"Es muy sano que exista una revista como Games TM; el nivel de su equipo y la cantidad, calidad y variedad de sus contenidos la sitúan muy por encima del resto de publicaciones. Devorando sus páginas queda claro el esfuerzo que hay tras ellas. Por eso sienta tan mal que, al estar disfrutando de este solomillo de primera, mastiques un trozo de tendón. En este caso, el análisis de Diablo III y su nota de 9, a todas luces inflada a posteriori.
Bruno Louviers firma una review tipo Mecano: hace ‘el balance de lo bueno y malo’, compensando lo negativo de Diablo III (simplificación del sistema de habilidades, gráficos justitos) con aspectos atractivos como la diversión y el pique que produce el juego. El resultado es eso: un análisis equilibrado y honesto, pero que en absoluto se ajusta al tipo de texto laudatorio que se llevaría un nueve. Salta a la vista que ese sobresaliente no es la nota escogida por el autor, quien probablemente no diera al juego más de un 7 (puede que incluso menos).
Lo que ha pasado aquí es evidente; los motivos no tanto. Lo mires por donde lo mires el análisis no casa con la nota final, lo que sugiere un cambio de última hora, puede que en pleno cierre y sin tiempo de rehacer la review; a lo que se añade que Diablo III no es un título de análisis exprés, sino que habrá requerido varios días de juego. Pero ¿y las razones del cambio de nota? No creo que estén en motivos subjetivos, ni de desconfianza hacia el autor de la review, ni ninguna otra causa cuestionable.
No. Todo indica que detrás de este ‘infle’ ha habido razones comerciales. Diablo III es un juego estrella, el lanzamiento más importante de la temporada y uno de los juegos más esperados de los últimos años. No sólo eso: abre la sección de análisis de Games TM nº 3, y tiene detrás una arrolladora campaña publicitaria. Una revista especializada, en unos tiempos tan duros para el papel, y que apenas ha comenzado su carrera, no puede tragar un sapo tan gordo como el de dar a Diablo III un notable raspadillo. ¡Pero ojo! Ninguno de estos argumentos justifica la subida, que queda como un tropezón innecesario en una revista que necesita coger carrerilla. Hay que fijarse en la gama de grises de estas situaciones, si bien el caso de Games (en principio) no tiene que ver con la mala fe que se da en otros medios.
De las notas se puede decir mucho, y poco bueno. Son un mal necesario al que aún no podemos renunciar, y cualquier experimento en torno a su eliminación se ha topado con la furia de los usuarios, un carraspeo y crujir de nudillos de las productoras, y el fracaso de los desdichados idealistas. Hubo a principios de este siglo un atisbo de su desaparición, gracias a la asunción global de las bondades o defectos de un juego por sí mismo, no por el número que llevase asociado. Títulos cuyo prestigio, propuesta o popularidad servían por sí solos para decantar o no al jugador. Los medios acariciaban esa dulce posibilidad, de dejar de estar obligados a compartimentar el análisis de un juego.
No dio tiempo: la globalización y el auge de los medios online como nuevos referentes, trajeron consigo la escalada armamentística de las notas. Páginas como Metracritic o Gamerankings instauraron un Reino de Terror que hoy perdura. Herramientas de fiabilidad muy cuestionable, que aun así se convirtieron en Biblia para los medios, las productoras y para la inmensa mayoría de necios jugadores. Existen redactores jefe o directores que revisan los análisis de los colaboradores empezando por la nota, para inmediatamente después contrastarla en Metacritic:
- Oye, que les has puesto al Madden Super Duper League un 7.
- Sí, en el texto explico que las novedades no consig-
- Ya pero es que en Metracritic tiene un 9.5, ESA NOTA NO PUEDE ESTAR BIEN.
- Bueno… es un juego de fútbol americano, y además en la review detallo porq-
- SÚBELA POR LO MENOS DOS PUNTITOS.
