Recopilatorio "Por un deseo"

Saludos a todos, este es el recopilatorio de esta historia un tanto especial. La cosa fue que una amiga me pidio que escribiese una historia Yaoi (amor entre hombres) al principio iva hacer un pequeño relato de una pagina... pero empesó a crecer y a crecer y bueno.... aqui teneis el resultado
Cap.1 Enlace al mensaje original

Se que es un amor prohibido, pero como negar negar lo que palpita en mi corazón, lo que grita mi alma y ansia mi razón. Ya ha finalizado el curso, quedan el recuerdo todo lo que ha pasado, han sido cosas buenas y malas. Sentimientos que creía que nunca despertarían en mí. No cambiaria nada. Tú has sido mi salvación. Era el primer día de clase cuando apareciste por la puerta, desafiante, altivo, parecías querer comerte el mundo con tu mirada, tu ajustada camiseta dejaba ver un cuerpo dulcemente cincelado.

Comenzaste a presentarte a los otros alumnos y yo esperaba nervioso a que llegases a mí. Antes que ocurriera esto, entró una amargada profesora a clase y todos nos sentamos, casi me caigo de la silla cuando te acercaste al vació asiento a mi lado y te sentaste ofreciéndome la mano.

-Me llamo Yoa ¿y tu?- dijiste casi susurrando a mi oído-

-Ren- contesté con una ridícula voz, fruto de los nervios mientras te deba la mano y por dentro suspiraba largamente-

-Un placer – comentaste mientras fijabas tu atención en la señorita-

Fue un día bastante aburrido, pues los profesores hicieron tediosas sus presentaciones. Pero el tiempo paso para mí como un suspiro al tenerle a mi lado. Poder observar tus apetecibles labios, que parecían pétalos de rosa, las suaves líneas de tu cuello que realzaban una nuez de Adán delicada y primorosa.

A la salida intenté seguirte pero un coche con los cristales oscurecidos te recogió a la entrada. Me quede con las ganas de saber donde viviría mi ángel.

Me marche a casa e intente apartarte de mi mente. Pero tu imagen seguía ha clavada, no pude hacer mas que pensar en ti. En cada gesto, cada mirada, cada instante a tu lado. Al llegar a mi cuarto arranque todos los pósters que tenía de famosos de cuerpos hermosos y torsos descubiertos, sin dudarlo los guarde bajo la cama. Estaba seguro de al tenerte a ti en mi mente no necesitaría mas esas imágenes de falsos mitos.

Los días fueron pasando, las sonrisas que me dabas se iban guardando en mi corazón. Nos sorprendiste a todos cuando en gimnasia exhibiste unas magnificas dotes gimnásticas. A mi me agrado mas verte vestido únicamente con aquel pantaloncito y una camisa que marcaba sutilmente toda tu figura, la sangre ardía en mis venas

Te apuntaste al equipo de fútbol, y que decir que subiste enseguida al equipo titular. Viendo una oportunidad me apunté como ayudante del entrenador, para estar aun mas cerca de tí. Mi trabajo consistía en llevar las actas de los partidos y preparar las bebidas a los jugadores. A cambio de esto podía acompañarte en los desplazamientos, lo que siempre era un placer para mí.

Creía vivir un sueño a tu lado. Tú no confirmabas mis deseos, ni siquiera me atrevía a preguntártelo. Para mi amargura incluso desconocía si compartías mi forma de ver la vida. Pero tu amistad era suficiente para calmar mi alma de deseo.

Era domingo, lo recuerdo muy bien. El sol brillaba en un cielo inmáculo sobre un pequeño campo de las afueras dos equipos de jóvenes luchaban encarnizadamente por un esférico. Antes estas visiones habrían embriagado los sentidos y extasiado mi razón, pero ahora solo tenia ojos para ti. Un jugador, quien sabe con que intenciones, te golpeó con su mas oscura saña. Caíste al césped y rodaste sobre el. Cogeando y ayudado por tus compañeros llegaste junto al entrenador y le enseñaste un feo moratón en el tobillo derecho. El entrenador preocupado te mando al hospital y conociendo que yo era compañero tuyo, me mando a que te acompañara.

A la salida del estadio cogimos un taxi que nos llevo en pocos minutos al hospital. Era un lugar frio y antisectico, flotaba en el aire un olor artificial. Tras unos minutos una enfermera te aplico una crema calmante en el tobillo y nos hizo esperar en una sala vacía al traumatólogo, que te haría una inspección mas detallada. Estábamos los dos sentados en silencio el uno al lado del otro. Aunque yo deseaba oír tu voz y hablar contigo, era la primera ocasión en la que estábamos los dos solos, sin nadie que molestase. Sin ojos que juzgasen. Desee ser capaz de levantarme y gritarte que te amaba, que te deseaba, pero no me salían las palabras, un nudo se me formo en el estomago y me impedía hablar. Sin duda me ruboricé en esos momentos. Oí una risa ahogada y cuando gire mi cabeza pude ver que sonreías mirándome.

-De veras te gusto, estás muy tierno con las mejillas sonrosadas–comentaste dándome un infantil cachete-

Fui incapaz de contestarte, únicamente baje la mirada avergonzado. ¿Tan descarado había sido?, me quise morir de vergüenza allí mismo. ¿Acaso te rias de mi?, ¿Qué querias decir?.

