Lazos de sangre. Capítulo 37: La última marcha.

La artificial voz del ordenador central devolvió a los dos jóvenes amantes a la realidad aquella madrugada. Fuera todavía era de noche y el paisaje que se veía por la ventana no se diferenciaba mucho del que habían observado antes de acostarse, pero el tiempo había pasado implacable y la proximidad de la mañana exigía su atención para continuar con sus planes.
Los dos se saludaron con el mismo cariño de la noche anterior, se dieron un corto beso todavía abrazados en la cama y se vistieron de nuevo para volver a la sala de mando donde seguramente los estaban esperando. Sus ropas estaban rasgadas, manchadas y empapadas de sudor por el viaje, pero el día anterior alguien se había ocupado convenientemente de dejar ropa limpia para ambos junto a la cama y estos agradecieron poder cambiarse.
La ropa era sencilla, un uniforme de oficial aunque carente por completo de galones e insignias para Álam y un vestido blanco con pequeños detalles azul celeste en los bordes de las mangas y la falda para Melissa, este último seguramente cedido por una de las Hunters. Pero en aquel momento era más que suficiente y ninguno de los dos se paró siquiera a mirarse antes de salir de la habitación.
El pasillo estaba vacío y un extraño silencio recorría la torre alterado solo intermitentemente por el eco de sus pasos resonando en los corredores, cómo si aquel enorme edificio estuviese ya abandonado. Lo que, a decir verdad, no distaba mucho de la realidad.
Cuando al fin llegaron a la sala de mando, ambos observaron con sorpresa que, a diferencia de la frenética actividad que había ocupado aquel lugar el día anterior, este estaba ahora prácticamente desierto y solo el comandante los esperaba junto a uno de sus oficiales de comunicaciones y el propio doctor.
-Bienvenidos. -Saludó con tranquilidad el comandante, aparentemente nada nervioso a pesar de la importancia de lo que estaba a punto de hacer. -Supongo que los dos estaréis cansados, pero no podíamos perder más tiempo antes de partir y era necesario que estuvieseis aquí para esto.
-Lo sabemos. -Respondió Álam. -Empiece cuando quiera, estoy seguro de que Mariana ya estará esperando noticias nuestras.
-Cuento con eso, después de todo su ayuda es fundamental para esto por lo has dicho. -Tras decir esto, el comandante se giró hacia la pantalla principal y dio la última orden a su oficial. -Establece la comunicación, veamos que tal le sienta a Nathaniel que le demos los buenos días.
El oficial sonrió ante este último comentario y comenzó al instante con su trabajo. Saltar el bloqueo de comunicación establecido por el consejo alrededor de la torre no le había resultado en absoluto difícil, pero desviar toda la información de una transmisión de aquel tipo por canales encriptados y de alta seguridad que no estuviesen bajo el control del consejo exigía tiempo. La pantalla se llenó durante unos minutos con códigos, diagramas de flujo, rutas de desvío entre satélites y toda una serie de informaciones sobre la transmisión que tan solo el propio oficial podía entender, hasta que, al fin, esta parpadeó quedandose completamente en blanco de nuevo y una imagen con los colmillos sangrantes que servían a Nathaniel como emblema apareció en ella.
La voz del oficial se oyó entonces de nuevo, pero hablando ya no con ellos sino con alguien al otro lado de la comunicación. Era evidente que aquella brecha en la seguridad de sus comunicaciones no le había hecho demasiada gracia a los vampiros y estos no parecían en absoluto dispuestos a seguir la petición del oficial para pasar dicha comunicación al propio Nathaniel, pero cuando este mencionó el nombre de la princesa todo cambió de pronto y, tras un largo silencio, estos aceptaron la petición.
-Todo listo señor. -Comunicó sonriente el oficial. -En unos segundos tendremos comunicación directa con el rey, puede hablar tranquilo, todo lo que diga será imposible de rastrear para el consejo.
-Perfecto. -Murmuró para sí el comandante, sonriendo satisfecho antes de continuar. -Parece que las cosas son tal y como esperábamos. Ha bastado el nombre de Elisabeth para que esos vampiros hablasen de inmediato con su rey sobre nuestra transmisión, y por lo que parece este está tan interesado como ellos en saber qué ocurre con su hija.
-Dudo que eso le importe en absoluto. -Respondió Melissa con un tono bastante despectivo. -Lo que le preocupa es que seáis vosotros precisamente los que lo llaméis, si lo que Mariana ha dicho es cierto saber que estoy con los Hunters es la peor noticia que podía recibir.
-No lo dudo. -Afirmó el comandante girandose hacia la nueva imagen que empezaba a formarse frente a ellos. -Veamos ahora como reacciona.
