Lazos de Sangre. Capítulo 36: Dos almas, un solo corazón.

La enfermería de los Hunters se encontraba en el tercer nivel del subterráneo, uno de los lugares más seguros del complejo y, por tanto, más adecuados para albergar heridos y enfermos en caso de ataque. Las diferentes habitaciones se repartían al lado derecho de largo pasillo que comunicaba con el ascensor principal del complejo formando una interminable hilera de puertas metálicas perfectamente selladas por motivos de seguridad. En el lado izquierdo, por contra, el número de puertas era menor y estas estaban mucho más separadas entre sí, lo que indicaba claramente su mayor tamaño respecto a las primeras. Además de esto, sobre cada una de las puertas aparecía un pequeño panel digital que indicaba el número, nombre y estado de la sala junto a un símbolo de peligro biológico. Algo no muy extraño teniendo en cuenta que aquellas salas eran en realidad los laboratorios del complejo.
Álam se encontraba precisamente en una de estas salas, una amplia habitación cuadrangular dividida en dos secciones y cuya puerta era la más próxima al ascensor. La sección menor, un pequeño rectángulo situado en la parte más alejada a la puerta, estaba ocupada casi por completo por diversos aparatos médicos cuyos usos escapaban por completo a cualquiera no acostumbrado a los trabajos del laboratorio. Entre estos, justo el centro de la sala, destacaba un gran cilindro metálico de color blanco que flotaba suavemente a medio metro del suelo guardando en su interior el objeto de la repentina actividad en aquel apartado laboratorio.
El cilindro, de apenas dos metros y medio de largo, era lo que los médicos llamaban una "cámara de restauración nano", una forma simple pero a la vez bastante descriptiva de definir el funcionamiento y utilidad de aquella joya de la tecnología humana. A través de su única ventana podía verse el extraño líquido anaranjado que contenía y la cabeza de su joven ocupante que flotaba inconsciente, sin máscaras de respiración ni ningún tipo de aparato conectado directamente a su cuerpo.
Aquel aparato era en realidad una gigantesca probeta de cultivo, un contenedor diseñado para mantener un equilibrio en el suero biológico que contenía y asegurar así mismo su esterilidad permanente. El líquido en si, estaba formado en su mayoría por células embrionarias disueltas en una solución altamente enriquecida, aunque lo más importante no eran estas células en si, sino las diminutas máquinas que se movían entre ellas.
Los nanos, como se había dado en llamar a las unidades de manipulación remota de tamaño infracelular, eran la base de la medicina moderna desde hacía casi tres décadas y en combinación con aquella sustancia constituían el mayor logro médico de la historia humana. La máquina analizaba el cuerpo de su huésped, buscaba los daños y los transmitía a los billones de nanos contenidos en su interior que se desplazaban inmediatamente a la zona afectada limpiandola, eliminando las partes dañadas y reemplazandolas con células embrionarias que ellos mismos transportaban hasta el lugar apropiado y manipulaban hasta conseguir que se dividiesen según el patrón necesario para formar nuevas células del tejido a substituir. En conjunto, aquel sistema de curación conseguía verdaderos milagros y pocos casos no podían resolverse en él, aunque el alto coste de mantenimiento de la unidad seguía suponiendo un problema y pocos tenían acceso a ellos. Por fortuna, los Hunters se encontraban entre los afortunados que si disponían de una y esta estaba a punto de demostrar su utilidad.
Desde la otra sección de la sala, una amplia habitación en forma de "L" que rodeaba a la primera, un grupo de doctores controlaba el estado del proceso bajo supervisión del director de la división científica, aunque este último parecía prestar más atención a su joven visitante que los ordenadores en aquel momento.
Melissa permanecía de pie en un rincón de la sala, con las manos apoyadas en el cristal y el rostro prácticamente pegado a este mientras miraba con una tristeza indescriptible a Álam en el interior del cilindro. El propio doctor no podía negar que era una visión extraña, hacía tiempo que no veía a nadie como aquella muchacha y saber lo que era realmente lo desconcertaba aún más, aunque pronto tendría otras cosas de que preocuparse.
-¿Cómo va todo?. -Lo interrumpió de pronto la voz del comandante. -¿Podrá curarle?.
El doctor sonrió, dejó escapar un tranquilo suspiro y se giró hacia su superior mirándolo sin el menor asomo del respeto con que los demás Hunters solían mirarlo. Puede que fuese su comandante, pero las canas que teñían de blanco sus cabellos y las arrugas que empezaban a poblar su rostro como prueba de sus más de cien años le permitían tratarlo como a un igual, le gustase o no a este último.
-Ya conoce mi lema. -Respondió en un tono curiosamente alegre dada la situación. -Si todavía respira o se mueve, nosotros podemos curarlo.
-Lo conozco. -Afirmó el comandante con una sonrisa burlona. -Pero es curiosamente similar a lo que dice el jefe de mecánicos de nuestras naves, preferiría una respuesta más concreta.
-Está bien, está bien. Pero no se queje si no le gusta lo que oye. -Advirtió el doctor girandose hacia una de las pantallas y tecleando algo con una de sus manos en el panel situado bajo esta.
-¿Qué quiere decir?. -Se preocupó el comandante. -¿Hay algún problema con su recuperación?.
-En absoluto. En realidad ya casi está curado.
Dicho esto, el doctor señaló hacia la pantalla y el comandante pudo ver un diagrama en tres dimensiones del cerebro de Álam tal y como se encontraba cuando lo habían llevado allí y cómo había ido evolucionado durante los últimos minutos. Los daños eran considerables, la tensión sufrida había sobrepasado el límite de compensación de su cerebro y numerosas hemorragias teñían de rojo todo el diagrama en un principio, pero conforme avanzaba el tiempo estas iban desapareciendo eliminadas por los nanos y las zonas dañadas eran regeneradas en cuestión de segundos, lo que no hizo sino desconcertar aún más al comandante.
-No veo ningún problema. -Dijo volviendo su mirada hacia el doctor. -Las heridas eran tan grabes como esperaba, pero parece que ya casi está curado del todo.
-Así es, pero no todo es tan sencillo como usted cree. -El doctor apagó de nuevo la pantalla y se sentó en la silla situada junto a esta. -Estamos hablando del cerebro, no de un brazo o una pierna. Podemos curarlo físicamente, pero no tenemos ni idea de hasta que punto afectará todo esto a su mente, nuestra tecnología todavía no ha llegado a ese nivel.
-Ahorreme su palabrería científica Doctor. Dígame simplemente qué puede pasar y cómo podemos remediarlo.
-Me temo que ninguna de esas preguntas tiene una respuesta sencilla. -Replicó todavía con calma el científico. -Álam estará bien en un par de minutos, al menos físicamente, pero sus ondas cerebrales se encuentran en un nivel muy bajo y eso es lo que más me preocupa ahora mismo. Ese muchacho no está inconsciente comandante, está en coma. Y ya sabe como son estas cosas, por más que me pregunte no puedo decirle cuanto tardará en despertarse o si realmente llegará a hacerlo. Aunque visto todo lo que ha pasado, dudo que llegue realmente a recuperarse.