-O vamos no te preocupes –dijiste mientras me alzabas delicadamente la barbilla con dos gráciles dedos- A mi no me molesta, sinceramente me agrada mucho que te guste...

Ante mis atónitos ojos te acercaste a mí y me diste un dulce beso en la mejilla. Aquello me turbo aun mas y casi me sentí desmayar, el dulce tacto de tus labios contra la tersa piel de mi mejilla me provoco un escalofrió que recorrió todo mi cuerpo. Pocos segundos después entró el doctor y pasaste a su consulta donde afortunadamente el doctor constato que no era nada grave, solo necesitarías usar muletas durante unas semanas.

Me quede contigo hasta que llego a recogerte tu padre en un descapotable, me despedí mientras tu coche se alejaba. Extrañado me pregunté si tu padre tendría varios coches pues ese no era el mismo que te recogía todos los días a la salida del instituto. Olvidando estos pensamientos me dirigí a mi casa a descansar y a pensar… a pensar a acerca de ese prometedor beso.

Al día siguiente te encontré intentado subir las escaleras del instituto con una incomoda muleta en cada mano, mientras la maleta te colgaba cómicamente del brazo. Con una sonrisa te quite la maleta y me la colgué al hombro. Me saludaste y me diste las gracias. Pase el día cargando con tu maleta y caminando a tu lado. Pero no me importo pues mientras tanto conversábamos tu yo de tantas cosas que me cuesta recordarlas todas.

A la salida te acompañe a la entrada donde esperaba que te recogiese el coche con los cristales oscuros. Pero esta vez el conductor se había bajado del coche y nos esperaba apoyado en el. Era un joven, alto, rubio, de ojos caoba vestido con una camisa holgada, un pantalón beis y una sonrisa traviesa.

-Hey chico, gracias por llevar la maleta de Yoa- dijo mientras me quitaba la maleta de las manos- ya puedes irte.

-¡Ari! –Le gritaste enfadado mientras abrias la puerta del coche- es un buen amigo, no le trates así-

Ari, pareció mirarme de arriba abajo, atravesarme con la mirada, ver mas allá de mi piel y otear en mis mas recónditos pensamientos. Sin duda Ari y tu erais hermanos, compartíais la misma secreta mirada. Ari alzo la mano y me dio un doloroso pellizcó en la mejilla.

-¿Este es tu nuevo amigo Yoa? – Pregunto Ari con una malévola sonrisa que dejaba ver todos sus dientes- Están bajando tus gustos hermanito.

-Yo…- conteste mientras me ruborizaba de inmediato-

-Escúchame- Ari se había inclinado sobre mi y se apoyaba en mis hombros mientras me susurraba al oído- No te enamores de mi hermano si no quieres pasarlo muy mal.

- ¿Qué le estas diciendo? –Volviste a gritar mientras te dejabas caer en el asiento del coche- Vamos que llegaremos tarde.

-Adiós- dijo Ari antes de subir al coche y desaparecer detrás de los cristales oscuros.

Antes que tu cristal terminase de subir sentí como me mirabas… ¿ Que quería esa mirada? Algún día me lo deberás contar.

Me quede allí plantado en la acera mientras veía como el coche se alejaba. ¿Qué había querido decir tu hermano con esas palabras? Sin llegar a comprenderlas, esas palabras habían abierto un agujero en mi corazón. Era posible que nuestro destino juntos nos estuviera vetado por los faustos del destino.
Cáp.2 Enlace al mensaje original

Pase la noche en vela. Como dormir con este temor que me oprimia el alma. Después de aquel beso me sentí lleno de esperanza pero las palabras de tu hermano habían sembrado mi corazón de dudas. ¿Qué sabia él que yo desconocía? Que podía ser lo que nos sepárese. En mi mente busque alguna respuesta pero solo conseguí confundirme aun mas y sumergirme en un mar de temores.

Transcurrió una semana sin más incidentes. Con la práctica ibas cogiendo cada vez más soltura y dejamos de llegar tarde a clase. Durante las clases nos sentábamos juntos hablando e intimando cada vez más. Esos días fueron para mi un sueño, aunque con palabras no me dijiste lo que quería oír, tus ojos me contaron tantas cosas…

Una día que creía como cualquier otro a la salido nos esperaba tu hermano, pero con el había alguien mas. Junto al auto una figura altanera y pelirroja se perfilaba contra el horizonte. Nada mas verme sus ojos me dirigieron una mirada asesina, que cambio inmediatamente al posare en ti para convertirse en un angelical mirada de amor.

-¡¡Yoa!! – Grito la joven lanzándose a tus brazos y casi haciéndote soltar las muletas- Cuando te echaba de menos.

-¿Qué haces fuera del internado?- preguntaste con evidente sorpresa- ¿no deberias estar en clase?

-Hoy no tenia clase y pedí a Ari que me recogiese, tonto –comento con voz melosa la joven mientras se acerba a ti con infantiles saltos-

Entonces en ese instante me partiste el corazón en mil pedazos, pues dejaste caer las muletas y alzaste a esa chica para darle un profundo beso. Desee huir, correr, estar lo más lejos de aquella estampa que me había deparado el cruel destino.

