Lazos de Sangre. Capítulo 35: Cuando esperanza y destrucción son uno.

Melissa se despertó poco después del mediodía, cuando el somnífero disuelto en su sangre al fin dejó de hacer efecto y su mente consiguió abandonar el mundo de la inconsciencia. Algo que el comandante llevaba esperando ya desde hacía un buen rato y que resultó bastante conveniente dado el poco tiempo que les quedaba.
En aquella muchacha descansaban sus pocas esperanzas para convertir el lío en el que el teniente los había metido en algo más que un simple desastre, pero tenía que actuar con cautela o de lo contrario no conseguiría hacerla entrar en razón. Si es que realmente podía todavía hacer algo teniendo en cuenta lo que había debido pasar durante su captura, lo más probable era que se despertase completamente histérica y esto no les ayudaría en absoluto.
-Veo que por fin te has despertado.
La voz del comandante sonó calmada, casi tranquilizadora, pero su efecto fue exactamente el que este había supuesto. Nada más oír aquella voz desconocida, Melissa abrió los ojos de golpe y se sentó rápidamente mientras miraba asustada a su alrededor comprendiendo que ya no estaba en la colina. Pero no fue la presencia de aquel extraño ni el encontrarse en un lugar que no conocía de nada lo que la preocupó, sino el no ver a Álam por ninguna parte.
-¿Dónde está Álam?. -Preguntó mostrando más furia que miedo. -¿Quién es usted?.
-Soy el comandante Érmingster. -Respondió con calma, observando sorprendido los extraordinarios ojos azules de la joven. -Seguro que Álam te habrá hablado ya de mí. Y en cuanto a él, no te preocupes, pronto estará también aquí.
-¿Dónde está?. -Insistió Melissa sin prestar la más mínima atención a sus palabras.
-Comprendo tu nerviosismo, pero ahora es necesario que te calmes. -Trató de explicar el comandante. -Álam viene hacia aquí, te aseguro que él es el último del que tienes que preocuparte ahora mismo.
-Sé quien es usted. -Afirmó Melissa mirandolo fijamente. -¡Usted lo envió a morir a la fortaleza!. ¿Cómo espera que le crea después de todo lo que ha pasado?.
-No espero que lo hagas. -Respondió de nuevo, esbozando ahora una ligera sonrisa. -Diga lo que diga sé que no conseguiré que me creas después de lo que mi Teniente hizo para capturarte. Tan solo espero que te des cuenta de vuestra situación y actúes en consecuencia.
-¿De qué está hablando?. -Preguntó Melissa un tanto desconcertada por esta respuesta. -¿Qué es lo que sucedió?.
-Yo no di la orden de capturarte, eso es lo que sucedió. -Explicó Érmingster cruzando ambos brazos frente a su pecho. -Mi teniente actuó bajo órdenes del consejo y mató incluso a uno de los nuestros para capturarte. Dudo que tú comprendas eso, pero es algo que ninguno de nosotros haría jamás.
-Alys... -Comprendió Melissa bajando la cabeza. -Entonces lo que dijo Álfred era cierto. Su consejo no quiere acabar con la guerra, ni siquiera le importan las vidas de los humanos. Solo quieren conseguir más poder... ¡Cómo mi padre!.
-Lo que has dicho describe bastante bien la situación actual en la alianza. -La voz del teniente se hizo de pronto más grave y la propia Melissa levantó la cabeza para mirarle. -Aunque ahora eso es lo de menos, tenemos cosas más importantes de que ocuparnos.
-¿Tenemos?. -Repitió con cierto sarcasmo Melissa. -¡Está loco si espera que yo le ayude en algo!.
-Lo harás. -Aseguró el comandante. -No sé cuál es la razón por la que Álam te trajo a la frontera, pero lo que sí sé es que él jamás viajaría con alguien de tu especie y mucho menos dejaría que lo transformasen también en un vampiro si no hubiese algo entre vosotros. Y no puedo culpar a Álam por eso, después de todo debo admitir que yo mismo me he sorprendido al mirarte. Es la primera vez que veo reunidas en una sola criatura la belleza de una vampiresa y la inocencia de una humana, supongo que eres exactamente lo que Álam necesitaba para dejar de ser ese maldito loco en el que se había convertido aquí.
-¡Álam no es un vampiro!. -Replicó Melissa sin comprender el significado de todo aquello. -Ninguno de los dos lo es. Mi padre es Nathaniel, pero mi madre era humana, como usted.
-¿Un híbrido?. -Se sorprendió el comandante. -Eso explicaría muchas cosas. Cómo el por qué no habíamos sabido nunca nada de ti y Nathaniel te mantenía tan escondida. Aunque lo realmente importante ahora no es lo que Álam sienta por ti, sino lo que tú sientas por él.
-¿Qué quiere decir?.