-Esa respuesta no me sirve. -La voz del comandante se volvió autoritaria de pronto, recuperando su marcialidad cómo si estuviese hablando con un simple soldado de nuevo. -Necesitamos a Álam y lo necesitamos pronto, sin él todo esto se vendrá abajo en poco tiempo y el consejo nos acabará encerrando a todos... o algo peor.
-Lo sé. -Afirmó igualmente serio el doctor poniendose en pie de nuevo y dirigiendo su mirada hacia Álam. -Pero no hay nada que pueda hacer, sin el inhibidor su mente ha tenido que pasar por un verdadero infierno y ya es un milagro que siga vivo. Ahora solo podemos hacer lo mismo que esa muchacha, mirar... y esperar.
-Álam no perdió el inhibidor. -Al oír esto, el doctor se giró bruscamente hacia el comandante y vio como este metía la mano en uno de sus bolsillos y le mostraba algo. -No del todo al menos.
-¿Qué quiere decir?. -Los ojos del científico se clavaron en los pequeños fragmentos de cristal ignorando por completo la expresión seria del comandante. -¿Qué significa eso?.
-Álam todavía llevaba el inhibidor cuando llegó aquí. -Aclaró el comandante. -Su chip seguía funcionando y estos fragmentos de cristal flotaban a su alrededor. Es todo lo que sé, y espero que usted pueda decirme algo más ahora.
-Eso no tiene sentido. -Exclamó visiblemente alterado el doctor al tiempo que cogía los fragmentos y los miraba fijamente. -Sin el cristal amplificador el chip no sirve de nada, sus ondas no son lo suficientemente fuertes. Lo único que podría explicar que estos fragmentos siguiesen ahí sería que..... no... pero eso no es posible. Eso explicaría por qué sigue vivo pero...
-¡Hable claro!. -Exigió el comandante. -No tenemos tiempo para acertijos doctor, necesito saber qué está pasando para intentar resolver todo este lío.
-Estos cristales representan más o menos un treinta y siete por ciento de la masa total de un inhibidor corriente. -Dijo con voz más tranquila el doctor, jugueteando con uno de los cristales mientras intentaba explicar aquella especie de paradoja que acababan de presentarle. -Teniendo en cuenta eso, la pérdida de amplificación por fractura, y suponiendo además que flotasen a su alrededor como usted ha dicho, estos fragmentos deben haber producido una onda de anulación de un veinticinco por ciento de la original. Por eso ha sobrevivido Álam todo este tiempo.
-¿Por qué tanto balbuceo entonces?. No veo a qué viene esa cara de sorpresa.
-¿No?. -El doctor sonrió sarcásticamente y dirigió su mirada hacia Álam de nuevo. -Lo que sostenía estos fragmentos eran los propios poderes de Álam, usted mismo lo ha dicho. Eso significa que no ha sido una casualidad, de alguna forma sus poderes han recogido estos fragmentos para mantener un equilibrio en el que pudiese usar parte de su poder y a la vez seguir con vida. ¡Eso es lo que me ha sorprendido!. Su poder debería haberlo matado, pero en lugar de eso lo han protegido manteniendolo con vida hasta ahora, ¿Cómo demonios es eso posible?.
-El científico es usted, no yo. -Replicó el comandante recuperando de nuevo la calma en su voz. -Pero si quiere mi opinión, ese muchacho está vivo porque tenía una razón para estar aquí, así de simple. Y esa razón la tiene ahora bastante cerca.
Al oír esto, el doctor giró la cabeza hacia donde estaba Melissa comprendiendo perfectamente lo que el comandante intentaba decir y sonrió de nuevo al tiempo que sacudía ligeramente la cabeza.
-Es posible, pero aunque creyese realmente que ha sido así, no deja de ser increíble. -Admitió finalmente. -Su mente y su cuerpo son mucho más fuertes que las de un humano normal... ¡qué demonios!, son mucho más fuertes incluso que las de un vampiro cualquiera. Ese muchacho es una verdadera fuerza de la naturaleza ahora mismo, pero ni siquiera eso debería ser suficiente para contener la intensidad de sus hondas cerebrales.
-Pero lo ha sido. -Sentenció el comandante mirando fijamente al doctor. -Ahora la pregunta es... ¿Podrá serlo de nuevo?.
-¿Qué quiere decir?.
-Necesitamos que Álam pueda usar sus poderes de nuevo. -La mirada del doctor denotaba ahora algo más que sorpresa, casi temor, pero el comandante continuó como si nada. -¿Podrá hacerlo sí o no?.
El doctor respiró hondo, miró con sus viejos ojos castaños hacia el joven que yacía en el interior del cilindro y volvió su mirada hacia su comandante, aunque la expresión de su rostro había perdido ya toda su vitalidad y este parecía súbitamente envejecido de pronto.
-Si... pero espero que entienda el riesgo que corre haciendo eso. El cerebro humano es uno de los mayores logros de la naturaleza, es capaz de aprender y amoldarse a los cambios, de adaptarse para superar los problemas que se le plantean siempre que no superen un determinado factor límite. Y eso es lo que ha hecho el cerebro de ese muchacho. Por dañino que esto haya sido para él, ahora que lo ha superado su cerebro podrá soportar tranquilamente ese nivel de poder siempre que yo pueda hacer un inhibidor equivalente a estos fragmentos. En otras palabras... estará totalmente fuera de su control. Álam ya no dependerá de otros inhibidores y con sus poderes usted no podrá hacer nada para controlarle como ha hecho esta vez, si se revelase contra nosotros seria...
-Nuestro fin. -Concluyó el comandante sonriendo tranquilamente. -Lo sé, pero mi intención nunca ha sido controlarle, sino dejar que él haga lo que tiene que hacer. El futuro no es nuestro doctor, ni del consejo, ni siquiera de Nathaniel. Es suyo, y a ellos les corresponde decidir que hacer con él si son capaces de ganárselo.
-Es una apuesta arriesgada. -Insistió el doctor. -Más aún teniendo en cuenta que no sabemos qué pasaría si Álam perdiese realmente su inhibidor.
-¿Qué insinúa con eso?. -Estas palabras hicieron que el comandante se pusiera serio de nuevo. -Un veinticinco por ciento no supone una gran diferencia, ¿O es que hay algo más?.
-Los inhibidores no funcionan de forma acumulativa comandante. -Esta vez fue el doctor el que miró sonriendo a su superior, empezaba a cansarse de ver que este parecía tener todas las respuestas y aquella expresión de sorpresa le gustaba. -Lo que hacen es anular las ondas cerebrales por encima de una determinada intensidad. A mayor intensidad de la onda de anulación del inhibidor, menor es este umbral y menor es también la intensidad de las ondas cerebrales permitidas. El problema es que el cerebro no trabaja de esa forma, la actividad cerebral no es proporcional a la intensidad y no sabemos realmente la cantidad de ondas generadas por el cerebro sobre ese umbral.
