Recopilatorio. Un Castillo en las Nubes (No escribir)

PRÓLOGO
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Estamos en el año 1563 de la Nueva Era. Bueno, en realidad el calificativo de la “Nueva Era” es mío, pero me parece adecuado remarcar el momento que supuso un antes y un después en la historia de la humanidad.

Corría el año del 2482 d.C. cuando se produjo el Primer Traspaso. Por fin habían dado sus frutos las investigaciones que los humanos habían venido realizando desde hace siglos. Los últimos avances en biología, informática y psicología permitieron transferir la primera conciencia humana a un ordenador. Este hecho revolucionario dio paso al mundo tal y como lo conocemos ahora.

La primera conciencia traspasada fue la del padre de la técnica que permitió a mis antepasados emigrar hacia un lugar mejor, un lugar en el que no envejecían, en el que la muerte no existía como tal, en el que la conciencia humana tenía plenas facultades para alterar y acceder el mundo a su alrededor. El nombre de este gran hombre es Prometeo, o al menos así ha pasado la historia; por suerte, aun ahora su conciencia sigue viva, inalterable, guiándonos gracias a su estancia en el Consejo Superior.

Por la época en la que se produjo el Primer Traspaso la Tierra estaba ya totalmente destrozada, la contaminación producida por los humanos y los efectos derivados de esta habían sido devastadores: los cielos estaban cubiertos día y noche de una espesa capa de nubes negras como el betún, que regaban la ya maltrecha tierra con ácido; la tierra estaba contaminada hasta tal punto que apenas unos pocos seres vivos sobrevivían, ya era imposible obtener ninguna cosecha y los mares habían sido mancillados con los residuos del hombre hasta tal punto que el agua era letal para cualquier tipo de pez y alga. Solo unas cuantas ciudades se levantaban resignándose a perecer, buscando algún método para escapar a una muerte que cada vez se mostraba más próxima.

Todos los intentos de estas ciudades para contener la contaminación habían sido en vano, el planeta estaba tan corrupto que ya no había marcha atrás... Las investigaciones dedicadas a buscar un nuevo hogar entre las estrellas tampoco habían corrido mejor suerte, la tecnología de la que disponían los Antiguos entonces no era lo suficientemente avanzada para poder mandar seres humanos a colonizar otros planetas, con lo que hubo que buscar una alternativa factible para poder asegurar la continuidad de la especie humana.

Aunque las investigaciones de Traspaso se llevaban realizando desde hace tiempo, fue Prometeo quien supo dar la forma adecuada a tantos conocimientos, dando lugar a la técnica que nos permitió escapar del mundo real. Se construyeron plantas de Traspaso, y los habitantes de las ciudades se fueron transfiriendo gradualmente al nuevo mundo, hasta que por fin la humanidad entera emigró. Solo unos pocos quedaron fuera, asegurando el correcto funcionamiento físico de las instalaciones, con el fin de que los humanos alcanzaran de forma total y satisfactoria un nuevo grado de evolución.

Esta es la historia del mundo en el que vivo, referida exactamente tal y como nos es transmitida. La historia de un lugar etéreo con unas conciencias etéreas, sustentadas gracias a complejos ordenadores. Un lugar carente de límites, y a rebosar de posibilidades. Un lugar donde la conciencia humana ha tomado su aspecto más puro, separándose de la pesada carga que suponía la tenencia de un cuerpo...

Mi nombre es Námbdaro, y lo que voy a contar a continuación son mis memorias, el conjunto de hechos que me llevó a comprender de una manera más profunda el mundo en el que vivo, a acceder a sus entrañas y a desvelar el profundo secreto que encierra.
[URL=http://www.elotrolado.net/showthread.php?s=&threadid=106372]CAPITULO I
CUERPO Y ALMA[/URL]
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El comienzo de mi historia se sitúa en el primer día de instituto del año que cumplí dieciséis primaveras. En un principio podría haber optado por situar la historia al comienzo de mi aventura, pero creo conveniente hacer un cuadro un poco más exacto del Éter (este era el nombre que recibía el mundo virtual que habitábamos, mientras que el mundo exterior pasó a llamarse Mundo Real).

Ese día me reuní con Redmo para ir juntos al instituto. Redmo era mi mejor amigo: una persona buena y leal, un poco impulsivo, y tremendamente obstinado en ocasiones. En lo que a físico respecta, era una persona bien formada; su cuerpo y sus facciones guardaban una armonía poco común entre el resto de la gente, lo cual decía mucho de su autoestima. Uno de sus rasgos más peculiares era un extraño brillo en sus ojos que infundía un profundo respeto; e incluso temor en ocasiones.

Hacía unos cuantos días que no veía a Redmo, así que camino del instituto estuvimos charlando animadamente sobre las vacaciones y el fastidio que suponía tener que volver a la rutina de las clases. Como buenos adolescentes que éramos, nuestro catálogo de temas de conversación era bastante reducido: chicas, cine, música y algún que otro pasatiempo común.

En lo que al instituto respecta, me referiré únicamente a una de las asignaturas que cursamos, exactamente la de "Psicobiotecnología". El nombre de la asignatura era un poco rebuscado, pero si se pensaba fríamente, tampoco se podía encontrar uno mejor. En esa clase se desarrollaba materia de psicología, biología e informática; gracias a esos tres campos se produjo el Primer Traspaso, y gracias también a ellos nuestra sociedad y nuestro mundo había evolucionado considerablemente desde su creación.

Nuestro aula era bastante espaciosa y tenía alrededor de treinta terminales holográficos fijados al suelo, cada uno con su respectivo asiento para cada alumno. Los profesores eran los únicos que disponían de una pequeña mesa, la cual, por cierto, apenas usaban. Esta contaba además con un terminal holográfico y un pequeño sillón.

Éramos unos veinte alumnos en clase, mitad chicos y mitad chicas. Yo me sentaba con Redmo de compañero, en la segunda fila, si mal no recuerdo. Conocía a la mayor parte de mis compañeros de años anteriores, aunque no mantenía una relación muy estrecha. Era cortes y amable con ellos, pero también reconozco que les trataba bastante fríamente.

Todavía hoy recuerdo la primera clase de psicobiotecnología como si fuese ayer. Una de las cosas que más me llamó la atención fue el aspecto del profesor. Era un hombre de unos cuarenta años, de estatura mediana tirando a bajito y algo rechonchete además. Tenía una barba bastante mal cuidada, y su pelo moreno y corto pedía a gritos el uso de un peine. Sus ojos eran de un negro extraordinariamente opaco, tanto que parecían dos hondos pozos. Vestía unos vaqueros bastante gastados y una camisa de cuadros que bien pudiese haber servido de mantel en un camping. En general, y aun siendo su aspecto bastante descuidado, daba la sensación de ser una persona paciente y sabia. Sobre todo muy sabia...

Cuando entró en clase cerró la puerta tras de sí y se dirigió a su mesa. Tomó asiento y se quedó observándonos mientras esperaba a que nos callásemos. Poco a poco la gente de clase fue terminando sus conversaciones y empezaron a dedicar su atención al profesor. Éste se levantó y se colocó en el centro de la clase, entre su mesa y la puerta, donde nos era más fácil verle. Echó otro vistazo rápido a la clase y comenzó a hablar:


- Buenos días. Mi nombre es Taido Sweller y durante este curso impartiré las clases de psicobiotecnología. Esta asignatura está pensada para enseñar aspectos básicos de diversas ciencias que tienen una aplicación diaria en el mundo en el que vivimos. Os recomiendo que prestéis toda la atención que podáis, ya que todo lo aprendáis aquí os será útil durante el resto de vuestras vidas.

