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Aunque iré actualizando este post, podréis descargar los capítulos como si una novela fuese, a partir de ahora, siempre y cuando se haya acabado un capítulo.
Capítulo 1: El Comienzo: http://www.megaupload.com/?d=3SF2R7T9 /
http://www.scribd.com/doc/31766771/BRIGHT-FALLSEste es un juego que se me ha ocurrido para todos los seguidores de Alan Wake que les haya gustado el rollo escritor y es crear una historia ambientada en bright falls y en su "fauna" xD pero totalmente distintas y con un personaje totalmente distinto.
Normas1. Totalmente prohibido soltar algún spoiler del juego ni que participe ningun personaje del juego en algo que aclare algo del mismo... si queréis que salga barry o quien sea cuando lo escribáis no podéis dar pistas del juego por el bien de todos.
2. Se pueden poner cosas graciosas o chorradas, pero con un mínimo de logica, no vale soltar cualquier tonteria sin explicar porque entonces pierde la gracia del asunto.
3. Si cuando vayais a postear justo ha posteado otra persona y os aparece aquello de revisate lo que ha puesto aquel lo amoldais si no sera un jaleo de la hostia.
4. EL QUE VAYA A POSTEAR QUE POSTEE PRIMERO SIMPLEMENTE ESCRIBIENDO ASI PODEIS ESCRIBIR SIN PRISAS, EDITAIS Y ESCRIBIS LO QUE QUERAIS SIN RIESGO DE QUE SE ACUMULE GENTE ESCRIBIENDO. Asi el siguiente espera turno

saludos
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Cada semana ire pegando en este primer post toda la historia a ver si queda algo majete y gracioso.
Saludos, bienvenidos a Bright Falls y comencemos...
CAPITULO 1: EL COMIENZOEran las nueve de la mañana y el ferry en el que viajaba se acercaba lentamente a Bright Falls. Aunque la gente disfrutaba de las vistas yo iba sentado en mi coche, pensando meditando como siempre. Mi vida había sido siempre una constante desesperación no encontraba paz en ninguno de mis actos ni nadie que intentara motivar mis pocas ganas de hacer algo con mi vida.
Abrí dos botones de mi chaqueta y introduje la mano en el bolsillo, saque la petaca y una vez mas deje que el alcohol fuera el que saciara mi sed. La gente que también iba en aquel ferry estaba alegre, maravillada con las vistas, los niños correteaban felices jugando, les encantaba a todos aquel maldito viaje y aquel maldito pueblo. Yo en cambio hubiera deseado que se hundiera con todos dentro.
Abrí la puerta del coche y los rayos de sol me molestaron en los ojos como si fuera un lanzallamas directo a la cara, miré una vez mas el anillo de mi mano y lo lancé con todas las fuerzas al agua. - A la mierda con todo! Pensé.
-¡Esto no puede seguir así por más tiempo! ¡No lo soporto más! -me gritaba Helen entre sollozos desconsolados-.
-¡¿Y qué pretendes que haga yo?! ¡Al fin y al cabo la culpa de todo este embrollo la ha tenido tu querido padre con su adicción a las apuestas! ¿O acaso te crees que estoy doblando turno por mi propio disfrute?
Helen salió de la habitación a la mísma velocidad a la que rompió a llorar tras oirme, destrozada, pero me daba igual, no sentía nada por ella, ya no. Todo había cambiado drásticamente desde que George, mi suegro, apostó hacía ya tres meses, nuestra casa en una timba ilegal y la perdió. El muy cabrón no tuvo siquiera el valor de dar la cara y desapareció sin dejar rastro ni dar explicaciónes mientras nuestro hogar nos era arrebatado por un grupo de mafiosos. Los dos meses siguientes supusieron un infierno en nuestras vidas. Helen y yo conseguimos alojarnos en una destartalada habitación de un motel de mala muerte en las afueras mientras tratabamos de encontrar algún tipo de solución legal con la que recuperar nuestros sueños, pero nos fué imposible. Lo único que podíamos hacer era pagar la deuda de George a cambio de nuestro hogar, cien de los grandes, algo impensable en nuestra situación.
-¡Dios te maldiga George! Juro que te seguiré el rastro, te encontraré y haré que me pagues la ruina que has traido a nuestra vidas...
Justo en ese instante, algo tiró de mí por la parte trasera de mi chaqueta. Mis pensamientos se desvanecieron mientras me volvía. Allí vi a un niño mirandome con una extraña expresión.
- Se que es lo que estas buscando, estas buscando a este señor - Dijo el niño mientras señalaba a un hombre justo a su izquierda. Era George.