En respuesta a estas palabras, el comandante continuó mirandolo completamente serio y cruzó los brazos sin decir nada, lo que hizo que éste comprendiese al instante que no había entendido absolutamente nada de lo que había dicho.
-En otras palabras. -Trató de explicar de nuevo. -La diferencia entre el efecto de un inhibidor normal y uno equivalente a estos fragmentos puede ser insignificante, del veinticinco por ciento como habíamos calculado o.... sencillamente incalculable.
-En ese caso, más vale que sepa como reproducir el efecto de ese inhibidor. -Le advirtió el comandante comprendiendo ahora lo que pasaba. -No me gustaría estar allí si su tercera hipótesis fuese la correcta.
-Ese no es ahora nuestro mayor problema. -Una vez más, el doctor se giró hacia donde estaba Álam y observó como dos pequeñas luces verdes se encendían de pronto en el extremo del cilindro y sus ayudantes se ponían en pie al instante. -Hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos, físicamente ese muchacho está como nuevo, ahora solo queda esperar a que se despierte... si es que lo hace.
-Lo hará. -Respondió secamente el comandante. -Se lo aseguro.
Terminada la conversación entre ambos, el doctor se alejó hacia la puerta de la sección menor del laboratorio siguiendo a sus ayudantes y el comandante se acercó a Melissa mientras ellos sacaban el cuerpo de Álam del cilindro y se lo llevaban de nuevo. Terminada su recuperación ya no había razón para mantenerlo en el laboratorio y fue trasladado en una de las camillas gravitatorias del mismo a la habitación más próxima para que descansase hasta despertarse.
Las palabras entre ambos sobraban en ese momento, una simple mirada de la joven nada más ver cómo Álam salía en la camilla por la puerta bastó para que el comandante asintiese con la cabeza y la acompañase sin decir nada hasta la habitación a la que se lo llevaban. Sus ojos seguían tristes mientras atravesaban el pasillo, pero la luz de la esperanza brillaba en el fondo de aquellos pequeños zafiros y el comandante sonrió ligeramente confiando en que sus ideas resultasen como esperaba.
La habitación era mucho más pequeña que el laboratorio y también bastante más austera en cuanto a equipamiento. El único mobiliario eran la pequeña cama en la que habían depositado a Álam, una silla que descansaba junto a la pared al lado de esta y un armario al fondo de la misma, aunque este último formaba ya parte del propio muro y solo su puerta completamente metálica y carente de adornos hacía patente su presencia.
-Nuestra parte ha terminado. -Dijo el comandante dirigiendose a Melissa en cuanto los dos entraron y los ayudantes del doctor abandonaron la sala. -Ahora te toca a ti hacer la tuya. Dependemos de ti muchacha.
-¿Yo?. -Los ojos de Melissa se apartaron por un instante de Álam y miraron con sorpresa al comandante. -¿Qué espera que haga?.
-Nada, tan solo lo mismo que has estado haciendo hasta ahora. -Le sonrió el comandante. -Vamos, ve con él, estoy seguro de que si algo puede traerlo de vuelta entre nosotros eres tú.
Melissa lo miró un momento visiblemente sorprendida por aquellas palabras. El comandante parecía un hombre serio y aquello no le encajaba demasiado, pero comprendía que si alguien como él había llegado a depositar su confianza en algo así aquella debía ser realmente su última esperanza y se acercó a Álam tal como le habían pedido. Más por su propio cariño hacia él que por lo que el comandante acababa de decirle, Melissa se sentó junto a la cama usando la silla y se quedó mirándolo en silencio un momento mientras cogía su mano entre las suyas. Estaba fría comparada con la suya, pero en ella podía sentir perfectamente el pulso de la vida y esto la tranquilizaba un poco. No le importaba nada de lo que el comandante, el consejo o su propio padre planeasen ahora, simplemente quería estar a su lado hasta que se despertase y eso haría.
-Álam... -Su voz susurró suavemente su nombre, como si el propio viento hilase las palabras con el siseo de la brisa. -Ya es la segunda vez que nos encontramos así, ¿te acuerdas?. Pero esta vez no me importa... esta vez no pienso llorar. Sé que vas a despertarte, ya no tengo miedo... sé que volverás a cumplir tu promesa como has hecho siempre. Y cuando lo hagas me encontrarás aquí... como la última vez.

Mientras Melissa seguía junto a Álam, el doctor se acercó al comandante y miró a los dos jóvenes con escepticismo.
-Realmente ridículo. -Dijo dirigiendo una mirada de desaprobación al comandante. -¿Realmente esperaba despertarlo así?. Esto no es un cuento de hadas, es la realidad.
-¿Está seguro?. -Replicó sin inmutarse el comandante. -Fijese bien doctor y digame que es lo que ve entonces. Yo veo una princesa, un humano con el poder de un dios, veo a los monstruos que los persiguen, a nosotros mismos, caballeros caídos de un reino corrupto... reconozcalo doctor, hace tiempo que nuestras vidas se diferencian en muy poco de esos cuentos. Pero si le sirve de algo, no es eso lo que me hace estar seguro de que se despertará teniendola a ella cerca.
-¿Entonces qué?.
-Usted dijo que era un milagro que Álam llegase aquí con vida, pero yo empiezo a pensar que no es realmente así. -Al oír esto, el doctor lo miró todavía más desconcertado. -Su mente no resistió el uso de sus poderes, usted mismo lo dijo. Estoy convencido de que si hubiese sido eso lo que lo movía hacia adelante habría caído hace tiempo y estaría ya muerto. Pero no, lo que movió a Álam a llegar hasta aquí no fue su mente... fue su corazón. Supongo que para un hombre de ciencia como usted sonará extraño, pero si quiere mi opinión, lo que tenemos delante ya no son dos personas, son solo una. Dos almas separadas en sus cuerpos pero unidas por un mismo corazón, y mientras uno viva, el otro le seguirá a donde valla. Por eso estoy tan seguro de que Álam se despertará.
-Esa es la mayor estupidez que he oído en unos cuantos años. -Respondió el doctor sacudiendo la cabeza. -Me sorprende que alguien como usted confíe en algo así.
-Es la única opción que nos queda en este momento. Además... -De pronto, una sombra de tristeza cruzó el rostro del comandante y este giró de nuevo la cabeza hacia los dos jóvenes. -... antes de la guerra yo tenía una esposa... habría dado cualquier cosa por ella. Y esa chica tiene su misma mirada, por eso sé lo que sienten el uno hacia el otro.
-Conozco su historia... y lo siento, sé que su familia también murió durante la guerra. -Se disculpó el doctor. -Ojalá tenga razón, por una vez me gustaría equivocarme.
-La tengo, estoy convencido de ello. Usted tenga listo ese nuevo inhibidor lo antes posible, el resto ya no es cosa suya.
-Como quiera. -Replicó el viejo científico dandose la vuelta y dirigiendose hacia la puerta de nuevo. -Deme unas horas y lo tendrá listo, espero que para entonces haya conseguido resolver esto.
