silencio y continué.
-Ya sabes lo que siento hacia a ti, has leído todo lo que te puse -.
-Mi cabeza no piensa en otra cosa que no seas tú, me tienes hechizado, no sé que me pasa contigo en serio; ¿cuál es el veneno que me has dado?. Tú sabes como soy, que no soy de los que dicen estas cosas por decir-.
Su expresión fue cambiando tras una estela de seriedad.
-Te lo dije hace un año, lo he intentado disimular cuando estaba frente a ti, pero ya has leído lo que siento. Era mi única forma de desahogarme, escribir de ti; sobre ti, sobre lo que siento.
Pero ha llegado un momento que no era suficiente y no me ha quedado otro remedio más que decírtelo.- insistía.
-Bla, bla, bla, …-.
[…]
¿Para que seguir? Si ya casi ni me acuerdo (o no me quiero acordar) de la conversación y ya se sabe como va a acabar, MAL. Lo sé ahora y lo supe desde que le empecé a hablar aquella noche.


* Miércoles tarde; 3 días después…*
17:19 PM.
Soy prisionero voluntario en mi habitación. Y me oculto tras un “No conectado” en el Messenger.
Llevo varios días sin salir de casa y estoy fatal, el finde pasado fue horrible, el peor de mi vida –creo-.
Ahora mismo estoy tumbado en mi cama escuchando “La maqueta” de Estopa. Necesitaba algo que tuviera carga de sentimiento en sus letras, mi elección ha sido acertada.
Estaba entre la vigilia y el sueño, dudando si lo acontecido tiempo atrás había sido real. Conforme me despertaba me daba cuenta, mas intentaba engañarme a mi mismo haciéndome el dormido para fingir que solo había sido un sueño. Pero eso no se puede hacer. La vida es así, la realidad es la verdad y los finales felices solo pasan en las películas…



Y encima estoy en paro, hay que joderse…


Pd. Basado en hechos extremadamente reales.
El 4-10-2008 morí.
"El Beso"

Estaba apoyado delante de su puerta, por lo tanto era irrebatible que lo había visto. Se inclinó para recogerlo y en su cara se manifestó la más lógica sorpresa. Lo sostuvo bajo el brazo como pudo. Era bastante amplio. Rebuscó con la mano que le quedaba libre dentro del bolsillo para alcanzar sus llaves y después de unos momentos de torpe incertidumbre consiguió entrar en su piso.
Todo estaba oscuro. Caminó hasta la sala de estar y encendió la luz. Dejó el paquete sobre la mesa y acto seguido se quitó la chaqueta, después fue a su habitación. La sala de estar se quedó silenciosa y serena. Minutos después nuestro protagonista volvió a la sala totalmente cambiado. Su ropa era cómoda. Un batín color burdeos bien atado por su cintura. Zapatillas de andar por casa. Un cigarrillo en la boca y la misma cara de lógica sorpresa. Se encontró asimismo mirando el bulto que reposaba encima de la mesa. << Ábrelo>> dijo su cabeza. Y el lo abrió…

La nota adherida decía en una impersonal letra mayúscula: “Sustituye aquel espantoso cuadro”. Era una lamina enmarcada de Gustav Klimt…era “El beso”.
Su vista se deleitó con los colores. Lo había visto antes y le resultaba familiar. Nunca tuvo especial dedicación por el arte y no supo ponerle nombre. Cogido por sus extremos lo elevó hasta dejarlo a la altura de sus ojos. Justo por encima del marco podía observar la pared con el cuadro horrible que la anónima nota le suplicaba sustituir. Y pese a su escaso conocimiento en pintura sabia diferenciar un cuadro agraciado de otro horrible.
Aceptó el regalo de buena gana y se acercó al horrible cuadro para sustituirlo.
Posó a Gustav en la base de la pared y se dispuso a descolgar el otro cuadro. Hasta hoy no se había fijado lo realmente horrible que era y le pareció deliberadamente atroz. Se sintió raro. Lo sujetó con firmeza por los lados. Lo levantó para salvar la escarpia y lo separó de la pared para posarlo en la mesa. Pero… ¿qué es eso? ¿Qué curioso secreto desvela el viejo cuadro? Un agujero…un pequeño agujero en la pared.

Estampó el cigarrillo en el cenicero y arrugado, quedó dando vida a un frágil hilillo de humo. Su rostro quedó comprimido por la curiosidad. Ese acto tan primitivo, tan humano. Curiosidad. Las yemas de sus dedos se acercaron al frió tacto de la pared. Su ojo ya estaba próximo a aquel orificio y miró a través de el. Descargó toda su curiosidad en aquella estancia y su pupila osciló caprichosa, pues en aquel lugar había luz.