La pantalla parpadeó de nuevo por un instante, se apagó por completo borrando el emblema de Nathaniel y se iluminó una vez más obedeciendo los comandos de activación dados desde el otro lado para mostrar al fin lo que todos en aquella sala estaban esperando ver: al Rey de los vampiros.
Nathaniel estaba en la sala principal del palacio, sentado tranquilamente sobre su viejo trono de mármol negro, cómo si ya hubiese esperado aquella llamada y nada de lo que estaba sucediendo le resultase en absoluto fuera de lo normal.
La amplia vista de la cámara permitía ver en parte la sala, aparentemente una habitación de gran tamaño cuya parte visible estaba ocupada por completo por el pedestal de mármol blanco sobre el que se alzaban los dos tronos. Tras estos, ocultos en parte tras las grandes columnas que se alzaban junto al muro, podía verse además a un par de BlackHawks perfectamente firmes vigilando a su señor y a la otra asistente a aquella peculiar reunión. Mariana también ocupaba su lugar como reina en aquel momento, sentada al lado de su esposo sobre un trono más pequeño, hecho de maderas nobles, pero con los mismos grabados dorados representando murciélagos y colmillos que el de su marido. Su mirada permanecía atenta a la pantalla, buscando en ella a los que realmente le interesaban y no al comandante que en aquel momento era el único al alcance de la cámara. Este, sin embargo, si posó sus ojos en la aparentemente joven reina y no pudo negar cierta sorpresa al mirarla.
Su cuerpo difícilmente oculto bajo el escaso vestido de seda roja que llevaba en ese momento resultaba una visión más que atrayente y esta no parecía preocuparse demasiado por ocultarlo, al contrario, la forma en que había cruzado sus piernas abría la falda semitransparente del mismo hasta dejarlas prácticamente al descubierto por completo revelando incluso parte de sus nalgas. Pero no fue esto sino la enigmática expresión de sus ojos y su rostro lo que atrajo su atención. Sabía que aquella llamada, aquel desafío que estaban a punto de lanzar era la culminación de todos sus planes y que ésta se jugaba mucho en ello, pero su rostro parecía tan calmado y su mirada tan misteriosa que era imposible saber realmente qué ocurría en aquel instante en su mente. Solo mirarla bastaba para que comprendiese que nada de lo que Álam y Melissa habían dicho sobre esta era una exageración, aquella mujer era si cabe más peligrosa que el monstruo que se sentaba a su lado y se alegraba de no tenerla de su contra.
-Érmingster. -La voz osca y desagradable de Nathaniel interrumpió de pronto el silencio y los pensamientos del comandante. -El líder de los Hunters, supongo que debería preguntar a qué debo esta desagradable llamada. Pero dado que ha mencionado el nombre de mi hija casi puedo imaginarmelo.
-Dudo que así sea. -Respondió con tono firme el comandante, sosteniendo el reto de su mirada con la suya. -No estoy aquí para intentar conseguir un trato a cambio de la liberación de su hija como seguramente supone, principalmente porque su hija no es ninguna prisionera entre nosotros.
Algo similar a una desagradable sonrisa de aceptación se formó en los labios de Nathaniel en aquel momento. A diferencia de lo que el comandante había pensado, este no era tan estúpido como para no haberse dado cuenta de todo lo que había pasado durante los últimos días y su mirada denotaba apenas sorpresa ante aquellas palabras.
-Si es así, deduzco que también sabe cuales eran mis planes para ella. -El rostro de Nathaniel ni siquiera se inmutó al decir esto, permaneció tan frío e impasible cómo si aquello no significase nada para él. -Bien, ¿Qué espera conseguir de mí entonces?.
-Su vida. -La respuesta del comandante fue tan clara y rotunda que incluso su oficial se sorprendió al oírla, pero este permaneció tan impasible como el propio Nathaniel y giró la cabeza hacia Álam y Melissa. -Aunque no seré yo quien la tome, ese honor no me corresponde a mí.
En el momento en que el comandante dijo esto, los dos jóvenes se acercaron también al centro de la sala y no tardaron en aparecer en la pantalla de la fortaleza para alegría de Mariana cuyo rostro mostró una débil sonrisa al ver a Álam y a su hijastra perfectamente a salvo, mostrandose orgullosos ante Nathaniel con sus manos aún entrelazadas. Algo que, por supuesto, tampoco pasó desapercibido para el propio rey de los vampiros, pero que en aquel instante le resultaba menos sorprendente que la firmeza de la mirada de su hija.