Dicho esto, el doctor abandonó la sala para regresar a su laboratorio y los tres se quedaron solos en el interior de la habitación. Durante el resto de aquel día, Melissa permaneció al lado de Álam y el comandante continuó en su puesto junto a la puerta sin decir una sola palabra, conformandose simplemente con observarlos. Hasta que, cerca ya del anochecer, lo que este había esperado sucedió al fin y el comandante pudo sonreír de nuevo al ver cómo la mano de Álam comenzaba a moverse lentamente tratando de cerrarse en torno a la de Melissa. Un pequeño movimiento que anunciaba claramente la recuperación de este cuyos ojos, para inmensa alegría de la joven que sostenía todavía su mano, no tardaron en abrirse.
-¡Álam!.
La voz de Melissa sonó ahora no como un susurro, sino clara y llena de alegría. Y pronto obtuvo una respuesta que acentuaría aún más la maravillosa sonrisa que podía verse en su rostro en aquel momento.
-Melissa... -Murmuró Álam mientras su vista se aclaraba y la imagen de esta se hacía poco a poco visible frente a él. -¿Eres tú?. ¿Estás bien?.
-Sí. -Afirmó ella sonriendo, controlando a duras penas el impulso de abrazarle con todas sus fuerzas. -No me han hecho nada, tu comandante ha cumplido su palabra y me ha dejado estar cerca mientras te curaban. Incluso me pidió que me quedase junto a ti hasta que te despertases.
-No debiste hacerlo, fue muy peligroso. -Le recriminó sin poder disimular su sonrisa al verla allí a su lado. -Podías haber acabado siendo una prisionera una vez más... o algo peor.
-Si no lo hubiese hecho ahora estarías muerto. -Replicó Melissa sin perder la sonrisa. -Y eso me importa más que cualquier otra cosa.
Esta vez Álam no encontró nada que decir para contrariar aquel argumento. Sabía que lo que ella decía era cierto y podía comprender el por qué lo había hecho. Después de todo, él mismo habría hecho lo mismo en su situación y no podía culparla por haberle engañado para tratar de salvarlo. Pero había alguien a quien sí tenía algo que decirle.
Aún un tanto aturdido, se sentó trabajosamente sobre la cama y se apoyó sobre la cabecera de esta dejando que el frío contacto del metal en su espalda lo despejase por completo mientras se llevaba una mano al pecho para coger su nuevo inhibidor y miraba desconfiadamente a su comandante.
-Supongo que debería darle las gracias. -Dijo con frialdad, casi con desprecio. -Aunque algo me dice que esta ayuda tendrá un precio. ¿Qué espera conseguir con todo esto?.
-Tan solo lo mismo que tú. -Respondió con calma Érmingster, sosteniendo impasible la mirada del joven. -La pregunta es, ¿A qué estás dispuesto tú para conseguirlo?. Eres la única esperanza que nos queda, pero necesitamos saber qué quieres realmente.
-Le recuerdo que yo ya no pertenezco a su raza comandante, en realidad nunca lo he hecho. -Replicó Álam bruscamente. -Usted me conoce, sabe como soy. La guerra me da igual, no me interesa luchar por ninguno de los dos bandos. Lo único que quiero es proteger a los que me importan, y ahora... ya solo me queda una persona a la que proteger.
-Si, es cierto que te conozco y sé que esa ha sido siempre tu forma de ver las cosas. -Asintió el comandante comprendiendo perfectamente aquellas palabras. -Pero esta vez parece que tus objetivos y los míos son exactamente los mismos. Si habéis estado huyendo todo este tiempo para llegar hasta aquí no es difícil darse cuenta de que entre los vampiros ya no hay sitio para vosotros, y ahora que el consejo sabe quien es y qué aspecto tiene Melissa tampoco lo encontraréis entre los humanos. Solo te queda una solución Álam, aceptar ese duelo. De lo contrario os estarás condenando a ambos a ser simples fugitivos durante el resto de vuestras vidas.
-Sabe más cosas de las que esperaba. -Respondió secamente Álam, sin mostrar apenas sorpresa a pesar de sus palabras. -Pero si lo que intenta es convencerme para que acepte desafiar a Nathaniel en ese duelo pierde el tiempo, eso ya está hecho.
Esto si sorprendió al comandante. Lo que Álam acababa de decir no encajaba en absoluto con la información que tenía de la grabación y no alcanzaba a comprender cómo había podido hacerlo, pero tampoco era algo que lo preocupase demasiado. Por suerte para todos, aquel muchacho parecía dispuesto a hacer lo que él había esperado y eso facilitaba mucho las cosas. Lo único que le preocupaba todavía era la tristeza que había aparecido de pronto en la mirada de Melissa en aquel momento y que, por un instante, lo hizo temer que tratase de convencer a Álam de lo contrario. Pero esta no lo hizo, ni siquiera dijo una palabra al respecto y pronto recuperó su sonrisa forzando a sus labios a actuar en contra de lo que su propio corazón le dictaba.
-Bien, en ese caso creo que te alegrará saber que podemos ayudarte en tu duelo. -Tal como Érmingster esperaba, aquellas palabras atrajeron inmediatamente la atención de Álam y este sonrió ligeramente. -Desconocemos cual es la fuerza real de Nathaniel o hasta donde llega su habilidad con las armas, pero si has podido destruir a todo un ejército sin sufrir un rasguño dudo que deshacerte de un solo vampiro te suponga mayor problema.
-¿Qué quiere decir con eso?. -Preguntó Álam hablando no solo por él, sino también por Melissa que compartía ahora su preocupación al oír aquello. -Sabe que no puedo usar mis poderes con el inhibidor y ya ha visto lo que sucede sin él. El duelo se celebrará seguramente en su fortaleza o algún lugar de su reino y si sufriese allí esas heridas no podrían curarme de nuevo... eso no es una ayuda, es un suicidio.
-No es eso lo que te pedimos. -Explicó el comandante. -Tras este ataque tu mente se ha vuelto mucho más fuerte y creemos poder hacer un inhibidor que te permita usar esos poderes sin sufrir daño alguno.
-¿Es eso realmente posible?. -Insistió Álam ahora visiblemente interesado en aquello.
-Eso esperamos. Si todo va bien lo tendremos listo para mañana y los soldados estarán también preparados para partir. Esta no solo será tu batalla Álam, también será nuestra última misión como Hunters... de una forma o de otra.
-Será interesante verlo. -La expresión de Álam al oír aquello cambió radicalmente y la hostilidad de su voz desapareció por completo. -Pero es muy arriesgado, sabe que si algo sale mal y soy yo el derrotado ninguno de ustedes volverá con vida.
-Si te derrotan, simplemente no tendremos a donde regresar. Mejor morir luchando que dejar que el consejo nos encierre como a animales. -Aseguró el comandante. -Todavía no sé cómo reaccionarán los demás, aunque ya puedo asegurarte que contarás como poco con mi apoyo y el de todos los oficiales de la unidad si todo sale mal.