La visión a través de aquel agujero no era amplia, sin embargo era suficiente para distinguir unos cuantos elementos; Una mesa central, varias sillas alrededor y la pared que los rodeaba en el fondo. La luz era tenue y anaranjada. No se oía nada ni se veía a nadie. Sin embargo era lógico pensar que alguien se encontraba al otro lado.
Siguió con el ojo pegado al agujero. Durante uno, dos, cinco minutos. Diez, quince…veinte quizás. Se acordó que tenía que cenar. <<Dos minutos más>>. Allí no pasaba nadie.
<< ¡Que tontería!>> pensó. Se despegó lentamente del agujero, agarró el cuadro de Gustav y lo colocó en la pared dejando así oculto el agujero.
Cenó bien y no encendió la tele. Se pasó toda la noche observando el cuadro. Eso… o se imaginaba lo que podía haber detrás. El ser humano como hemos dicho antes es curioso por naturaleza.

7:30 de la mañana. El zumbido del despertador era molesto. Intentó sin mucha precisión detener la alarma y cuando lo logró un suspiro nació de su boca. No pudo dormir demasiado. Toda la noche se estuvo removiendo en su cama. Cuando consiguió dormirse apenas le quedaba tiempo antes de levantarse. Era difícil acostumbrarse a una nueva cama. Tan solo hacia una semana que se había mudado y seguía desconcertándose al despertar. Malhumor, ducha, desayuno escaso. Pese a vivir en sitios distintos, la formula diaria permanecía invariable. Un vaso de leche tibio sin nada para acompañar. Nunca se le abría el estomago a esas horas.
Llevó el vaso al comedor y se sentó a bebérselo tranquilamente en el sofá. Ya estaba vestido y todavía le quedaban diez minutos antes de salir de casa, por lo que bebió a sorbos lentos. Cuando llevó el vaso a la cocina le brindó a “El beso” una mirada furtiva. Antes de coger las llaves del recibidor se acerca al cuadro y lo levanta dejándolo a continuación en el suelo. Acercó su ojo al agujero y no vio nada. El otro lado parecía haber sido tapado con algo.
Le fue inevitable pensar, durante el trayecto en coche, que otro cuadro tapa el agujero por el lado contiguo de la pared. Le fue inevitable pensar el “porque” el inquilino de al lado a dejado libre el orificio por la noche. ¿Acaso también el esta siendo espiado? No pudo evitar reírse ante la absurda situación de dos personas coincidiendo en el agujero para espiarse pero antes de profundizar en ello, un coche se le cruza sin señalizar y rompe a insultar por la ventanilla. El tema del agujero se difumina de su cabeza. Al menos por ahora.

Nueve horas después se encontraba ante su puerta volviendo a rebuscar en sus bolsillos. <<Debo comprar un billetero>> piensa al intentar a tientas separar las monedas de las llaves. Entonces oyó el ruido del portal. << ¡Alguien sube!>>. Se apresura ante la duda que le asalta. Realmente conocía de vista a los vecinos del primero, pero…¿Y si fuera el inquilino de al lado? Cuando nota que el sonido de pasos se acerca, sobreentiende que no son los vecinos del primero. Alguien estaba subiendo al segundo…su piso. Abrió rápido la puerta intentado evitar toparse con su vecino. La escena era infantil y lo sabía. El tema del cuadro había tornado la situación un tanto violenta para el. Intentó no hacer mucho ruido al cerrar y se quedó pegado a la mirilla para espiar. <<Otra vez>>.
En cada piso del edificio había dos viviendas. Puerta contra puerta. La mirilla no dejaba ver el paso de escalera. Pero de pronto una figura irrumpió en el pequeño zaguán de tres metros que separaba las dos puertas. Para sorpresa de nuestro protagonista, era una chica joven. La deformación creada por el cristal no dejaba ser generosos en la descripción, pero había cosas evidentes. La chica era rubia, la chica era alta…la chica era atractiva. No vio su rostro. Lógicamente ella no se giró en ningún momento mientras acertaba rápidamente con las llaves. Tan solo al cerrar la puerta se pudo distinguir durante medio segundo el perfil de su cara, del cual no retuvo ningún detalle destacable.