-Veo que has cambiado. -Dijo sonriendo burlonamente, dirigiendose ahora solo a Melissa. -Ya no parece haber mucho en ti de aquella niñita asustadiza que temblaba con solo oír mi voz. Parece que la compañía de tu... asesino, te ha servido para desarrollar algo de carácter.
-Mi único asesino eres tú. -Replicó con furia Melissa, apretando inconscientemente la mano de Álam. -Él me ha dado todo lo que tú me habías robado: amor, libertad.... una vida por la que luchar. Y ahora no voy a dejar que me lo arrebates todo de nuevo, vas a pagar por todo lo que nos hiciste a mí y a mi madre.
-Tu madre y tú no erais más que un error. -Respondió Nathaniel todavía en el mismo tono. -Un simple experimento que salió mal y que todavía no he podido solucionar. Naciste con un único propósito pero tu estupidez te convirtió más en un problema que en la solución que buscaba, tú misma te has buscado ese destino.
-Te equivocas. -Interrumpió Álam con voz severa, haciendo que todos le prestasen ahora atención a él. -Melissa ha cumplido su propósito mejor de lo que puedas imaginarte, simplemente no lo ha hecho bajo tu control. ¡Y yo soy la prueba!.
Justo en el instante en que decía esto, los ojos de Álam se iluminaron con un furioso destello esmeralda y sus colmillos asomaron entre sus labios revelando su verdadera naturaleza ante Nathaniel y el resto de la corte. El rey no se sorprendió en absoluto, al menos no más que Mariana cuya única reacción fue una rápida mirada hacia su esposo y una nueva sonrisa, todo lo contrario de este cuyo rostro se había serenado al instante substituyendo la expresión de burla por una mucho más seria. Los BlackHawk, sin embargo, si se sorprendieron al ver esto y levantaron inmediatamente la mirada dirigiendola hacia aquel nuevo que acompañaba a su princesa y cuya sangre, si lo que había dicho era cierto, lo convertía también en un miembro de la familia real a la que habían jurado proteger.
-El destino puede ser realmente irónico a veces. -Dijo al cabo de unos segundos Nathaniel. -Mi pequeña ha cumplido su cometido incluso mejor de lo que había esperado, convirtiendo nada menos que a un Hunter en uno de los nuestros. Lástima que, al igual que ella, tu estupidez te impida convertirte en lo que deberías ser realmente y acabes como un fracaso más.
-Eso lo comprobaremos muy pronto. -Aseguró Álam mirando fijamente a su rival. -Si sabes todo eso supongo que ya sabrás el por qué de esta llamada. La sangre de Elisabeth que corre por mis venas me da derecho a reclamar el trono retándote a un duelo. Y tú no puedes rechazarlo, conozco la ley.
-Te equivocas, ya no hay nada que comprobar, acabas de demostrar lo estúpido que eres al hacer eso. -Dicho esto, Nathaniel dirigió una siniestra mirada hacia su reina y volvió su atención a la pantalla una vez más. -Pero es cierto, cómo vampiro de sangre real tienes derecho a ese desafío. Sin embargo, si como dices conoces la ley, también sabrás que necesitas a alguien que te apadrine y que mi "querida" hijita no basta para tal propósito.
-Lo sabe perfectamente. -Tal cómo Nathaniel esperaba, su esposa entró al fin en la conversación en ese momento y su voz suave y misteriosa atrajo la atención de todos al instante. -La única que podría apadrinar a un nuevo aspirante a rey soy yo, y este muchacho cuenta con mi apoyo, el reto se celebrará cuando y donde quieras... "querido".
-Que así sea entonces. -Para sorpresa de la propia Mariana, Nathaniel actuó una vez más cómo si ya esperase aquello y no pudo disimular una macabra sonrisa al volver a mirar a su retador. -Como rey es mi deber aceptar tu desafío. Será hoy mismo, en el antiguo coliseo de los clanes. Uno de mis soldados os comunicará las coordenadas.
-Perfecto entonces. -Aceptó Álam satisfecho al ver que todo iba como esperaban, aunque un tanto inquieto por la tranquilidad de Nathaniel. -Solo espero no encontrarme con ninguna "sorpresa" inesperada durante nuestro viaje hacia allí.
-No la tendréis. -Dijo de nuevo Mariana hablando ahora con mucha más libertad que antes. -Uno de los BlackHawk os escoltará desde la frontera, todo se hará según la vieja ley.
-Hasta la última de sus consecuencias, querida. -Replicó Nathaniel más que consciente de quién sería el BlackHawk al que esta se refería. -El combate se realizará con armas convencionales y sin armaduras, así lo marca la ley y espero que eso no te resulte un problema muchacho.