-Te lo había advertido – me dijo Ari que se había acercado a mi- ¿Ves?, ella siempre estará entre vosotros- comento-

-¿Quién es ella? –Musite mientras Yoa y la desconocida continuaban besándose-

-Se llama Yura, y yo no puedo decirte nada mas –dijo Ari antes de dirigirse a la pareja y gritar- ¡Vamos!

-Adiós Ren, nos vemos mañana –dijiste mientras me dirigias una mirada que decia claramente… Los siento-

Los tres os subisteis al coche y desaparecisteis de mi vista, solo quedo una nube de humo y un corazón desgarrado. Al llegar a mi casa, entré a mi cuarto y me acosté a llorar en silencio. Era tal el dolor que embargaba mi alma. Pensaba que no podía culparte, aunque me habías dado esperanzas con aquel beso jamás me dijiste nada, en mi mente había formado un castillo en aire. Un castillo que se derrumbaba bajo el peso de la evidencia. ¿Debía ser tan egoísta de querer tenerte solo para mí?, estaba seguro que las chicas también te encontraban atractivo, por que entonces me torturaba tanto que que hubiese una chica en tu vida… no…. En verdad no me hería que fuese una mujer, no me importaba en realidad, me era mas importante el hecho de que había otra persona en tu vida, una persona que no era yo. No se como, sumido en estas cavilaciones, me quede dormido con las mejillas húmedas por las lágrimas vertidas en honor de un amor que daba ya perdido.

Quizás una o dos horas después un mensaje me saco del sueño. Era tuyo, me pedías que fuese a un parque cercano para hablar conmigo. Mil preguntas surgieron en mi mente, mil preguntas sin respuesta. Sin dudarlo me levanté, tome las primeras ropas que tenia al alcance de la mano y salí corriendo con el parque como destino.

Llegue en pocos minutos jadeante. Me apoyé en la verja del parque y te busqué con la mirada. El parque no era grande, pero en cambio tenía numerosos árboles que a falta de una poda hacia años cubrían con sus ramas gran parte del camino. Estabas ahí, sentado frente a la fuente burbujeante en banco piedra tallada, bajo una vieja encina que parecía inclinarse sobre ti para darte su sombra. Me acerque a ti despacio, sin hacer ruido y me senté a tu lado.

Nos quedamos allí, quietos, bajo la sombra del viejo árbol. Era tal la quietud que juraría que nuestros corazones latían acompasados. Finalmente mi deseos de saber pudieron mas que mi decoro y le pregunte sin miramientos. Sin ni siquiera mirarle a la cara

-Podías habérmelo contado –dije mientras observaba la fuente- ¡Dime!, teniendo novia, teniendo ya una pareja como has sido tan insensible…Yoa -tome aire y me prepare para decirle- ¿Por qué has dejado que me enamore de ti?

Me miraste unos instantes sorprendido. Pero pareciste pensarlo y bajaste la mirada con un brillo extraño en ella.

-Lo siento- musitaste sin casi mover los labios- Nunca fue mi intención hacerte daño. Te lo juro. Hay algo que debes comprender Ren, ella no es nada para mí.

-No daba esa impresión cuando la besabas- conteste enfadado No pude quedarme callado al oír esto - ¡Si vas a decirme algo, dímelo ya!-

-Ren… no es tan fácil…- contestaste-

-Si es tan fácil – le dije manteniendo la mirada de sus ojos- ahora lo comprendo, comprendo tu juego Yoa, te gusta ser el centro del mundo, te encanta que los demás te adoren. Eres el mejor en los deportes, el mas hermoso… no te importa nada mas que tu vanidad. No te importa romper corazones si tu ansia de adulación esta surtida.

Enfadado, molesto. Pero sobre todo con el corazón en puño, sangrando de impotencia. Me levante del banco y me dispuse a irme, a perderte de mi vista. Varias lágrimas corrían ya por mis mejillas. Entonces sentí tus brazos a mi alrededor, abarcando todo mi pecho. Tus calidas manos se entrelazaron frente mi rostro. Me quede allí quieto sintiendo tu cuerpo contra el mío. Me abrazaste por lo que fueron horas para mi…

-Ren… tu sabes a quien quiero, tu corazón lo sabe, sabes bien por quien sonrió y por quien vivo –Susurraste a mi oído- pero la vida no es tan sencilla. Hay veces no podemos expresar nuestro amor…

-No lo comprendo Yoa –conteste llorando- No entiendo nada… ¿Qué es Yura para ti?

Dejaste de abrazarme y te volviste a sentar en el banco. Me senté a tu lado sin entender nada.

-Yura es una sombra de mi pasado –dijiste mirando al infinito- Entonces salía con Yura, ella hizo mucho por mi cuando mi madre falleció, ella fue una cuerda a la que agararme a la cordura. Ella fue mi vida… pero hace un año descubrí mi autentica naturaleza… pero no quise aceptarla, me daba miedo a mi mismo. Terror, pánico. No creía posible que mi corazón fuese así. No he sido capaz de dicirselo.. no he sido capaz de hacerle daño.