-Ahora mismo Álam viene hacia aquí para rescatarte. -Explicó el comandante. -De alguna forma ha conseguido sobrevivir sin el inhibidor y está destrozando todo lo que encuentra a su paso con sus poderes, nada lo detendrá hasta que consiga recuperarte y matar a quien acabó con Alys. Estoy seguro de que esto se debe al cambio que ha sufrido su cuerpo al hacerse medio vampiro, pero dudo que sea suficiente para compensar por completo el daño que esto tiene que estar causándole a su cerebro. Aunque Álam llegue aquí, sin el inhibidor su mente tiene que estar sufriendo un terrible desgaste y no creo que resista mucho más, ya es un verdadero milagro que haya aguantado tanto.
-¿Intenta decirme que Álam morirá cuando llegue aquí?. -Preguntó con voz temblorosa Melissa. -¿Es eso lo que va a pasar?.
-Si no hacemos nada... sí. -Sentenció Érmingster. -No sabemos cuanto durará, pero de lo que sí estamos seguros es de que no lo soportará permanentemente, antes o después su cerebro dejará de luchar y será su fin.
-¿Y qué espera que haga yo?. -Preguntó esta vez con desesperación ante lo que aquel desconocido estaba contandole. -Yo no sé nada de los Psíquicos como Álam, solo lo que me ha contado él. ¿Qué puedo hacer para ayudarle?.
A modo de respuesta, el comandante se metió una mano en el bolsillo de la chaqueta negra y dorada que formaba su uniforme y sacó una pequeña gema negra similar a la que Álam había llevado antes en el cuello.
-Este es un inhibidor como el de Álam. -Dijo mostrándosela a Melissa. -Si se lo pusiera, sus poderes estarían otra vez bajo control y el daño a su cerebro cesaría. No importa lo mal que esté, nuestros médicos podrán curarle mientras siga vivo, pero no dejará que ni yo ni nadie se le acerque lo suficiente y probablemente lo destrozaría antes de que pudiese siquiera empezar a funcionar. Ahí es donde tú puedes hacer algo... si realmente quieres salvarle.
-¿Cómo sé que eso es cierto?. -Preguntó de nuevo Melissa mirando al inhibidor, su voz cargada de dudas y preocupación ante aquella aterradora elección. -Si ago eso Álam estará a su merced de nuevo y usted podrá volver a controlarle o matarle cómo su teniente hizo con Alys. ¿Cómo sé que no es eso lo que pretende y que ayudandole no estaré condenando a Álam a morir?.
-No lo sabes. -Afirmó totalmente serio Érmingster. -No puedo darte ninguna prueba de que lo que digo sea cierto, tendrás que decidir tu misma. Pero si te sirve e algo, nuestra nave recogió la conversación que tuvisteis con ese BlackHawk... Álfred si mal no recuerdo. Sé que Álam no es solo tu única esperanza, también es probablemente la única que nos queda a nosotros, y lo creas o no, algunos todavía luchamos para terminar con la guerra.
-Álam no aceptó ese plan. -Negó Melissa. -Si ha escuchado esa conversación también sabrá eso.
-Las cosas han cambiado desde entonces. -Explicó el comandante. -Estoy seguro de que Álam lo sabe y hará lo que considere mejor para ti, no para él. Pero antes... tú tendrás que decidir qué hacer. Y hazlo rápido, ya no...
Justo en el momento en que el comandante decía esto, una violenta explosión se oyó en el exterior y una alarma sonó inmediatamente en el despacho haciendo que la propia Melissa se sobresaltase. Érmingster, sin embargo, se lo tomó con mucha más calma y le dirigió una extraña sonrisa a su "invitada".
-Como intentaba decirte, ya no nos queda mucho tiempo. -Mientras hablaba, el comandante se alejó de ella y se acercó a la puerta. -El futuro de Álam y el nuestro está ahora en tus manos, haz lo que te dicte tu corazón, seguro que él sabrá qué es lo correcto.
Dicho esto, Érmingster pulsó el botón de apertura de la puerta y salió de allí dejandola sola de nuevo para que pensase en lo que acababa de decirle. Nada más entrar en la sala de mando, uno de sus suboficiales se puso en pie y trató de llamarlo para comunicarle el motivo de aquella alerta, pero este le indicó que volviese a su puesto con un simple gesto de su mano y se detuvo junto a los Hunters que vigilaban la puerta, dirigiendo su mirada hacia la figura del teniente que continuaba en medio del pasillo observando con furia las pantallas.
-Vigiladle. -Ordenó. -No le toquéis, no nos corresponde a nosotros hacer eso. Pero tened cuidado con él.
-Como ordene, Señor.
Sin más palabras, el comandante continuó caminando y atravesó rápidamente la sala sin pararse siquiera a mirar a su teniente mientras el agudo sonido de la alarma continuaba con su rítmica advertencia. Una nueva explosión más cercana aún que la anterior sacudió la torre una vez más, pero el comandante sabía perfectamente a que nos e debían a ningún ataque dirigido hacia ellos y continuó su camino con tranquilidad dirigiendose hacia uno de los ascensores.