-En absoluto. -Álam no pudo evitar sonreír al oír esto, sabía que para muchos adaptarse al peso de un arma corriente sería un problema y que Nathaniel probablemente esperaba preocuparle con esto, pero en su caso aquello resultaba totalmente inútil. -En realidad las prefiero.
-Todo decidido entonces. -Cortó el comandante entrando de nuevo en la conversación. -Transmita las coordenadas y acabemos con esto cuanto antes. La guerra ya ha durado demasiado.
-Esto no tiene nada que ver con la guerra, sea cual sea el resultado no finalizará hasta que uno de los dos bandos caiga. -Replicó por último Nathaniel. -Y siendo el comandante de los Hunters, debería saberlo mejor que nadie.
Dicho esto, Nathaniel hizo un gesto hacia la pantalla y esta se apagó al instante en ambos lados dejando abierto tan solo canal de datos por el que uno de sus oficiales transmitiría las coordenadas apropiadas al ordenador central de los Hunters. Todo había salido más o menos como él había supuesto tras los acontecimientos del día anterior en la frontera y ahora, con los planes de todos ya al descubierto, tenía una pequeña ventaja sobre los demás que le permitía sonreír tranquilamente mientras se ponía en pie para irse y ordenaba a uno de los BlackHawk que se acercase.
-Reúne a tus hermanos y partid hacia el coliseo, quiero que todo este funcionando y listo para el desafío para cuando llegue. Los centinelas ya saben que hacer, solo ordenadles que lo preparen todo y esperad la llegada de los cazadores.
-Como ordene señor. -Obedeció el BlackHawk. -¿Desea también que yo me ocupe de escoltarlos hasta el coliseo?.
-No, eso es tarea de Álfred, estoy seguro de que ya ha recibido órdenes al respecto. -Mientras decía esto, Nathaniel giró la cabeza hacia su reina que lo observaba con la misma mirada misteriosa y despectiva de costumbre y sonrió sombríamente. -Buen plan, querida, reconozco que por una vez te has adelantado a mí en todo. Una lástima que tu cachorro haya sacado las garras antes de tiempo, espero que disfrutes de tus últimas horas como reina.
-¿Qué quieres decir con eso?.
Lejos de responder, Nathaniel giró la cabeza hacia la puerta ignorándola por completo y se alejó de ella envuelto como de costumbre en su gran manto negro. La escena final de aquella peculiar representación organizada por su esposa estaba al llegar y esta vez sería ella la que tendría que esperar para ver las sorpresas que deparaba el último acto.

Mientras tanto, ajenos por completo a aquellas últimas palabras y a la repentina inquietud de la reina por la tranquilidad de su esposo, en el cuartel general de los Hunters Álam y los demás esperaban con cierta impaciencia a que el oficial les comunicase su destino. Las coordenadas ya habían sido recibidas e indicaban un lugar en el centro de la gran meseta central siberiana, pero ninguno de los presentes había oído hablar jamás de un coliseo en aquel lugar y el ordenador se esforzaba en repasar las ruinas históricas de los alrededores buscando una posible coincidencia.
Según los datos históricos que poseían allí no había nada remotamente similar a un coliseo y ninguna de las civilizaciones que habían habitado el lugar se caracterizaban por la construcción de dichos edificios, sin embargo, el ordenador si encontró unas ruinas en aquella localización y las pasó a la pantalla siguiendo las instrucciones del oficial.
La imagen mostraba un gran agujero abierto en el suelo, una especie de foso cóncavo remotamente similar a los anfiteatros griegos pero completamente circular y con la superficie lisa y parcialmente enterrada. A su alrededor podían verse también los restos de lo que en otro tiempo debían haber sido enormes pilares de roca, cuatro gigantescas columnas cuyas colosales bases se mantenían aún en pie como prueba de su antigua grandeza.
-Ese es el lugar. -Comunicó el oficial. -La imagen es muy antigua y por los datos que tenemos su antigüedad ronda los cuatro mil años.
-Un viejo coliseo hecho por los vampiros. -Comprendió el comandante observando con curiosidad la forma de las columnas y la inclinación de estas que no parecían elevarse totalmente rectas, sino formando un pequeño ángulo hacia el centro del foso. -Eso explica por qué no se han relacionado esas ruinas con ninguna civilización antigua, pero no comprendo por qué ha elegido Nathaniel un lugar así. Suponía que estaría más seguro en su fortaleza que en unas ruinas como esas.
-Yo conozco ese lugar. -Dijo de pronto Melissa atrayendo al instante la mirada de todos que la observaron con curiosidad mientras esta intentaba explicarse. -Estuve ahí una vez cuando era pequeña, lo recuerdo porque fue la única vez que salí de la fortaleza. Fuel e día en que mi padre mató al último de los vampiros del consejo y se proclamó rey.