Repasemos: No se molesta en leer el análisis. No pide razones al autor. No se para a pensar en circunstancias inherentes al juego (como la popularidad de un género en uno u otro país). Y lo peor de todo: hace de menos el trabajo de una persona que, precisamente, está ahí para aportar un criterio fiable. En estos casos la hipocresía manda: directores/jefes de sección/redactores jefe que han dejado hacer a sus redactores, confiando en su criterio; pero que al analizar el texto se desdicen y les desautorizan. Y en el 90% de estos choques el veneno es la dichosa nota. Llegado este punto, puede ocurrir que:
- Que el director tenga razón. Tal vez el analista haya puesto un exceso de celo en aspectos que, de forma global, no son tan importantes. Por ejemplo un juego basado en una película, al que el redactor le baje la nota por cambiar la voz original del protagonista. O premiarlo demasiado por ser un simulador deportivo de lanzamiento de troncos, auténtica pasión de ese analista. O incluso que a sus ojos haya que cargarse cierto título porque la distancia de dibujado de horizonte no sea óptima. Son supuestos en los que una conversación y varias aclaraciones pueden crear un consenso, ajustando la valoración al contenido.
- Docilidad o alevosía. El redactor prefiere no meterse en más jaleos y sube la nota, sin tratar de dialogarlo. Esto sienta un feo precedente, ya que ese analista se está cagando él solito en su autoridad, y con sus actos afirma que es maleable. En el otro caso, puede que el redactor dialogue y convenza a su superior… o eso crea, ya que al ver publicado su texto, ¡SORPRESA!, la nota ha subido solita. Es más: puede que haya subido sin que antes le comentasen nada de la calificación inferior que tenía antes. ¡Y a protestar a la rúe!
- O… Tal vez el redactor se plante, como ocurre en varias ocasiones. Es un profesional del medio, tiene experiencia y ha defendido su postura con datos razonados, a pesar de lo cual su superior insiste en cambiar la nota. JUST ‘CAUSE. Llegados a este punto el analista tiene todo el derecho a negarse a firmar ese texto. Un derecho quizás osado hoy día, ya que puede perder el pago de esa colaboración o, si es redactor como tal, jugarse el puesto por hacerse el Gertsmann. El caso es que si superior y analista se ponen de acuerdo en que no están de acuerdo, ese análisis saldrá sin firma (como ocurre en medios generalistas con conflictos similares) o lo firmará el propio superior. Esta es la peor consecuencia posible. Lo lógico sería que el cabezón que exige cambiar la nota, analice él mismo el juego y escriba un texto en consecuencia. Pero la realidad es muy otra: unos minutos de juego, cambio de firma y alterar un par de líneas sobre el texto original del analista castigado. ¡Atentos al mejunje! Texto con otro estilo + Líneas chirriantes + Nota inflada + Firma. Y la fotico del nuevo “autor”, ea.
Las notas son un nudo que tardaremos años en deshacer. Los usuarios van a tardar mucho en ser re-educados, pues el numerito es lo primero que todos miran (miramos). Tampoco ayuda que una puntuación que viene en barco de nombre extranjero sea el principal referente para los responsables de ciertos medios. Y mejor no hablemos de las notas pactadas, que me temo que son reales pero mucho más prosaicas que los famosos maletines: todo se reduce a pactar una portada, un publirreportaje o páginas de publicidad. Y a veces, ni eso: en muchos casos a la compañía le basta un telefonazo con antelación.
“Hola, soy Fulanita, de Ubistivision. Al Assassins of Duty le pondrás una buena nota, ¿a que sí? Un nueve… o un diez. Que se lo merece. Sabes que vamos a tope con ese juego esta temporada. ¿LO SABES, VERDAD?”
A este compás bailan muchos directores y, por debajo de ellos, una serie de mamporreros que ni por un segundo se paran a pensar en que están dinamitando su credibilidad. Es más: piensan que sí lo saben, y que son los curritos quienes ignoran “cómo funciona de verdad este negocio” *calada a puro, rascada de barriga*.
En fin… tal vez el camino sea que la nota exista, pero no importe. Que sea un aspecto menor al que cada vez se haga menos caso. Compartimentar la puntuación por género, desvestirla de su peso, alterar el sistema de notas para reinventarlo… Vías que, antes o después, deben llegar. En lo particular, que es la pelea por la nota entre analista y jefazo, los mejores consejos son la comunicación a lo largo del proceso, y sobre todo la anticipación. Anticiparse a una posible movida si es un juego importante, discutir los pros y contras y alcanzar un consenso. Y si sabemos que nos van a pasar la mano por la cara, entonces hablamos de ética en el sector…
¡Pero eso será otro día!"
comentario aparecido en
http://perspectivacenital.com/2012/06/1 ... el-control con motivo de la nota de Diablo 3 que se dió en Games TM España.