-Pero no la amas… -conteste atónito tras estas revelaciones-

-No… me di cuenta cuando te conocí –cuando dijiste esto me ruborice- No… no amo a Yura, pero comprende que no quiero hacerle daño… quizás llegue a amarla, pero eso se ha acabado. Ahora solo amo a una persona.

Me quede paralizado, pensaba a toda velocidad si realmente querías decir lo que creía. Nos quedamos unos instantes mirándonos a los ojos, durante un momento me perdí en el azul de tu mirada. Pero entonces me cogiste la mejilla igual que lo habías hecho hace lo que parecía ya tanto tiempo y te acercaste a mi.

Mientras nuestros labios se acercaban mi mente estaba en blanco, solo era un espectador. Con infinita delicadeza me besaste tiernamente. Cerré los ojos para disfrutar de aquel beso. Mi primer beso. Y realmente se lo había dado a alguien que amaba. No podía ser mas feliz que en aquel instante. Desee que ese momento durase para siempre, eternamente. Besándote en frió banco del olvidado parque.

-Yoa…- musite-

-Ren, no digas nada –dijiste mientras acariciabas mi rostro tiernamente-

-Ejem Ejem –dijo una voz a nuestras espaldas- ¡Debería daros vergüenza degenerados!

Quien gritaba era una anciana vestida de negro que nos amenazaba con un vetusto bastón. La anciana tenia la venas del cuello henchidas y enrojecida la cara. Parecía que le fuese a estallar la cabeza. En ese momento, atraído sin duda por los gritos, un policía se acerco a nosotros.

-¿pasa algo señora? – Pregunto el policía mientras se ajustaba la gorra a una cabeza a la que le faltaba mucho pelo-

-Estos dos desaprensivos estaban dando una espectáculo bochornoso, ¡aquí mismo!, donde cualquier inocente niño podría contaminarse con el ejemplo. –Dijo efusiva la señora-

-Pero señora… ¿Qué han hecho estos muchachos? –Pregunto extrañado el policía-

-Estos dos truhanes se estaban besando a plena luz del día, ¡deténgales!….- Grito la señora con aspecto de cuervo.

-Pero señora…-contesto el policía suspirando- Besarse no es ningún delito….-

-Pero esta usted ciego, ¿o que?, No ve que son dos... Dos… ¡dos chicos!- Grito la señora que parecía al borde de un ataque de nervios.

-Señora…. Aquí solo veo a una pareja de enamorados que tienen perfecto derecho a usar este parque como mejor les convenga –contesto el policía con un tono de evidente enfado- pero si usted sigue gritando me la tendré que llevar por escándalo publico.

Nos quedamos mirándonos a la vez que aguantábamos la risa mientras la anciana señora se ponía aun mas colorada y se marchaba con la cabeza baja. El policía nos guiño un ojo y continúo con su ronda.

Cuando se hubo marchado comenzamos a reírnos dando palmadas felicitando al policía que tan bien había hecho su trabajo, cuando dejamos de reír volvimos a mirarnos. Debiste mirar tu reloj y tras disculparte tuviste que irte pero no sin antes compartir un último beso en esa tarde. Me quede en ese banco una hora más, disfrutando del recuerdo, del placer de tus besos. Sentí que algo dentro de mí estallaba, crecía y se expandía por todo mí ser…
Cáp.3 Enlace al mensaje original


Tu piel palpitaba bajo el tacto de mis manos mientras recorría con ellas toda la línea de tu figura. Suspirabas mientras mis labios llenaban de besos tu pecho. Tomaste mi mano y la dirigiste hacia tu boca, para besarla dulcemente y fundir mi esencia con la tuya. Te levantaste y tomándome de los brazos me acostaste sobre ti mientras nos fusinabamos en un solo ser de amor puro. Toda nuestra piel se fundía en un caótico desfile de deseo.

El despertador toco su serenata sacándome contra mi voluntad de ese delicioso sueño. Al despertar vino a mi mente el recuerdo del beso del parque. Me sonroje solo con pensar en el. Me levante de la cama y apresuradamente me vestí para ir a clase y estar nuevamente contigo.

Cuando llegue ya me esperabas en la puerta con una afable sonrisa. Al acercarme te salude dándote la mano y tomando tu mochila para llevarla. Aunque deseaba hablar contigo de tantas cosas, las paredes tienen oídos y temía que alguien pudiese descubrirnos. ¿Cómo reaccionarias por lo de ayer? No lo sabia la verdad, temía tu reacción al tener tiempo para pensarlo, ¿ serias capaz de repudiar tus propios sentimientos?. Allí estabas delante de mí debatiéndote entre Yura, yo y tu misma cordura.

Todos mis temores se esfumaron cuando ya avanzada la clase me tomaste la mano bajo el pupitre y me la acariciaste igual que lo habías hecho en el sueño. No te mire, no hacia falta, pero te apreté la mano con todas mis fuerzas para corresponderte.

Cuando sonó el timbre que daba comienzo al recreo, con una seña me pediste que te siguiera. Silenciosamente me colgué tu maleta al hombro. Marchamos por los pasillos llenos de estudiantes que corrían a fumar un pitillo o descargar sus ansiedades fuera de las aulas.