-¿Recuerdas si todavía es así?. -Le preguntó Álam con curiosidad. -¿Sigue siendo solo un montón de ruinas?
-No. -Negó Melissa sacudiendo la cabeza. -Ese lugar era muy importante para los vampiros y lo restauraron hace mucho, ahora ya no se parece en nada a esas ruinas. Las columnas están otra vez en pie y la parte superior ahora es de metal, además, la parte central no está enterrada, está arriba, flotando entre los extremos de las columnas. Recuerdo que al principio creí que estaba anclada a ellas, pero cuando soplaba el viento se veía como giraba lentamente sobre si misma, como una nave dejada a la deriva pero encerrada entre las cuatro columnas.
Aquello si sorprendió al comandante y a Álam. La idea de que una mole de roca como aquella flotase en el aire a la altura que sugerían los restos de las columnas era cuando menos sobrecogedora y necesitaría de un cambo gravitatorio inmenso entre ellas para sostenerla. Sin embargo, ellos no eran los más sorprendidos por estas noticias.
-¿Estas segura de que flotaba?. -Preguntó completamente serio el doctor. -Desconozco el tamaño real del coliseo, pero por las ruinas diría que estamos hablando de una masa de más de quinientas toneladas de roca, no es algo fácil de sostener en el aire así como así.
-Si, estoy segura. -Insistió Melissa. -Yo no quería ver la lucha, no me gustaba ver como mi padre y el otro vampiro se atacaban hasta matarse, por eso me fijé en todo lo demás. Y recuerdo claramente ver como la pista central del coliseo giraba entre las columnas, a veces incluso rozaba con ellas y todo temblaba como si fuesen a caerse.
Convencido por la respuesta de Melissa, el doctor no hizo más preguntas y se acercó a uno de los teclados de control de la sala para hacer algo en el ordenador, lo que preocupó ligeramente al comandante que no comprendía del todo aquel repentino interés del doctor por el coliseo.
-¿Ocurre algo doctor?. -Preguntó mientras esta continuaba con sus cálculos en el ordenador.
-Nada, solo curiosidad científica. -Respondió este sin apartar la mirada de la pantalla. -Una masa semejante necesitaría de un campo gravitatorio colosal para elevarse tan solo unos metros del suelo y sería fácil de detectar incluso a esta distancia, pero la única anomalía que hemos encontrado en esa zona es una distorsión electromagnética y eso no explica en absoluto un fenómeno semejante.
Mientras hablaba, el doctor pareció terminar sus cálculos y los envió al ordenador de una de las naves con un último comando en su teclado al tiempo que pasaba a la pantalla una tosca representación de lo que debía ser actualmente el coliseo según la descripción de Melissa.
-Muy impresionante. -Dijo con desgana el comandante observando el disco flotante entre las columnas. -Pero a menos que eso tenga alguna relevancia con el desafío preferiría que dejase sus estudios para más tarde. Tenemos algo importante entre manos.
-Si, supongo que tiene razón. -Respondió el doctor forzando una sonrisa y llevandose una mano al bolsillo de su bata. -Aquí lo tiene, esto es lo que me pidió ayer, espero que sepa lo que hace.
Dicho esto, el viejo científico extendió la mano hacia el comandante mostrando un nuevo inhibidor cuyo cristal era ya muy diferente al del anterior. La mayor parte era transparente como si fuese cristal normal, pero entre este podían verse dos pequeños anillos de cristal negro rodeando el chip central que intentaban en cierta medida emular el efecto de los fragmentos que los poderes del propio Álam habían recogido. Y pronto sabrían si tenía o no el efecto deseado.
Confiando por completo en su antiguo pupilo, el comandante le lanzó el inhibidor a Álam y este lo sostuvo en la mano unos segundos para mirarlo antes de quitarse el viejo y ponerse aquella nueva gema al cuello. Hecho esto, arrojó el primer inhibidor al rincón más alejado de la sala para que no pudiese seguir afectándole y esperó. Pero no pasó nada.
Álam no sintió nada esta vez, no hubo dolor de cabeza, ni hemorragias, ni siquiera temblores a su alrededor como la última vez. Todo parecía normal cómo si siguiese llevando su viejo inhibidor... o al menos así era para todos los demás, pero no para él. A pesar de no haber cambios aparentes, Álam sentía perfectamente el cambio en su mente y no tardó en notar la misma sensación que aquella noche, aunque esta vez mucho más próxima y apacible. Podía casi oír lo que sentía Melissa, como si sus emociones fueran una suave melodía en su mente, y esto hizo que la mirase con una curiosa sonrisa por un momento.