>Sobre el programa de la asignatura os diré que realmente no está demasiado definido. Por supuesto que daremos los temas básicos como biología, psicología o informática; pero también intentaré entrar en campos como la física o la filosofía, ya que creo que pueden ser de interés. Dependiendo de la velocidad que llevemos iré adecuando el programa, así que de momento no os puedo comentar más. De los exámenes ya hablaremos más adelante. Las clases las daré oralmente en su mayoría, así que preparad las grabadoras. Si tenéis alguna pregunta sobre lo que esté explicando interrumpidme, no os cortéis. Con esto quedo presentado yo y mi asignatura, así que... ¿Alguna duda?


Miró a un lado y a otro de la clase, pero nadie levanto la mano ni pronuncio palabra, con lo que siguió con sus explicaciones:


- En un principio supongo que pensaríais que no íbamos a dar materia hoy y que os dejaría la hora entera para que charlarais sobre vuestras vacaciones, pero voy a hacer una pequeña introducción para ir avanzando un poco.


En este momento se escucharon algunos suspiros en clase, e incluso yo resoplé bastante poco contento. No había cosa que más odiase que empezar el primer día de clase dando materia, y si para colmo era una asignatura densa, peor que peor.

Como contestación a nuestros suspiros el profesor esbozó una leve sonrisa e inmediatamente después continuó hablando, mientras andaba de lado a lado de la clase pausadamente:


- No hace falta que copiéis lo que voy a decir ahora, no es más que una introducción, aun así sois libres de grabar la clase por si os fuera de utilidad. El nombre de esta introducción es el de "Cuerpo y alma". Me centraré en este tema, pero basándome en una especie animal, la del Homo Sapiens Sapiens. Supongo que todos sabréis que este es el nombre que recibían los seres humanos del Mundo Real.

> Los seres humanos de hoy en día, es decir, los habitantes del Éter, no podemos ser denominados Homo Sapiens, ya que no entramos dentro de la definición de animal. Por animal se entiende un "ser biológico", y ese grado de existencia lo dejamos atrás hace más de 1500 años.

> En el Mundo Real, fue la evolución la que dio lugar a nuevas especies cada vez mas complejas, gracias al mecanismo de la selección natural. Uno de los mayores logros de este sistema automático y aleatorio fue el surgimiento de la conciencia, exactamente en los Homínidos, aun así esta era una conciencia bastante primitiva, y fue necesaria la llegada de la especie Sapiens para que esta autoconciencia llegase a su clímax, con la aparición del arte, la cultura y el habla.

> Estos grados de autoconciencia guardan una estrecha relación con la capacidad craneal, siendo el Homo Sapiens el que mayor capacidad tenía: 1500 c.c. En el cráneo se almacenaba el cerebro, que era el centro neurálgico del hombre, regulaba todas sus funciones y procesaba y almacenaba la información que este recibía a través de sus sentidos. Esta relación directa entre el tamaño del cerebro y la complejidad racional del sujeto nos lleva a señalar la principal diferencia entre ellos y nosotros: la relación entre el cuerpo y la mente.

> Por este planteamiento, en los animales, la mente depende totalmente de la estructura del cerebro. Es decir, que un cerebro simple da lugar a una mente simple, y un cerebro complejo da lugar a un alma mucho más rica y complicada. Si en cambio hablamos de la nueva humanidad, el concepto se invierte totalmente: en este mundo es la mente o el alma la que condiciona el cuerpo en el que vivimos. Es cierto que la conciencia no tiene una representación física por si sola, ni siquiera en nuestro caso, ya que la información que nos forma está almacenada en una memoria informática física, y nuestros pensamientos son el resultado de las operaciones de complejísimos chips procesadores.

> Aun siendo así, en nuestro mundo la conciencia es la que toma el papel relevante. El Mundo Real está compuesto de materia, y por ello el grado superior es el de conciencia. En cambio el Éter es un mundo compuesto únicamente de información, con lo que aquí la conciencia se mueve en su propia salsa, no hace falta un intermediario físico (un cuerpo) para interaccionar con el mundo que nos rodea. Es cierto que incluso aquí necesitamos unos cuerpos ficticios para desenvolvernos en el mundo, ya que por desgracia las conciencias humanas están tan ligadas a un cuerpo que no pueden vivir sin uno. Exactamente ahí radica la ventaja y el inconveniente. Aunque en cierto punto seguimos anclados a un mundo físico, en dos aspectos además, ahora nos desenvolvemos mejor en nuestra existencia, y somos capaces de desarrollar todo tipo de facultades que en el Mundo Real eran totalmente inconcebibles. El arte y la creatividad se han expandido hasta límites antes inalcanzables, vivimos en una época basada totalmente en la cultura, donde las cualidades físicas como la fuerza o la belleza hace tiempo que perdieron la importancia que se les daba en el Mundo Real.

> Con todo esto, podemos afirmar que...


De repente un ruido estridente y agudo retumbó por la clase: la sirena. En ese instante la mayor parte de la clase salió de una especie de letargo: no habían sido capaces de prestar la atención suficiente y estaban enterrados en las palabras del profesor. Los pocos que intentamos seguir el ritmo de la clase estábamos bastante desconcertados, era demasiada información a procesar en demasiado poco tiempo.

El profesor nos miró con asombro, quizá sintiéndose algo culpable:


> Bueno.... eso es todo por hoy. Por las caras que ponéis tendré que bajar un poco el ritmo, siento haberme emocionado demasiado dando la clase. Si alguno la ha grabado y no entendéis algo repasadla en casa, y si tenéis alguna duda preguntadme. Con esto queda abierta la asignatura, ¡hasta mañana!


Una vez el profesor se hubo marchado, la gente empezó a espabilarse, y comenzaron a hablar entre ellos sobre las vacaciones de nuevo mientras esperaban a que entrase el profesor de la siguiente clase.

El resto del día transcurrió sin problemas. Seguía bastante aturdido por la clase de psicobiotecnología, pero pude soportarlo. De camino a casa con Redmo apenas intercambiamos palabra, yo aun tenía el cerebro un poco entumecido por las clases, pero Redmo no parecía alterado, se le veía pensativo, pero no más que de costumbre.

Me despedí de Redmo en el mismo lugar en el que nos habíamos encontrado por la mañana. Cuando llegue a casa comí y después me eché la siesta. Escuché por la tarde un par de veces más la clase; la verdad es que aunque parecía algo complicada, tenía pinta de ser bastante interesante. Esa asignatura prometía, así que decidí hacer el esfuerzo de mantenerme al día: si el profesor no nos mentía esa clase nos sería de utilidad en el futuro, con lo que me propuse sacarle todo el jugo posible.

El resto de la tarde la pase en mi habitación, distrayéndome con lo que podía y pensando sobre lo que el profesor había dicho, realmente algunas cosas eran bastante confusas... Supongo que ese día debía de estar especialmente raro, incluso mi madre me pregunto un par de veces si me ocurría algo.

Por la noche cené y estuve leyendo un libro de aventuras y fantasía, escrito por uno de los Antiguos (un Homo Sapiens, como me habían explicado en clase). No tardé mucho en empezar a ver las letras borrosas, así que opté por acostarme y ver qué me deparaba el día siguiente.
[URL=http://www.elotrolado.net/showthread.php?s=&threadid=112540]CAPITULO II
LA MENTE[/URL]
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El día siguiente podría haber sido perfectamente una jornada como cualquier otra, de no haber sido porque de buenas a primeras me quedé dormido... El reloj sonó en su momento, pero al apagarlo mi cabeza decidió que me hacían falta al menos cinco minutos más de sueño. ¿Y quien era yo para negárselos?

