Realtos Propuesta I (capítulo 2)

Otra poesía ;)


Si puñalada trapera,
Por la espalda te ensarta;
Eso no es malo.
Más vale esa acción
Que amistad no merecida

Si un día,
Tu cariño se escapa;
No te preocupes.
Vale más eso
Que amor no correspondido.

Y ten en cuenta que,
Buenos amigos tendrás;
Que amor correspondido llegará.
Lo malo duele pero pasa,
Y lo bueno, para siempre durará.
Por ti,
rompería a patadas
las puertas del cielo,
te sacaría y navegaría
por el río de la muerte.

Sabes que por ti
nazco cada mañana,
muero cuando te marchas
y enfermo en tu silencio.

Por ti,
cazaría las gotas de sol
que quedan sobre el suelo,
marcaría de deseo
una y otra vez tu vestido...

Sabes que por ti
daría los días que me quedan,
guardaría tu vida por la noche
y leería tus sueños por el día.

Por ti,
sería capaz de negar todo,
de soltar todo
y dedicarme a ti por siempre...

Pero cometiste el error
de obligarme a no quererte,
de ver como te alejas sin yo quererlo
besando a quien no soy yo,
por las razones que nunca te di.
De entre
todas
las
hileras
que dirigen
a los coches
hasta
la
ciudad
elijo la tuya,
la que siempre
trae
buenas noticias
a
un
millón de
amantes
distintos
cada
noche.
Estáis de
enhorabuena.
Aunque me
engañas
a conciencia,
adoro tu forma
de mentir.
Tus palabras
son un bálsamo
para mi
célula
vital,
esa que
se introduce
en grutas
pasajeras,
efímeras,
caducas,
pero dulces
y ...

Y
ya que
no se puede
respetar
un
sentimiento
traicionado
por una
actitud
de mutua
incomprensión
me conformo
con admirar
(desde mil ventanas
distintas)
a los árboles
que crecen
en
mil jardines
secretos
(Tan secretos
son
que
están vacíos.
Tan vacíos
están
que sólo
yo sé
llenarlos
de contenido)
Desde su nacimiento, Belindo había disfrutado de una buena vida en salud y llena de atenciones. Perdió a su padre víctima de un cruel y humillante asesinato, y a su madre no la veía desde hace mucho tiempo, pero con el paso del tiempo tampoco le importó demasiado. Estuvo mantenido por una gente que parecía entregarle todo sin esperar nada a cambio, cosa que no fué así. Raro era el día que no podía compartir sus ilusiones junto a sus otros compañeros del vecindario, aunque siempre recriminó su exagerada falta de libertad . A medida iban transcurriendo los años, un aura enrarecido se iba colando en su ambiente para pronosticarle su terrible final; aquellos que estaban a su cargo le miraban con unos ojos llenos de picardía, como si quisieran regocijarse con su sufrimiento.
Un día, Belindo fué capturado y soltado en un recinto al aire libre, con muchas personas sentadas alrededor que parecían alegrarse de verle, y entre las cuales pudo distinguir perfectamente a algunos de sus criadores muy orgullosos de estar allí. Lleno de furia, se ensañó violentamente con aquellas personas vestidas de payaso que provocaban sus mas agresivos instintos, y que le acribillaban con unos desgarradores punzones en su carne hiriéndole de muerte. Pero sus intentos por defenderse fueron en vano; trás un tiempo intenso de agonía que le pareció infinito, Belindo yacía en la arena de aquel ruedo, totalmente ensangrentado.
-el golpe