El cuartel general de los Hunters era en su mayor parte subterráneo, un enorme complejo de salas de entrenamiento y barracas en las que vivían y se entrenaban los jóvenes reclutas. Pero sobre este, cómo estructura visible que los representase, se alzaba una gigantesca torre cilíndrica de metal y vidrio que albergaba las oficinas, la sala de mando principal y, en su piso inferior, el hangar del que partían sus vehículos. Era una estructura imponente, pero el comandante sabía que no lo suficientemente fuerte como para resistir explosiones de tal magnitud y sabía además qué clase arma producía tales explosiones.
El fuerte Vartinov, la principal base militar de la zona, estaba a poco más de cien kilómetros de allí y sabía que seguramente habrían enviado ya tropas para detener a Álam, las mismas tropas que este debía estar arrasando en aquel instante. Las explosiones que oía le resultaban macabramente familiares, eran el resultado de la deflagración de un núcleo de fusión al perder su estabilidad y superar las barreras de contención electromagnética que lo rodeaban, en otras palabras, del estallido de un vehículo pesado de asalto cuya fuente de energía acababa de volar por los aires.
Con una extraña sonrisa, Érmingster entró en el ascensor que lo esperaba ya con las puertas abiertas, se giró de nuevo hacia el pasillo mientras las dos láminas de metal que formaban la puerta se cerraban diagonalmente superponiendose una a otra y dirigió su mirada hacia el pequeño panel luminoso que había en la pared junto a estas, justo a la altura de su pecho. Nada más pulsar el botón del hangar, un pequeño tirón le indicó que ya estaba en marcha y sintió la aceleración mientras aquella pequeña habitación rectangular descendía en escasos segundos hasta el nivel inferior de la torre.
Una vez abajo, el ascensor deceleró suavemente y con un pequeño chasquido se detuvo de nuevo en su destino abriendo automáticamente sus puertas una vez más. El comandante salió al hangar, caminó unos pasos adentrándose en el inmenso espacio que lo formaba y se detuvo unos segundos mirando a su alrededor para asegurarse de que todo estaba en orden.
A cada lado del hangar, tres enormes aerodeslizadores de transporte descansaban colocados en semicírculo para seguir la forma natural de las paredes de la torre. Entre estos podían verse también numerosos contenedores con material almacenado y equipo de mantenimiento así cómo algunos elevadores y otra maquinaria usada para los trabajos habituales del hangar, pero en aquel instante allí no había nadie para hacer dichos trabajos. Las grúas estaban paradas y las naves apagadas sin nadie trabajando en ellas para ponerlas apunto, aunque por la cantidad de equipo que las rodeaba parecía que no hacía mucho que alguien había estado haciendolo.
Además de esto, ocupando los dos estrechos pasillos de metal que colgaban a más de diez metros de altura anclados a las paredes y al techo mediante tensores de acero, todo un ejercido de Hunters armados no con espadas, sino con rifles de asalto, esperaban preparados para atacar cubriendo los dos grandes arcos que estos pasillos formaban a lo largo de las paredes y el largo pasillo transversal que los unía.
-Todo está listo. -Murmuró para sí el comandante mientras una nueva explosión lo sacudía todo. -Veamos de que eres capaz realmente, muchacho.
Justo en el instante en que el comandante decía esto, una última explosión se oyó en el exterior y la onda expansiva sacudió la torre de nuevo haciendo retumbar las paredes del propio hangar. La batalla allí fuera parecía haber finalizado y durante unos segundos todo estuvo en silencio, cómo si nada hubiese sucedido, aunque esta ilusión duraría solo eso: unos segundos.
Ante la asombrada mirada de los Hunters, el grueso portón del Hangar se dobló bruscamente hacia adentro de pronto, cómo si algo enorme acabase de golpearlo. Las planchas metálicas que lo formaban chirriaron mientras se doblegaban cediendo ante la colosal fuerza que las había golpeado y por las rendijas de sus uniones empezó a filtrarse la luz del Sol. Un nuevo impacto las sacudió tan solo segundos después, desgarrando esta vez los anclajes de una de ellas que quedó colgando de la cerradura que las unía, atada ya a la pared tan solo por los goznes de su gemela mientras la esquina Noroeste del hangar se iluminaba bajo la cuña de luz solar que entró a través de la abertura revelando la presencia de más Hunters camuflados entre las sombras.
Y al fin, con un último y brutal golpe, ambas saltaron por los aires totalmente destrozadas y cayeron pesadamente en el centro del hangar permitiendo que el comandante y los propios Hunters pudiesen ver al responsable de todo aquello.