Cuando me desperté y me percaté de la hora me levanté apresuradamente y me preparé en el menor tiempo posible. Ya llegaba por lo menos diez minutos tarde, y respecto a mi reunión con Redmo para ir a clase mejor ni hablar. Antes de salir de casa me aseguré de llevar conmigo una de las esferas que me había regalado mi madre en mi anterior cumpleaños; una vez en la calle la arrojé al suelo y la activé con un breve comando de voz: la pequeña esfera plateada empezó a irradiar luz, a la vez que a su alrededor se dibujaba un contorno que me era familiar. En un abrir y cerrar de ojos tuve una bicicleta justo enfrente mía, me monté en ella y pedaleé todo lo rápido que pude hacia el instituto.

En el camino al instituto me fijé una vez más en el ajetreado ritmo al que mi ciudad se movía. Todas las mañanas la urbe se convertía en un hervidero de gente. Miles de personas corrían apresuradamente de un lado a otro como pequeñas hormigas desorganizadas, las calzadas estaban siempre atestadas de todo tipo de vehículos motorizados que llevaban a sus ocupantes a lugares imposibles de predecir. En el cielo se observaban cientos de pequeñas aeronaves que proyectaban una divertida danza de sombras en los pocos rayos de luz que los enormes rascacielos dejaban pasar hasta el suelo. Para colmo todo esto estaba aderezado siempre con el ruido característico que emiten las ciudades: cientos de voces de distintos tonos y timbres mezclándose con el ruido de los motores y de las máquinas que recorrían la tierra y el aire. Cada mañana la vida en la ciudad se ponía en marcha de una manera casi mágica, pero a mi me había llegado a parecer aburrida y monótona. Quizá esta imagen podría desbordar los sentidos de cualquier ex
tranjero; pero para mi, después de dieciséis años, no era mas que una rutina cualquiera, algo que debía ver cada día me gustara o no.

Cuando finalmente llegué al instituto apenas hacía cinco minutos que habían comenzado las clases, con lo que al final no llegaba excesivamente tarde. Con otro comando desensamblé la bicicleta, guardé la esferita en la mochila y subí las escaleras del edificio lo más rápido que pude. Al llegar a la puerta de mi clase golpeé con los nudillos y abrí la puerta:


- ¿Se puede?


La primera clase de ese día era psicobiotecnología, así que fue Taido el que se vio forzado a interrumpir la clase (por mi culpa, cómo no). Me miró e hizo un gesto con la mano, indicándome que pasara. Me fui derecho a mi sitio y me senté haciendo el menor ruido posible.


- Bueno. ¿Qué pasa contigo? ¿El segundo día y ya estamos llegando tarde? - Redmo mostraba una sonrisa maliciosa.

- Por favor... a estas horas no me apetece andar discutiendo. ¿Me he perdido mucha chicha?

- Más bien poco o nada, un pequeño resumen de ayer y poco más. Aun así tengo tengo grabada la clase desde el principio, luego te la paso si eso.

- Ok, bueno, a ver que cuenta este hombre.


Dejamos de cuchichear y empezamos a prestar atención al profesor, el cual había comenzado ya a hablar sobre lo que sería el primer tema de la asignatura, titulado "La Mente":


- ... estaba soportada por un sistema físico llamado cerebro. En el Éter el mundo es igual de intangible que la mente, lo cual supone una gran ventaja en lo que acceso a la información se refiere... pero, como toda gran ventaja, tiene un gran inconveniente. No se si sabréis que antes del Primer Traspaso se llevaron a cabo experimentos con animales, concretamente primates, para comprobar la fiabilidad del sistema. Gracias a esos primeros experimentos se detectó uno de los grandes fallos que tenía (y tiene) el Éter: el problema de la iluminación.

> Supongo que os habrán explicado que algunas religiones que había en el Mundo Real tenían como último fin la iluminación. Esto era un estado o fenómeno por el cual el individuo alcanzaba una comprensión absoluta del universo. Gracias a esto el iluminado en cuestión se situaba en un estado de semidivinidad y conseguía fundir su alma con el universo en si, pasando a ser parte (en cierto modo) de todas las cosas que conformaban su entorno.

> Pues bien, el problema de la iluminación consistía exactamente en eso. Cuando se transfirieron las primeras conciencias de primates a un ordenador no se impuso un límite en el acceso a la información. Sus conciencias podían consultar cualquier dato que estuviese a su alcance de manera casi instantánea; esto hacía que su mente se fuera dispersando gradualmente hasta que se fundía con el sistema en sí. Esto supuso un autentico problema, ya que el objetivo era conservar la conciencia de la raza humana, y no expandirla hasta el infinito para así perderla.

> Esto se solucionó con la inclusión de...


El brazo de una compañera de clase se alzo por encima de nuestras cabezas, lo que significaba que el profesor empezaba ya a ir demasiado rápido...


- ¿Tienes alguna duda?

- Si, no entiendo muy bien lo del problema de la iluminación. ¿Podría explicarlo un poco mejor?

- Sin problemas. Mira, te lo explicaré con un ejemplo: imagínate que tenemos un vaso lleno de agua con azúcar disuelta. Cogemos ahora un cubo con agua y echamos dentro el contenido del vaso. ¿Qué ocurriría con la concentración de azúcar en la nueva disolución?

- Pues al haber más cantidad de agua... la concentración de azúcar disminuiría.

- Bien. Ahora imagina que en vez de echar el agua del vaso en un cubo lo vertiésemos en una piscina. Una vez más, ¿qué ocurriría con la concentración?

- Pues sería muchísimo menor comparada con la del vaso.

- Por último, imagina que el agua del vaso fuese a parar al océano. ¿Qué pasaría?

- ¿¿En el océano?? Bueno... la cantidad de azúcar comparada con la de agua sería despreciable... ¿no?

- Exactamente ahí quería llegar. Quizá el símil no sea demasiado bueno, pero supón que el agua con azúcar es nuestra conciencia, y que el océano es el mundo que nos rodea. Si juntásemos nuestra mente con el mundo directamente, nuestro alma se expandiría de tal manera que perderíamos nuestra identidad. Bueno, más que perderla estaría tan dispersa que quedaría totalmente inutilizada. ¿Lo comprendes ahora?

- Creo que si.. pero aun así, ¿cómo se solucionaría el problema?

- Eso es lo que iba a explicar a continuación. La única manera de poner una barrera entre nuestra mente y el mundo que nos rodea es creando un soporte de naturaleza distinta que haga de barrera. Si seguimos con la comparación del agua, sería como, en vez de verter el contenido del vaso, colocar el vaso lleno y totalmente sellado dentro del agua. Por supuesto el material de dicho vaso debería permitir el traspaso de información entre el interior y el exterior.

> En nuestro caso esa barrera es nuestro cuerpo. Nuestros órganos son los que reciben la información y se la envían al cerebro, que es quien se encarga de procesar los datos. Sin ese "cuello de botella" que suponen los sentidos, la cantidad de información que tendríamos a nuestro alcance sería tal que nos perderíamos en su inmensidad. Hasta ahí el problema de la iluminación. ¿Todo claro?


El silencio se adueño de la clase mientras el profesor miraba de un lado a otro del aula.



- Por el silencio supongo que todo está entendido, pero vamos, no acostumbro a hacer preguntas retóricas, así que para la próxima podríais asentir por lo menos con la cabeza....