Subimos una larga escalera a tropicones, era divertido ver como subías las escaleras de tres en tres dando brincos con las muletas. Llegamos a una puerta cerrada a cal y canto. Tú no te apuraste y me pediste que empujara la puerta. Algo desconfiado me apoyé en ella y empuje, para mi sorpresa la puerta se abrió lo suficiente para que pudiésemos pasar.

Ante mi se presentaba un invernadero de cristales sucios y empañados por los años. Por todas partes se podían ver restos de lo que en otro tiempo debió ser un vergel digno de la diosa Era, algunos instrumentos de labranza aun estaban hundidos en la tierra, como si el jardinero solo se hubiera tomado un respiro en su trabajo.

-Este invernadero era un capricho del anterior director, pero cuando murió este, se olvidaron de el –comentaste mientras te dejabas caer en una silla, que estaba extrañamente limpia comparada con el entorno- Es un buen sitio para hablar.

-¿Cómo sabias de este lugar? –te pregunte extrañado-

-Bueno, me lo contó un amigo de segundo–contestaste con una sonrisa- Algunos estudiantes usan este sitio para estar a solas con sus novias.

-A… a… solas… -dije ruborizado mientras miraba a todas partes por si habíamos sorprendido a alguna pareja-

-No te preocupes estamos solos –contestaste señalando la puerta, donde por su parte interior colgaba una cinta del pelo rojiza- Cuando alguien ocupa este sitio pone la cinta por fuera de la puerta.

Me ruborice aun mas, deliberadamente me habías traído al picadero del instituto. Me daban miedo tus intenciones pero a la ves me sentí excitado al estar los dos solo en aquel lugar sin ojos que nos mirasen. Tras pensarlo unos instantes me levante y coloque la cinta del pelo por fuera de la puerta.

-¿Qué haces? –Preguntaste- A esta hora no creo nadie nos moleste, pero de todas maneras solo quería hablar contigo.

“¿Solo hablar?”, pensé desconsoladamente. Debiste notar lo que pensaba por mi mirada. Pues sacudiste la cabeza dándole vuelta a la idea.

-Bueno…-dijiste mientras mirabas el reloj- Solo nos quedan 15 minutos de recreo, no tenemos mucho tiempo.

-El suficiente- contesté mientras me abalanzaba sobre ti y te cubría a besos-

Me rodeaste con tus brazos y tomaste mi cabeza como si fuera el mayor tesoro, nos dimos un beso tan apasionado que temí asfixiarme, pero sinceramente no me habría importado morir en tus brazos, quedarme en la calidez de tu pecho por siempre. Pasamos los diez minutos que teníamos besándonos tiernamente, acariciándonos con premura Compartiendo sonrisas y miradas llenas de amor y comprensión. Las plantas secas fueron testigos mudos de nuestro sincero amor y quizás se habrían ruborizado de poder hacerlo.

Es cierto que el tiempo pasa rápido cuando gozas, pues en nuestro caso nos parecieron segundos aquellos diez minutos. Nos separamos a desgana, cuando se nos acabo el tiempo de estar juntos y ser lo que realmente éramos. Nos sacudimos las ropas llenas de polvo y nos dimos un último beso, antes de salir del invernadero. Pero algo se movió en el hueco de la escalera… estaba seguro que había visto a alguien bajar apresuradamente las escaleras.

Tú no habías visto nada así que cuando te lo comenté trataste de convencerme que habían sido imaginaciones mías pero cuando bajábamos las escaleras encontré un medallón en un escalón, lo tome y lo mire detalladamente. Era un corazón finamente labrado que mostraba un querubín alado, colgaba de una cadena rota. Al abrirlo mostraba la foto de un chico muy bello, que no reconocí y una inscripción:

“Anna y Henry” 14 de marzo del 2002

Estaba seguro que cuando subimos esas escaleras no había nada… entonces se le tenía que haber caído a quien nos estaba mirando. Ensimismado en esto me guarde el medallón el bolsillo y te acompañe a clase. Estaba seguro que fuese quien fuese contaría nuestro secreto a gritos y tú y yo no podríamos volver a estar juntos.
Cap.4 Enlace al mensaje original

Murmullos, comentarios intranscendentes y al fondo un coro de risas juveniles. Me pareció extraño que todo fuera normal en clase, nadie nos había comentado nada pues al parecer nada sabían. Ya habían pasado 3 días desde que encontré el medallón y desque fuéramos pillados infranganti y no parecía que nadie lo supiese. Sea quien sea quien estuvo expiándonos no lo había propagado.

Estaba en el patio, caminando errático por las sombras huyendo del caluroso sol, sin nada que hacer. Pues tú te habías ido a que el especialista le diese un vistazo a tu pierna. Yo me había quedado solo sin ti. Me dirigía la cafetería para comprarme un dulce y saciar así mi hambre cuando sentí que algo tocaba mi espalda, me di la vuelta y descubrí que había sido un papel arrugado en forma de pelota. Curioso lo tome y lo desenrollé para leerlo.

