El Guardián del Destino XXXIX: La puerta de Sátertel

El cansancio empezaba a poder con él y dejó caer los brazos al suelo a la vez que estiraba las rodillas y se relajaba, cada vez, un poco más. Inconscientemente su mano llegó a la empuñadura de su espada. ¿Pero no había quedado destrozada cuando Satertel le venció? Volvió a incorporarse y sacó el arma de su vaina. Cuando la contempló apareció una leve sonrisa en la cara del muchacho húmeda por la contínua caída de las lágrimas. La luz que salía de la sala contigua era reflejado con un tono azulado por la esfera engarzada que tenía el arma. Aquella no era su arma, sino una espada corta con un engarce azulado y una empuñadura con un dragón aserpentado. La contempló detenidamente y se dejó llevar un momento por su imaginación.
Se vio a él mismo luchando contra Allen con aquella magnífica espada, y se veía como el ganador del combate pese al asombro de su amigo.
Se incorporó y se enjugó las lágrimas y pensó para sí mismo que su amigo no permitiría nunca que él estuviese así. No le habría gustado verle abatido y sin fuerzas, así que volvió a guardar su nueva espada en la vaina que colgaba de su cinturón y emprendió la marcha hacia la celda junto a sus nuevos compañeros de viaje. Sin embargo algo torció sus esquemas.
Una voz más potente y grave de lo que nunca pudo imaginar resonó por toda la sala y a juzgar por la fuerza con que lo hizo, también lo hizo en toda la guarida. Aquel sonido era realmente intimidante y a Karib le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Se pegó a la pared del corredor y allí se quedó inmovilizado. En un primer momento no pudo comprender lo que decía ni quién era el que hablaba, pero pocos segundos más tarde entendió a quien llamaba. A Satertel. Qué querría aquel personaje tan temible de Satertel. Con cuidado se acercó a la sala donde dormía éste y escuchó atentamente.
- ... en el segundo piso, señor – dijo el bandido.
- Pues ¿a qué esperas, mi estúpido siervo? – respondió la voz misteriosa.
- Lo.. lo lamento mi señor. Pensé que sería mejor el sacrificio al anochecer, así que...
- ¡ Así que decidiste dormir mientras el destino del mundo está en tus manos! – era un tono furioso, casi de ira. Realmente Karib no deseaba ver la cara del poseedor de aquella voz-. Eres un verdadero inepto.
- Lo lamento, mi señor, no volverá a ocurrir.
- Espero que no. Ahora baja a mis aposentos que debo de mostrarte una cosa.
- Si... mi señor.
Las voces cesaron y el ambiente tenso que había vivido hasta hacía un momento se calmó tan pronto como empezó. Sin embargo ahora era él el que estaba en peligro. Satertel iba a bajar hasta donde se encontraba aquel personaje y él se encontraba en su camino. Realmente no se paró a pensar cómo podía alguien hablar con una persona si ninguno de los dos estaban en el mismo lugar hasta mucho más tarde. Lo que únicamente le preocupaba era salir de allí, mas cuando se disponía a salir corriendo, un tremendo sonido, similar al que se produce cuando hay un desprendimiento importante, salió de la sala donde se encontraba Satertel.
Qué habría pasado allí. La curiosidad pudo rápidamente con el muchacho que se acercó a ver qué había ocurrido cuando, para su sorpresa, encontró un enorme portón de color rojo, con puertas de metal en el lugar donde antes había solo libros y estanterías. El resto de la estancia se encontraba exactamente igual que como la recordaba.
Aquella puerta no se le había podido pasar por alto al muchacho pues era llamativa y grande. Satertel pasó por ella con paso firme y acelerado.
Cómo habría aparecido esa puerta allí. Y quién se encontraba tras ella. Una parte de él le invitaba a descubrirlo, pero otra le advertía del peligro que corrí si se atrevía a seguir a Satertel. A qué parte haría caso. Cuál era la opción correcta. No sabía qué hacer. Pero, como de costumbre, su curiosidad venció a su sentido común y entró en el dormitorio. Estaba en perfectas condiciones de limpieza y orden, lo que extrañó ya a Karib en el primer momento, sin embargo, pasó por alto esos detalles esta vez y se centró en la aparecida puerta.
Se asomó despacio a intentar ver qué había delante de sus narices y descubrió unas escaleras donde no veía el final. Satertel habría bajado más allá de su vista porque no llegaba a verle.
De pronto sintió un fuerte tirón de su cuerpo que le arrojó al suelo. Rápidamente se intentó levantar pero alguien le cogió y le mantuvo en el suelo a la vez que le ponía una mano en la boca. La reacción de Karib fue la de pegarle un mordisco en la mano a aquel individuo que tras la presión, acabó soltándole.
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chanchan
chanchan
xDD

nos e ves y asias por leerme ^^
Cuanta emoción!:D y que poco avanzas joio

En este capítulo que te has entregado de tal manera a la sensación de querer hace algo ultraemocionante que te has despistado un pelin en dotar al escrito de tu personalidad, vamos, que está un poco soso.

Tienes que darnos más, rata!.

Y nada, como no estaré por aquí unos días, Feliz Navidad karibdys, que seas muy feliz, que se cumplan tus sueños y eso y sobre todo... vive alegre siempre, eres un gran tio. :)
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