Aquel hombre era un autentico hijo de puta, de esos que no quieres que sea tu compañero de bote en un naufragio. Pues yo estaba en un bar y no se porque (por motivos de la providencia quizás.) y como me senté al lado de aquel tipo, entonces él a traición y con el único motivo de haberme sentado al lado de el , me asesta un puñetazo en mi nariz. El golpe fue rápido, veloz, certero, directo al blanco . Mi nariz frágil como todo mi ser, se rompió y empezó a sangrar. Primero un hilo fino por un orificio luego un canalillo y después un chorro de sangre roja, oscura y espesa. Todo eso en décimas de segundo mientras yo, noqueado, caía para atrás y mi mente trabajaba catalizada por impulsos eléctricos con miles de recuerdos y pensamientos inconexos. Primero un zapato atado a un perro que entonaba una canción conocida por todos, una piedra botaba y caía sobre un vaso con hielo (sabia a J.B.), el vaso estalla en un millón de fragmentos, que en vez de clavarse como afilares se convierten en la espuma de las olas que rompen contra el acantilado, el vecino del quinto gritaba algo ininteligible en un idioma que no conocemos “ella lo sabia”., ella, una chica, una mujer, dos silabas, Eva. Yo no la conocía asta ese momento pero lo tuve claro en ese instante; vivía con Eva en una casa de campo al lado de un acantilado, donde escuchaba el ruido de las olas romper. Mientras ella, Eva, tendía las sabanas donde nos habíamos acostado la noche anterior. Yo desde el porche sentado la miraba sin otra cosa que hacer que observarla, algunos dirán que perdida de tiempo, pero os puedo asegurar que fueron los mejores momentos de mi vida .Era lo único que tenia sentido, mucho sentido, hasta que alguien me dijo “¡Despierta!, no estas a gusto aquí en la realidad que te has creado”. Entonces toque el suelo volviendo a la realidad; triste realidad de donde me encontraba y me correspondía; el triste suelo, mas bien sucio, de un bar del que ya no me levante, pues no quería recibir otro golpe como ese. Tenia lagrimas en los ojos, me dolía toda la cabeza, mi nariz sangraba copiosamente, mi camisa, (me mire la camisa) llena de sangre, “como mancha la puta sangre”, roja, oscura, pringosa y espesa. Todo eso con un intenso sentimiento de frustración y de ira que me embargaba. Y no contra el hombre que me había golpeado a traición(sin venir a cuento), si no porque sabia que había perdido a Eva para siempre.

El sujeto agresor se fue por la puerta de salida del bar, que da la casualidad que es por donde se entra.

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by #41
Llame a la telefonista sin más dilacion, dispuesto a quejarme vehementemente del trato de su compañia hacia mi persona.
Era todo nervios, era todo pensamiento, queria dejarle las cosas bien claras, que supiera quien mandaba, que supiera quien tenia razon.

Telefonica dígame?.
Colgue rápidamente, mientras por mi calva resvalaba una gota de sudor........

Como siempre, me habia vuelto a traicionar a mi mismo. [tomaaa]
Realmente no lo esparaba,
y eso aumentó mi dolor.
Con todo lo que yo te amaba,
no pude ver tu intención:
engañar a aquel que te ama
y romper su corazón.

Pero el tiempo siguió su marcha
y ya no te tengo rencor,
pues al cabo no he perdido nada
y tú has perdido mi amor.

Traición es fea palabra,
pero peor palabra es traidor.
REYES DE PENUMBRA



Su gesto era el de un antiguo dios; la acerada tibieza de sus ojos caía sobre sus mejillas como el mar agitado de un puerto que amanece. Mostraba los rasgos duros e inquebrantables de un rey que lo ha perdido todo, ocultado su aspereza bajo una vieja y blanca barba que era incapaz de encubrir su moribunda sonrisa de vanidad. Descansaba sobre un trono de oro blanco, explorando el espacio vacío de su alrededor; observando con detenimiento las joyas y piedras sin alma que, tantas veces en el crepúsculo, habían derramado sangre en una ardiente demostración de fidelidad. Con frecuencia llevaba las manos hacia la corona que reposaba sobre su cabeza, cerciorándose de que el peso asfixiante de su frente no era más que el destello de una ostentación, que ahora despreciaba; y no la extensa zarpa de la soledad. Trató de gritar, pero nadie acudió a su llamada; cuanto más se arrugaban las líneas de su sien, más se ensanchaba aquella última sonrisa, grandiosa por su crueldad y su fiereza. Mientras tanto, en enjoyado trono de oro se fue convirtiendo en el lúgubre hogar de arañas y grises punzadas de luz; resplandores de vida soñada que, en ocasiones, se colaban entre las tormentas nocturnas. El rey continuó gritando, exigiendo la obediencia de sus súbditos, mezclando lágrimas entre el orgullo de su perdida juventud; hasta que de sus labios no se desprendió más que dolor, un monstruoso silencio que al fin devoró su fría sonrisa.



A su alrededor, decenas de personas conversaban, decenas de murmullos constantes y prohibidos. Pero él permanecía en silencio, mostrando su celeste mirada al nuevo reino destruido; pidiendo, sin voz alguna, que alguien le arrancase aquella corona de espanto que había consumido la sonrisa de un auténtico rey. El anciano paralítico había despertado.
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