-Si todo sale mal. -Repitió Álam. -Dudo que la ayuda de toda la unidad sirviese de algo.
-Es posible, pero al menos tendremos un final para recordar. -Dijo ahora con cierto orgullo el comandante. -Todos los BlackHawk y los Hunters reunidos en un mismo lugar, una batalla semejante sería una digna despedida para la humanidad.
-Sería un suicidio. -Matizó Álam sin dejar de sonreír.
-Es otra forma de verlo. -El comandante no parecía preocupado en absoluto por estas palabras, al contrario, incluso parecía divertirse con aquella posibilidad. -Pero todo a su debido tiempo, todavía hay mucho por hacer antes de partir. Mañana abriremos una comunicación con Nathaniel para formalizar tu desafío y saber a dónde debemos dirigirnos, hasta entonces descansad, creo que los dos os lo merecéis.
-¿No es un poco arriesgado quedarse aquí hasta mañana?. -Preguntó de nuevo Álam. -Dudo que el consejo se quede de brazos cruzados.
-Después de lo que has hecho ahí fuera se lo pensarán dos veces antes de enviar más tropas. -Dijo despreocupadamente el comandante dandose la vuelta para irse. -Y aunque lo hagan, no se arriesgarán a atacar de noche. Saben perfectamente que la oscuridad es nuestro elemento y lo peligrosos que somos en ella.
Terminadas sus explicaciones, Érmingster atravesó la puerta de la habitación y esta no tardó en cerrarse automáticamente de nuevo dejandolos a solas en el interior. Los dos se miraron un momento en silencio, sin que ninguno dijese nada cómo si ambos esperasen una reacción por parte del otro que rompiese la tensión de aquel momento. Y para sorpresa de Melissa, esta vez sería Álam quien actuase primero cogiendola por la cintura hasta acercarla a él y abrazandola en silencio, estrechandola suavemente entre sus brazos cómo si hiciese una eternidad desde la última vez que lo había hecho.
-Lo siento. -Se disculpó susurrando las palabras a su oído. -Sé que esto no es lo que te prometí cuando salimos de la fortaleza y que tú no querías aceptar ese duelo, pero es la única posibilidad que nos queda.
-Lo sé. -Melissa le devolvió cariñosamente el abrazo y habló con su rostro apoyado casi por completo en su pecho, dejando que él sintiese incluso sus palabras antes de oírlas. -Por eso esta vez no voy a detenerte. No me importa si es como fugitivos o no, lo único que quiero es seguir contigo, pero sé que tú haces todo esto por mí y no te lo pagaré dudando otra vez de ti. Tienes toda mi confianza y pase lo que pase no me apartaré otra vez de tu lado.
-Melissa... -Respondió Álam un tanto sorprendido por aquellas palabras. -Tú no tienes por qué arriesgarte, podrías quedarte en el domo de Nicolai hasta que...
-¡No!. -Cortó bruscamente ella separandose un poco de él y mirandolo fijamente a los ojos, con más determinación en ellos de la que este había visto nunca en la joven princesa. -Si derrotas a mi padre, quiero estar a tu lado. Y si no... yo me iré contigo, no dejaré que desaparezcas solo.
-Eso no pasará. No lo permitiré.
La voz de Álam sonó totalmente segura al decir esto y Melissa pudo ver durante un breve segundo algo parecido a un destello azulado en el fondo de sus profundos ojos negros, pero este los cerró casi al instante y se inclinó hacia ella para besarla haciendo haciendola olvidar por completo aquello. Fue un beso corto, dulce, apenas un delicado roce entre sus labios antes de soltarse, pero más que suficiente para que los dos olvidasen por un momento el peligro que los aguardaba al día siguiente.
Cogidos de la mano cómo tantas otras veces durante su viaje, los dos abandonaron la enfermería y Álam la llevó de nuevo a la superficie del complejo para enseñarle aunque solo fuese por un momento el mundo en que él había vivido. Durante unas horas, la otrora princesa de los vampiros caminó como invitada y no ya como prisionera por el cuartel general de los mayores enemigos de su raza y los dos disfrutaron de unos momentos de paz hasta la caída de la noche.
En ese instante, cuando la llanura que los rodeaba desapareció bajo el oscuro manto de la noche y las estrellas comenzaron a despuntar en el cielo compitiendo en luminosidad con las titilantes luces de las lejanas ciudades humanas, ambos regresaron juntos al que durante años había sido el cuarto de Álam y este soltó al fin su mano para pulsar el pequeño panel que activaba las luces. Sin embargo, en ese instante la mano de Melissa lo detuvo y este se giró hacia ella de nuevo.
-No la enciendas. -Susurró con voz extraña, mirandolo directamente a los ojos. -Esta noche no.
-¿Por qué?. -Preguntó sorprendido, observando su silueta en la penumbra de la habitación cuya única fuente de luz era ahora una pequeña ventana al fondo de la misma.
-Me encuentro más cómoda en la oscuridad.
La respuesta de Melissa le llegó de nuevo en forma de susurro cómo si su voz no se dirigiese ya a sus oídos sino a su propio corazón, atrayendolo hacia ella mientras se acercaba a la cama de la habitación y se detenía junto a esta. La luz de la ventana caía justo sobre la cama y sobre ella bañandola por completo en el pálido espejismo de irrealidad que solo aquel misterioso astro era capaz de transmitir. Algo que la hacía parecer aún más hermosa resaltando el brillo de sus cabellos y acentuando la tímida belleza de su rostro, cómo si aquella luz hubiese sido hecha para ella.
-Así fue como te conocí. -Se dio cuenta Álam sin apartar sus ojos de los suyos mientras se acercaba a ella. -Iluminada solo por la luz de una ventana, recuerdo que apenas podía creer que aquel ángel fuese realmente el monstruo al que tenía que matar.
-Resulta extraño recordarlo después de todo lo que ha pasado, ¿Verdad?. Parece cómo si todo hubiese sido un extraño sueño -Respondió Melissa hablando todavía con aquella voz suave y atrayente, tan familiar y a la vez desconocida para Álam. -Pero puede que hoy sea el último día de ese sueño, la última vez que tengamos la oportunidad de estar juntos.
-Melissa, ¿Qué estás diciendo?. -Comprendiendo ahora en parte el por qué de aquella extraña reacción, Álam la cogió por los hombros y la miró completamente serio. -Mañana no va a pasar nada, no voy a permitir que todo acabe aquí para ti.
-Lo sé. Estoy segura de que no vas a dejar que me pase nada... y eso es lo que más me preocupa. -Pese a sus palabras, lejos de mostrarse triste Melissa sonrió mientras decía esto y se escapó de entre sus manos hasta acercarse lo suficiente a él para rodear su cuello con sus brazos. -Pero ahora no quiero pensar más en eso. Esta puede ser nuestra última noche juntos... no quiero estropearla así.