> A ver, el siguiente punto es como se almacena la información de nuestra conciencia en el Éter. Realmente la manera de almacenar los datos de nuestra personalidad y nuestras experiencias es la misma que en el Mundo Real. En el Mundo Real la mente o la conciencia era el resultado de la existencia de tres elementos: un soporte físico con unas reglas determinadas de funcionamiento (el cerebro), una estructura determinada y aleatoria del soporte físico (las conexiones neuronales) y un conjunto de recuerdos e informaciones guardadas (la memoria). En el caso del soporte físico, en nuestro caso son los supercomputadores que procesan toda la información de este mundo. Estos procesadores son comunes para todos nosotros, pero separan la información perfectamente, dando como resultado un procesamiento independiente de datos para cada entidad.

> Los otros dos elementos, es decir, la estructura y la memoria, son lo que forman nuestra personalidad. La estructura puede parecer en un principio algo trivial, pero no es así: con un conjunto limitado de piezas podríamos construir una infinidad de composiciones distintas. Esto aplicado a los humanos quiere decir que aunque todos los Homo Sapiens tenían un cerebro construido con los mismos elementos, su estructura variaba de un individuo a otro, de manera que el procesado de la información se efectuaba de una manera distinta (aunque el soporte físico fuese igual para todos). La información sobre la estructura queda preprogramada en nuestro nacimiento (al igual que con los Homo Sapiens), y va evolucionando hasta cierta edad dependiendo del uso y desuso que se le den a ciertas funciones.

> En cuanto a la memoria, creo que no hay nada que aclarar. En la estructura emulamos un sistema físico en un ambiente virtual, pero con la memoria no hace falta. La memoria es igual de intangible en el Mundo Real que en el Éter, es simplemente información que se va almacenando en el cerebro a medida que nuestra vida transcurre.

> Pues bien, estos tres elementos son los que dan como resultado a la conciencia, mientras que los dos últimos dan como producto la personalidad. Tened en cuenta que el procesamiento de los datos también está influido por la información que haya almacenado anteriormente el cerebro. Pondré un ejemplo por si no ha quedado claro: pongamos que tenemos a dos personas en un paso de cebra, una de ellas conoce las señales viales y la otra no; es obvio que la primera cruzaría el paso solo cuando la luz estuviese verde para los peatones mientras que el segundo cruzaría cuando no hubiese riesgo de ser atropellado. Esto demuestra que tanto la predisposición de nuestro cerebro como nuestros conocimientos influyen en nuestro día a día, y nos permiten tener una visión totalmente independiente de la de cualquier otra persona.


Cuando terminó de hablar miró la hora en su reloj de muñeca, levantó de nuevo la cabeza y nos dijo:


- Como quedan cinco minutos para que suene el timbre y la clase de hoy ha sido un poco densa os dejo en paz. Igual que ayer, repasad en casa lo que no hayáis entendido, y mañana nada mas empezar la clase responderé a vuestras dudas. ¡Hasta la próxima clase!


Igual que al día anterior, la mitad de la clase estaba en estado comatoso del que fueron saliendo paulatinamente. Al irse el profesor me fijé en que nunca traía a clase ningún libro, apunte, carpeta o nada parecido; solo llegaba, daba la clase a medida que se le iban ocurriendo las cosas y luego se marchaba como si tal cosa.

El resto del día de instituto fue un poco más plomizo que la jornada anterior. Al ser el segundo día empezamos ya a dar materia de algunas asignaturas, lo que resultaba bastante molesto. Aun así tampoco era muy duro de soportar, y el final de las clases y la vuelta a casa no tardaron en llegar.

La vuelta a casa fue exactamente igual a la del día anterior, solo que con un poco más de peso en la mochila: el de la esfera de la bicicleta. Me despedí de Redmo en el mismo lugar de siempre y nos marchamos cada uno para su casa. El mediodía y la tarde transcurrió sin problemas: comer, una pequeña siesta, estudiar, distraerme, cenar y acostarme.

Lo único destacable fue una extraña sensación que tuve en uno de mis trayectos por casa. Al fondo del pasillo que daba a mi habitación había un espejo colocado en la pared, y todavía no se muy bien porqué, me dio por ponerme delante y escrutarme con la mirada. La imagen que aparecía delante mía era curiosa cuando menos: un chico de estatura media, con el pelo moreno, corto y lacio, ojos verdes oscuros y facciones faciales de lo más comunes; en resumen, el colmo de la normalidad. Me acordé de una frase que había escuchado hace algún tiempo: "Si no puedes destacar de manera natural, se agresivamente mediocre". Recuerdo que me hizo sonreír. Lo mejor de todo era justamente eso, no destacaba en nada de una manera innata, no tenía aptitudes más desarrolladas que otras, ni rasgos exagerados, ni nada que me identificara de manera especial. Esto me provocaba un cierto desazón.

Me acordé entonces de la clase de psicobiotecnología y me resultó raro no ser más que el producto de un cúmulo de información. Me sentía extraño al saber que no sabía lo que era: que aunque estaba allí, nunca tendría conocimiento de lo que realmente era en un nivel más profundo. Al pensar en esto un escalofrío me recorrió la espalda, me sentí extrañamente vivo, pero no sabía decir porque... solo sabía que estaba allí, y quizá con ello bastaba....

Me acosté poco después de lo ocurrido frente al espejo, dándole vueltas a lo que significaba estar vivo. Reconozco que no logré sacar nada en claro, pero al menos el esfuerzo me sirvió para dormirme, y así llego el día siguiente, que me deparaba nuevos conocimientos; y con ello, nuevos e interesantes pensamientos.
[URL=http://www.elotrolado.net/showthread.php?s=&threadid=131052]CAPITULO III
EL MUNDO FÍSICO[/URL]
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A la mañana siguiente me levanté nada más sonar el despertador; después de apagarlo tuve una fuerte tentativa de disfrutar de cinco minutos mas de almohada, pero este "inocente y breve sueño" ya me la había jugado varias veces en años anteriores, con lo que preferí no arriesgarme. Me duché, me vestí, desayuné y preparé las cosas para ir al instituto. Solo pensar que tendría que repetir este aburrido rito todos los días en los que hubiese clase durante un año más me producía una indescriptible pereza, pero supongo que no había otra alternativa más que la de madrugar y asistir a clase.

El camino de ida al instituto también consistió en rutina pura y dura. Me encontré con Redmo y caminamos hacia el instituto mientras teníamos una conversación ligera, ya que he de admitir que aun duchándome mi atención era más bien reducida por las mañanas.

Las clases transcurrieron con normalidad hasta que llego la hora de Psicobiotecnología. Era Viernes, y tuvimos (o tuve) la suerte de que la ultima clase de ese día era precisamente Psicobiotecnología. Quizá el horario no era el más apropiado para una asignatura tan densa, si tenemos en cuenta que los pensamientos de los alumnos andaban ya a en esos momentos dispersos por el fin de semana, pero en mi caso el interés por dicha clase se sobreponía a las ganas de salir de aquella cárcel que era el instituto...

A los diez minutos de marcharse el anterior de profesor la puerta se abrió y entró Taido con su particular parsimonia. Esperó unos segundos a que la gente se callase y comenzó la clase:


- Buenos días... o casi mejor buenas tardes teniendo en cuenta la hora que es... Bueno, supongo que recordareis que el nombre del entremés que os di el primer día fue el de "Cuerpo y alma" y que el primer tema lo titulé "La mente"; pues bien, el título del tema que daré hoy es "El mundo físico" aunque también hablaré del cuerpo, ya que ambas cosas están relacionadas y en esencia son lo mismo.

> En las clases anteriores ya os hablé de cómo la mente está extremamente ligada al mundo físico, tanto en el Mundo Real como aquí. Os comenté además que las ligaduras en el Éter al mundo físico son por partida doble: por un lado la necesidad de poseer un cuerpo para enlazar con la mente y por otro lado la necesidad de que existan los superordenadores que procesan nuestros pensamientos y acciones. Hoy me centraré en el primer punto: la necesidad de un mundo físico y de un cuerpo para que nuestro cerebro pueda desenvolverse correctamente. De los superordenadores puede que hablemos más adelante, pero me parece un tema demasiado rígido y técnico como para que pueda resultar provechoso para vosotros.

