Y si fuera ella?

Como el tabaco, mis dientes mastican la rutina y tu indiferencia. A lo bruto y de forma tosca.
La masco y escupo un pedazo, mientras mi saliva se va filtrando y la ablanda, la mezcla se va deshaciendo poco a poco.

Mientras camino con las gafas de sol, como un tipo duro de las películas americanas de los años 50 y 60, no como los fantoches de ahora. Al estilo de la old school, cuando lo neoretro de ahora era la recién salida novedad que nos venden ahora como recién inventado (aunque ahora masificado por los videoclips y Fama estén de moda los 80 y sus amplia variedad de colores).

Nadie me mira (mi intención no es ni mucho menos esa), pues va cada uno a lo suyo caminando y ya tienen bastante con lo suyo como para fijarse en mi y mi actitud.

Esta mañana cuando me desperté me sentía nuevo, verdaderamente este si que había sido un sueño reparador, era otro.
Mi inseguridad junto con mis miedos y temores se habían esfumado, y no quería saber donde. Allí donde moraran, estarían bien.

Mis agallas se había acrecentado misteriosamente de forma exponencial, una recién nacida aura de positiva de un invisible cían intenso se desprendía de mi ser y solo era perceptible por unas pocas personas especiales también, no para la inmensa mayoría.

Mis manos, semimetidas en los bolsillos de los vaqueros se mecían al compás de mis pasos, con una pose desenfada, relajada y muy segura. La estela de mi camino sesgaba la monotonía de la gris ciudad entre todos los urbanitas, que allí deambulaban sin destinos senténciales.

Entre toda la multitud me cruce de nuevo con ELLA, esa presencia que viaja de un cuerpo en otro, que hace que te atraiga esa persona de una forma muy similar a aquella otra, aunque no sean la misma. Tal y tan bien como decía Alejandro Sanz:

“y la encontraré de nuevo
pero con otro rostro y otro
nombre diferente y otro cuerpo.
Pero sigue siendo ella, que otra vez me lleva;”


Pues eso, que era ELLA.

Mis ojos tras los cristales polarizados, la pudieron contemplar tal y como avanzaba de forma inversa a la mía. El tiempo se ralentizo (a lo bullet-time como en Matrix).
Como siempre mi timidez me impidió mediar palabra, realizar gesto alguno para poder entablar algún tipo de comunicación con ella o llamar su atención. Nada.

Pasó frente a mi y luego de largo entre todo ese tumulto. Ni yo gire, ni ELLA.
Mis ojos la siguieron en todo momento sin girar mi cabeza.
Otra vez ocurría, una de tantas más y esta vez, en pleno día.

Seguí mi camino, repare mentalmente en visualizarla en mi cabeza con toda la nitidez que me permitían las interferencias que me provocaba la música de mi MP3 que iba escuchando, pues me costaba pensar y escuchar música al mismo tiempo (no soy multitarea).

Tras todo esto, que es una menudencia, llegue a mi destino y quede mentalmente que lo escribiría con toda la fidelidad posible al llegar a casa (todo esto dicho en mi cabeza para mi mismo con tonalidad de Talkbox).

Solo me quedaba el consuelo de siempre, el de volver a cruzarme con ELLA y lograr llamar su atención…

Y esto no es el FIN, no.
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