Mientras susurraba aquellas últimas palabras, Melissa tiró suavemente de sus brazos y lo besó en la oscuridad cortando cualquier posible respuesta. Pero esta vez no fue una simple caricia, fue un beso largo y apasionado en el que sus labios se buscaron una y otra vez mientras sus lenguas jugueteaban acariciandose mutuamente y ambos caían sobre la cama el uno sobre el otro.
Solo entonces comprendió Álam lo que sucedía realmente, pero esto no hizo sino preocuparlo aún más mientras ella se separaba lentamente de él y lo miraba todavía acostada sobre su pecho. Sus ojos no parecían tristes, al contrario, brillaban cargados de alegría y en el fondo de estos podía ver como un extraño fuego, una llama ardiendo en su mirada que lo quemaba por dentro haciendolo comprender su significado y provocando en él la misma reacción.
Por un instante pensó en preguntarle si estaba segura, en detenerla temiendo que lo hiciese solo por el temor a perderle al día siguiente, pero la firmeza de su mirada lo convenció por completo de que no era así. Lo que había en sus ojos no eran dudas: era amor... pasión, los mismos sentimientos que había en los suyos y que ahora ardían con fuerza en los corazones de ambos uniendolos en un nuevo y profundo beso mientras él rodaba hacia un lado dejandola ahora a ella sobre la cama.
Esta vez ninguno de los dos rompió el beso. Las manos de Álam se deslizaron suavemente por su cuerpo, acariciando cada curva de su figura a través de su blusa mientras sus labios se deslizaban desde su boca hasta su cuello haciendola estremecerse entre sus brazos. Ella apenas se movía, parecía súbitamente tímida e indecisa y tan solo se dejaba llevar por sus movimientos sintiendo una extraña mezcla entre nerviosismo y anticipación. Pero Álam pronto se dio cuenta de esto y detuvo sus caricias un momento.
-Estás temblando. -Le dijo sonriendo, acariciando suavemente su rostro con su mano.
-Es la primera vez. -Murmuró con una mezcla de rubor y orgullo.
-Lo sé. -Replicó Álam sonriendo burlonamente. -Solo haz lo que te dicte el corazón, no pienses ni te fuerces a hacer nada que no quieras hacer, dejate llevar por tus sentimientos.
Melissa no pareció entender estas palabras, pero Álam tampoco esperó una respuesta. Sin decir nada más, cogió sus manos y las colocó sobre su camisa mientras él comenzaba a desabrochar su blusa lentamente, soltando cada botón con cuidado sin llegar apenas a rozar su piel. Ella pronto lo comprendió e hizo lo mismo, imitó sus movimientos desabrochandole la camisa y cuando se la quitó por completo observó por un instante su cuerpo mientras sentía el cálido contacto de las manos de Álam sobre sus costados ahora desnudos.
Él la acarició de nuevo con suavidad, movió sus manos pos sus costados y su espalda maravillado por su belleza y soltó con sus dedos la última prenda de ropa que todavía cubría sus pechos dejándolos al descubierto. Eran perfectos, tan pálidos como el resto de su cuerpo y coronados por delicados lunares sonrosados sobre los que se alzaban sus pezones que temblaban excitados ante la proximidad de sus manos. Y cuando este los cubrió con ellas acariciandola de nuevo ella cerró una vez más los ojos dejando escapar un pequeño gemido que lo hizo sonreír aún más.
Su cuerpo volvía a temblar, pero ya no de nerviosismo, sino de excitación. Sus manos parecieron tomar voluntad propia de pronto y comenzaron a acariciarlo examinando su cuerpo de la misma forme que él estaba examinando el suyo, recorriendo poco a poco sus cicatrices y deleitandose en sus angulosas formas.
Él respondió con más caricias, inclinandose de nuevo hacia ella hasta besarla una vez más mientras sus pechos danzaban excitados rozando el suyo al compas de su respiración y sus manos buscaban sus caderas. Sus labios dejaron los suyos solo para posarse de nuevo sobre su cuello, trazaron una húmeda línea sobre su piel hasta el sugerente valle entre sus pechos y ascendieron de nuevo hasta coronar sus pezones con un húmedo beso mientras su lengua acariciaba el terciopelo rosado que lo rodeaba y una de sus manos acariciaba sus muslos bajo su falda.
Melissa arqueó la espalda, gimió de nuevo incapaz de contener tanta excitación y trató de devolverle las caricias mientras él seguía explorando su cuerpo con sus manos y su boca. Sus labios probaron sus dos pechos, jugaron con ellos junto a sus manos haciendola estremecerse de placer y notó como su mano llegaba al fin al punto más oculto de su cuerpo haciendola vibrar con una simple caricia por encima de su ropa interior.
Álam volvió a besarla de nuevo en ese momento y la miró un instante observando con una sonrisa sus ojos nublados por la pasión mientras descendía sobra su cuerpo una vez más. Ella levantó las caderas en anticipación, dejó que sus manos le quitasen la falda deslizándola hasta sus pies y observó estremeciendose como él dirigía su mirada hacia la única prenda que le quedaba. Su cuerpo ya estaba húmedo y Álam sonrió al notarlo, jugó con ella durante unos minutos deslizando sus dedos por los bordes de la seda blanca que la cubría acariciandola poco a poco hasta que esta pareció no soportar más aquel juego y lo miró estremeciendose.
Él subió de nuevo, la besó una vez más, besó sus pechos, su estómago, su ombligo, besó todo su cuerpo hasta descender y sujetar con ambas manos los bordes de sus bragas. Ella subió las caderas de nuevo y dejó que se las quitara, se quedó inmóvil mientras él recorría una vez más sus piernas con aquella prenda dejandola ya solo con sus medias y notó una extraña urgencia en su interior. Pero Álam no tenía prisa, siguió acariciandola le quitó también las medias cubriendo de besos sus muslos y sus piernas mientras lo hacía hasta dejarla totalmente desnuda.
Entonces la miró de nuevo mientra él también se desnudaba. Su belleza era sobrecogedora, parecía incluso irradiar un aura propia bajo la luz blanquecina de la Luna y su cuerpo resplandecía sobre el mando dorado de sus propios cabellos sin nada que cubriese su piel o ocultase su verdadera belleza. Ella también lo observaba, examinando su cuerpo con la curiosidad de aquel que ve algo por primera vez, aunque su mirada procuraba evitar siempre la parte que su propia belleza había hecho resaltar sobre las demás y esto lo hacía sonreír ante su repentina timidez.
-¿Todavía estás nerviosa?. -Susurró acostándose de nuevo a su lado y cubriendo en parte su cuerpo con el suyo.
-Estoy ardiendo. -Replicó Melissa abrazándolo con fuerza, acariciando su cuerpo con repentina urgencia como buscando un consuelo que no encontraba. -Nunca me había sentido así.
-Acabamos de empezar. -Sonrió Álam. -Todavía arderás más... mucho más.