> En el Éter la realidad física no es más que una emulación de la mecánica del Mundo Real. Allí la mecánica atómica se encargaba ella sola de que el mundo estuviese en constante movimiento, esta mecánica era totalmente ajena al ser humano; es decir, que las personas no tenían un control directo sobre el mundo que les rodeaba, sino que tenían que emplear herramientas y procedimientos para alterar su entorno y tener un cierto control sobre él. Con esto me refiero a que si una persona quería desplazar por ejemplo una piedra de un lugar a otro tenia que valerse de sus propios medios para hacer que esta se moviese; podía elegir dar una patada a la piedrecita para que esta rodase hasta su nuevo emplazamiento o podía usar otro millar de procedimientos alternativos para llevar a cabo dicha tarea.

> En cambio en este entorno físico simulado se puede tener acceso inmediato a cualquier tipo de evento que ocurra en el mundo y modificarlo. Para mover esa piedra una persona cualificada podría acceder a la posición espacial del objeto y trasladarlo inmediatamente a cualquier otro punto, sea el que sea. En realidad las bases que rigen esta simulación son exactamente las mismas que las del Mundo Real, pero al tratarse de una simulación podemos "parchear" ciertas leyes para adecuarlas a nuestras necesidades.

> Por ejemplo, supongo que sabréis que nosotros no necesitamos comer ni respirar. Nuestro cerebro, para funcionar, no necesita de oxigeno ni alimento ya que nuestros pensamientos los procesan los ordenadores. Estas necesidades no son mas que reminiscencias de nuestra estancia en el Mundo Real. Es cierto que sería una sensación muy extraña para nuestro cerebro que no comiésemos ni respirásemos, ya que estas acciones están intrínsecamente relacionadas con nuestra condición de ser humano, pero aun así en ciertas ocasiones es interesante reprimir dichas necesidades para realizar ciertas técnicas. Poniendo un caso concreto, en el Mundo Real, por culpa de la falta de oxigeno y de la presión, las personas no podían bucear durante largos periodos de tiempo ni sumergirse a grandes profundidades. En cambio hoy en día ciertas personas tienen estos privilegios para desempeñar funciones concretas que de otro modo serían muy difíciles de realizar.

> Estas pequeñas desviaciones en el correcto funcionamiento del mundo físico también son útiles en nuestra vida diaria. En el Mundo Real las enfermedades tanto víricas como degenerativas causaban estragos entre la población, si bien era cierto que no todas eran mortales, eran necesarias infraestructuras para tratar a los afectados con la consecuente inversión de tiempo y dinero. En cambio vosotros por ejemplo no tenéis constancia de lo que es sufrir un catarro, y conoceréis el cáncer y el SIDA por vuestras clases de Historia Antigua. Nuestros cuerpos no están preparados para infectarse de virus, o de padecer anomalías. E incluso nuestros órganos salen favorecidos por estas simplificaciones físicas ya que no son atómicamente funcionales, sino que desempeñan sus funciones de manera mas directa, sin necesidad de recorrer todas las reacciones químicas necesarias...


Las últimas palabras las pronuncio bastante lentamente, a medida que su atención se iba fijando en las caras de los alumnos. Nadie de la clase había sido capaz de entender todo lo quee había soltado, e incluso me atrevería a asegurar que más de uno no se entero absolutamente de nada... Yo había conseguido entender hasta la mitad del monólogo, después los conceptos se entremezclaban creándome un mar de dudas.


- Creo que esta vez si que me he pasado un poco... ¿Habéis entendido al menos el concepto y las ventajas de la simulación del entorno físico?


Algunos asentimos la cabeza (no muy seguros, todo hay que decirlo) para indicar que así era.


- Bueno, algo es algo... Con respecto al funcionamiento del cuerpo... creo que nos centraremos en el más adelante, por ahora prefiero resolver las dudas que tengáis, a ver, decidme.


Yo mismo hice la primera pregunta, ya que no me terminaba de quedar claro a que se refería con "simulación".


- Cuando hablas de simulación de la mecánica atómica del Mundo Real, ¿a que te refieres exactamente? Y tampoco me queda muy claro para que usar leyes físicas del Mundo Real para luego alterarlas...

- Con "mecánica atómica" me refiero a las fuerzas descubiertas por la física que mantenían el universo en constante cambio, estas son la fuerza gravitatoria, la electromagnética, la nuclear débil y la nuclear fuerte; además de, por supuesto, todas las leyes que las regían. Como nuestra parte más animal estaba adaptada al Mundo Real tuvimos que importar sus leyes físicas para no alterar la esencia de la conciencia humana... es algo parecido al problema de la iluminación; todo radica en engañar a la parte instintiva del ser humano para que crea que el mundo no ha cambiado, mientras que nuestra parte racional sabe que este mundo es intangible y etéreo.

> Respecto a la alteración de dichas leyes no es más que una cuestión de comodidad. Si podemos crear un suministro infinito de gas inflamable en el interior de un fuego, por ejemplo, no tendremos necesidad de transportar dicho gas por tuberías para que llegue al fuego. Se "truca" el entorno físico para que nuestra vida sea mas cómoda y sencilla.

> En resumen, lo que hacemos es conservar las leyes físicas para no alienar a la gente, a la vez que con pequeñas "trampas" modificamos el funcionamiento del mundo en campos que no producen alteraciones en la conciencia humana. Ya os he comentado que en ocasiones algunos sujetos tienen poderes para alterar dichas leyes a voluntad, siempre para desempeñar tareas altamente específicas, pero se trata en todos los casos de gente preparada psicológicamente para que dichos poderes no descompensen su juicio. ¿Algo mejor así?

- Si. -Asentí levemente con la cabeza- Aunque de todas formas me parece algo bastante extraño...


Taido esbozó una leve sonrisa y volvió a escrutar la clase en busca de algún alma desorientada. Una compañera de clase fue la que hizo la siguiente pregunta.


- Sé que no tiene que ver mucho con el tema principal, pero, ¿qué clase de gente está dotada con esos poderes y cuales suelen ser?


Esta vez Taido soltó una pequeña carcajada. Parecía que le hacían gracia nuestras curiosidades más vanas y puntillosas.


- Pues sobre todo agentes del estado. Por ejemplo algunos funcionarios, investigadores... algunos miembros del cuerpo de policía también disponen de estos "privilegios". Sobre todo suelen ser de utilidad para científicos, técnicos y agentes de seguridad. Los poderes varían según las necesidades: pero los más comunes son de control y creación de materia y energía. Por ejemplo desplazamiento de cuerpos, creación de corrientes de aire, calentamiento de cuerpos... aunque son en un principio actos bastante sencillos tienen una utilidad tremenda si se aplican correctamente.

- Pero muy poca gente estará preparada para recibir esos poderes, ¿no? Quiero decir, que si tienen que superar pruebas psicológicas para demostrar que no usaran indebidamente esas facultades no habrá demasiada gente así... supongo que tendrán que estar muy preparados...

- Por supuesto que todas esas pruebas son difíciles de superar. Además el Consejo Superior se asegura de la aptitud de dichos individuos con controles periódicos cada seis meses para comprobar que la persona sigue en plenas facultades mentales. Y como ya he dicho estos poderes solo son usados en ocasiones muy puntuales y específicas, así que no es necesario (ni bueno) que haya muchos de estos individuos -Volvió a dirigir su atención a la clase, después de asegurarse que la curiosidad de mi compañera había sido saciada-. Bien, pues entonces hasta aquí llega la clase de hoy, ya sabéis que si os queda alguna duda no tenéis más que preguntarme al comienzo de la clase del próximo día. Que paséis un buen fin de semana, hasta el lunes.