No cenó. Miraba el cuadro sumido en un enfrentamiento moral. Se veía poseído por la atracción de espiar. <<Es bastante atractiva>> pensó. Un calor le recorría el cuerpo y
le vino a la cabeza la absurda imagen de la mañana. <<¿Y si ella también está mirando?>> De repente se dio cuenta de lo que estaba diciendo. <<¿Por qué iba a querer espiarme?>>. Intentó pronunciarse a si mismo un refrán pero realmente no lo recordaba. Al cabo de unos minutos se levantó. Eran las 23:11 y no tenia sueño. Pensó en probar suerte. Se acercó a la pared y puso la oreja sobre el tabique. Frunció el ceño e intento concentrarse. Estaba retrasando patéticamente lo inevitable y se le ocurrió una cosa. Se situó debajo del cuadro y sujetándolo con los dedos desde abajo, separó levemente el marco. Quería comprobar si algo de luz se proyectaba sobre el reverso del cuadro. Y no pensó mal. Allí había luz. Volvió a dejar el cuadro en su posición original y entonces empezó a comprender. <<Esta mañana el agujero estaba tapado, nada mas llegar ella, vuelve a haber luz, ¿acaso quiere que la mire? ¿fue el cuadro un obsequio suyo?>> No pasó ni un minuto y ya había descolgado “El beso”. Su ojo, volvió a acercarse al agujero…
La estancia volvía a desprender un tono anaranjado y parecía que no se encontraba nadie en la habitación. La mesa permanecía desierta. Ningún ruido y ninguna sombra. Así durante unos cinco minutos aproximadamente. Al cabo de ese tiempo algo ocurrió y ante el se dibujó una escena. Un hombre y una mujer con los rostros enmascarados y envueltos en la desnudez aparecen de pronto tras la mesa. Están frente al agujero de forma casi deliberada y adoptan una postura casi marmórea. Están separados unos pocos centímetros. Cara a cara. Todo parece ensayado. De pronto se tocan y el pone su mano sobre el pecho de ella. Empieza a apretarlo suavemente y después ella le sujeta el miembro comenzando la masturbación. Hacen el amor sobre la mesa. El sudor recorre la frente del incrédulo. El ritmo del coito se precipita. Nuestro “Voyeur” traga saliva y capta un detalle. Bajo la mascara de ella asoman varios cabellos rubios. El hombre por fin se corre. Nuestro “Voyeur” pese a no dar crédito, también se corre.

La escena se repite un día tras otro...una noche tras otra. Y también se repite el mismo rito. Cada vez los coitos son más intensos, más salvajes, más violentos. El hombre golpea a la mujer y la mujer golpea al hombre. El hombre muerde a la mujer y la mujer hace sangrar al hombre. Mientras tanto nuestro protagonista se hunde en una espiral de salvajismo tras el agujero. Día a día presencia la escena y a cada día que pasa se siente mas obsesionado, hasta el punto de no dormir. Hasta el punto de no ir a trabajar. Y aunque sabe que la pareja solo aparece de noche, el no deja de espiar a todas horas. En ciertos momentos comprueba como alguien quita el cuadro de la otra habitación y se deja ver la estancia, pero nunca hay nadie, solo cuando llega la noche vuelven a aparecer los misteriosos amantes. Pasados varios días empieza a comprender que se esta convirtiendo en testigo de algo atroz y surrealista. Se siente espectador de un sueño sin sentido. Empieza a tener miedo y a temer por su seguridad. Su vecina sabe que esta siendo espiada y a su vez parece disfrutar con ello. ¿Por que? ¿Que sentido tiene? <<¿En que perversión estamos atrapados?>> piensa.

Cuatro noches después se rompe el rito. Esta vez solo esta el hombre. Como siempre desnudo y enmascarado. Esta situado muy cerca del agujero, esto hace que nuestro protagonista se sienta casi intimidado. El hombre tiene un papel en la mano y sorprendentemente lo muestra para que "Voyeur" pueda leerlo. Hay algo escrito de forma casi atropellada. “Va para tu casa...Mátala o ella te matara a ti".
Como si una ceniza incandescente se le hubiera colado en el ojo, se despega del agujero y gime. Intenta pensar en lo que ha visto, pero no lo consigue. Esta saturado. Se para un momento e intenta escuchar. Su vecina ha salido de casa y la puerta se ha dejado oír claramente. Mientras, nuestro protagonista corre hacia la cocina y se hace con un cuchillo. Justo en ese segundo suena el timbre de la puerta. Rápidamente se acerca y observa por la mirilla...Esta oscuro. Sigue sin poder pensar y actúa por algún impulso que no puede controlar. Toma una bocanada de aire y abre la puerta. Lo que ocurre después es rápido y difícil de explicar...