“Te espero en el invernadero”

No me pregunte quien había sido, era obvio que el autor era el mismo del otro día. Miré a mí alrededor buscándole, pero no pude ver entre todos los estudiantes que en ese momento disfrutaban de sus momentos de descanso. Sin otra cosa en mente llegue corriendo hasta la puerta del antiguo invernadero. Me pare ante la puerta, no sabia que me depararía el futuro. Tomando aire abrí la puerta que ya estaba un poco abierta.

-Has venido- Dijo una voz femenina que provenía de su derecha-¿No has venido con tu amigo?

Mire hacia de donde venia la voz. Apoyada en una ventana se recortaba la forma de una joven a su lado su carpetas reposaban en el suelo. El cabello negro le caía en cascada por los hombros, me estaba mirando con par de ojos verdes enmarcados en unas cejas tez blanca, una pizca de rubor invadía sus mejillas.

-Mi amigo no esta hoy aquí–dije mirándola fijamente- ¿Que quieres...?

-Eres tu quien tiene mi colgante –contesto ella enfurecida- Se que se me cayó en la escalera y cuando volví a buscarlo ya no estaba. Solo podías haberlo cogido tú o el otro.

-Lo tengo yo- dije mientras lo sacaba del bolsillo y lo observaba- Toma, no tenia intención de quedármelo –comenté mientras le tendía la mano con el colgante-

La chica lo miro unos instantes y dio unos largos pasos hasta donde yo estaba, con una mano temblorosa tomo el colgante. Lo observo unos instantes y cerro la mano entorno a el, con un gesto acostumbrado abrió el medalla y con un largo suspiró contempló la foto que guardaba, lo volvió a cerrar y se colgó el medallón al cuello.

-Gracias –musito ella con un sonrojo más evidente- significa mucho para mí.

-¿Me prometes que no dirás nada a nadie?-le pregunte preocupado aun que se descubriese antes de lo debido nuestra relación-

-¿Decir sobre que? –sus ojos se iluminaron un instante cuando comprendió de que hablaba - ¡tranquilo! no contare nada, sois libres de vivir la vida como queráis, ¿no pensarías que era una mirona?, ¡Por dios!, yo solo vine aquí por que….-bajo la mirada y una lagrima le recorrió la mejilla- este lugar me trae muchos recuerdos… - la joven dejo de hablar y se sentó en el suelo mientras unas lagrimas humedecían su rostro.

-¿Te llamas Anna verdad?, yo me llamo Ren -dije con un susurro mientras me arrodillaba a su lado- Leí la inscripción del colgante. ¿Henry es tu novio?

Anna me miro y mas lagrimas brotaron de sus ojos- Henry… Henry era mi novio…- no pudo aguantar más y hecho a llorar en mis brazos, no sabía como calmarla, acaricie su cabeza mientras musitaba palabras para tranquilizarla.

La abrasé unos minutos hasta que dejo de temblar entre mis brazos, Anna pareció recomponerse poco a poco, se secó las lágrimas y me miro agradecida.

-Lo siento…- dije con dulzura- no quería hacerte recordar algo triste.

-No, los recuerdos son todo lo que me queda de el –Contesto Anna mientras se ponía en pie y con una mano acariciaba su colgante- Se que Henry no volverá pero siempre lo tendré en mi corazón… dime ¿quieres a ese chico?

-A Yoa.., si le quiero con todo mi corazón, aunque no sé si él realmente comparte mis sentimientos –dije sonrojándome débilmente y alegrándome de que cambiase de tema-

¿Que estaba haciendo?, contado mis intimidades a aquella chica, una chica que nos había visto besarnos, nos había visto en nuestro momento mas intimo. Aunque ella podía haber contado nuestro secreto, aunque quizás no lo había hecho para asegurarse que le devolviese el colgante. No se por que no creía en esto, aunque resultase lógico.

-Seguro que te ama, -contesto Anna- la forma con que os besasteis era de verdaderos enamorados, -dijo Anna con una pícara sonrisa, para mi alegría parecía ya recuperada- ¿pero por que crees que no te ama?

No se por que, aquella chica me despertaba mucha confianza y me transmitía seguridad. Palabra a palabra fui contándole tu relación con Yuri y como esta te hacia debatirte. Escuchaba en silencio mis palabras. Cuando termine quedamos en silencio unos minutos. Ella pareció reflexionar mis palabras y me dijo:

-No deberías preocuparte, si Yoa te ama se decidirá por ti, pero si tu realmente le amas a su vez debes luchar por el.

-¿Luchar? ¿Qué puedo hacer?- conteste desconcertado- Es Yoa quien debe decidirse entre Yuri y yo.

-No, escúchame bien Ren, el amor es el bien mas preciado y codiciado, es el sentimiento que nos empujo a luchar cada día contra este mundo cruel e indómito –Dijo Anna con gran convicción- El amor es lo mas fuerte y a la vez lo mas frágil, debes cultivarlo como una trémula flor que lucha por expandir sus pétalos al sol. Si no luchas ahora y pierdes a Yoa no te lo perdonaras nunca… te lo digo por que se lo que es perder a alguien… -la sirena del fin del recreo cruzo el aire cortando a Anna-

-Ha sido muy agradable hablar contigo Ren –dijo Anna mientras recogía sus carpetas del suelo- Apunta mi móvil, me gustaría volver a hablar contigo.