Álam estaba en el centro de la entrada, justo en el lugar donde antes se habían alzado aquellas enormes puertas de metal. Sus cabellos se habían soltado y ahora caían frente a su cara hasta llegar a sus hombros, formando una especie de velo negro bajo el que sus ojos brillaban todavía con aquel fulgor azulado. El inhibidor seguía sobre su pecho, pendiendo aún de su delgada cadena, pero el chip central que lo formaba era completamente visible y pequeños fragmentos del cristal negro que una vez lo había rodeado flotaban en torno a él como diminutos satélites unidos por pequeñas descargas eléctricas. Parecía tranquilo, sosegado, cómo si nada hubiese sucedido, pero el delgado hilillo de sangre que brotaba de su nariz y la estremecedora imagen que había tras él dejaba claro que no era así.
Más de una docena de vehículos yacía en pedazos cubriendo los patios exteriores de la torre como silenciosos testigos de la batalla que acababa de librarse. Enormes tanques terrestres, aerotanques, naves de ataque y transporte, todos ellos restos sin duda de una formidable fuerza de ataque enviada por el consejo y desperdigada ahora por todo el patio, reducida a un montón de cascarones humeantes entre los que podían verse los cuerpos sin vida de sus antiguos ocupantes.
Más de un centenar de soldados tapizaba el suelo con sus armaduras blancas y grises que indicaban su pertenencia al ejército, aunque en su mayoría estas estaban tan destrozados que eran difícilmente identificables desde aquella distancia. Incluso el propio suelo aparecía teñido por completo de rojo con la sangre derramada en aquella carnicería.
Pero esto no fue lo que más impresionó a los Hunters. No, el comandante había esperado ya algo parecido, era tan consciente de las capacidades bélicas del consejo cómo de la fuerza destructiva que Álam debía poseer en aquel instante y sabía que ese sería el resultado cuando ambas fuerzas se encontrasen. Sin embargo, lo que no había esperado era ver uno de los enormes tanques de tracción terrestre flotando tranquilamente tras Álam como un simple juguete junto al cuerpo de uno de los soldados.
El tanque estaba destrozado, sus cañones ya no existían al igual que su torreta principal y solo las seis orugas que lo movían parecían estar enteras, lo que daba una idea de para qué lo había usado Álam durante los últimos segundos. Parecía más que evidente que aquel había sido el objeto que había estado golpeando la puerta hasta derribarla, y cuando Álam lo levantó de pronto varios metros por encima de él y lo arrojó de nuevo hacia atrás haciendolo caer entre los restos de sus compañeros de escuadra ninguno de los Hunters dudó que así había sido. Aunque esto no hacía menos aterradora la idea de que aquel muchacho pudiese hacer eso sin siquiera moverse.
-¡Álam!. -Gritó el comandante de pronto, hablando con autoridad hacia su antiguo pupilo a pesar de lo que acababa de ver. -¡Ya basta!. Esto tiene que acabar.
Justo en el instante en que el comandante decía esto, Álam comenzó a caminar hacia adelante sin molestarse siquiera en responderle y en su rostro se dibujó una diabólica sonrisa que dejaba claro que no estaba dispuesto a hacerle caso. Con un simple destello de sus ojos, la armadura del desgraciado soldado que flotaba todavía sobre él crujió presionada por las mismas fuerzas que el tanque y este dejó escapar un desgarrador grito mientras su cuerpo era brutalmente dividido en dos.
Un borbotón de sangre y vísceras cayó sobre Álam mientras las dos mitades del soldado dejaban de flotar y cabían bruscamente al suelo a su lado, pero esta ni siquiera llegó a tocar su cuerpo. La sangre se detuvo a unos centímetros de su cabeza y corrió hacia un lado siguiendo una extraña curva, cómo si la voluntad de Álam estuviese formando una especie de esfera a su alrededor que solo aquella sangre hacía visible al deslizarse sobre ella tiñendola de rojo y negro..
-No he venido hasta aquí para detenerme ahora. -Respondió al fin mientras se detenía a unos cien metros del comandante y elevaba la vista hacia los Hunters, hablando con una voz sombría y oscura que parecía sonar en el interior de sus cabezas y no en sus oídos. -¡¿A qué estáis esperando?!. -Gritó con furia hacia ellos, corroborando con sus palabras el reto que acababa de lanzarles al matar a aquel soldado. -¡Sois cazadores, vivís solo para cazar a monstruos como yo!.¡¡Vamos!! .
Ninguno de los Hunters se movió. Pese a los gritos de Álam y al macabro espectáculo que acababan de presentar, los cazadores permanecieron en sus puestos sin apuntarle siquiera con sus rifles y el comandante los observó sonriendo, orgulloso al ver que sus órdenes eran acatadas sin preguntas a pesar de lo descabelladas que parecían.
-No lo harán. -Respondió con calma el comandante. -Saben que no eres un asesino, no te atacarán para que puedas matarlos como hiciste con esos soldados. Tú no eres nuestro enemigo, y deberías comprenderlo.