La sangre se deslizaba por el suelo y se acercaba caprichosamente a sus zapatos.
Su pulso temblaba y su rostro era la mueca de la confusión extrema. Dejó caer el cuchillo y se arrodilló junto al cuerpo de la joven.
Aun respiraba y sus labios trémulos intentaban emitir una última palabra. Lo que debía ser algo revelador se convirtió en un sonido ronco y desgarrado. La joven había muerto.
En la mano sostenía una nota. El se la quita delicadamente. Esta hecha prácticamente una bola por la fuerza ejercida durante el ataque.
La lee con calma, y conforme lo hace su vista se enrojece, pero no de tristeza ni de furia, ni si quiera de dolor. Es un estado de locura. No da crédito a lo que lee.
Arruga la nota y la tira al suelo. Se levanta y sale corriendo hacia la casa de la vecina. Al entrar al apartamento todo su micromundo sufre la implosión de algún tipo de Big-Bang. Nada parece como lo había estado observando todos estos días, ni si quiera el papel de las paredes es el mismo. <<¿Donde esta la mesa? ¿Donde esta el hombre enmascarado?>> Se gira varias veces sobre si mismo hasta que lo ve. Allí en la pared del comedor. Colgado sobre una escarpia...

"El Beso"...

Posó el cuadro sobre el suelo repitiendo mecánicamente el mismo movimiento que venia realizando en su apartamento todas estas semanas. Y cuando esperaba ver eso mismo (su apartamento) tras el agujero, observó algo extraño y familiar a la vez. La misma habitación, la misma mesa, las mismas sillas, la pared, aquella luz anaranjada. Y llorando de consternación volvió a ver aquella pareja jodiendo sobre la mesa como engulléndose el uno al otro. Esta vez no se golpeaban. No podían parar de reírse. Desenfrenados, histéricos…Se reían de el… patético “voyeur”. Deformando su realidad como en una película de Lynch.

Separa el ojo y lo entiende todo. Una habitación contigua a dos viviendas. Dos vecinos engañados y un asesinato. El juego de dos locos. Escritores de un guión atropellado, como las notas de los cuadros. Ahora entiende lo que acaba de leer en el rellano junto al charco de sangre de una inocente.

Comprende con miedo y fascinación que alguien en ese edificio a cometido el crimen perfecto, y el a sido sin quererlo el arma del homicidio.

