Poemario: "130802" (Por favor, no escribir)

Ven a esperar a mi lado

Prodigiosa mañana
de domingo, ven a esperar
a mi lado.

Llegas al fin, con
la sapiencia que alcanzo
arrastrando mis principios
hasta el lecho de la locura.
Llegas consumiendo horas
a jornada completa,
conjugando eternidad en tiempo presente
en su esplendor inventado.
Llegas, poderosa, como la
urbe que profana la dehesa,
como el enjuto cercado
que limita mi mente.

Tal y como llegas... te vas.



A veces

A veces,
cuando hace frío,
se atrasan las horas
y me alcanza la niebla.

Sabes que
tarde o temprano
volveré a por ti,
para estar a tu lado
junto al viento y la deriva.

A veces,
de madrugada,
confundo el silencio
con tus labios sellados.

Sabes que tenemos
dos opciones:
dibujar nubes agrestes
o dormir para siempre
esquivando la pena.

A veces te quería.

Sólo a veces,
lo confieso.



Dentro de un reloj parado

Siento un frío
inhumano
cuando tus ojos verdes
no me miran,
cuando ahogo al tiempo
tras echarte de menos
y acaricio la idea
de perderme
dentro de un reloj parado.

Alcanzo la desidia
y el llanto
cuando tus ojos verdes
me ignoran,
cuando renuncio al temple
de una nueva vida
por volar una noche más
entre tus brazos.

Falto a la verdad
cuando desairo
tu memoria,
pues incluso
un reloj parado
marca la hora exacta
dos veces al día.



Quiero estar contigo

Quiero estar contigo
haga frío o embista el viento,
sea martes o granice.

Vertebrar el horizonte
hasta que el empuje me consuma
si la imprecisión se apodera
del recuerdo.

Ser blasfemo
hasta perder la noción del tiempo
mientras un brutal telón de bruma
segmenta la visión de tu cuerpo.

Y sin cordura... la sinrazón.

Y sin razón... el abandono
helado, matemático, disperso y
bohemio hasta la náusea.

Quiero estar contigo
para contemplar
la lúgubre virtud que hechiza la soledad
cuando alcanza las entrañas del crepúsculo.



La duermevela

Dulce lamento, frágil quejido
que envuelve los vientos con aire divino.
Amaina el deseo remando cautivo,
despierta, en penumbra, rezando suspiros.

Dulce lamento, rosada es la espera
que colma de azúcar tu boca de seda.
Deseo en el limbo de la duermevela,
silencio, lozana, detrás de tu estela.

Dulce lamento, respiras mojada
los tientos de escarcha en la madrugada.
Los días sin horas, las horas gastadas
en sabios tratados, en sabias palabras.



Quiero quedarme contigo

Quiero quedarme contigo, bajo este aguacero,
sin prendas de abrigo, hambriento de esmero.
Tejer abanicos con sabor a delirio,
burlar al silencio entre sangre y martirio.

Las olas, mi vida, refrescan saladas
el gusto impostado en tu lengua afrutada.
El tacto indoloro en tu blusa gastada.
Tus ojos, mimosa, tus rasgos de diosa.

Estigma infinito de tenue luz roja,
sucumbo impertérrito al sol que no afloja.
Las olas, tan dulces, tan suaves y amantes
deslizan sus muslos bajo mi espíritu errante.

Quiero quedarme contigo, y contigo entregarme
al sueño infinito, al placer de la carne.
Dormir con la niebla transformada en almohada,
gemir de locura, confinar mi amargura.

Quiero quedarme contigo, y quiero quererte
y reírle a tu boca, a tu risa más loca.
Quiero enfrentarme al placer que despide tu alma,
quiero volver a quererme en tu oasis de calma.



5 días perdidos en la vida del poeta

(1)
Sube la escalera del deseo agreste.
Ceguera entre bruma, cadencia y espuma.

(2)
El Norte, las velas.
Al Sur, el salitre.
El Este despierta
al Oeste; mil hojas.

(3)
Rema hacia el cielo, envuelve el océano.
Pulsión entregada a la eterna mirada
que fluye entre ecos, corales y estradas.

(4)
Deja que cuide tu luz,
que evapore las heridas,
que soporte la cruz
de no verte cada día.

(5)
Visto tus frases con tenues silencios
que rompen las olas en tu alma indolora.
Pasan las horas y enfermo por verte
paseando entre costas dormidas y angostas.



Amor perdurable

Amor perdurable, granado y estable.
¿Qué ha cambiado tras sentirme culpable?
Tan sólo me aferro a un eterno presagio
que surca tus ojos bordeando el naufragio.

Amor memorable, esbelto y laudable.
¿Cómo presumes de ser despreciable?
Estalla el silencio que hiberna entre muros
de ciénaga y cielo en tus labios impuros.

Añoro el candor de tus trémulos gestos
que prendan mi vida y consumen mis restos.
Y raptan suspiros en tu espalda morena
eclipsando el candor de la noche serena.

Amor perdurable, distancia insalvable.
Divisa caduca acuñada en tu nuca.
Respeto engendrado en tu torso dorado.
Amor memorable, jamás despreciable.



Crisol

¡Qué tenue es la luz
que alumbra
tu piel de medusa!
Frágil, flexible
y profundamente adictiva.

¡Qué tenue el estilo en
mis versos anónimos!
Nerviosos, lozanos,
timbrados en el crisol
de tus ingles.

Cuando el día desiste
te alejas despierta.
Sólo deseo que
el cielo
susurre tu nombre
en forma de lluvia.



Casualidad

Observo impasible tu rostro irascible,
frenético y lindo, coartado y cansado.

Ignoro el botín por volver a tu lado
y me aferro a la esencia de dormir aliviado.

Vuelven los charcos, y con ellos añoro
tu barco maldito surcando el decoro.

Vuelve, nostalgia, vuelve completa
para morir vertebrada, con ansia discreta.

Transcurre el tiempo… el que pasas con ese.
Responde al viento… por Dios, que no cese.
Y otra me quiere, es el destino
que impone en las cumbres su tiento felino.
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