Creo que incluso antes de que terminase de hablar la mayor parte de la clase ya tenía la mochila lista para salir pitando a casa. Yo no fui menos que los demás, y apenas unos segundos después de que Taido se hubiese ido ya estaba preparado para volver a casa y planificar el fin de semana.

A la vuelta estuve hablando con Redmo sobre lo que nos habían contado en clase de los poderes... he de reconocer que resultaba algo muy atractivo. Aunque solo se usase para tonterías, debía de ser genial poder controlar a voluntad materia y energía; aunque solo fuese para cambiar el entorno y hacer pequeños trucos y demostraciones curiosas. Pude dirigir poco a poco la conversación hasta ese tema, interrogando a Redmo como bien pude:


- ¿En serio no te gustaría poder crear bolas de fuego y cosas parecidas? Podría ser una autentica pasada... como si de magos se tratase, igual que aparece en las películas.

- Bueno... estaría bien, pero sería muy inútil para nosotros. Esas cosas solo sirven para fardar una temporada... luego las olvidas. Y además, hablas de películas, pero si lo piensas este mundo parece de ciencia ficción... seguro que hace tiempo a nadie se le ocurriría que llegaríamos hasta aquí.

- Eres el alma de la fiesta... Pues sinceramente, a mi sí me gustaría, aunque solo fuese para hacer tonterías. Pensar que tienes la facultad de hacer cosas que nadie más puede hacer... esa sensación de poder... tiene que ser genial.

- Pues menos mal que hay pruebas para que no puedan adquirirlos pirados como tú -Me miró y se rió-. Por cierto, ¿tienes pensado hacer algo para este fin de semana?

- No había pensado en nada... si quieres podemos ir al cine o al Centro Cívico a echar unas partidas a algo. Sabes que siempre organizan campeonatos de un montón de juegos los fines de semana... -Pasábamos casi todos los fines de semana en el Centro Cívico, pero aun así no nos importaba, disfrutábamos como enanos jugando al ajedrez o al emowar, ya fuese nosotros dos solos o con otras personas-.

- Hecho, esta tarde llámame si se te ocurre algo para hacer, y ya quedaremos para ir mañana a repartir leña. ¡Ah!, ahora que me acuerdo, mañana te enseñare una cosa que me enseñaron a hacer la mar de curiosa...


Por mas que le insistí no quiso decirme que era, con lo que al final me di por vencido. A veces Redmo me parecía un poco cruel, siempre sabía como dejarme expectante e intrigado; supongo que se debía al hecho de que me conocía como a la palma de su mano. De todas formas seguía siendo un excelente amigo; admito que tuve mucha suerte al conocerle, supongo que personas como él no se encuentran en todas partes...

Nos separamos como cada día y al final mi tarde y noche transcurrieron totalmente en casa. No tenía ninguna gana de salir, y preferí quedarme leyendo un libro tranquilamente, después de una merecida siesta, para luego cenar, ver una película y acostarme no demasiado tarde.
[URL=http://www.elotrolado.net/showthread.php?s=&threadid=191362]CAPITULO IV
LAS REGLAS DEL JUEGO[/URL]
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Después de comer recibí la llamada de Redmo, me dijo de quedar en un par de horas, cerca de donde nos reuníamos para ir al instituto. Vivíamos relativamente cerca, y siempre era fácil encontrar un punto a medio camino entre nuestras casas para reunirnos. Dos horas después ya caminábamos juntos hacia el Centro Cívico.

Era un edificio situado en el medio de un gran parque, el cual solía estar lleno de parejas paseando y jóvenes tirados en las zonas verdes charlando animadamente. El centro contaba con cuatro plantas y un sótano, y su fachada era sencilla pero vistosa. Su planta era rectangular, con la entrada en uno de los lados mayores; las paredes, de cemento, estaban atravesadas por grandes ventanales que permitían ver el ajetreo del interior del edificio, lo cual siempre era un reclamo para la gente que viese la animación que reinaba en el interior.

En la puerta de entrada siempre había un cartel con las actividades programadas para toda la semana, así que nos acercamos y echamos un vistazo. La oferta siempre era variada: había campeonatos de distintos videojuegos, simuladores y deportes, y de un par de torneos de juegos de habilidad y estrategia, entre los cuales se encontraba nuestro preferido, el emowar.

Una vez mirado el cartel nos dirigimos a la segunda planta, a la sala donde normalmente se organizaban las partidas de emowar. Acostumbrábamos a mirar el tablón por pura curiosidad, ya que hacía meses que no jugábamos a otra cosa. La sala era bastante grande, con unas cuantas mesas con proyectores holográficos para jugar y grupos de mesas y sillas para que la gente se reuniera y charlara mientras tomaban algo y esperaban a su turno para la siguiente partida. Al entrar vimos que dentro habría una treintena de personas más o menos, de las cuales conocíamos a la mayoría. De pasar tantos fines de semana en esa sala acabamos conociendo, aunque solo fuese de vista, a todos los jugadores asiduos; aunque también es cierto que siempre había caras nuevas, ya fuesen espectadores o jugadores esporádicos.

Fuimos recorriendo la sala mientras buscábamos al encargado: Charnes. Era un chico alto y delgado, de pelo corto y color tan naranja como las llamas de una hoguera. Llevaba además gafas con monturas gruesas (por pura estética, por supuesto), a través de las cuales observaba el mundo con sus despiertos ojos de color verde oscuro. Tenía un par de años mas que nosotros, y aunque por su apariencia la gente le veía como una persona tímida y reservada, en realidad era vivaracho y muy extravertido, además de un tanto sarcástico y puñetero cuando había confianza. Eran ya tantas nuestras visitas al centro que acabamos entablando amistad con él, y al ver cómo nos acercábamos nos saludó:


- Buenos días pareja.

- Serán buenas tardes. ¿Has visto la hora que es? - Todavía no entiendo muy bien el porqué, pero a Redmo y a Charnes les encantaba sacarse de quicio mutuamente.

- Es la primera vez que os veo en lo que llevo de día, así que buenos días. Bueno, supongo que venís a participar en el torneo para variar. De momento tenemos... - Revisó la lista - a ocho participantes, con vosotros sumamos diez, os apunto a los dos, ¿no?

- Si, a los dos. Pero hay mucha gente hoy... ¿Cómo es que hay tan pocos apuntados? - Normalmente solía haber unos quince participantes, pero ese día habría casi mas espectadores que jugadores, cosa poco usual.

- Pues no se, será por el inicio del curso o algo por el estilo, de todas formas cuantos menos seamos mejor; menos trabajo para mi, así que si queréis replantearos vuestra participación....

- Anda y apúntanos, pedazo de vago, nos vamos a sentar un rato.


Nos despedimos y fuimos a sentarnos en una mesa después de haber comprado un par de refrescos en una máquina expendedora que había en la sala.

A nuestro alrededor la gente charlaba o andaba de un lado a otro, esperando impacientes a que comenzase el torneo. La mayor parte de los jugadores entablaban pequeñas batallas amistosas mientras otros observaban curiosos. Pasado un rato después de sentarnos, Charnes se acercó a nuestra mesa y se dirigió a nosotros:


- ¿Pasando el rato, chavales? Os he visto aquí la mar de ociosos y se me ha ocurrido un pequeño favor con el que podríais ayudarme.