-Gracias para mi también ha sido un placer- contesté mientras sacaba mi móvil y apuntaba el de Anna-

Salimos del invernadero y nos despedimos con una sonrisa para dirigimos a nuestras clases. Aunque sabia que no lograría concentrarme en las horas de clase que me quedaban. Las palabras de Anna quedaban en mi memoria. ¿Tendría que luchar por tu amor Yoa?, pero aun mas importante ¿Podría vencer a Yura? No estaba seguro de nada en esos momentos… de nada no… estaba seguro de que te amaba y de que debía luchar por tu amor, por tus besos y por todo lo que tenia que llegar.
Cap.5 Enlace al mensje original

Me sentía mucho mejor después de haber hablado con Anna. Más relajado, sin tanta carga en mi conciencia. Me era agradable haber conocido a alguien con podía hablar de nuestra relación sin problemas, sin estupidos prejuicios. Era momento de hablar tú y yo, hablar de lo que íbamos hacer. De nuestro futuro juntos si en verdad existía ese futuro.

Al volver a clase, volvimos a vernos, tu y yo volvimos a estar juntos. Mi sangre se alborozaba con cada mirada que compartíamos. Varias veces volvimos al invernadero para estar juntos y descubrir nuestros cuerpos, nuestro olor y nuestra alma. Aunque nos resistíamos a dar el paso el definitivo, a estar juntos de forma plena. Yo no quería pasar de un punto, al menos no allí, el invernadero me parecía un lugar frió e inhóspito aunque lo calentábamos con nuestro amor.
Cuando te lo conté en el descanso asentiste ceremoniosamente. Dime ¿Qué pensaste en ese momento?, me intriga saberlo. Paso el día entre clases aburridas, temas vacíos y conversaciones vacuas. Cuando nos despedimos me dedicaste una enigmática sonrisa. Realmente estabas pensando en algo…

Me costo dormir a la noche, no dejaba de darle vueltas a la imagen de tu sonrisa… No se como me quede dormido y desperté a la mañana empapado en sudor frio. Me tome una ducha en la que acaricie mi cuerpo con la espuma lentamente, deseando que mis manos fuesen en realidad las tuyas. Me vestí con prisas y Salí al instituto.

Me esperabas en la entrada, mirando al cielo, me fije en que no llevabas ninguna maleta. ¿Dónde estarían tus libros?, pensé mientras me acercaba.

-dame la maleta y vamos…-dijiste al tiempo que me quitabas la maleta, la colgabas en tu hombro y te alejabas en dirección opuesta al instituto-

-¿A dónde vamos Yoa? –pregunte extrañado- Tenemos que ir a clase-

-¿Ren.. Confías en mi? –me preguntaste sin mirarme…-

-Pero Yoa… -contesté indeciso-

-¿Confías en mi si o no?- volviste a preguntar mirándome esta ves-

-Claro... claro que si- dije con convicción al ver el brillo de tus ojos centelleantes que me taladraban en lo mas profundo de mi ser-

-Entonces sígueme…-

En silencio te seguí. Montamos en un taxi y durante 10 minutos nos introdujimos en el centro de la ciudad. Bajamos del taxi en un barrio que desconocía, Solo habían grandes oficinas y sucursales bancarias. Te seguí hasta un edificio plateado, nos metimos en el y subimos a la 4 planta, allí sacaste unas relucientes llaves y abriste la puerta de lo que parecía ser un pequeño estudio.

Me invitaste a entrar después de encender las luces. Era un estudio pequeño, tenia solo dos habitaciones y una puerta que posiblemente llevaba a un baño. Una de las habitaciones estaba amueblada como un pequeño salón, con un televisor, una pequeña nevera y un cómodo sillón. El contenido de la otra habitación estaba en secreto pues la puerta estaba cerrada.

-¿Dónde estamos?- pregunte extrañado mientras miraba entorno a mi a toda la habitación-

-Este es el rincón de mi hermano, antes era el estudio de mi padre pero entró a trabajar en una empresa y mi hermano se lo quedo-dijiste mientras dejabas mi mochila sobre el sillón y sacabas una llave del bolsillo- Le quite la llave a mi hermano… no creo que le moleste…-

Te acercaste a la puerta cerrada y tras introducir la cerradura giraste el picaporte. La luz invadió la habitación… cuando me acostumbré a la luz pude observar que la otra habitación era un dormitorio con un gigantesco ventanal que ocupaba toda una pared. En las paredes descansaban algunos cuadros surrealistas. Uno en especial atrajo mi intención, parecía ser dos sombras lejanamente humanas abrazadas entre si. La cama estaba cubierta de un colchón púrpura y numerosos cojines aterciopelados de colores vivos. Te adelantaste y te sentaste en la cama, diste algunos botes sonriendo y palpaste la colcha a tu lado invitándome a sentarme.

Asentí y me senté a tu lado. Sorprendiéndome por lo comodidad de la cama. Te mire para sonreírte y me encontré tus ojos llenos de lujuria. Alargaste las manos y me tiraste a la cama.

