-Voy...a ser PADRE?!-Respondía con una expresión entre sorpresa y felicidad Keitaro-Ya no voy a estar más sólo!-
Sí, y te gusta la idea...?-Preguntó Naru
Claro! pero yo tengo otra que hacerte:-y tragando saliva por la emoción y si iba a tener acogida su pregunta, sin saber que iba a suceder de aquí en adelante, si llegaría al cielo o al mismísimo infierno, ya que se suicidaría si le decían que no, a esa decisión llegó si no lo querían; sabía que era el ahora o nunca, el que siempre había esperado y que nunca se atrevió a buscar y a veces estaba frente de sus narices como un fantasma que pugnaba por ser visible y alcanzar, con todas estas ideas locas, algunas sin sentido que giraban tanto externa como internamente a la manera de un remolino, se levantó y la abrazó de su cintura, y con voz firme y dulce dijo así:
-Naru, ya han sido tres maravillosos años junto contigo y ya no le puedo pedir más a la vida, soy feliz contigo y he alcanzado la estabilidad que tanto busqué; tenía miedo, pero eso ya se fue y es por tí. lo ves? Ahora yo quisiera que me escucharas y me contestaras esto-y sacando una pequeña caja de entre sus bolsillos obtuvo una fuerza espiritual muy fuerte que lo animó a decir-: Querrías soportar ver este rostro que tienes al lado tuyo por el resto de los días, es decir, quieres casarte conmigo? Y abrió la caja, en ella había un anillo precioso y se lo mostró.
-Yo...ACEPTO! Y tomó el anillo y se lo puso en su dedo, Naru no cabía en sí de alegría y lloraba por lo mismo, ambos se dieron un gan y dulce beso y se fueron girando por toda la habitación, al compás imaginario de Strauss aparecían crepúsculos blancos a manera de una gran celebración, pero se miraron y ambos dijeron con cara de estupor:
-Las chicas! -Qué les diremos? Se dijeron al unísono.
Entretanto, apareció Motoko quién les contestó:
-Ya lo sé todo, yo se lo contaré a las demás a su tiempo; Urashima, has demostrado tu valentía y por eso fuiste recompensado, ya no te molesto más y buena suerte a los dos!-Guiñando su ojo dercho, se fue pensando: Ainsss, cuándo me tocará a mí...? Arima...
Ambos se reían felices por lo que habían hecho, ya nadie los iba a separar...