-¿Y bien?. -Preguntó impaciente el comandante. -Parece evidente que el inhibidor es lo suficientemente fuerte para evitar que tu cerebro sufra daños, nos falta saber si es también lo bastante débil como para que puedas usar tus poderes.
-Eso es fácil de comprobar. -Sonrió Álam. -¿Le basta con esto?.
Al tiempo que pronunciaba aquellas palabras, Álam extendió ambos brazos hacia adelante como si fuese a coger algo y sus ojos centellearon con un débil brillo azul durante unos segundos sin que pareciese pasar nada. Hasta que, de pronto, Melissa notó como algo invisible la rodeaba y la cogía suavemente por la cintura elevandola cuidadosamente en el aire como si esta fuese una simple pluma.
-Álam, ¿Qué haces?. -Preguntó tratando de disimular su sonrisa mientras se elevaba cada vez más alto pasando por encima de la cabeza de este. -¿No podías haber escogido otra cosa para probar tus poderes?.
-Ninguna que me apeteciese coger en estos momentos. -Dicho esto, y para sorpresa de la propia Melissa, Álam sonrió burlonamente y dejó de sostenerla con sus poderes haciendo que esta callese justo sobre sus brazos. -¿Mejor así?
-Preferiría estar en el suelo. -Sonrió Melissa mirando de reojo al comandante y al doctor cuyas expresiones no eran en absoluto serias en aquel instante. -¿Te importa bajarme?.
Tal como ella le pedía, Álam la dejó de nuevo en el suelo y dirigió una vez más la mirada hacia Érmingster esperando que aquello fuese bastante para convencerlo.
-En fin, parece que todo va más o menos como planeábamos. Ahora solo nos queda una cosa por solucionar, pero eso ya es cosa mía. -Dicho esto, el comandante se dirigió a la puerta de la sala. -Vamos, el resto de la unidad nos espera en el hangar.
No hubo ya más palabras. Los cinco abandonaron la sala de control y se dirigieron hacia uno de los ascensores todavía funcionales de la torre sin hacer más comentarios. Érmingster sabía que era probablemente la última vez que estaba en aquel lugar y que toda su vida estaba a punto de cambiar por completo, pero también sabía que al fin había llegado el momento de cumplir el objetivo por el que había luchado durante tantos años y la preocupación por lo que sucedería a continuación apenas podía competir con la satisfacción de sentir que, por una vez, estaba haciendo lo que debía.
El aspecto del hangar había cambiado por completo respecto al día anterior. Los restos del tanque habían sido retirados y las naves ya no ocupaban sus puestos junto a las paredes, sino que descansaban cerca del gran portón frontal en formación de cuña esperando a sus ocupantes. Y estos no estaban muy lejos.
Formando frente a ellas como un verdadero ejército, los Hunters esperaban a su comandante equipados ya con sus armaduras y armas. El polímero de camuflaje completamente negro de sus armaduras oscurecían el centro del hangar como una enorme sombra en la que solo sus cabezas todavía al descubierto y las insignias rojas y doradas del consejo y los propios Hunters se distinguían con claridad entre la ilusión que estas creaban aun con el camuflaje apagado. Las mismas insignias que el propio comandante llevaba en su chaqueta y que miró durante un breve segundo antes de adelantarse a sus cuatro acompañantes para dirigirse al resto de sus hombres.
Entre ellos había veteranos, hombres tan mayores como él curtidos en cientos de misiones que habían matado a incontables vampiros bajo sus órdenes, pero también jóvenes, muchachos con el cuerpo de un hombre pero cuya mente estaba todavía confusa como la de un adolescente y era difícil saber como reaccionarían. Lo único que podía hacer era explicarselo todo lo más claramente posible y confiar en que lo aceptasen, sabía que una orden bastaría para que lo siguieran, pero en aquel momento no era lo que quería. Al menos se merecían la oportunidad de poder elegir su futuro.
-Todos los que estáis hoy aquí sabéis perfectamente la situación en que nos encontramos. -Dijo con voz fuerte y clara para que todos lo escuchasen. -Sabéis lo que el consejo ha estado haciendo con nosotros, cómo han usado vuestro trabajo, vuestro esfuerzo, no para acabar con la guerra, sino simplemente para mantener su propio poder prolongándola aún más. Incluso han llegado a matar a uno de los nuestros y a destituirme por intentar proteger a nuestra única esperanza para acabar realmente con esa guerra.
Tras decir estas palabras, el comandante se llevó la mano a la chaqueta de su uniforme y arrancó de un tirón la insignia dorada del consejo, dos arcos verticales opuestos atravesados por dos bandas metálicas horizontales y con un águila superpuesta., para tirarla a continuación al suelo frente a él.