- ¡Maldito hijo de la gran puta! ¡Te haré pagar lo que nos has hecho a Helen y a mi, has arruinado nuestras vidas! - Lo cogi por el cuello y justo en ese momento...
- Ehh, cariño, despierta, ya hemos llegado - Era Helen, me estaba despertando ya que habiamos llegado a nuestro destino, Bright Falls.
- ¡Mierda, era solo un sueño...! - Dije para mis adentros.
Visualicé la maravillosidad del paisaje, era todo precioso, mas de lo que nunca pensaria... pero para mi era una mierda. No podia pensar de forma positiva, para mi todo habia acabado. No podia pagar esos cien millones para recuperar nuestra casa... aunque lo tuvieramos todo alli. Decidimos ir a Bright Falls y ver si podria constituir un nuevo hogar para nosotros, un hogar en el que fueramos felices... donde George no estuviera para destrozarnos la vida, aunque desearía que estuviera alli para yo destruirle la suya.
Llegamos al puerto, donde desembarcamos. Entramos en el coche, lo sacamos del Ferry y recorrimos unos metros. Despues bajamos del coche para contemplar un poco mejor el nuevo lugar en el que estariamos y que podría ser nuestro nuevo hogar. Por fin estaba pisando el suelo de Bright Falls. Me invadio una sensacion de que aqui todo seria distinto, muy distinto...
Lo primero que hicimos Helen y yo al llegar a Bright Falls, fue buscar a una amiga que tenía Helen, en el mismo pueblo, que estaba dispuesta a alojarnos hasta que tuviéramos dinero para poder comprar una vivienda decente. Helen quería ver el pueblo más de cerca, y como no estábamos para tirar cohetes, no me pude negar así que bajamos del coche. No encontrábamos la casa, ella me decía que preguntáramos a alguien, pero por una razón no quería preguntarlo, seguramente por la tozudez de dar yo con la casa, era algo personal….Tras 20 minutos dando vueltas por los mismos lugares Helen se dio la vuelta y busco a la persona mas cercana y dijo “voy a preguntárselo a el, con suerte sabrá algo” . Yo no me gire pero oí la conversación. Pero por una extraña sensación me pareció haber escuchado esa voz aguda y ingenua anteriormente, no le di importancia…
La casa estaba a las afueras de Bright Falls, pero llegamos con cierta facilidad al final.
Al entrar su amiga (Sara) nos recibió de forma muy agradable, aunque bueno los formalismos y los protocolos me los salto…
Nos pasamos la tarde tomando un café charlando sobre diversos temas, aunque la verdad yo solo le daba vueltas a la situación, de cómo en poco tiempo mi vida se había arruinado, miraba el fondo de mi taza de café mientras este se enfriaba asintiendo con la cabeza a la conversación que mantenían Helen y Sara.
De pronto mientras; me quede embobado mirando la taza de café cuando me di cuenta, no había nadie en el salón. Pero volví a escuchar esa voz inocente, pero no me levante, intente no darle importancia aunque me estuviera comiendo la cabeza. De pronto vino Helen y dijo: “Cariño, puedes salir a fuera, a un niño se le ha quedado la cometa en el árbol que hay cerca de la casa, ¿podrías bajársela?” Al principio no pensé en la situación, simplemente me levante del sillón refunfuñando, de pronto asocie las cosas.
Esa voz la he oído hace poco...me dije a mi mismo.
Al tiempo que avanzaba hacia la puerta principal, la vocecilla se iba volviendo más fácil de entender. De igual modo reconocí la de Sara. Su tono era agradable y sosegado, y aún así podía detectar cierta curiosidad en sus palabras.
- ...a mí también me gusta ir a los lagos a pasear -aseguraba ella en el exterior-. Además, en esta época del año, si eres paciente, podrás ver muchas manadas de ciervos ir a beber... Por cierto, no me suena haberte visto antes por el pueblo, ¿has venido hace poco a vivir con tus padres?
- Sí, llegamos la semana pasada -contestó el chiquillo pausadamente-. Padre necesita descansar. Trabajaba mucho cuando estábamos en Arkansas. Es un famoso escultor, ¿sabes? -afirmó el muchacho con aguda seguridad-. Últimamente estaba raro, así que Dick le dijo que debería tomarse un descanso y relajarse. Padre aceptó, y por eso hemos venido... a conocer a un doctor que según Dick puede ayudarle.
- ¿Quién es Dick?
- Un amigo -dijo la vocecilla-. Trabaja con padre buscando clientes.