- ¿De qué se trata? - Hice notar en mi voz un tono de recelo. Reconozco que cuando Charnes quería era un autentico incordio de hombre, empiezo a comprender porqué a Redmo le gustaba tanto meterse con él...

- Tengo a un novato que ha venido por primera vez al centro, y no hay nadie libre para ayudarle a comenzar. El resto de los participantes están a otros asuntos y yo estoy bastante liado con asuntos de diversa índole, ¿os importaría encargaros uno de vosotros? ¿Qué me dices Námbdaro, te apetece hacer de instructor?

- ¿Y por qué yo? Sabes perfectamente que Redmo es mucho mejor jugador, y no tengo paciencia para enseñar a nadie.

- Vamos vamos... No seas tan negativo, Redmo sería capaz matar a una oveja de aburrimiento, tú en cambio eres la sal de la vida. Venga, se un buen chico y ayúdame, ¿vale? - Se acercó a mi silla y me obligó a incorporarme - Es la mesa más cercana a las máquinas de refrescos, en esa esquina, ¿la ves? Venga, si es pan comido campeón, cuando empecemos el torneo te aviso.


Recogí mi refresco y me marché de la mesa a regañadientes mientras Charnes se sentaba en mi sitio y entablaba conversación con Redmo. Bien que estaba ocupado con “asuntos de diversa índole”, pero parece que no lo suficientemente importantes como para perderse una pequeña charla... Vaya cara.

El problema fue cuando llegué a la mesa. Y dicho problema no era otro sino que no era un novato, sino una novata... En realidad esto no tenia demasiada importancia, pero si mi experiencia en el trato con la gente dejaba que desear, con las mujeres directamente no tenía experiencia. Por culpa de esto siempre me mostraba nervioso ante las féminas, lo que me llevaba a comportarme de forma “peculiar”, por decirlo de algún modo.

Cuando comprendí la jugarreta que me había gastado Charnes me volví hacia donde estaba sentado para contemplar su victoria. Y lo peor no es que este me mirase con cara divertida, sino que Redmo también parecía satisfecho con la traición de Charnes. Cuando me giré de nuevo la novata se había percatado de mi presencia y me saludaba con la mano, con lo que me acerqué a la mesa y me presenté:


- Ho... hola, qué tal. Soy Námbdaro.

- Encantada. Me llamo Shala.


Se levantó de la mesa y se acercó a mi para darme dos besos. Todavía no entiendo muy bien el porqué, pero le tendí la mano para estrechársela. Titubeó un par de segundos, para luego darme la mano con el ceño levemente fruncido.

Shala tenía mas o menos mi estatura, y su pelo negro y rizado le caía hasta la altura de los hombros. Tenía los ojos de color azul claro y la cara bastante redonda; llevaba unos pantalones vaqueros acampanados y una camiseta amarilla de manga corta algo ajustada. Reconozco que cuando la vi mis nervios se agravaron un poco, era una chica de muy buen ver.

Después del extraño saludo nos sentamos de nuevo y empezamos a charlar:


- ¿Qué tal? No te había visto anteriormente por aquí, y por lo que veo no has jugado nunca al emowar. ¿Sabes al menos en que consiste el juego?

- Pues no, hace un par de meses me mudé aquí con mis padres y hasta hace poco no sabía que había un Centro Cívico por la zona. Y del juego he oído hablar alguna vez, pero no tengo ni la más remota idea de cómo se juega...

- Bueno... Al principio es un juego un tanto extraño, pero con un poco de práctica engancha mucho. A ver... Lo primero que hace falta para jugar es esto... - Extendí la mano acercándola a uno de los laterales de la mesa, donde había una pequeña caja al lado del tablero. Lo hice tan rápidamente que no me percaté del refresco que había dejado en la mesa y lo golpeé. Al ver caer la lata al suelo reaccioné con un movimiento brusco; en un acto reflejo para intentar cogerla al vuelo me incliné y di con la cabeza en el borde de la mesa. Al momento me reincorporé frotándome la zona donde me había dado el golpe, y pude ver como Shala me miraba con la misma extrañeza y curiosidad con la que los niños miran a los animales del zoológico... Pues empezaba bien la cosa.

- ¿Te encuentras bien? - Había algo en su voz que parecía delatar que la situación le divertía... o más que la situación yo mismo.

- Si, si... No hay problema, solo es un golpecito de nada... Voy a buscar al encargado para que recoja esto, espera un momento...

- No me moveré de aquí - Al menos por su tono de voz parecía que no me había tomado por un idiota. Recé para que no cambiase de parecer.


Me levanté torpemente de la mesa mientras intentaba no pisar el liquido derramado y fui hacia la mesa en la que estaba Charnes. Ya de lejos pude verles a los dos recostados sobre la mesa mientras respiraban entrecortadamente... en otras palabras, se reían a pleno pulmón, y no me costó mucho adivinar la causa de sus risas.


- Ahora mismo saco la fregona, no te preocupes. - Se veían en los ojos de Charnes pequeñas lágrimas de tanto que había reído, y en los de Redmo igual. No conseguía controlar su respiración todavía. - Por cierto, ¿no te interesaría un puesto como instructor? Creo que pagaría por verte montar estos números todos los fines de... - Se le quebró la voz y le dio un nuevo ataque de risa mientras se ponía colorado como un tomate. Algo más calmado se levantó para arreglar el estropicio mientras hipaba levemente por el camino.

- ¿Supongo que a ti te parecerá gracioso también, no? – Estaba perdiendo el buen humor por momentos.

- Venga, no seas así. - Por lo menos Redmo se había calmado, aunque me hablaba con una sonrisa en los labios. - Ya verás como dentro de un tiempo recordaras esto riéndote, y de todas formas cosas peores se han visto; anda, vuelve allí y enseña a jugar a la muchacha. Y cálmate un poco, se te ve muy acalorado.


Me di la vuelta una vez más y fui de nuevo a la mesa de juego. La cara me ardía, y supuse que la tendría toda roja debido a la vergüenza y al mosqueo que llevaba encima. Cuando llegué a la mesa Charnes había terminado de limpiar el suelo y me dio un par de palmadas cordiales de ánimo cuando se alejó a sentarse con Redmo de nuevo. Creo que en el fondo sabía cuando tenía que parar de bromear.


- Esto... ¿Por donde íbamos?

- Me estabas diciendo que la cajita aquella - Señalo al lateral de la mesa con una dedo. - era necesaria para el juego.

- Ah, si, es cierto... Esto... ¿Alguna vez has usado un puerto de tráfico restringido? Para algunos juguetes son necesarios o incluso para diagnósticos.


Los puertos eran pequeñas aberturas que se podían abrir y cerrar en cuello y brazos. Servían para la transferencia de datos entre el usuario y el exterior, usando los aparatos conectados al cable como una extensión del cuerpo. Había distintos tipos de puertos con distintos grados de seguridad, y no todos podían ser abiertos sin tener a mano complejos aparatos. Los de tráfico restringido permitían la salida de instrucciones y mandatos de la persona, y le enviaban a esta información sensorial; además, bajo ningún concepto se podía alterar ninguna parte de la mente del individuo por medio de estos puertos, así que eran totalmente inofensivos si se usaban correctamente.


- Que yo recuerde si, pero jamás me han enseñado a abrirlos. No se si... - No la dejé acabar con lo que quería decir.

- No hay problema, extiende el brazo con la palma de la mano hacia arriba, hay un truco para abrirlos cuando uno no los controla a voluntad. - Me miró algo escéptica en principio, pero luego hizo lo que le había dicho. Con los dedos pulgar e índice de ambas manos hice una pequeña pinza a poca distancia de la muñeca con una mano, y del codo con la otra; apreté un poco y a medio camino entre mis manos se abrió una pequeña hendidura en su piel, dejando el puerto disponible para su uso.