Álam la besó de nuevo evitando cualquier respuesta de ella y esta lo abrazó aún con más fuerza, pero esta vez Álam no se detendría ahí. Su mano derecha cubrió no de sus pechos acariciando sus pezones con el pulgar y su otra mano siguió su camino deslizandose más abajo, recorriendo su estómago en una suave caricia hasta perderse en el nimbo dorado de su vello púbico y alcanzar por fin la parte más sensible y oculta de su cuerpo. Sus dedos la provocaron un instante, jugaron sobre el monte de venus sintiendo su palpitación bajo la palma de su mano y acariciando sus labios más íntimos mientras se deslizaban poco a poco entre la humedad que los cubría.
Ella se estremeció, gimió entre sus brazos sintiendo como su cuerpo entero latía de excitación y echó la cabeza hacia atrás arqueando de nuevo la espalda cuando uno de sus dedos penetró lentamente en su interior. Despacio, con cuidado, humedeciendose entre los pliegues de su cuerpo mientras el resto de su mano acariciaba sus labios y rozaba la delicada perla de carne que estos ocultaban, hasta deslizarse al fin lo más adentro posible haciendola temblar de placer una vez más.
-A..Álam...
Su voz gimió su nombre, un delicioso susurro que se extendió por la habitación una y otra vez mientras él movía su mano adentro y afuera preparándola para la verdadera unión entre sus cuerpos. Y solo entonces, cuando al fin creyó que estaba preparada, apartó de nuevo su mano y la miró fijamente a los ojos esperando que todavía lo oyese a pesar de la excitación de su rostro y lo acelerado de su respiración.
-Va a dolerte un poco. -Advirtió apenado, deseando no tener que hacerle daño pero consciente de que no había otra forma.
-Lo sé. -Afirmó un tanto intimidada, pero demasiado excitada como para que este pudiese notarlo. -Me lo dijiste el día en que salimos de la fortaleza, ¿Recuerdas?.
Álam se sorprendió al oír esto. Recordaba perfectamente sus propias palabras, pero jamás había supuesto que ella las hubiese comprendido y aquello le resultaba bastante desconcertante.
-Parece que no eres tan ingenua como pensaba. -Dijo finalmente, volviendo a acariciar sus pechos para mantener su excitación. -Supongo que con Mariana como madrastra era de esperar.
Melissa apenas sonrió esta vez ante su broma. Durante aquellos minutos había sentido su erección rozando su cadera y se había dado cuenta de la diferencia de tamaño respecto a su dedo, algo que la asustaba un poco. Pero confiaba en él y se quedó quieta mientras él se deslizaba entre sus piernas colocandose sobre ella y se inclinaba una vez más para besarla antes de penetrarla.
-Quedate quieta, ¿De acuerdo?. -Le advirtió una última vez. -No te muevas hasta que deje de dolerte o será peor.
Esto la asustó aún más y Álam se maldijo en ese momento por ponerla más nerviosa todavía, pero un nuevo beso y las caricias con que sus manos todavía jugaban con sus pechos y sus ahora palpitantes pezones pronto substituyeron aquel miedo por la misma expresión de excitación de hacía unos segundos y no perdió más tiempo.
Su cuerpo ardía en deseos de poseerla y sentía como todo su ser palpitaba solo con tocarla, pero también sentía como su corazón se estremecía ante la idea de hacerle daño y se controló a pesar del dolor que esto le suponía. La penetró despacio, abriendo poco a poco su cuerpo sin dejar de acariciarla y besarla, atento a cada gemido y cada gesto de su rostro hasta que, cuando esta empezó a mostrar síntomas de dolor y notó que estaba ya en el punto inevitable, dio un último y rápido golpe con el que la penetró hasta el fondo rompiendo al fin su himen.
Melissa gritó de dolor, se retorció bajo él durante unos segundos visiblemente herida y clavó sus dedos en su espalda cómo si tratase de atravesarlo con ellos mientras Álam trataba de consolarla. El dolor era terrible, algo se había roto dentro de ella y apenas podía soportarlo, ni siquiera las caricias o las palabras de Álam servía de nada para aliviarlo en aquel instante. Se sentía tan abierta, tan llena que tenía incluso miedo de moverse para no hacerse más daño y tardó un rato en abrir de nuevo los ojos.
-Lo siento. -Se disculpó Álam acariciando su rostro con una mano para apartar dos pequeñas lágrimas que habían brotado de sus ojos. -Ojalá hubiese otra forma... si supieses cuanto me duele hacerte daño.
-No ha sido tan malo. -Mintió ella abriendo los ojos y tratando de forzar una sonrisa. -Ahora puedo sentirte dentro de mí... cómo si fueses una parte de mi cuerpo. Es una sensación muy extraña, parece... parece como si fuésemos solo uno.
Álam no pudo sino sonreír ante la descripción de Melissa sobre lo que sentía. Él mismo sentía algo parecido, sentía su calor y la tersura de su cuerpo a su alrededor y apenas podía controlar sus sentidos, pero jamás se le habría ocurrido una forma tan hermosa de describirlo. Y en cierto modo, el darse cuenta de que era cierto lo hizo sentir aún más cariño por ella mientras se inclinaba para besarla de nuevo.
Durante unos segundos Álam no se movió, se conformó con besarla y tomar entre sus labios sus pezones totalmente erectos, jugueteando con sus pechos para volver a excitarla y esta comenzó poco a poco relajarse de nuevo entre sus brazos hasta que al fin pudo oír otra vez los dulces gemidos que brotaban de su garganta. En ese instante, Álam se movió lentamente hacia afuera y vio como Melissa arqueaba la espalda en respuesta, reaccionando ya no con dolor a sus movimientos, sino con placer.
Álam no esperó un segundo más, su propio cuerpo no habría resistido mucho más tiempo aquella horrible espera y dejó que su pasión lo guiase el resto del camino. Se deslizó poco a poco adentro y afuera de su cuerpo, moviendose lentamente al principio, siguiendo el ritmo de sus manos que acariciaban circularmente los pechos de Melissa y aumentando la velocidad conforme los gemidos de esta aumentaban. Ella también reaccionó esta vez, su cuerpo ardía con tanta fuerza que apenas podía contenerse y abrazó a Álam besando su pecho, su cuello sus hombros, sus labios, estremeciendose a cada nuevo roce mientras sus pechos saltaban adelante y atrás al compas de su acoplamiento.
La fricción se hizo mayor, su excitación creció y creció llenando la habitación con gemidos de placer y el sonido de sus cuerpos entrechocandose, haciendose casi insoportable para ambos mientras el ritmo de su acoplamiento se hacía cada vez más y más frenético hasta que, de pronto, Melissa se arqueó entre los brazos de Álam estallando de placer y un dulce gemido inundó toda la habitación mientras esta se erguía de golpe con los ojos centelleando y se abalanzaba sobre su cuello presionando al mismo tiempo su cuerpo contra él para hacerlo llegar aún más adentro.