- ¡Ah! Entonces debe de ser su agente por lo que me cuentas, y si no me equivoco, ese doctor que mencionabas antes debe de ser el doctor Hartman. Un buen hombre sin lugar a dudas, seguro que ayudará mucho a tu padre.
En ese instante abrí la puerta y ante mí estaba Sara, asintiendo de cuclillas, con un semblante sonriente que rápidamente desbozó en cuanto escuchó el portazo a mi espalda. No pude evitar fijarme en el niño que estaba frente a ella. De vestimenta más bien destartalada, pelo rubio platino, de piel pálida y ojos azules, casi grises. De unos trece o catorce años. Me era familiar, aunque no sabía decir el porqué. Tampoco me importaba, y ya que estaba allí, lo mejor era terminar cuanto antes, pensé.
- Bueno chicos, voy a ver si Helen necesita ayuda en la cocina. Gracias por venir a coger la cometa Bruce. Si necesitas la escalera, está apoyada en la pared, al lado de la puerta del garaje -me dijo Sara sonriente-. ¡Adios, chicos!
- Hola chaval, ¿cómo va? Helen me ha dicho que tu cometa tiene problemas. Vamos a ver qué podemos hacer para solucionarlos -mascullé mientras trataba de divisar el objeto en cuestión entre la maleza superior del abeto. A esas horas la oscuridad poco a poco iba anunciando el ocaso inminente y a duras penas pude distinguir una figura romboide enredada en unas ramas, unos tres metros más arriba-. ¡Vaya, por lo que veo sí que nos va a hacer falta la escalera! Ahora vuelvo -le dije mientras, de forma sutil, le dedicaba otro vistazo de arriba a abajo. Continuaba sin saber qué era, pero ese niño tenía algo que me resultaba bastante familiar y a la vez inquietante.
Cogí la escalera y la calcé cuidadosamente en la base del árbol. Linterna en mano ascendí hasta la cometa para comprobar su lamentable estado. La varilla trasversal se había arqueado por el golpe hasta el punto de casi romperse y la cola, compuesta por vistosas cintas rojas y azules alternadas entre sí, se había anudado complicadamente y había perdido su borla. Con cuidado y paciencia traté de desenredar cada nudo para intentar devolverle el objeto a su dueño de una pieza. Quedaba un último nudo, se me estaba complicando. Me concentré en él y, con la linterna en la boca para poder usar ambas manos, al final conseguí desatarlo. Como si de una gran gesta se tratara, al liberar el objeto sentí una repentina sensación jocosa y triunfal. Me volví con mi improvisado trofeo y bajé la mirada hacia el niño en señal de celebración. Pero allí no había nadie. Traté de agudizar mi rango de visión para buscar al chaval entre la abundante vegetación y los enormes troncos de abajo, pero la oscuridad ya casi había logrado engullir los últimos rayos de sol, y desde mi posición, ni siquiera el haz de la linterna era capaz de traspasar la densa negrura.
-¡Chaval ¿Dónde estás? -pregunté casi gritando- ¡Chico, ya tengo tu cometa!
De repente, como si de un terremoto se tratase, el suelo empezó a temblar. Rápidamente solté el juguete y traté sin éxito de asirme instintivamente a la escalera pero mis pies resbalaron de los húmedos escalónes metálicos y una sensación de caída al vacío inundó mi estómago. El golpe contra el suelo fué brutal. Caí de espaldas con todo el peso del cuerpo. No podía respirar y la visión era confusa, borrosa. Estaba perdiendo el conocimiento y pensé que tenía que pedir ayuda desesperadamente, pero al intentar gritar, apenas salió un inaudible hilo de voz por mi boca. Mientras trataba de concentrarme para recuperar el sentido, pude distinguir movimiento por el rabillo del ojo. Con un gran y doloroso esfuerzo, giré mi cabeza esperando encontrar ayuda. Entre lo que parecían ser dos matorrales, pude distinguir una diminuta y borrosa silueta. Rápidamente reconocí las desgarbadas vestimentas y el cabello rubio. La cabeza se me iba y cada vez me faltaba más el aire, me quedaba muy poco tiempo antes de desmayarme. Subí la mano rogando ayuda, pero la figura no se movía, sólo se limitaba a mirarme fijamente. En ese instante, noté otro leve movimiento en otro matorral cercano, dirigí la mirada para ver cómo otra figura emergía de entre la oscuridad con la mísma ropa, el mísmo pelo y la mísma mirada. Había dos, ¿serían gemelos? Otro movimiento unos metros más allá, y otra figura. Seguidamente otra vez lo mísmo en otro lugar. En apenas unos instantes pude contar hasta diez niños que me observaban, rodeándome, todos iguales como si fueran copias idénticas. Empezaron a andar muy lentamente hacia mí. Durante un pequeño instante en que mi visión recuperó su ser, pude verles la cara. Eran todos exactamente iguales, con una expresión mortecina. Sus ojos ahora no eran azules, estaban vacíos y rebosaban una negrura infinita. De ellos parecía desprenderse un humo negro que lentamente flotaba en el aire expandiendose a cada paso. Una sensación de horror invadió mi cuerpo mientras todo a mi alrededor parecía sumirme en un abismo. Un segundo antes de perder el conocimiento de forma definitiva, como si de un fogonazo se tratese, vino a mi cabeza una imágen que me hizo recordar: ese era el niño que estaba en mi sueño, en el carguero durante mi llegada a Bright Falls.