-Pero ahora eso se ha terminado, tenemos una posibilidad para ser lo que realmente debíamos haber sido desde un principio. -De pronto, la voz del comandante se cargó de orgullo y este miró fijamente a sus hombres. -Ahora ya no os hablo como vuestro comandante, sino como uno más de vosotros, como el Hunter que fui antes. Hoy tenemos la oportunidad de hacer aquello para lo que hemos entrenado durante tantos años, de acabar de una vez por todas con esa maldita guerra, y no lo haremos en nombre del consejo, sino del nuestro. Será una misión peligrosa, la última que esta unidad realizará en toda su historia., por eso no voy a ordenaros a ninguno que me acompañéis. Aquellos que lo deseéis podéis quedaros, el consejo me busca solo a mí y a los oficiales de mayor rango por traición, vosotros quedaréis libres de toda culpa. El que se ofrezca voluntario para venir, sin embargo, tal vez no vuelva nunca a este lugar. Si todo sale bien, la guerra terminará y esto habrá acabado, pero si sale mal.... todos moriremos hoy. La elección es vuestra.
Los cazadores se quedaron completamente en silencio al oír esto. Durante el discurso del comandante se habían oído varios murmullos entre los más jóvenes, pero ahora todos se habían callado de golpe y ninguno parecía decidirse a hacer o decir nada. Algo que el comandante tomó como una negativa en un principio, sin embargo, cuando este iba ya a darse la vuelta, uno de los veteranos rompió la formación y se acercó a él.
-Él luchará con nosotros. -Preguntó dirigiendo su mirada hacia Álam que se encontraba unos pasos más atrás.
-Si todo va bien... -Replicó el comandante. -Él será el único que tenga que luchar.
El cazador sonrió al oír esto, dirigió una última mirada a su comandante y continuó su camino acercandose esta vez a Álam y a Melissa.
-¿Por qué vas a luchar?. ¿Por la humanidad... -Mientras decía esto, el cazador dirigió su mirada hacia Melissa. -...o por ella?.
-Solo tengo una razón para luchar. -Respondió Álam dirigiendo una rápida mirada hacia Melissa. -Y la tienes delante de ti.
-Eso suponía. -Una vez más, el veterano sonrió tranquilamente y se dio la vuelta para regresar junto a su comandante. -Me parece una buena razón, no se me ocurre nada por lo que un hombre estaría más dispuesto a dar su vida que por algo así. Cuente conmigo.
Dicho esto, el Hunter se llevó la mano al hombro derecho de su armadura y arrancó de un tirón la insignia del consejo tirandola al suelo tal y como su comandante acababa de hacer. Al instante, otro de los veteranos siguió su ejemplo y se adelantó también al grupo dejando la insignia tras de sí, y no fue el único. Cómo una lenta corriente, los cazadores empezaron a moverse rompiendo la formación y se acercaron uno tras otro a su comandante mientras el hangar se llenaba con el metálico tintineo de las insignias cayendo al suelo. Incluso los más jóvenes, hasta entonces indecisos, se adelantaban a sus compañeros más experimentados sonriendo orgullosos de ser lo que eran, de poder al fin cumplir con aquello para lo que habían entrenado desde niños y por lo que hasta entonces no habían tenido la oportunidad de luchar.
-No esperaba menos. -Sonrió el comandante mirándolos a todos, orgulloso al ver que su trabajo durante aquellos años no había sido una pérdida de tiempo. -Adelante entonces. ¡Hagamos historia!.
La respuesta de los cazadores a aquellas palabras no pudo ser más clara. Cómo si de un solo hombre se tratase, un furioso rugido brotó de sus gargantas a modo de réplica y todos se dieron la vuelta a la vez para dirigirse a las naves al tiempo que se ponían sus cascos. La marea negra de sus armaduras se disolvió lentamente desapareciendo en los vientres de los enormes aerodeslizadores que los esperaban y en poco tiempo el comandante se quedó de nuevo solo con sus cuatro acompañantes.
-Eso era todo lo que quedaba por hacer. -Dijo girándose hacia Álam. -A partir de aquí, es cosa tuya.
-Lo sé.
Sin más palabras, Álam comenzó a caminar de nuevo sosteniendo todavía la mano de Melissa con una de las suyas y los dos se dirigieron a la nave más próxima seguidos por los demás. En apenas unos minutos, las seis naves estaban ya listas para partir y sus motores se encendieron a la vez elevandolas lentamente hasta una altura adecuada para poder empezar su larga marcha.
