Amor desventurado

Ahora que el fantasma del olvido, próximo a comparecer, espero aliviado. que la dama delicada e imperterrita de la muerte me rinde pleitesia, me pregunto, no sin extrañeza, el por qué de mi existencia.
De los años que he vivido, buenos, malos, y de los demás. Me pregunto exaltado cuantos he invertido en cosa de provecho. Cuales de ellos, ahora filón agotado, son deshecho. Son un tiempo desperdiciado.
Acaso hay algo, oh miserable, por lo que el mundo que gira y gira haya de recordarte? Fuiste un fracaso, un devoto siervo de una misión inerte. la de amar sin temple, la de entregarse en cuerpo y alma, y buscar así amarguras y desastres ,que de lagrimas hinchado, seguramente aqui me hallo, por que, oh señora de penumbra, yo si he amado.
Mas esa no es excusa, lo se muy bien. Que de dichas conyugales y amorios el mundo se ha cimentado. Quiza yo, colmo de los necios, no he sabido verlo.
Es excusa acaso? que por el amor perfecto, el mas puro y escaso, aquel que figura en los sueños, un hombre ha de abonarse al fracaso?
El fracaso, sí. Mas no busques excusas vanas, que de amarle es condena de fallida empresa. Que nadie pudo en los tiempos hacer sensible a una piedra.
Si elegir hubiese podido, hubiese reposado en otro lecho. Mas nunca le entregara el alma al mirar sus ojos morenos, que de mentiras llenos, me hicieron padecer de intención y hecho.
Cuan ironia me golpea, que de las mujeres que me amaron quedaron en la cuneta, y a ella, que de lo bueno que tengo no vió parte alguna, le entregué mi vida encerrado en una urna.
Tal es el esperpento, que he de irme humillado hacia el cielo, y alli esperar su venida, para jurarle amor, esta vez sí, eterno.