-No siempre tiene razón... comandante. -Replicó Álam dirigiendo de nuevo su mirada hacia él. -Usted también debería comprenderlo.
De pronto, los ojos de Álam centellearon como hacía tan solo unos segundos y algo brotó de su cuerpo en dirección hacia el comandante. Una fuerza invisible pero terriblemente poderosa que avanzó quebrando los paneles metálicos del suelo hasta alcanzar su objetivo y golpeó al comandante arrojándolo contra las puertas del ascensor mientras la propia pared Sur de la torre se doblaba a ambos lados de este al recibir también el impacto de aquella fuerza.
-Impresionante... -Consiguió decir con esfuerzo el comandante desde el suelo, mientras trataba de levantarse de nuevo y un hilo de sangre caía de su boca como prueba de la violencia del golpe. -Pero no te conviene matarme, sabes que puedo decirte donde está lo que buscas.
Nada más oír esto, y antes incluso de que el comandante pudiese ponerse en pie, Álam extendió una mano hacia él y este pudo notar al instante como algo lo rodeaba, una fuerza terrible y a la vez extrañamente familiar que representaba a la voluntad del propio Álam y lo elevó de pronto en el aire. A continuación, Álam hizo un gesto con su mano hacia él y el comandante cruzó volando todo el hangar a una velocidad vertiginosa deteniendose justo frente a Álam.
-Puedo encontrarlo yo solo. Sé dónde está, puedo sentirla tan claramente como le veo a usted ahora. -Explicó Álam sonriendo maliciosamente. -No necesito su ayuda.
-Yo no maté... a Alys. Fueron los bastardos del consejo. -Trató de decir el comandante sintiendo como la fuerza que lo sostenía rodeaba lentamente su garganta. -Maldita sea Álam, intenta calmarte, ¡Piensa con la cabeza y no con el corazón!. Sabes que jamás mataría a uno de los nuestros, ¡Me conoces lo suficiente para saberlo!.
-Me envió a morir a esa fortaleza. -Lo contrarió Álam umentando aún más la presión sobre el cuerpo de su antiguo superior. -¿Todavía espera que le crea?.
-¡Tú no eres como los demás!. -Insistió Érmingster. -Sabes por qué te envié allí, no intentes hacerte el ingenuo ahora con... migo...
La presión sobre el cuello del comandante aumentó hasta hacerse insoportable y este no pudo seguir hablando. Se retorció en el aire, tratando inútilmente de aferrar con sus manos lo que lo estaba asfixiando aunque sabía perfectamente que no podría. Hasta que...
-Lo sé... ahora no hay nada que pueda ocultarme comandante. También sé quién es el culpable, para quién trabajaba, cuales eran sus objetivos... ¡Lo sé todo!. Y por eso... voy a dejarle vivir un poco más.
Con esta sencilla respuesta, Álam soltó de pronto al comandante aceptando aparentemente sus palabras y este calló jadeando al suelo, tratando de recuperar la respiración mientras Álam pasaba a su lado en dirección al ascensor. Sin embargo, antes de que este pudiese entrar en él y seguir su camino, Érmingster consiguió recuperar en parte la voz y lo llamó una vez más.
-¡Álam!... -Gritó con voz sofocada, pero tan autoritaria como de costumbre. -Alys era uno de los nuestros... todos lamentamos su muerte como tú y esperamos lo mismo de ti. ¡Mata a ese bastardo!.
-Usted ya no tiene derecho a darme órdenes. -Replicó Álam arrancando las puertas del ascensor con un simple gesto de su mano y pasando al interior. -He venido aquí por una razón y eso es lo único que haré, nada más.
Dicho esto, Álam miró hacia arriba y el ascensor ascendió de pronto sin que este presionase botón alguno, movido no por su propio motor sino por la misma fuerza que Álam acababa de usar para abrir sus puertas y que hizo saltar en pedazos sus frenos de emergencia. Y en ese mismo instante, mientras el ascensor subía a lo más alto de la torre y se detenía una vez más, el comandante sonrió de nuevo.
-Lo sé muchacho, por eso estoy seguro de que lo harás. -Dicho esto, Érmingster miró una última vez a sus hombres y se dirigió hacia otro de los ascensores mientras daba una nueva orden. -Manteneos en vuestros puestos... ¡Qué no entre nadie!.

Una vez arriba, Álam abandonó el ascensor que calló inmediatamente hacia abajo libre ya de su poder y atravesó el pasillo hacia la sala de mando mientras los chirridos del ascensor se ahogaban a su espalda y un gran golpe resonaba en los niveles inferiores. La puerta de la sala estaba abierta y los oficiales que controlaban las pantallas estaban de pie al lado de sus puestos, observando con miedo y a la vez sorpresa al que había sido su compañero. Aunque no era en ellos en los que se centraba la atención de este en aquel momento.