Fuera todavía no había amanecido, los primeros rayos del sol empezaban ya a despuntar sobre las montañas, pero la oscuridad aún reinaba sobre la llanura y las naves partieron sin peligro. Nada mas salir de la torre, sus oscuras siluetas se fundían con la propia noche desapareciendo delante de los ojos de sus propios compañeros de escuadrón y se alejaban en silencio, evitando como tantas otras veces los radares y las fuerzas enemigas, pero haciendolo por primera vez en su propio territorio.
Mientras se alejaban, sin embargo, había alguien que no parecía del todo tranquilo. A diferencia de los demás Hunters y del propio comandante que parecían haberse relajado un poco tras la partida, el doctor se había dirigido inmediatamente a uno de los ordenadores de la nave y continuaba observando fijamente el diagrama del coliseo. Algo que no tardó en llamar la atención del propio Érmingster.
-¿Va decirme ahora qué es lo que está pensando?.
El doctor ni siquiera se giró hacia él al oírle, y esto no hizo sino inquietar más al comandante que decidió preguntar de nuevo. Pero, antes de que dijese nada, vio como el doctor bajaba la cabeza al tiempo que apagaba la pantalla y dejaba escapar un suspiro de resignación antes de responderle.
-Nada... al menos nada que nosotros podamos evitar.
Ale, pos aunque tarde (sorry pero ando mu liado con los exámenes y demás) aquí ta el penúltimo capítulo, y con esto alcanza ya las 309 paginitasXDXDXD.
Transicion pura y dura, lo unico reseñable es la conversacion con Nathaniel.
Con 37 capitulos se me acaba el ingenioXD
En el proximo ya te hare una valoracion global de la obra(vete temblando [poraki])
creo que la historia está servida...
o como diría Julio César "Alea jacta est...", (creo que se escribe así, significa... la suerte está echada ;))
sin duda un capítulo de transición, cargado de incognitas, no ya por el proximo combate, que es toda una incognita, con lo que creo que ha descubierto el doctor ;) sino con esa conversación con Nathaniel, ese coliseo misterioso, quien será el guia de los Hunters en la frontera etc...
Muy buen capitulo amigu en el que nos dejas para el final, (tó lo dejas pal finál melón XD), el desenlace de esta intrigante historia :)

[bye]
Originalmente enviado por nayk
creo que la historia está servida...
o como diría Julio César "Alea jacta est...", (creo que se escribe así, significa... la suerte está echada ;))
sin duda un capítulo de transición, cargado de incognitas, no ya por el proximo combate, que es toda una incognita, con lo que creo que ha descubierto el doctor ;) sino con esa conversación con Nathaniel, ese coliseo misterioso, quien será el guia de los Hunters en la frontera etc...
Muy buen capitulo amigu en el que nos dejas para el final, (tó lo dejas pal finál melón XD), el desenlace de esta intrigante historia :)

[bye]


Lo del guía no es ninguna incognita melón, solo hay un blackHawk bajo las órdenes del pendón..... esteee, que diga, MarianaXDXD y hasta Nathaniel sabe ya que será Álfred el que irá a escoltarlos.
Originalmente enviado por The Cragor


Lo del guía no es ninguna incognita melón, solo hay un blackHawk bajo las órdenes del pendón..... esteee, que diga, MarianaXDXD y hasta Nathaniel sabe ya que será Álfred el que irá a escoltarlos.


vale valeeeeeee, no quise revelar que era Alfred por si había alguno mas negao que yo que aún no se hubiese enterado [poraki]
(te lo has creido? ¬_¬)

[bye]
Yo no creo que sea tan de transicion, a mi particularmente me ha gustado mucho y me ha sido muy ameno.
Eso sí, nunca he compartido ese tipo de lectura en el que todos se unen a la causa y todo es bonito y perfecto, me gusta más el intercambio de personalidades, o sea, contrastar el argumento mediante los personajes secundarios sin que se resienta la accion.

Vaya parrafada que ni yo mismo entiendo. VIVA CRagor, .. se me fue la olla.

Un saludo.
UMMMMM, no sé, a mi me pareció más normal así. Si te fijas durante toa la historia BlackHawk y Huntes han demostrao ser cosas muy parecidas solo que opuestas y muy diferentes al resto de soldados de cada ejército, sería raro que defraudasen a su comandante al final.
Originalmente enviado por The Cragor
UMMMMM, no sé, a mi me pareció más normal así. Si te fijas durante toa la historia BlackHawk y Huntes han demostrao ser cosas muy parecidas solo que opuestas y muy diferentes al resto de soldados de cada ejército, sería raro que defraudasen a su comandante al final.


Entiendo tu postura, pero es que no entiendo eso de la totalidad, seria más enriquecedor que alguien contrariara al resto.

Bye.
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