Quiero compartir con vosotros la experiencia de ser presidente de mesa en unas elecciones.
Introducción
Hace unas semanas, la policía vino a buscarme a mi casa. Rayos y truenos, ¿no me puedo esconder? Me entregan el premio, me ha tocado ser Presidente de Mesa Electoral. Me dan un manual para que me lo vaya estudiando. Y yo que estaba pensando que esta vez no iba ni a molestarme en votar...
Me fui al colegio (electoral, claro) el domingo a las ocho. Una gracia, no paro en todo el día de currar, el sábado tuve dos exámenes y el domingo me tenía que levantar a las siete. De entrada, un tío que estaba allí pero que yo no sabía quién era me empieza a dar órdenes, me dice que tengo que empezar a trabajar. Yo le pregunté que si no había nadie que ayudara a organizar aquello (una es novata en estas lides), y el tío me respondió que tenía que hacerlo yo. Está bien, caballero, gracias por su gentil ayuda. Así que estás aquí para mandar, dices que hay que hacer algo pero no dices qué ni cómo.
Luego esta persona me demostró que lo que tenía eran muchas ganas de demostrar que sabía más que nadie. En un rato que tuve tranquilo rellené todos los papeles para no tener que hacerlo después de cerrar. Al rato, el tío me preguntó si había ido adelantando, yo le dije que sí, que tampoco era para tanto lo que había que escribir, y él me dijo que el presidente de la mesa de al lado llevaba toda la mañana rellenando papeles, y que ahí había "tela pa rellenar". ¿Tela pa rellenar? Creo que el concepto de "mucho trabajo" es algo que algunas personas deberían aprender mejor.
De entrada, estaban los suplentes de presidente, los vocales estaban desaparecidos en combate y sólo tenía dos suplentes para vocales (de los ocho posibles, ya les vale). Me pongo a tomarles los datos a los suplentes de presidentes antes de dejarlos que se vayan, y uno me dice que "el suplente de presidente no suple a nadie que no sea el presidente". Yo pensé, ahora por gracioso, como un vocal se me ponga malo te llamo a ti. Vamos, si no hubiera tenido dos vocales, por mi madre que se queda un suplente de presidente supliendo a un vocal.
Bueno, pues una vez localizados a mis dos vocales, me pongo a organizarme. Saco las credenciales de los interventores de mi mesa y me pongo a llamarlos, con toda mi autoridad presidencial. Mi vocal primera me comenta: "Oye, parece que has hecho esto toda tu vida". La verdad es que es la primera y espero que sea la última...
Los votantes
El día de la votación transcurrió tranquilo, aburrido más bien. Pocos jóvenes y muchos viejos. Mi primera vocal me dijo que debería venir algún famoso a votar para animar un poco la cosa, y efectivamente, El Penumbra llegó por allí diciendo "Yo quiero votar a los sosialistas, a los sosialistas". Una señora me preguntó que si para votar hacía falta enseñar el carné del partido. Alucinante, así que el que no tenga carné del partido no podría votar, según su razonamiento.
Una chavala llegó con una camiseta que ponía "Porn Star in training". Sacad vuestras propias conclusiones.
El calor era asfixiante. Eso sí, como en la calle habría 40º y dentro nada más que 36º, todo el que entraba nos decía: "Qué fresquitos estáis aquí, ¿eh?". Le dije a mis vocales que al próximo que entrara diciendo eso lo obligaba a quedarse de vocal en la mesa.
Dos personas, una vez que comprobamos sus datos, me quitaron el papel que impedía echar el voto en la urna y votaron sin mi permiso. Al tercero me puse borde. Llega a haber un cuarto y corre la sangre. ¿Por qué todo el mundo me toma por el pito de un sereno? ¡Que soy la presidenta!
El recuento
El espectáculo más lamentable llegó en el recuento de votos. Todos queríamos acabar pronto, pero es que una cosa es ir deprisa y otra no hacer las cosas bien.
La interventora del PSOE se empeñó en que los sobres, una vez abiertos, se tiraban a la basura. Genial, así que si nos equivocábamos, para volver a contar los sobres tendríamos que sacarlos de la basura. Por fortuna eso no ocurrió, pero allí la gente hacía lo que le daba la gana y a la señora presidenta nadie le hacía caso. Se aprovechan de que todos queremos irnos, pero de verdad que tuve la tentación de parar el recuento.
Abrimos los sobres y distribuimos las papeletas en montones. La interventora del PP contó los votos del PP, yo conté los del PSOE y entre todos se contaron los demás. Como la suma cuadraba, no querían que se recontaran. Yo me negué, dije que había que recontar por lo menos los del PP y los del PSOE. Yo flipo, porque a la hora de repartir los votos en los montones, alguno se traspapeló. Imaginad que se va alguno al montón de los del PP, que la interventora del PP lo cuenta como del PP y se calla. Si nadie lo revisa, así se queda. Así que yo me puse a revisar que no se hubiera traspapelado ninguno, ante las protestas del representante de la Administración, que por cierto cobra el doble que yo por trabajar la mitad del tiempo.
Las otras tres mesas de mi colegio no entregaron la documentación que debe quedar expuesta en el local al público. Yo sí lo hice, me había leído el manual. A la vista de esto, creo que los señores experimentados que saben lo que hay que hacer no sirven para nada, sólo para demostrarte que saben más que tú pero luego se equivocan igual o más.
Ah, y el premio al tongo se lo damos al interventor del PSOE de la mesa de al lado. Según me han contado, no les cuadraban los votos porque les faltaba uno, y para acabar pronto, el tío dijo: "Ah, mira, es que aquí en este montón no hay tres sino cuatro", otorgándole un voto fantasma a no sé qué formación. Uno de los vocales cogió el montón, lo volvió a contar y le dijo: "Aquí hay tres, no cuatro". Im-presionante.
Afortunadamente, pude entregar la documentación en el juzgado rapidito y antes de las diez estaba en mi casa. Ahora la verdad es que creo que ha sido una buena experiencia, no era tan malo como yo pensaba. Eso sí, estoy realmente indignada ante el comportamiento de algunos interventores, y decepcionada por el de los representantes de la administración, que deberían ayudar más y entrometerse menos en las labores de los presidentes.