Uno de los Hunters estaba en el suelo, con la cabeza sostenida por uno de sus compañeros y un reguero de sangre bajo su cuerpo que parecía brotar de un profundo agujero en su pecho. Algo que no presagiaba nada bueno y a lo que Álam no tardó en encontrar significado.
-Salid. -Dijo secamente, clavando sus ojos en la puerta del despacho sin preocuparse apenas por los otros tres Hunters o los oficiales. -¡¡Ahora!!.
Todos los presentes en la sala obedecieron al instante, incluso los Hunters que arrastraron a su compañero herido sin perder un segundo. Mientras tanto, Álam se acercó a la puerta que parecía sellada desde dentro, la tocó con la mano haciendo que una extraña descarga eléctrica recorriese toda su superficie y cuando esta se abrió por si sola pasó al interior con el mismo paso tranquilo y calmado que hasta entonces.
Las cosas eran exactamente como él había esperado. El Teniente estaba allí, armado con una espada y escudado tras Melissa que no podía moverse al tener la hoja de aquella arma justo junto al cuello. Sin embargo, esto no lo preocupó en absoluto, siguió avanzando hacia ellos como si nada y su mirada se centró por completo en lo que había ido a buscar allí, la única razón por la que realmente había hecho todo aquello y estaba dispuesto a volar en pedazos la propia torre si era necesario:
-Melissa. -Susurró mirándola, con una extraña expresión en su rostro que recordaba vagamente a una sonrisa.
-¡No te acerques!. -Advirtió nervioso el teniente acercando más su espada al cuello de la chica. -Da un paso más y....
El teniente ni siquiera llegó a terminar su frase, antes de que pudiese hacerlo su mano se apartó del cuello de Melissa como si tuviese voluntad propia y esta pudo huir sin problemas dejándolo solo de nuevo frente a la mesa del comandante. En ese instante, la fuerza que había atado su mano lo soltó de nuevo y este recuperó el control durante un segundo, pero antes de que pudiese hacer nada la espada emitió un agudo zumbido y la empuñadura estalló de pronto sacudida por una violenta descarga de energía que le arrancó por completo la mano.
Ignorando por completo esto, Melissa corrió hacia Álam con todas sus fuerzas sin preocuparse en absoluto por los gritos de dolor del teniente o el extraño aspecto de este y lo abrazó tan fuerte como pudo, rodeandolo por completo son sus brazos y apoyando su cabeza en su pecho cómo si tratase de fundirse con él. Y cuando este hizo lo mismo, cuando sus brazos la rodearon apretandola suavemente contra su pecho y su voz susurró su nombre una vez más en su oído, un torrente de lágrimas de alegría brotó de sus maravillosos ojos azules expresando la incontenible alegría que sentía al reunirse e nuevo con aquel al que amaba. La misma alegría que él sentía en aquel momento y que se reflejaba ahora en una clara y limpia sonrisa que alejó por unos segundos aquella diabólica y sombría expresión que lo había acompañado en su viaje.
-¿Estas bien?. -Susurró sin soltarla, manteniendola tan cerca de él como podía sin prestar aparentemente atención al teniente. -¿Te han hecho algún daño?.
-Estoy bien... ahora que tú estás aquí estoy perfectamente. -Respondió sin despegar su cara de su pecho. -Tenía tanto miedo de que te hubiese pasado algo. Si tu comandante no me hubiese dicho que venías hacia aquí, yo... no sé que habría hecho.
-No te preocupes, ya ha pasado todo. -Respondió lo más tranquilizadoramente que pudo. -Nadie volverá a intentar hacerte daño... nunca más.
Al oír esto, Melissa levantó la cabeza sonriendo y lo miró a los ojos esperando ver en ellos la cariñosa mirada de otras veces. Pero no fue eso lo que vio, al levantar la cabeza vio dos brillantes estrellas azules brillando con furia en las cuencas de los ojos de Álam y notó como algo húmedo y caliente caía sobre su cara: sangre.
-Álam... -Susurró con voz temblorosa, mirandolo con una mezcla de miedo y preocupación al comprender que las palabras del comandante eran ciertas. -Estas... sangrando.
-No es nada, tranquila. -Respondió este levantando la cabeza y dirigiendo su mirada de nuevo hacia el teniente. -Anda, espérame fuera, todavía tengo una cosa que terminar aquí..
Sin decir nada más, Álam soltó por completo a Melissa y esta se quedó un segundo mirándolo sin saber muy bien que hacer o decir, pero al final decidió hacer lo que le pedía y lo soltó también.
-Álam, ¿Seguro que estás bien?.
-Perfectamente. -Insistió él. -Ahora sal, por favor, no quiero que veas esto.
-Está bien.