Álam notó la mordedura, apenas un pinchazo en el cuello y su sangre se derramó en su cuerpo al igual que su esencia mientras estallaba dentro de ella alcanzando también el clímax con aquel último golpe en que sus cuerpos se habían fundido por completo. Después, los dos cayeron sobre la cama incapaces de sostenerse ya el uno al otro y Álam cerró los ojos mientras sentía como Melissa se estremecía todavía de placer entre sus brazos y dejaba de tomar su sangre, abandonandose por un momento a las sensaciones que invadían sus dos cuerpos todavía unidos.

Cuando Álam abrió los ojos de nuevo ella descansaba ya sobre su pecho totalmente tranquila, con la respiración todavía tan agitada como la suya pero visiblemente menos excitada y capaz ya de controlarse. Sin embargo, esta permanecía con el rostro girado hacia un lado y Álam se dio cuenta de que se estaba ocultando tras la cortina dorada que formaban sus cabellos para no cruzarse con su mirada. Algo bastante extraño en aquel instante.
-¿Estás bien?. -Preguntó preocupado.
-Lo siento. -La voz de Melissa sonó repentinamente triste, sin rastro ya de la pasión de hacía unos segundos. -No sé que me ha pasado, yo... no sé por qué he hecho eso. No pude controlarme... lo siento.
-¿Lo dices por la mordedura?. -Preguntó Álam sonriendo casi divertido. -No te preocupes, yo también te hice daño ¿Recuerdas?. Además, eso explica en parte lo que Mariana esperaba de nosotros.
Al oír esto, Melissa giró la cabeza hacia él sorprendida y en parte aliviada por la calma con que este se lo había tomado.
-¿Qué quieres decir?.
-Acabas de morderme. -Explicó Álam. -Si no lo fuese ya, esto me habría transformado en alguien como tú de todas formas. Estoy seguro de que era a lo que se refería Álfred cuando decía que "acabaría pasando" y era algo que deberías preguntarle a Mariana y no a él. Supongo que para las vampiresas las cosas son un poco diferentes que para las humanas... aunque no resulta del todo desagradable.
Esto último hizo reír a Melissa. No podía asegurar que todas las vampiresas reaccionasen así o qué aquel fuese realmente el plan de Mariana, pero a decir verdad sonaba a algo propio de ella y ver que a Álam no le importaba en absoluto la tranquilizaba enormemente. Lo suficiente para que su corazón recordase las sensaciones recién experimentadas y se acurrucase entre los brazos de Álam buscando su calor mientras sonreía cariñosamente.
-Ha sido maravilloso. -Dijo sin encontrar otras palabras más adecuadas. -Jamás me había sentido así, creí que mi corazón acabaría estallando. Estoy tan contenta de poder haberte sentido tan cerca de mí... siendo casi una parte de mí.
-Yo también. -Susurró Álam acariciandole el pelo y rodeandola con su brazo izquierdo mientras ella reposaba la cabeza sobre su pecho cubriendolo por completo con su cuerpo y sus cabellos. -Solo siento haber tenido que hacerte daño. Te quiero tanto que no puedo soportar verte sufrir... aunque sea por algo así.
-Lo sé, yo siento lo mismo por ti. -Aseguró Melissa cerrando los ojos. -Pero la próxima vez no habrá dolor y... intentaré hacerlo mejor. Sé que para ti no ha debido ser nada especial.
-Te equivocas. -La contrarió Álam. -El sexo sin amor no es nada, y yo jamás había amado a nadie como a ti, te aseguro que nunca había sentido nada tan especial como lo de hoy.
-Gracias. -Susurró ella ya casi dormida, agotada tras toda la excitación que acababa de sentir. -De todas formas... ojalá haya una próxima vez. No quiero que esto termine aquí... no quiero...
-La habrá. -Aseguró él sintiendo como ella se dormía poco a poco y su respiración se iba haciendo más y más regular. -Tú tendrás otra oportunidad para ser feliz... aunque yo ya no pueda compartirla contigo.
Con aquellas últimas palabras que ya solo él podía oír, Álam recostó la cabeza sobre la almohada y no tardó en quedarse también dormido. Las dudas y temores sobre el día siguiente seguían todavía ahí, pero ya no había nada que pudiese hacer y prefirió compartir aquel último descanso con su alma gemela entes de que el destino decidiese cual sería su último papel en aquella historia: cazador... o presa.
El capitulo bastante bien:)

La escena de la recuperacion de Alam merece la pena por el dialogo entre el doctor y el militar.
Me ha parecido curioso el poco odio con el que ha despertado Alam, parece que Melissa tiene un efecto sedante en el XDXDXDde que me suena eso...
Esperaremos el futuro combate.
Y lo mejor para el final ¿que aporta la escena de cama a la historia? nada!, pero gracias por ponerla porque los dialogos son tan casposos que me he reido bastante[poraki]
Venga, rapidito con los ultimos capitulos que quiero ver como acaba;)
muy interesante lo de la recuperación de Álam en el laboratoio con tos esos nanos revoloteando en fanta de naranja XD, (de coña ;)), la conversación del doctor con el comandante, que por cierto que malas pulgas tiene el joio, la he tenido que leer dos veces para enterarme... supongo que eso es normal en mi caso :O
en cuanto a la escena de cama, no sé que decirte, creo que has pretendido contarla de una forma muy light y en algun detalle no te ha quedado así, aunque eso es cuestión de gustos y como tu dices... el que cuenta la historia eres tu ;), (pero yo lo digo y si no, reviento jijijiji[poraki]).
Oye esas palabras que dice Álam al final...

-Tú tendrás otra oportunidad para ser feliz... aunque yo ya no pueda compartirla contigo.


espero que no sean premonitorias de que te vas a cargar a Álam SO DESTRIPAPECES!!!!

[bye]
Creo que últimamente habia entrado en una dinámica de poner siempre lo que me parecia malo en tus episodios, y eso no puede ser, tengo que ser más constructivo, la verdad es que la ambientacion, como escribes y algunas metaforas son impresionantes, así que como tales te dire que tu obra es muy buena.

Ahora al lio:

Sigo pensando que te salen los episodios muy pastelosos, claro, que sabiendo como eres no me extraña nada. [poraki]

La escena de sexo está mejor que la anterior, a mi entender la palabra bragas sobra, pero bueno, seguro que con la practica te saldran redondas, ya que se nota que lo que escribes te sale del corazon...... y no digo más, que tu novia me mata. [ayay] XD

En fin, no recuerdo cual, pero una frase de Mel me ha recordado a lo que dice Trinity a Neo cuando parece que ha muerto.

Saludillos.
En eso coincidimos, no me pega nada dicha palabra en medio del resto del texto, pero no encontré nada remotamente apropiado, el diminutivo no me gustaba y usar ropa interior otra vez quedaba repetitivo, tomalo como un fallo de limitación de vocabularioXD.
Originalmente enviado por The Cragor
En eso coincidimos, no me pega nada dicha palabra en medio del resto del texto, pero no encontré nada remotamente apropiado, el diminutivo no me gustaba y usar ropa interior otra vez quedaba repetitivo, tomalo como un fallo de limitación de vocabularioXD.


Sin duda es lo de menos, pero queria reseñartelo. ;)
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