FIN.
Pasando del rizo


A la izquierda de ese pelo está el rizo. El bucle más desenfrenado de todos. El que caracteriza una cabellera como la tuya. Si lo atraviesas con tu vehículo puedes descubrir unas praderas de hierba recién cortada, con las primeras gotas de rocío matinal. El rizo se asemeja a las ramas del alcornoque milenario del centro de tu corazón. Lo sé, porque lo he visto. Detrás de la taberna hay un puente formado por un grupo de tubos que, al atravesarlo, nos lleva a un paraíso poco convencional, con una cascada y muchos animales y flores silvestres. Pero no hay hogar, así que más vale marchar porque no podremos descansar aquí. Hay mucho alboroto y los insectos no nos gustan. Y volvemos a bordear el bucle fantasioso que ya habíamos visto. Nos quedamos mirando. Luego tú sigues caminando y me quedo yo sólo. El cielo estrellado con el Sol majestuoso presidiendo las alturas desde su carro tirado por caballos dorados. Me giro y veo que estás llamándolo. Me miras y te subes en él. Y me haces una señal. Voy corriendo pero tropiezo. Es otro rizo. Helios se eleva contigo encima y nuestros ojos cruzan una intensa mirada. El suelo me impide correr por una extraña razón. Se me resbalan los pies y al cerrar los ojos cambio de posición.
En un momento se ha ido el Sol; muy lejos. Estoy asustado. Pero sé que volverá. Sé que no será la última vez que le vea. Y pasaremos el resto de días al lado de ese tirabuzón. Impecable, destellante. Subiremos por él y no dejaremos que el Sol nos separe. Llegará la lluvia y te querrás ir con ella. Pero no te irás porque habrás encontrado mejor compañero. El aire tampoco es una opción.
Quiero que vuelva. No puedo comerme este pingüino yo sólo. El rizo espera. Es la última galleta y empieza a derretirse el chocolate. Pero eso es bueno. Si se derrite el chocolate es porque hace calor. Y si hace calor es porque el Sol no anda lejos. Y efectivamente. Junto a mí, a mi espalda se encuentra ella, en una moto voladora, lista para emprender el vuelo a un rizo inalcanzable. Subimos y subimos y ya arriba, nos besamos.
Sinceramente prefiero el pelo liso.
Estaba esperando a la sombra del edificio,esperándola a que saliera y verla otra vez,solo una última vez antes de que todo terminase. De repente,ella salió,me vió y se alejó rápido.
No huyas le grité,pero no se volvió,siguió conrriendo lejos de mi,no podía permitirselo,ya era suficientemente horrible no poder tocarla,no poder sentirla como para que huyera de mi de esa forma,ella,mi pasión,mi corazón.
Te entregué todo,¿tu me querías no? ¿Que cambió en este tiempo? Espera,no huirás nunca más de mi,nunca mas lo harás,te lo prometo,te lo juro.
Saqué la pistola y disparé una vez,y otra,y otra,cayó al suelo,la recogí entre mis brazos,ya nunca más volverás a huir de mi,te lo prometo,te lo juro,mi amor.
Oí las sirenas al fondo,pero no me alejarán de ella,antes me iré contigo,antes partiré junto a ti.
Me doy cuenta de que ya echo de menos a mi ex mujer y a mis hijas. No hace ni media hora que apretaba sus cuellos entre mis manos en unos momentos, diría que incluso placenteros, hasta que sus músculos dejaban de luchar y entonces yacían inertes. Ahora quisiera volver atrás. Seguro que cuando salga a la calle me preguntarán por ellas y no sabré qué contestarles y pasará el tiempo y me descubrirán y me llamarán psicópata cuando se enteren de lo que he hecho, me querrán linchar, me odiarán y me encerrarán para siempre. Lo he pensado mucho, pero la muerte, por suerte o por desgracia, no tiene vuelta atrás. Me apetece una cerveza. Voy a salir a tomar el aire. Creo que ya me encuentro mejor.
Historias cortas?

Yo tengo una....

Erase una vez Periquillo Sarmiento que fue a cagar y se lo llevo el viento. FIN

P.D. No me mateis xD

Si gano mandadme un privado que no suelo postear por aqui, Graciasss! [+risas]
kiim_pnk está baneado por "usar clon para saltarse baneo"
Allí estaba. Toda vestida de blanco.
Como siempre, tan hermosa, tan radiante que hasta el sol tendría envidia de ella.
La observé caminar hacia el altar del brazo de su padre al ritmo de la música. De fondo se oía la marcha nupcial (poco original, todo hay que decirlo).
Cuando pasó por mi lado, nuestras miradas se cruzaron y pude sentir aquel habitual y placentero dolor clavándose en mis entrañas. Pero ella no se detuvo. Siguió andando hasta que llegó al lado de mi viejo amigo Pablo, el novio.
No podía entender cómo habíamos llegado tan lejos. Se suponía que no íbamos a retrasarlo hasta este punto. Cada vez que yo le preguntaba si ya se lo había contado, me contestaba que aún no se le había presentado el momento adecuado; hasta que, hará menos de un mes, dejó de contestar a mis llamadas, y a mis e-mails, y a mis mensajes.
No supe nada de ella hasta que la invitación llegó a mi casa.
Sentí como si todo hubiera sido un sueño y hubiera sonado el despertador.
Me limité a aceptar que todo había acabado y seguí con mi vida; sin embargo, dentro de mí, una gran parte de mi alma aún tenía la esperanza de que en cualquier momento ella me llamaría, o, aún mejor, aparecería en la puerta de mi casa con una de sus maravillosas sonrisas.

Pero nada ocurrió, e incluso en ese momento, en ese mismo instante, viéndola de la mano del que había sido mi amigo, me quedaba alguna esperanza.
El repentino silencio me sacó de mis pensamientos. El cura había dejado de hablar y la estaba mirando como esperando una reacción por su parte, una respuesta.
-Sí, quiero.

En ese momento se oyó un disparo. Ella gritó.
Cierro.
Los dos últimos relatos quedan fuera de plazo... y el penúltimo, por favor, solemos hacer "consursos" medianamente serios, nada de rivalidad pero sí escritos de calidad.... si no te apetece participar, no escribas; todos te lo agradeceríamos.
Además, ese texto es un plagio de otra obra, y aquí, siempre escribimos cosas propias creadas por nosotros. ;)
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