Aunque no muy de acuerdo con la idea, Melissa se alejó de él para irse y mientras la puerta se abría pudo ver cómo varios rayos empezaban a recorrer la habitación partiendo de todos los aparatos eléctricos rodeando a Álam y al propio teniente que retrocedía aterrorizado.
-No puedes matarme. -Le advirtió con desesperación. -Trabajo para el consejo, si me matas estarás atacando a la alianza, ¡a la propia humanidad!.
-¿Cree que eso me importa?. -Justo en el instante en que Álam decía esto, un rayo brotó de una de las pantallas y cruzó el pecho del teniente haciendolo gritar de dolor y arrojandolo contra la pared. -Recuerde que yo... ¡Nunca he sido humano!.
En el preciso instante en que Álam decía esto, la puerta se cerró tras Melissa y esta ya no pudo ver nada más, pero los gritos que surgieron del interior del despacho en ese momento le helaron por completo la sangre. Se oyeron crujidos, chasquidos, sonidos de algo desgarrandose y partiendose en pedazos, cómo si un carnicero estuviese degollando un animal con un machete. Y todo esto se mezclaba con la voz agonizante del teniente cuyos aterradores gritos indicaban que seguía vivo a pesar de todo, haciendola retroceder incluso y dar un paso atrás alejandose de la puerta mientras la sangre comenzaba a deslizarse bajo esta.
-Álam no es alguien a quien convenga enfadar. -Dijo de pronto una voz familiar a su espalda. -Siempre ha tenido muy mal genio.
Melissa dio un respingo al oír esto, se giró de golpe hacia el comandante que la miraba con calma desde el otro lado de la sala y este le sonrió como tratando de no alarmarla más.
-Ahora te toca a ti decidir, muchacha. ¿Vas a creerme e intentar salvarle o dejarás que siga adelante y huirás con él?.
Consciente ahora de que lo que le decía el comandante era cierto y Álam no se encontraba bien como él aseguraba, Melissa ni siquiera respondió a esta pregunta. Se acercó al comandante mirandolo decidida y extendió su mano hacia él para que este le diese el inhibidor.
-Veo que él te importa tanto como tú a él. -Sonrió el comandante. -Espero que entre todos podamos conseguir que todo esto sirva de algo.
Dicho esto, Érmingster le entregó el nuevo inhibidor a Melissa y esta cerró su mano ocultandolo dentro de su puño. Justo en ese instante, la puerta del despacho se abrió de nuevo y Álam salió de él dejando que esta se cerrase una vez más a su espalda.
-Eso era todo. -Dijo dirigiendose ahora al comandante. -Ya no nos queda nada más que hacer aquí.
-Si te marchas ahora morirás. -Le advirtió el comandante. -Sabes qué tu mente no podrá soportar eso durante mucho tiempo, es un milagro que sigas con vida.
-Sé que ahora debería estar muerto, pero que no lo estoy. Eso es todo lo que necesito saber. -Tras terminar esta frase, Álam se giró hacia Melissa y alargó su mano hacia ella. -Vamos, será mejor que volvamos a donde perteneces, ahora solo nos queda una opción para que puedas ser libre.
-Álam... yo...
Melissa trató de decir algo en ese momento, de explicarle lo que pensaba y lo que sentía para no tener que recurrir a aquello... pero no fue capaz. Las palabras se negaron a formarse en su garganta y esta solo pudo hacer una cosa. Para sorpresa del propio Álam, Melissa rechazó su mano y lo abrazó de nuevo como antes apretando su puño contra su espalda hasta que aquel pequeño aparato comenzó a hacer efecto y este sintió de pronto un agudo dolor en la cabeza que lo hizo comprender lo que sucedía.
-Me.. Melissa... -Tartamudeó casi sin voz. -¿Qué estas... haciendo?... te... matarán...
-Me da igual. -Replicó ella entre lágrimas. -No quiero que mueras. Haré lo que sea para salvarte... no me importa lo que hagan conmigo. Solo quiero que tú estes a salvo... es lo único que he querido siempre.
-No te preocupes, ella estará bien, todos nosotros la protegeremos. -Le aseguró el comandante acercandose a ellos. -Para eso estaban los Hunters en el hangar Álam, no para detenerte a ti.
-Si le hace algo... lo que sea. Le mataré con mis propias manos... -Amenazó Álam mientras sus ojos se cerraban lentamente y caía sobre Melissa que lo sostuvo en sus brazos. -... y si me mata... estará acabando con la única esperanza que le queda para poner fin a la guerra... ¿qué va a hacer... comandante?.
-Lo que debí hacer desde un principio. -Sentenció este. -Poner fin a esta guerra de una vez por todas. Aunque tengamos que enfrentarnos al propio consejo para protegeros a los dos.
Álam ya no oyó aquellas palabras, cayó totalmente inconsciente entre los brazos de Melissa antes incluso de que el comandante terminase su frase y esta lo miró con tristeza esperando haber hecho lo correcto. Al mismo tiempo, el comandante hizo un gesto hacia la puerta de la sala y dos Hunters entraron para llevarse a Álam, aunque ninguno de los dos se acercó a él hasta que Melissa accedió a entregarselo.