- ¡Vaya! No sabía que la gente de calle supiese hacer eso, ¿quién te enseñó?

- Mi padre, aunque los míos los abro ya cuando quiero. - Le enseñe mi antebrazo y accionando un pequeño “músculo” se abrió una hendidura idéntica a la de Shala. - Bueno, ahora lo importante, coge un cable de esa cajita y lleva el conector hasta tu brazo para enchufarlo. No duele ni nada, así que no te preocupes; cuando estés conectada relájate e intenta enviar alguna señal a través del cable, sea lo que sea. Voy a entrar y preparar la partida.


Yo hice lo propio y cogí uno de los cables; eran de color azul y bastante finos, con una pequeña lengüeta metálica en el extremo. Me conecté insertando la pequeña placa en mi brazo, envié una señal de inicio de juego al dispositivo e instantes después me encontraba en un lugar distinto. Era una sala circular pintada de color azul oscuro y en el suelo resplandecía en un azul más claro una cuadricula de nueve por nueve casillas, cada una de las cuales tendría medio metro de lado. El techo de la sala era una bóveda, y en ella se proyectaba una imagen panorámica captada desde la mesa, en el exterior; era necesario saber lo que ocurría fuera del juego, para que los jugadores pudiesen volver a su cuerpo cuando quisieran, con el único inconveniente de que la partida finalizaba automáticamente, a menos que los jugadores decidieran aplazarla para otra ocasión. La única carencia en lo que a comunicación se refería era el sonido, no podía enviarse ningún mensaje hablado al exterior, ni ningún tipo de ruido o conversación llegaba al juego, dejando a los jugadores exclusivamente dedicados a la partida.

En el interior de los juegos normalmente se usaba un avatar, una imagen que representaba a la persona dentro del mundo del juego. Había mucha gente que no usaba avatares, sino réplicas directas de sus cuerpos. En mi caso tenía un avatar. Era un personaje alto y proporcionado, de pelo encrespado y rojo, y vestido con una armadura de color también rojo, grabada con motivos tribales en negro. Llevaba un manto negro y botas igualmente negras, y mi cara era la misma que tenia fuera del juego, solo que con la piel de un color grisáceo e iris blancas. Digo además personaje porque la mayoría de estos avatares no tenían aspecto de persona propiamente dicho, con lo que personaje quedaba mas apropiado; mi propio avatar era una prueba de lo que digo.

Comencé a preparar la partida. Extendí la mano derecha con la palma hacia abajo y describí un cuarto de circulo de izquierda a derecha a la altura de mi ombligo, a medida que mi mano completaba la trayectoria iba apareciendo debajo un panel luminoso y semitransparente de color amarillo pálido. Haciendo uso de un par de controles y el teclado que había en el panel cambié el tamaño del tablero de juego por una cuadricula de siete casillas de lado. Seleccioné el tipo de juego para principiantes y en la lista de fichas de juego escogí tres parejas de las más básicas: “Alegría/Pena”, “Amor/Odio” y “Humildad/Orgullo”. Una vez acabé puse la palma de la mano encima del panel y presioné hacia abajo: el panel desapareció.

Estuve esperando un rato hasta que apareció Shala; los que no habían jugado nunca al juego tenían que ser sometidos a un pequeño escáner de recuerdos, y algunos jugadores aprovechaban las primeras partidas para configurar un avatar propio. Cuando la vi aparecer pude ver que no tenía el mismo aspecto que en el exterior, había seleccionado un avatar.

Tenía la misma silueta y rostro que fuera, pero su pelo e indumentaria habían cambiado. Vestía una única prenda ajustada que le cubría el cuerpo entero y que parecía hecha de lycra; era de color amarillo y le cubría el cuello y los brazos hasta las muñecas; incluso los pies estaban cubiertos por dicha prenda. El color de su piel y ojos era el mismo, pero su pelo era liso y había tomado un color azul algo transparente, además de que su longitud era el doble que la de su pelo real. Parecía una cascada de agua que le caía por los hombros, y con cada leve movimiento se producían ondulaciones y destellos de luz que recordaban a las de un arroyo. Si en el exterior ya era guapa, su avatar en el juego era realmente turbador.

Apareció colocada en el otro extremo del tablero, y nada más llegar lo primero que hizo fue recorrer la sala con la mirada. Después de haber echado un vistazo comenzaron las preguntas y explicaciones en si:


- Bueno, ya he llegado. ¿Me explicas un poco donde estamos y para que sirve cada cosa? - Esta primera pregunta no la llegué a oír ya que estaba demasiado embobado mirándola.

- Námbdaro, ¿te pasa algo? ¡¡Oye!! - Agitó un brazo en alto y me despabilé. - ¿Pasa algo?

- No no... Perdona, estaba pensando en otra cosa. ¿Me decías?

- Que me expliques en qué consiste todo esto, estoy bastante desorientada... - Parecía que no le había dado importancia a mi anterior lápsus.


Avancé un poco hacia ella para situarme en medio del tablero.


- Pues bien, este es el tablero de juego, como habrás podido deducir. Es bastante parecido al de cualquier otro juego que use fichas, y siempre tiene un número impar de casillas. Arriba - Señalé con el dedo mientras Shala dirigía su miraba hacia la bóveda - hay una pantalla que muestra lo que pasa fuera. No suele ser demasiado útil, pero a veces a uno le llaman y hay que salir del juego. A parte de esa pantalla, no hay otra manera de comunicarse con el exterior, tenlo en cuenta. Y ahora, el panel, aunque esto no lo usaras mucho por el momento. - Continué andando y me situé a su lado. Cuando la contemplé más de cerca, con sus ojos y su pelo de color azul acuoso, me alegré de que dentro del juego no pudiese sonrojarme...

> Para abrir el menú tienes que extender la mano y moverla describiendo un cuarto de circulo horizontalmente, así. - Repetí el mismo movimiento que había llevado antes a cabo y me imitó. Instantes después teníamos cada uno un panel delante nuestra. - Lo único que necesitas saber de momento de aquí son las opciones de guardar y cargar partida y salir. No puedes guardar la partida a menos que tu rival esté de acuerdo, y los datos se almacenan en la memoria de ambos jugadores, para ser cargados en otra ocasión. Para eso necesitaras usar esta otra opción, la de cargar... de todas maneras todo esto es básico. Lo mismo con la opción de salir, puedes salir de la partida siempre que quieras, pero no hay guardado automático, así que si quieres marcharte antes de acabar la partida procura hablar con tu contrincante.

> El resto de los controles y opciones es mejor dejarlos para otra ocasión, cuando hayas jugado un par de partidas. - Le enseñé a cerrar el panel y pensé si hacía falta aclarar algo más por el momento, pero en principio estaba todo explicado. - Eso es todo por el momento, ¿preparada para la primera partida?

- Por supuesto. - Tenía una leve sonrisa en los labios, por lo visto estaba impaciente y excitada por comenzar a jugar.


Volví al lado de tablero que me correspondía y volví a abrir el panel de control. Me cercioré de que todo estaba en orden y di comienzo a la partida.

El tablero que se interponía entre nosotros comenzó a brillar con más intensidad y las casillas se elevaron sobre el nivel del suelo, a la altura de un escalón. Un instante después aparecieron dos imágenes flotando encima: una estaba colocada en la fila mas próxima a Shala, y la otra en la fila mas próxima a mi; ambas se encontraban en la casilla central. Eran dos coronas de laurel que giraban sobre sí mismas con un ritmo pausado; estas eran la meta, el objetivo que debía alcanzar el rival: la Victoria.

La partida daba comienzo.
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