CAPITULO 2: VISIÓN DEL AMANECERMe desperte en un hospital... no se que es lo que hacia alli. Mi cabeza estaba confusa, como si de repente todos mis recuerdos hubieran desaparecido y mi mente estubiera intentando recuperarlos, como quien formatea su disco duro y se le olvida hacer una copia de seguridad. El caso es que era un nuevo dia en mi vida, en mi vida sin recuerdos sobre que me habia hecho llegar allí. Solo recordaba donde estaba, quien era y cosas personales... pero nada de que suceso me hizo acabar aqui, en el Hospital de Bright Falls.
Escuche unos breves golpecitos en la puerta de la habitación en la que estaba alojado. Un chirrido insoportable debido a mi estado me invadio la cabeza a causa del abrir de la puerta, algo vieja a mi suponer. Era Helen, queria saber como estaba.
Le pregunté que había pasado, porque estaba alli. Helen me lo contó, dijo que fui a coger la cometa de un chaval que al jugar con ella, la enganchó en un arbol. También me dijo que al caerme el niño fue corriendo a avisarla de que me habia caido y que cuando fue a socorrerme y a avisar a una ambulancia el chaval desapareció.
Repentinamente senti como una descarga de 200w por mi cabeza, acompañada de un fuerte dolor y de los recuerdos de anoche... Me vinieron de golpe. Recordé las figuras entre los matorrales... los incontables niños que aparecieron. Le pregunté a Helen sobre los niños... Helen se rió diciendo que seguramente fueron imaginaciones mias debido al golpe.
Mientras estabamos hablando, ya desviando un poco el tema, apareció el doctor que habia llevado mi caso desde anoche hasta esta mañana. Entro en la habitación. Era un hombre de mediana edad, unos 38 años supuse, sin canas, sin ningun tipo de calvicie, muy buen vestido y sobre todo muy buen cuidado... cosas del oficio.
- ¿Qué tal se encuentra? - Me pregunto con una alegria en la cara que era imposible decir algo negativo.
- Me encuentro bien, me duele un poco el pie derecho por la zona del tobillo y la espalda. - Dije intentando que no sonara a quejica, que fuera un tono normal
- Es normal. Has tenido una caida bastante violenta, desde un metro y medio de altura y de espalda. Es una suerte que no te hayas dado en la cabeza. - Me respondio con la misma sonrisa misteriosa en su cara.
- Si, supongo... - Respondí con dejadez.
- Bueno, lo único que tendra que hacer es reposar durante un par de dias y estará curado. Intente no hacer ejercicios físicos ya que tiene una torcedura en el tobillo derecho. Lo de la espalda es solo dolor del golpe, no tiene nada roto. - Dijo volviendo a sonreir.
- Entonces, ¿puedo irme? - Estaba deseando salir de alli... ese hombre me ponia nervioso.
- Claro, ahora mismo, si usted quiere, puede abandonar el hospital.
- Lo prefiero.
Al terminar la conversación, me dispuse a levantarme y caminar hasta la salida de la habitación con ayuda de Helen. Fuimos hasta el ascensor y montamos. Estabamos en la segunda planta y teniamos que bajar a la planta baja. Pulsé el botón para la planta baja y el ascensor comenzó a moverse. De repente paró. Había parado en la primera planta porque un hombre habia pedido que el ascensor parase. El hombre decidió no entrar y bajamos hasta la planta baja. Caminamos hasta la salida del hospital y nos dirijimos hacía el coche. Helen condució ya que yo no estaba en condiciones de hacerlo. Llegue a casa, una vez mas, con ayuda de Helen, y me tire en el sofá.
- Hogar, dulce hogar... - Pensé mientras encendia la televisión.