-¿A donde lo llevan?. -Preguntó Melissa con cierto recelo.
-A la enfermería. -Respondió con calma el comandante. -Tranquila, puede que entre los vampiros no necesitéis de la medicina, pero la humanidad lleva usandola durante siglos y te aseguro que nuestras instalaciones son de lo mejor que dispone la alianza. Resulta irónico ahora mismo, pero el consejo no escatimó en recursos a la hora de formar este grupo.
-¿Puedo ir con él?
-¿Aceptarías un no por respuesta?. -Respondió sonriendo el comandante. -Por supuesto que sí, ellos te guiarán.
Con una calma que sorprendió a la propia Melissa, el comandante ordenó a sus hombres que escoltasen también a la joven princesa a la enfermería y observó con satisfacción como los cuatro salían de la sala. Todo había ido bastante bien, durante un momento había llegado a pensar que Álam acabaría matándolo, pero parecía que aquel muchacho era incluso capaz de leer su mente y eso había sido probablemente lo que lo había salvado. Ahora la pregunta era... ¿Podría él salvarlos a los dos cómo había prometido?.
Sin una respuesta clara para esta última pregunta en su mente, el comandante se acercó de nuevo a la puerta de su despacho y pasó al interior para comprobar cómo había quedado todo, aunque pronto se arrepentiría de hacerlo ya que lo que vio entonces estuvo a punto de revolverle el estómago incluso a él, algo realmente difícil teniendo en cuenta las cosas que había visto durante sus años de servicio.
El cuerpo del teniente no podía verse por ninguna parte, o mejor dicho, podía verse por todos lados. En lugar de un cadáver mutilado y torturado, el comandante encontró una habitación cubierta por completo de sangre y pequeños trozos de carne desgarrada, pero nada lo suficientemente grande para poder ser considerado un verdadero cadáver. Parecía como si Álam hubiese empapelado todo el despacho con el cuerpo de aquel hombre, extendiendo sus intestinos y órganos internos por las paredes y el techo hasta cubrir incluso el ventanal de la habitación por el que ahora entraba una luz rojiza y sanguinolenta que contribuía a incrementar la sensación de repugnancia.
Sin embargo, al mirar con más cuidado el comandante se dio cuenta de que Álam no lo había destrozado todo. En el centro de su mesa, cubierta en parte de sangre y mirándolo con una desgarradora expresión de dolor, la cabeza del teniente descansaba sobre el panel de vidrio de la misma cómo si alguien lo hubiese enterrado en cristal líquido hasta el cuello.
El comandante sonrió al ver esto. Aquella era una señal de lo que ellos deberían haber sido desde un principio, un "trofeo" dejado allí por un cazador orgulloso que, irónicamente, era constituía ahora su única posibilidad de futuro.
Mientras pensaba en todo esto, Érmingster salió de nuevo de la habitación para alejarse del nauseabundo olor que impregnaba el aire y se dirigió también hacia la enfermería. Andes de abandonar la sala, sin embargo, se detuvo un instante ne medio del pasillo que la atravesaba y se agachó para recoger algo que había caído al suelo y que guardó cuidadosamente en su mano: cuatro pequeños fragmentos de cristal negro.
me ha impresionado esa descripcion de la habitacion llena de (¿tropezones? x llamarlo de alguna manera jeje). Me ha encantado.
Toy deseando leer el proximo capitulo k no veas [chiu] [sati] X-D
Pues muy bien:)
Hay algun parrafo un poco aturullado al principio pero el capitulo en general me ha gustado, sobre todo el encuentro de los protagonistas.
A ver que pasa a partir de aqui y si de verdad se cumplen las promesas [tomaaa]
me ha parecido q se desarrolla con mucha agilidad todo el capitulo, lo he leido de un tirón y a no ser por esos defectillos ortográficos q me hacian arrugar el ceño de vez en cuando XD seria perfecto :)
Al principio el encuentro del comandante con Melisa en el q le explicaba lo q le podría pasar a Álam no tanto, pero a partir de la 1ª explosión ha sido una sucesión de acontecimientos "vertiginosos", esa es la palabra, vertiginoso ;)
quizá, (por poner alguna falta...), decir solo , q hemos visto la acción desde dentro, mesplico XD, lo hemos visto desde el punto de vista de los q estaban dentro de la torre y me hubiera gustado leer algo de lo q ocurria desde el punto de vista de Álam, no sé, saber como se siente en esos momentos en q está poseido por esos poderes ;) en fin ya no menrrollo mas XD

taluego melón XD

P.D. Muy bueno :)
Bastante bueno y en tu linea habitual. :)

Este se me paso ayer. [flipa]

Taluego.
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