Comenzase a besarme el cuello, tus manos recorrían mi pecho sobre la camisa, yo me deje llevar, solo podía gemir mientras tu manos comenzaban a bajar y me acariciabas sobre la ropa. Te paraste un instante para quitarme la camisa, botón a botón, lentamente me dejaste el pecho descubierto y me cubriste de besos.

Te dejaba hacer, pero llegado el momento decidí levantarme y tumbarme sobre ti mientras te quitaba la camisa buscaba tus labios.

Tras quedarnos sin camisa, nos abrazamos uniendo nuestros cuerpos, compartiendo la calidez de nuestra piel. Nos quedamos así unos minutos besándonos intensamente, jugando con nuestras bocas.

Te apartaste de mi unos instantes para quitarte el pantalón y la ropa interior, yo te imite para no perder mas tiempo. Quedamos los dos desnudos, por primera vez, delante del otro. Nos tumbamos en la cama y con miedo alargue la mano para acariciar tu pubis. Lo palpe delicadamente y comencé a palpar en toda su envergadura. Tu solo suspirabas mientras me acariciabas mi espalda. Fuimos tomando poco a poco mas confianza y los pocos minutos ya nos acariciábamos los dos al unísono con suaves sacudidas. Sentí que me iba, que marchaba directo al cielo pero cesaste de tocarme y me susurraste que aun quedaba mucho por delante.

Te colocaste detrás mío, tras susurrarme que me llevarías donde no se puede regresar. Comenzaste a besar donde termina la espalda y comienzan los sueños. Lentamente, sentía tus labios rozando tímidamente mi piel y la humedad de tu aliento empapar los rincones que el pudor esconde. Tus dedos presentaron sus respetos al panteón de los dioses y comenzaste poco a orar en el. Yo me moría en mis suspiros mientras sentía estremecer cada fibra de mi ser y enloquecer todo mi pensamiento.

Te tumbaste sobre mi, sentí el tacto de tu espada ardiendo contra mi piel, en mi interior deseaba poseerla, pelear con ella una batalla a muerte de que solo saliesen vencedores la lujuria y el deseo.

-Ren.. ¿Estas preparado para recibirme?-susurraste a mi oído, como pidiendo permiso para poseerme-

-O si…-susurre en un largo suspiro. No había nada que mas desease en aquel momento que me hicieras finalmente tuyo para siempre.

Respiraste hondo y tomándome de los hombros atravesaste la puerta indómita donde mueren los niños y nacen los sueños. Sentí como un puñal atravesando mi alma, y un dolor que todo lo anegaba, acabaste de entrar en mí y te quedaste quieto, petrificado, podía sentir tus latidos a través de mi cuerpo. Esperaste unos instantes a que mi ser se acostumbrase a ti. Y comenzaste a moverte, con lentitud al principio para acabar convirtiéndose en una carrera de placer. Gemía, gritaba, lloraba, mientras me poesías. Cambiamos de posición y yo quede arriba, comencé a cabalgarte como a un corcel encabritado. Saltando sobre tu terso vientre, apoyando mis manos en tu pecho mientras me dejaba llevar por el éxtasis final. Gritaste conmigo mientras los dos nos elevábamos de nuestros cuerpo para tocas por un instante el cielo, lo dos juntos cogidos de las manos.

Quede dormido entre tus brazos, exhausto. No me preocupaba la hora que era, ni siquiera el hecho de faltar a clase…me sentía tan dichoso de estar contigo que me deje llevar a las tierras perdidas de la mente.

-¿ya estáis despiertos?- abrí los ojos lentamente, primero solo vi un borrón, luego la imagen se fue aclarando y pude reconocer a la figura que sonriente fumaba sentada delante de la cama-

-Eri… ¡Eri! –grite levantándome y cubriendo mi desnudez con la sabana- Eri esto…
Nosotros estábamos… -intente explicarme pero era tal el bochorno de la situación que no me salían las palabras-

-tranquilo… esto.. ¡a si!…Ren- contesto él mientras creaba aros con el humo del tabaco- no tengo ninguna intención de denunciaros ni nada parecido aunque es verdad que me ha molestado que mi hermano me halla cogido las llaves de mi estudio. Cuando me di cuenta que me faltaban, deduje que te querría traer aquí y por eso os he dado tanto tiempo.

-Hermano –dijiste con los ojos cerrados, si no fuera por que tus labios se movían hubiera dicho que seguías durmiendo- Si no tienes nada mas que decir déjanos en paz.

-Serás descarado –dijo Eri enfadado- ¡Crees que es justo que hagas sufrir a este chico! –grito iracundo- Además recuerda a padre.

-No entiendo nada…-dije cuando reuní las fuerzas necesarias- ¿Qué tiene que ver vuestro padre con Yoa y yo?

-No solo con vosotros dos… también yura… ¿No se lo has contado?- rió eri- ¿No le has contado que nunca podréis ser mas que amantes? Que estas prometido con Yura…

-¿Prometido…?-musité acongojado-

-Creo que debéis hablar…-dijo Eri antes de marcharse- Ya hablaremos hermanito.

Eri se marcho por la puerta dejándonos a los dos solos. Te mire, pero continuabas con los ojos cerrados... te abrasé en silencio, esperando a que me dijeses algo. Que despejases las dudas que embargaban mi corazón. Pero estuviste callado…
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